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La comezón del séptimo año

Comedia Como miles de neoyorkinos, Richard Sherman (Tom Ewell) se ha quedado trabajando en agosto mientras su mujer e hijos disfrutan de unas gratas vacaciones en la playa. Siguiendo las recomendaciones de su esposa, está dispuesto a dejar de fumar, de beber, a acostarse pronto y sobre todo a no echar una cana al aire. Pero la tentación aparece cuando conoce a una despampanante vecina (Marilyn Monroe), tan sexy como ingenua. (FILMAFFINITY)
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
26 de septiembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El psicoanálisis está causando revuelo. La sexualidad y la personalidad, se están viendo ahora con perspectivas tan amplias, que se puede ahondar hasta lo más íntimo de la mente y la conciencia humanas. Ahora se hace más difícil guardar secretos, porque unas cuantas preguntas hechas con sutileza pueden dejar al descubierto cosas que, confiábamos, jamás nadie las descubriría. Y el conocimiento de algunas cosas inherentes a este tema, nos anima a ser más reflexivos y a descubrir opciones y posibilidades como nunca antes creímos que podríamos.

El cine, claro, no iba a ser ajeno a semejante descubrimiento, y entonces es la razón para que surjan películas como “LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA”, donde el sexo y su relación con el inconsciente; las represiones y su equivalencia con la moral impuesta por la cultura dominante; y los incidentes cotidianos que prueban nuestra entereza (espiritualmente, las trampillas que, don Luci, se juega para comprobar cuanto hemos avanzado), tienen un lugar relevante que, adosado con chispa, picardía y un excelente sentido del humor, nos permitirán ver las peculiarísimas formas como los seres humanos nos complicamos la vida.

Estamos en Manhattan, EEUU, una hermosa isla donde, los habitantes de hoy, siguen con la tradición que les legaran los nativos de cinco siglos atrás: Llegado el verano, mandar de vacaciones a la esposa y a los hijos, mientras que los maridos se quedan ‘luchando para asegurar que, cuando vuelvan, no les esté faltando nada’. Éste, el mensaje que recibe la familia que se marcha…porque, el mensaje que rebulle en la cabeza de los maridos y que antes era, ‘tender trampas, pescar y cazar’, es traducible como ‘salir de juerga, conseguir chicas y tener sexo’.

Pero Richard Sherman, el hombre clave de una editorial de revistillas frívolas, es –eso dice él- un hombre de alta moral, el americano ejemplar para quien la familia es sagrada, y los valores de fidelidad y constancia son intransferibles… pero esto y su largo blablablá de autoencomio, se va a ver en serias dificultades cuando por la puerta entre una chica ‘tan parecida a la fascinante Marilyn Monroe’ que a él ni siquiera le interesará saber su nombre.

¿Triunfará la moral? ¿La fidelidad saldrá ilesa de semejante tentación? ¿La familia seguirá siendo sagrada para el pobre (¡qué pobre, afortunadísimo!) Sherman?

Billy Wilder y George Axelrod, han firmado el guión que el primero ha dirigido, y de nuevo vamos a comprobar que La Rubia de Oro, además de poseer un encanto irresistible, también era una comediante de nunca olvidar. Tom Ewell, en su mejor momento como el particular ejemplar de hombre atribulado por sus principios, desbordando una imaginación cinéfila (“De aquí a la eternidad”, “El forajido”…) y una capacidad de análisis, que lo convierte en un perfecto paciente para Sigmund Freud o cualquier otro digno psicoanalista.

Pesan un poco sobre el ritmo, los reiterados monólogos de Sherman; sus temerosas reflexiones suenan ahora un tanto exageradas; argumentalmente se refuerza un poco la idea de la rubia tonta, pero, en general, el filme conserva su gracia, algunos momentos siguen siendo magníficos (la entrada del tapicero, la asociación con “El retrato de Dorian Gray”, la visión del chisme desbordado…), y en general, se pasa muy bien con una comedia que ya tiene asegurado un buen lugar en la historia.

Título para Latinoamérica: “LA COMEZÓN DEL 7° AÑO”
Luis Guillermo Cardona
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6 de septiembre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El “Rodríguez” en su máxima expresión, radiografía burlona del hombre casado que en cuanto se ve con varios días por delante solo campando a sus anchas se cree el rey del mambo, el león desatado en la selva urbana, sin darse cuenta de que todas sus ansias de galán desbocado se hacen desde la seguridad de esa otra vida que le espera a la vuelta de la esquina. En pocas palabras, un pobre soñador, reflejo de lo que nos creemos en nuestras fantasías y lo que somos realmente en nuestra vida diaria. Y qué bonito es soñar y creernos irresistibles aunque luego seamos unos calzonazos. Como reconoce el propio Sherman, “La culpa es de mi imaginación, hay tipos que tienen los pies planos, otros tienen caspa, y yo una extraordinaria imaginación.”

Una divertidísima comedia con el encanto particular del maestro Billy Wilder, tocando muchos de los temas habituales en su filmografía, como la promiscuidad que a duras penas sofocamos, las apariencias sociales o el psicoanálisis, y sobre todo, las relaciones entre hombres y mujeres, el flirteo y los remordimientos. Es cierto que puede pecar de exagerada, pero de esas situaciones llevadas al límite surgen los mejores momentos de la película, y de las alocadas historias que despliega Sherman en su cabeza nace en nosotros cierta afinidad, porque resulta imposible no vernos reflejados en sus dudas y cavilaciones, en su ensoñaciones. Es un personaje de la galería Wilder, con sus debates morales que se asemejan tanto a otros protagonistas como los de “El apartamento” o “En bandeja de plata”.

