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Críticas de Aurelio Pérez Rocha
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Críticas 14
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
16 de setiembre de 2020
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pareciera que, anticipando la necesidad que tendría el público (resultado de un viaje en el tiempo –una de sus obsesiones fílmicas–) tras meses de confinamiento, Christopher Nolan decidiera echar toda la carne al asador para configurar su, hasta ahora, más ambicioso proyecto fílmico: Tenet, que mucha expectativa generó desde que se dio la noticia de la conclusión de su rodaje.
Ahora, esta cinta (la undécima del cineasta) llega a las salas mexicanas, precedida del estreno en Estados Unidos, donde Nolan refrendó su estatus de director con un estilo definido e inconfundible que polariza a la audiencia.
Quienes disfrutaron Memento, Inception, Interestelar y Dunquerke, sin duda gozarán al máximo de Tenet, corolario audiovisual y narrativo de los temas recurrentes del realizador británico, quien para muchos es uno de los mejores guionistas del cine contemporáneo.
Sustentada en conceptos relativos a la teoría cuántica, Tenet narra la historia de un agente secreto (John David Washington) al que recluta una misteriosa organización con el fin de que impida la destrucción del mundo.
Este hombre se percata de que se está librando una guerra desde el futuro, donde se ha inventado la tecnología que permite que los objetos y las personas se “inviertan”, es decir, que cambien el flujo de su entropía para viajar en dirección contraria en el tiempo. Tenet se creó en el futuro y su objetivo es evitar que los malos activen un poderosa arma que acabará con el pasado y el presente.
¿Premisa simple y, tal vez, repetitiva? puede ser, sin embargo, Nolan la adereza con elementos que sabe manejar con maestría y que elevan lo que pudiera ser un thriller policíaco en clave de sci-fi a otro nivel.
Se trata de un filme épico donde confluye lo distópico, lo apocalíptico, lo dramático y ¿por qué no? lo romántico. Todo con el fin de contar una historia muy ad-hoc a los tiempos que corren, donde el individualismo, el rencor y la maldad son caldo de cultivo para la decadencia humana.
Cobijada con una energética banda sonora, a cargo de Ludwig Göranssony, y pincelada de forma excelsa con la fotografía de Hoyte Van Hoytema, esta cinta arranca con una trepidante secuencia en la Ópera del Kiev, y desde ese momento, es seguro que te mantendrá al filo de la butaca, porque habrá que estar atento para juntar todas las piezas del rompecabezas para tras dos horas y media ver la “imagen” final, la cual, en determinado momento del metraje parece no concretarse, pero que conforme avanzan los minutos, nos permite constatar que todo encaja en el enrevesado y complejo guion de Nolan.
En pocas palabras, Tenet es un filme magistral que ofrece al espectador una emocionante experiencia cinematográfica, justo lo que los cinéfilos necesitan luego de una larga ausencia de las salas.
Aurelio Pérez Rocha
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7
20 de agosto de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí hay algo que no se le puede discutir a los cineastas franceses es su termómetro certero a la hora de confeccionar historias humanas, intimistas y emotivas. Martin Provost no es la excepción, de hecho es uno de los máster en ese terreno y con El Reencuentro, una deliciosa y agridulce comedia, lo confirma.
El realizador galo nos trae un relato escrito por él, con dos personajes que calzan como un guante Catherine Frot y la mítica Catherine Deneuve.
A luces simple, la historia se centra (como refiere el título del filme en español) en el reencuentro de estas dos mujeres: Claire (Frot) y Béatrice (Deneuve), quienes poseen carácteres y visiones de la vida contradictorios.
Claire trabaja en una hospital como partera, oficio al que alude el título original (Sage Femme) y que ella ejecuta con entrega y pasión, por lo que la amenaza de cerrar la sección de maternidad la hunde en la desesperación.
