Fresh

Cocktail de thriller, survival, terror, romanticismo y comedia negra que no consigue sorprender, pero sí entretener lo justo.
Parece comenzar con pretensiones altas pero a medida que transcurren los minutos se vuelve incongruente y con clichés tan manidos que no deja de ser otra más del montón.
Se nota que la realización tiene cierta calidad y las interpretaciones son correctas, asemeja parecido a tratados como "Hannibal Lecter" o "American psycho", salvando las distancias, claro está, aquí parece que la balanza termina inclinándose a una típica serie b con un presupuesto más alto que la media.
En todo lo que vemos no hay nada nuevo, de hecho los tópicos son innumerables, por mucho estilo visual y diseño moderno que tenga, no creo que al final consiga su propósito, aunque se deja ver con facilidad y el sabor no es tan agrio.
A mí ni me ha encantado ni me ha decepcionado, digamos que un término medio, me entretuvo, pero son de esas que a los 3 días se te ha borrado de la cabeza.

Quiero creer —y hasta me atrevería a afirmar— que las texturas de telefilm de sobremesa de que hace gala esta «Fresh» responden a una voluntad paródica que se vuelve palmaria a partir de los demoradísimos créditos iniciales, que transforman una hasta entonces sonrojante comedieta romántica en thriller de mutilaciones, antropofagia y científico loco en deuda con títulos como la inenarrable «El ciempiés humano» («The Human Centipede (First Sequence)», 2009) o la más reciente «Múltiple» («Split» 2016), entre otros.
En efecto, la puesta de largo de Mimi Cave —hasta la fecha había venido dirigiendo cortos y videoclips— mezcla sororidad, síndrome de Estocolmo y un gore para todos los públicos, arriesgado envite del que sale airosa merced, sobre todo, a un peculiar sentido del humor, asimismo combinación improbable de ligereza indie y una causticidad bastante sorprendente habida cuenta de la piel fina que caracteriza a buena parte de nuestros coetáneos, especialmente en los Estados Unidos. Al éxito de la —insisto— atípica propuesta contribuye, y no poco, el trabajo y la insalubre complicidad de la pareja protagonista. El televisivo Sebastian Stan tiene pinta de galán de serie B noventera, lo cual está en perfecta consonancia con la antedicha apuesta estética, telefílmica y caricaturesca. En cuanto a Daisy Edgar-Jones, su aparente fragilidad contrasta con el vigor que logra insuflar al brutalizado personaje, así como un ramillete de matices que no cabría deducir de una lectura apresurada de la sinopsis.
En suma, refrescante debut de una cineasta cuya «zona de confort» —mal que me pese la manida expresión— se antoja algo más amplia que la del común de los directores. Ya sólo por eso vale la pena seguirle la pista. Veremos qué le depara el futuro. De momento, esta «Fresh» la tienen disponible en Disney+, cosa que no hace sino abundar en las juguetonas paradojas que la sustentan.

Dinámica propuesta que cruza lo turbio con trazas de cine comercial. Una chica con urgencia por echarse novio conoce a un tío con el que conecta rápido e inicia una relación. Al poco de intimar descubre que no es el partidazo que presumía.

Las señales estaban ahí para quien quisiera verlas, pero nos dibujan a la protagonista como alguien necesitada de compañía masculina, con lo que resulta una víctima propiciatoria. Se enfatiza que los culpables son los agresores, y es cierto, pero hay que admitir que en un mundo depredador no se puede ir por la vida con la guardia tan baja. Dejando esto a un lado, me ha gustado ese enfoque casi mercantil que se le da al consumo del "producto", cosa que quizá pudo haber estado más desarrollado, pero como dato perturbador tiene su interés. Sin embargo, nos enfocamos más en la relación de sumisión y manipulación entre los dos protagonistas, cada uno con sus propias intenciones.

En el debe hay que decir que es una película excesivamente pulcra en lo estético, tratando del tema que trata. Se echa en falta algo de suciedad y sordidez, pero es una película que solo en contados aspectos sobrepasa los límites de lo comercial. Aquí las chicas follan con el sujetador puesto, con eso está todo dicho. Aunque hay muestras generosas de carne recién cortada, no son más perturbadoras que lo que veríamos en el expositor de una carnicería. No obstante, dado el dinamismo de su desarrollo, que hace sus casi dos horas muy llevaderas, llegamos al final después de pasar un rato entretenido. Con un humor negro demasiado liviano, casi inapreciable. Ni es de terror ni es una comedia negra salvaje, que eran las dos opciones más sabrosas, pero qué le vamos a hacer.

Curiosa propuesta que mezcla thriller psicológico con comedia negra, iniciando de una forma sumamente adictiva, con una mirada crítica (y realista, por cierto) sobre el mundo de las relaciones afectivas.

En la primera mitad de 'Fresh', se pueden percibir ecos de 'You': su tono y ritmo se asemeja bastante al de la serie protagonizada por Penn Badgley. Durante todo ese tramo, mientras nuestra figura principal (buena labor de Daisy Edgar-Jones) conoce a un muchacho encantador pero intrigante, el asunto resulta atrayente, de ligera digestión.

Los problemas, en cuanto a la hora de conservar el interés, surgen cuando se revela el "misterio": a partir de allí, la cinta entra en una planicie con algunos leves descubrimientos que no movilizan ni asombran, estirando la trama innecesariamente con sucesos que se repiten.

Con un camino final bastante arrebatado, salvaje y cargado de clichés, la obra de Mimi Cave pareciera generar una sensación de desaprovechamiento respecto a lo que había cosechado a su inicio.

4,7 Alancitos Carnívoros sobre 10

Noa es una chica solitaria, sin familia, con una sola amiga en el mundo, que está cansada de las citas online y de los perfiles de instagram, facebook, etc, porque todos terminan en fracaso. Hasta que un día encuentra a un chico que no tiene redes y simplemente le da su número de teléfono en una tienda y empiezan a conectar...