Tom Ewell soporta sobre los hombros todo el peso de la historia, recogiendo el personaje que ya había interpretado en Broadway, pero la que resulta inolvidable es Marilyn, que está arrebatadora como pocas veces, luciendo esa vena cómica que tanto admiraba Wilder, en uno de sus personajes característicos de chica ingenua y despistada que a la vez irradia una sexualidad arrebatadora capaz de romper un corazón con un parpadeo. Verla sentada en el sillón, estirando las piernas para refrescarse frente al aire acondicionado, despierta en nosotros el deseo de descomponernos en partículas y mezclarnos con ese aire para acariciar su cuerpo.

Nunca ha tenido el respaldo unánime de la crítica y algunos no la consideran entre las mejores comedias de su director, debido seguramente a su encorsetamiento en la obra teatral que deja poco margen de maniobra, no dejando hueco para la sutileza e ironía característica de este cineasta, pero será que mi admiración por Wilder es infinita que a mí me parece una comedia sublime, rebosante de simpatía, con diálogos ingeniosos y algunas ocurrencias de los protagonistas que recuerda uno para siempre. A mí esta peli me gana con sus innumerables detalles encantadores, la ropa interior guardada en la nevera, Marilyn con el dedo gordo del pie atascado en el grifo de la ducha, los indios de Manhattan (para partirse), las historias que se monta Sherman en su cabeza, y por supuesto la falda de Marilyn levantándose por el paso del metro. Desde que la vi en su día ya no he podido separar el nombre de Rachmaninov a la imagen de Tom Ewell insinuándose frente al piano. Como le dice posteriormente el doctor Brubaker, “la próxima vez que vaya a acosar a una mujer procúrese mayor libertad de movimientos, y no confíe en la pequeñez de una banqueta de piano, está condenado al fracaso desde el principio”.
Me parecen suficientes motivos para considerarla totalmente un clásico. Indispensable.

Curiosidades: el director original iba a ser Cukor, con Gary Cooper de protagonista. Cuando Wilder se hizo con la dirección rechazó a Cooper porque daba demasiada imagen de galán, y propuso a Walter Matthau, que fue rechazado por la productora porque no era un rostro conocido en ese momento. Se eligió entonces como remedio utilizar al mismo actor que representaba la obra de teatro.
Orson_
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28 de junio de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de decir que es una película muy buena, puede resultar una sorpresa una afirmación así al tratarse de una película de Wilder, pero es así, al principio cuando la empecé a ver, no me convencía, pero a medida que avanzaba la película lo entendí.

Otra época, otra manera de actuar, otro humor, hay que situarse en otra época para entender que se tratar de otro tipo de cine, pero el fondo de la historia es eterno, es un tema que se ha tratado por generaciones y generaciones, el amor matrimonial y la infidelidad, o por lo menos el deseo de ser infiel.

Un tema eterno, y aquí está tratado de una manera magistral, pero de una manera muy ligera, sin mucho peso, una manera agradable de tratar los demonios que se vive al querer ser infiel en el matrimonio, los dobles pensamientos, los celos, la angustia, la venganza...se trata una los pensamientos a la infidelidad, que son tan reales como el matrimonio y el deseo, pero el gran Wilder hace una comedia de todo ello, y quizás sea más difícil todavía.

Las actuaciones son memorables, y sobre todo la mítica imagen del cine y Monroe, ahora entiendo el glamour que este personaje desprendía en la pantalla.
Ha pasado más de medio siglo y su encanto rompe la imagen, es sin duda un icono del cine, la rubia más explosiva de la pantalla, y además actuaba bien, pues en esta película borda el personaje.

Una película muy buena, con un tema muy profundo, aunque aquí no lo parezca, los celos y el deseo se dan la mano en esta película.
manuel
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9 de agosto de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tío o menda es un pelma de cuidado que habla hasta solo, está muy loco, la moral sexual es pacata pueril a la par que obsesiva ridícula y el final no puede ser peor, pero bueno, lo de imaginar cosas me gusta y algunos diálogos están buenos. Y con ella tampoco hagamos tanta sangre la pobre, es inocente, una santa.
Es mucho mejor, ya puestos, el riégueme, riégueme de Almodóvar que esta subida de faldas en la que no se ve na de na, y mira que lo intenté hasta con prismáticos o catalejos, lupas y microscopio, de todo un poco, estafa, del corazón secretos, de hecho ella está siempre caliente, la mar de acalorá, por la boca espuma, se sube por las paredes, la biliburrina, llama al fontanero y dentro o fuera, que me desatasque, eso, no, si ya lo dijimos, todos los caminos llevan al porno en el cine clásico americano para toda la familia que me pirra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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29 de abril de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ve claramente que 'La tentación vive arriba' es una obra maestra del humor... para 1955. Desprende sensualidad y erotismo... para 1995.

Es una película cuidada en los detalles, que basa su humor en situaciones imaginadas por su protagonista, de mente calenturienta a la par que temerosa.

El problema con las comedias antiguas siempre es el mismo: es un humor lleno de "buenismo", basado en la bondad y la inocencia de la gente, o en comportamienos considerados socialmente ridículos en la época en que fueron rodadas. Ahora se lleva un humor más ácido, y está muy explotado en series de televisión. Ahora cuesta hacer reír porque todo está muy manido.

Me sorprendió ver la famosa escena de Marilyn con la falda levantada por el aire del conducto de ventilación del metro. No sabía que era de esta película.

Es una comedia simpática, que te saca la sonrisa en varias ocasiones. Una obra maestra de Billy Wilder venida a menos por el paso del tiempo.
echulin
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