La ciudad indomable

Amigos lectores de Filmaffinity y de esta humilde crítica, escapa de toda lógica humana que puedan salir a la luz películas tan mal aprovechadas, aburridas, ridículas, penosas y sosas como la que nos ocupa.
La idea de los autores del film era rodar una especie de western para el consumo rápido, una más entre mil o diez mil, con el presupuesto lo más bajo posible y han conseguido plenamente su objetivo. Ha partir del minuto diez, la película decae y cae en picado. El culpable de todo este desaguisado es el guión, podría estar escrito perfectamente por un niño de 6 años, es totalmente absurdo y con unos diálogos ridículos. En cuanto a los intérpretes, nos aburren totalmente incluido el protagonista, induciéndonos al sueño más profundo.
No pienso añadir nada mas, porque la película no se lo merece. Un 3 y soy generoso.

Nada que ver la cinta que utilizamos como título (Rosemberg, 1967) que protagoniza el gran Newman, con esta "Ciudad indomable" que no pasa de regulareja.
Para empezar la acción se sitúa, no en una, sino en dos ciudades. Una del estado de Kansas (1879) donde el cacique Riley Condor (Cabot) paga una fuerte cantidad de dinero al pistolero Les Parker (Bettger) para que acabe con la vida del sheriff Tom Rosser (Andrews). El asunto no es fácil, "No se dan dos mil dólares por plantar patatas", de hecho a quien mata es a la esposa.
La otra es una ciudad de Montana donde se desarrolla el grueso de la trama tres años después. Allí acude el "indomable" Tom al señuelo de la venganza y de la oferta del propietario del ferrocarril que quiere boicotear Riley con sus esbirros, de hecho "El sheriff es el jefe de los atracadores".
Western de venganzas muy poco original. Ni siquiera el planteamiento moral de tomarse la justicia por su mano bajo la forma de una guardia urbana salva la situación, "Hablar de 'Vigilantes' es hablar de linchamientos".
Guion rutinario, lo mismo que la dirección y las interpretaciones de todos. Personalidades planas, acaso con la excepción del sheriff Parker por el remordimiento que muestra. Tiroteos a mansalva con lo que parecen pésimos tiradores. Con el cuidado que el mundo anglosajón trata los juicios, la parodia forense que vemos aquí causa vergüenza ajena.
Salvar acaso la presentación de los créditos y la presencia del Dr. Kent (Arlen) que en su clínica (con su camilla y sus vitrinas) se harta de tratar chichones y extraer balas (ya hemos dicho que los malos sobre todo tienen muy mala puntería).
Película muy convencional que no pasa de regular.