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La libertad del diablo

6,9
245
Documental La libertad del diablo es un documental psicológico en el que conoceremos los miedos de quienes sufren y de quienes provocan la muerte violenta, que padece cualquier sociedad y genera psicosis y miedo. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
17 de setiembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del año 2017, dirigida por el exitoso documentalista mexicano que entre sus trabajos podemos encontrar Los ladrones viejos, La canción del pulque y Cuates de Australia; Everardo González vuelve, inspirado en el documental danés The act of killing, para hablar de temas universales partiendo de un punto particular, en este caso sumerge las manos en el mundo del narcotráfico, y así lograr tocar los temas alrededor de la relatividad del mal, partiendo de las raíces, pasando por los actos y concluyendo con las consecuencias.

Primero hablemos de las particularidades que sobresalen cuando se visualiza el film, el más obvio es la decisión del director en utilizar cierto tipo de máscaras o capuchas que cubren los rostros de las personas entrevistadas; recurso que profundiza en tratar de homogeneizar a las personas presentes en pantalla, las capuchas dejan ver lo necesario como para reconocer que estamos observando un rostro humano, vemos simplemente las particulares de una cara, es decir los ojos, la boca, la nariz, etcétera; pero no deja una visualización general como para la identificación de rasgos específicos que logren un reconocimiento del sujeto. Este medio se podría tomar como la metáfora de la maldad oculta, a simple vista no podemos distinguir el bueno con el malo, cualquier peculiaridad de un individuo se oculta detrás de la masa de gente que lo vuelve homogéneo, parte de la raza humana, pero solamente cuando la persona se aparta de ella, es decir se quita la máscara, encontramos lo singular.

Es por ello que cuando llega el final de la cinta y una de las personas se quita la capucha, el sentimiento que se genera en el espectador es de asombro, el relato anteriormente contado por el personaje se puede tomar como el contenido de su alma, por sus palabras conocemos el dolor, la ira, el sufrimiento, el miedo y el mal que encerraba su espíritu pero ahora, al mirar su rostro, nos encontramos con la imagen, la forma, los colores y la estructura de esa alma.

Tratándose de un documental conjugado por relatos contados en interiores donde la cámara, en la mayoría del metraje, se mantiene pasiva captando únicamente la imagen de las caras de los retratistas de acontecimientos, se esperaría que lo expuesto en las palabras de los personajes sea de interés, ¿lo cumple?; el lector que piense en una respuesta negativa siento decepcionarlo porque en esta cinta no es el caso, cada narración es exquisita, de una intensidad escalofriante y una seguridad que no dejara indiferente, todas las historias tienen su importancia en el discurso central de la película agregando un mosaico al mural de la psicología del mal, la cual narra los actos atroces, los motivos por los que fueron realizados y si sus acciones tienen perdón todo puesto en tela de juicio por parte de las víctimas y el espectador. A la conclusión de la proyección el público se sentirá perturbado, las concepciones del bien y el mal impuestas por la sociedad se verán difuminadas, simplemente por el conocimiento de que los albores del diablo se encuentran en la concepción de la corrupción humana.

https://elcacaromilenial.blogspot.com/2017/07/La-libertad-del-diablo-2017.html
Joakino Colinas
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23 de marzo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Everardo González ha dedicado buena parte de su filmografía a documentar el panorama más reciente del país, a través de temas más tradicionalistas, o problemas a consecuencia de la escasez del agua, pobreza, inmigración, la amenaza constante para quienes se dedican al periodismo o el modo de operar de ladrones que se convirtieron en leyendas.

Mucho han cambiado las formas de la violencia en México en las últimas décadas, donde quienes la ejercían tenían códigos que se han perdido, hasta llegar a los años más recientes donde la violencia ha llegado a todos los niveles de manera inesperada, sin distinguir edades, razas, géneros, hasta volverse cotidiana y parte de nuestra realidad actual.

En ‘La libertad del Diablo’ González decide confrontar a las personas que la han padecido, sobrevivientes de familias que casi han desaparecido, madres en busca de los cadáveres de sus hijos, hijos en busca de su madre o familiares que en algún momento fueron levantados o desaparecidos sin dejar rastro alguno, pero también a algunos ejecutantes de esa violencia, seres que por diferentes motivos han decidido tomar un arma y terminar con la vida de otras personas a las que no conocen, sin importar edad o sexo y solo siguiendo órdenes.