Esta loable labor es lo que le da sentido a la vida de Claire, quien está soltera y le cuesta socializar, así que su futuro se torna gris. Por si fuera poco, su hijo está por marcharse de casa y aunque ella podría tener una vida sentimental plena parece temer al amor, y para rematar en su vida reaparece repentinamente Béatrice, una mujer sin escrúpulos, egoísta y frívola que fuera amante de su padre. Esto es lo que hace interesante
(e hilarante y retador argumentalmente) al filme, que tiene su mayor atractivo en las interpretaciones de las protagonistas.
Con una hermosa banda sonora facturada por Gregoire Hetzel, artífice de la partitura de la maravillosa cinta Incendies de Denis Villeneuve, El Reencuentro nos muestra las dificultades que debe sobrellevar una complicada amistad de dos mujeres con vidas convencionales, aunque completamente distintas, a las que la vida les da la oportunidad de reestructurar su presente curando las heridas del pasado a través del cariño genuino que sólo se consigue con la sabiduría que otorga la madurez.
La cinta mueve a la risa y a la lágrima (dependiendo de la sensibilidad del espectador), pero a un ritmo mesurado y disfrutable, y aunque es evidente que Deneuve se mueve como pez en el agua en su personaje de sensual examante, hay que destacar el trabajo de su tocaya que se pone en la piel de un personaje con más capas emocionales que lo hacen brillar a lo largo del metraje.
Provost (ganador del César de 2008 por Séraphine), parece regodearse tras la lente con esta profundo e íntimo relato sobre las complejidades de las relaciones humanas que va a las emociones sin necesidad de caer en el melodrama.
Aurelio Pérez Rocha
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La libertad del diablo
Documental
México2017
6,9
245
Documental
9
23 de marzo de 2018
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Ambición, necesidad y carencia de valores son una peligrosa mezcla capaz de mandar al traste con todo indicio de progreso en una sociedad, condenándola a la retroceso y a la barbarie.
A más de una década, en que el país se sumió en una sangrienta ola de violencia sin precedentes, las heridas emocionales inflingidas a los mexicanos nos se han cerrado y el cineasta Everardo González pone el dedo en la llaga con La Libertad del Diablo, un acucioso y desasosegaste documental que llega a la cartelera comercial a un año de su debut en la Berlinale.
El ganador del Ariel por Los Ladrones Viejos (2007) y Cuates de Australia (2011), analista obseso del motor de la maldad en una sociedad decadente pone ante la cámara a una serie de víctimas y victimarios, protagonistas inherentes de la llamada guerra contra el narcotráfico que tiño de sangre la nación azteca.
A través de su lente, el experto documentalista registra con una mirada amoral, sin afán de regodearse en la masacre social, los testimonios de personas que perdieron en ese entonces en la refriega del crimen organizado a sus seres queridos, muchos de ellos considerados "víctimas colaterales", por las autoridades en turno. Asimismo, ante la cámara desfilan algunos de los que estuvieron en el otro lado, bajo la capucha autoimpuesta del verdugo: sicarios, militares y agentes federales. Todos ellos, víctimas y victimarios, en una cuidada estética, que igual perturba que enardece.
González construye un retrato que parece sacado de la mente más retorcida de un guionista de cintas slasher, en el que desmenuza el oscuro capítulo de la reciente historia de México, y lo hace de una forma que azora, indigna y sacude, pues muestra sin concesiones una situación desnuda.
En resumen, La libertad del Diablo narra una aterradora realidad de la que nadie quisiera nunca ser parte, y con este logrado trabajo, el también realizador de El Cielo Abierto y El Paso demuestra que el documental es el terreno en el que mejor se mueven los cineastas mexicanos.
Aurelio Pérez Rocha
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3
23 de marzo de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada que veo una nueva película de terror, constato que se trata de uno de los géneros en verdad más difíciles de trabajar, porque quizá una historia pueda resultar cautivadora en papel, pero una vez que toma forma en fotograbas corre el riesgo de ver esfumado su fuerza y su encanto.
Eso sucede con La Maldición de la Casa Winchester, que como su nombre indica versa sobre la mítica mansión victoriana, erigida por la viuda del inventor del rifle de repetición a unos kilómetros de San Francisco, California.
