Interesante thriller de corte clásico, cine noir directo, sin fisuras y bien construido (sin prisas). Excelentes interpretaciones (especialmente ese Mel Gibson lacónico y recuperado) con una historia no demasiado original pero que cumple sus expectativas a modo de escenario para convertir al perdedor en un justiciero otoñal. La película avanza con una narrativa medida, buenas escenas de acción y sin cargar demasiado las tintas. Personalmente me ha recordado mucho al cine de los 70s o los 80s, moralmente libre y que busca las auténticas motivaciones del personaje (lo que haría cualquiera de nosotros) en vez de entrar en el campo de lo políticamente correcto para que el protagonista haga lo que se supone que deber hacer. La historia de este padre ex convicto y ex alcohólico que rompe con su presente para proteger a su hija desaparecida, tiene muchos elementos de valor. No es una película que pretenda pasar a la historia del cine sino que es una sólida película que quiere contar una historia de la manera más genuina y entretenida, huyendo de los artificios y la pirotecnia propia del cine del siglo XXI. La violencia no es excesiva, la fotografía es magnífica, los actores están todos estupendos y el ritmo el de un reloj suizo. Un buen thriller, una buena película, sin más.