Para ello, González ha diseñado una puesta en escena en habitaciones poco iluminadas donde entrevista a estas personas sin dejar ver su rostro, todos, víctimas o victimarios, poseen máscaras sobre sus rostros, dejando apenas ver sus bocas, narices y ojos, quienes relatan cada uno desde su experiencia la brutalidad que los ha devorado.

En el documental no hay recreación alguna, bastan las descripciones de cada entrevistado para que el espectador imagine los terribles alcances de una ola de violencia que no parece final, declaraciones que van acompañadas de imágenes desoladoras de nuestro presente, con un efectivo diseño sonoro que acentúan el terror, juntos a esos rostros tapados que bien podrían ser de cualquiera.

La experiencia de escuchar a víctimas y victimarios y ver sus rostros cubiertos por esas máscaras, pero que en cada palabra dejan sentir su dolor y pesar, llega a ser desoladora e inquietante, en un documental que desnuda la realidad de un país incapaz de reaccionar para preservar el bienestar de su tejido social o de erradicar la corrupción en sus instituciones, semillero de muchos los perpetradores de dicha violencia.

http://tantocine.com/la-libertad-del-diablo-de-everardo-gonzalez/
Quique Mex
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23 de marzo de 2018
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Ambición, necesidad y carencia de valores son una peligrosa mezcla capaz de mandar al traste con todo indicio de progreso en una sociedad, condenándola a la retroceso y a la barbarie.
A más de una década, en que el país se sumió en una sangrienta ola de violencia sin precedentes, las heridas emocionales inflingidas a los mexicanos nos se han cerrado y el cineasta Everardo González pone el dedo en la llaga con La Libertad del Diablo, un acucioso y desasosegaste documental que llega a la cartelera comercial a un año de su debut en la Berlinale.
El ganador del Ariel por Los Ladrones Viejos (2007) y Cuates de Australia (2011), analista obseso del motor de la maldad en una sociedad decadente pone ante la cámara a una serie de víctimas y victimarios, protagonistas inherentes de la llamada guerra contra el narcotráfico que tiño de sangre la nación azteca.
A través de su lente, el experto documentalista registra con una mirada amoral, sin afán de regodearse en la masacre social, los testimonios de personas que perdieron en ese entonces en la refriega del crimen organizado a sus seres queridos, muchos de ellos considerados "víctimas colaterales", por las autoridades en turno. Asimismo, ante la cámara desfilan algunos de los que estuvieron en el otro lado, bajo la capucha autoimpuesta del verdugo: sicarios, militares y agentes federales. Todos ellos, víctimas y victimarios, en una cuidada estética, que igual perturba que enardece.
González construye un retrato que parece sacado de la mente más retorcida de un guionista de cintas slasher, en el que desmenuza el oscuro capítulo de la reciente historia de México, y lo hace de una forma que azora, indigna y sacude, pues muestra sin concesiones una situación desnuda.
En resumen, La libertad del Diablo narra una aterradora realidad de la que nadie quisiera nunca ser parte, y con este logrado trabajo, el también realizador de El Cielo Abierto y El Paso demuestra que el documental es el terreno en el que mejor se mueven los cineastas mexicanos.
Aurelio Pérez Rocha
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20 de julio de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que se inició la llamada “guerra al narco” tal parece que la violencia dejó de entenderse como una conflagración entre buenos y malos y pasó a ser una máquina demoladora de vidas, un sinsentido como la vida misma. En esa vorágine de horror entendemos que familias, gobiernos y policías han compartido el cruel destino de la muerte violenta, pero más allá de eso, el arte necesita configurar un discurso que proponga un sentido, es decir, al arte se le pide superar la barbaridad de la vida misma, tan abyecta y miserable. Lo que “La libertad del diablo” propone es ofrecer un retrato frío y vacío del egoísmo, salvajismo y violencia intrínseca que campea en las tierras de México. Más allá de su insípido estilo hay un abismo insondable que por ridículamente realista es insufrible.
Romanziere
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