Los relatos sobre casas embrujadas siempre resultan llamativos, y sino pregúntenle a quienes han realizado numerosos filmes sobre la de Amityville, otra de las construcciones supuestamente malditas más famosas de Estados Unidos.
En esta nueva cinta, a cargo de los hermanos Spiering, quienes resucitaron el año pasado la saga de Saw, tenemos como máxima recompensa la regia presencia de la siempre correcta Helen Mirren, en el papel de Sarah Winchester, quien obsesionada con la idea de que aquellos que fueron abatidos por el arma creada por su difunto marido decidieron atormentarla en su propio hogar. Por ello decidió construir más de 150 habitaciones, puertas y escaleras falsas para evitar toparse con los fantasmas.
Ahí se recluye con su sobrina también viuda y su hijo que padece sonambulismo. El terreno propicio para una buena dotación de sustos. Así, sin más.
La premisa se antoja oportunista y forzada con el discurso antiarmas muy en boga en estos días. Encima, los cineastas australianos deciden hacer uso de una narrativa plagada de clichés del género, a pesar de que buscan explotar el espacio como uno de los elementos primordiales, sin dotarlo de la fuerza que se requiere para convertirlo en un personaje más, incluso como debería ser: el central.
En síntesis, La Maldición de la Casa Winchester es una cinta efectista que pierde el rumbo a unos minutos de su inicio y se vuelve sosa y floja.
Qué ganas que lo realizadores se olviden de jumpscares o golpes de efecto para cumplir con su cometido, y edifiquen historias sustanciosas que, como algunas de antaño, sustentaban su terror en el histrionismo y las propias atmósferas.
Aurelio Pérez Rocha
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8
23 de marzo de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces en el cine, al igual que sucede en otros ámbitos de la vida, menos es más, y tal parece que Sebastián Lelio, uno de los realizadores latinoamericanos más prominentes en la escena contemporánea, sabe manejarse en esta consigna y Una Mujer Fantástica da fe de ello.
En este largometraje, ganador del Oscar 2018 a Mejor Película de Habla No Inglesa, el artífice de la laureada Gloria (2014), ofrece una historia fundamentada en una premisa muy sencilla, pero dotada de gran fuerza y profundidad.
Narrado con contención y mesura, el filme se centra en Marina, una mujer transexual que pierde a su pareja, un hombre mucho mayor que ella, quien muere al sufrir un aneurisma.
La historia pudo tomar el rumbo de un drama romántico, sin embargo, Lelio pone a su protagonista a confrontar a una aún intolerante sociedad que intenta asumir que no existe, que no merece un lugar en su mundo.
Marina Vidal deberá sobreponerse a los cuestionamientos de las autoridades, y sobre todo al repudio y las agresiones de la ex mujer y los hijos del fallecido, que nunca la han visto con buenos ojos. Ella no espera nada, y renuncia a lo que pudiera obtener de beneficios como viuda; lo único que desea es que le permitan llevar su duelo.
Este es el quinto filme de Lelio, y el cuarto en el que colabora en el guión su conterráneo Gonzalo Maza, y desde su estreno en Berlín ha recibido merecidos elogios, sobretodo por la maravillosa interpretación que hace de Marina la actriz transexual Daniela Vega, que dota al personaje de esa aura y poder que merece el título del filme.
Entre los méritos de Una Mujer Fantástica está el que Lelio no se ciñe a contar un relato con tintes de melodrama sino que explota el lenguaje visual y juega con alegorías sobre la magnificencia de la naturaleza (la primera toma muestra a las Cataratas del Iguazú), contra la que nada se puede hacer, como nada puede hacer Marina contra lo que ella es en esencia. Aquí vale notar que el mismo nombre del personaje alude a una fuerza que no puede contenerse pues como el propio mar, el espíritu de esta mujer es inmenso, misterioso e indomable.
Se trata cinta con una temática universal; sería un error catalogarla a la ligera como cine gay, pues más que de autodignificación versa sobre la identidad y la conformación de esta desde la perspectiva propia y la de quienes conforman el entorno inmediato.
Aurelio Pérez Rocha
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