Sangre de mi sangre

Lo que a simple vista podría parecer otro thriller más de acción se convierte en un drama familiar donde se trabaja mínimamente el trasfondo de los personajes, y sus motivaciones importan e influyen en la trama. Este hecho no quita que haya alguna que otra escena de disparos y persecuciones y que la historia caiga en algunos recursos típicos de películas de huidas y redención, pero todo ello desarrollado con cierta lógica y con un ritmo y una duración ideales para hacerla lo más disfrutable posible. Además, su vibrante y elocuente pareja protagonista nos ofrecen diálogos y situaciones que nos recordarán al implacable Mel Gibson de antaño.

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"Mi vida ha terminado. Estoy jodido…”, "El alcoholismo es algo que corre en mi familia. Es algo que está cerca de mí. La gente se recupera de ello, es un milagro.", declaraciones reales del propio Mel Gibson tras una turbulenta trayectoria personal repleta de altercados y arrestos que parecían haber abocado al actor a un declive previamente anunciado. Es por ello que Jean-François Richet (‘Asalto al distrito 13’) no podría haber elegido mejor al protagonista de ‘Blood Father’, un notable thriller de acción hecho a la medida del polémico actor estadounidense.

John Link es un fracasado exalcohólico y expresidiario que intentará proteger a su hija de un grupo de traficantes. Richet ha transformado al tipo duro que Gibson fue en un héroe más cercano a lo terrenal, dejando de lado las historias entretenidamente inverosímiles para ofrecernos una cinta más seria, sólida y con un ritmo que la hacen disfrutable de principio a fin. Puede que sea el paso de los años evocado por unas duras facciones, el reflejo de su convulsa vida personal, la barba y el look de matón o todo ello a la vez, pero sea como sea Gibson lleva todo el peso de la película convirtiendo lo que hubiera sido una cinta del montón en un más que digno largometraje.

‘Blood father’ no es sólo su protagonista, le acompañan una desconocida Elisabeth Röhm cuya positiva aportación consigue no restar calidad al conjunto y un argumento sin ninguna novedad, compensado por un guion de un ritmo constante que de manera inteligente evita las sobredosis de acción. Sabes cómo se desarrollará la historia, intuyes el rol de los personajes, difícilmente encontrarás nada que te sorprenda, aún así te dejas llevar fácilmente por sus menos de 90 minutos y al llegar a los créditos finales te sientes gratamente satisfecho.

Lo mejor: Mel Gibson y el buen ritmo de la película.

Lo peor: Un argumento poco original.

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Interesante thriller de corte clásico, cine noir directo, sin fisuras y bien construido (sin prisas). Excelentes interpretaciones (especialmente ese Mel Gibson lacónico y recuperado) con una historia no demasiado original pero que cumple sus expectativas a modo de escenario para convertir al perdedor en un justiciero otoñal. La película avanza con una narrativa medida, buenas escenas de acción y sin cargar demasiado las tintas. Personalmente me ha recordado mucho al cine de los 70s o los 80s, moralmente libre y que busca las auténticas motivaciones del personaje (lo que haría cualquiera de nosotros) en vez de entrar en el campo de lo políticamente correcto para que el protagonista haga lo que se supone que deber hacer. La historia de este padre ex convicto y ex alcohólico que rompe con su presente para proteger a su hija desaparecida, tiene muchos elementos de valor. No es una película que pretenda pasar a la historia del cine sino que es una sólida película que quiere contar una historia de la manera más genuina y entretenida, huyendo de los artificios y la pirotecnia propia del cine del siglo XXI. La violencia no es excesiva, la fotografía es magnífica, los actores están todos estupendos y el ritmo el de un reloj suizo. Un buen thriller, una buena película, sin más.

Mel Gibson vuelve a las andadas y va recuperando el gancho después de diversas críticas por ciertos comportamientos que han sido considerados inapropiados, haciendo que su labor no haya sido valorada con suficiente respeto. Vuelve a un papel que le viene como anillo al dedo y no decepciona.

Nunca he sido muy de Mel, salvo excepciones. Pero el siete que le doy es todo para él.
La película es una más, malos, drogas, etc. Ni siquiera la historia de la hija tiene sustancia.
Pero Mel, viejito ya, está en toda la película y la hace realidad. Es de esos actores que se meten tanto en el personaje que te quedas embobado como si todo eso estuviera pasando.
Hay pocos actores así. Desde luego Mel le da mil vueltas a muchos actores jóvenes, porque tiene solera de años.
La película no es gran cosa, pero Mel merece la pena.