Rodin

Siempre he pensado que en el caso de los biopics, sobre todo si se trata de algún personaje histórico del que apenas conoces detalles de su vida y de su obra, lo interesante es que te despierten las ganas y la curiosidad por adentrarte en la vida del retratado. A veces una buena película puede descubrir a un artista cuyos trabajos te pueden cambiar la vida o al menos proporcionarte buenos momentos de disfrute. No sé si esta era la intención de Jacques Doillon a la hora de sumergirse en el mundo de Auguste Rodin, pero en cualquier caso se queda lejos de conseguir que nazca el interés por el arte del padre de “El pensador”.

Centrada en dos de las obsesiones que lo persiguieron en un momento concreto de su vida, la creación de la estatua dedicada al escritor Honoré de Balzac y su relación amorosa, llena de subidas y bajadas, con la también escultora Camille Claudel, la película de Doillon avanza a trompicones, sin una clara línea de continuidad narrativa, disimulando a golpe de artificiosa puesta en escena, su falta de nervio y pasión. Y esa ausencia de garra, a pesar del esforzado trabajo interpretativo de Vincent Lindon, a la hora de transmitir los pedazos de vida que Rodin dejaba en sus obras y en sus encuentros con Claudel, condena la película a la mediocridad del simple relato de unos acontecimientos a los que se ha sido incapaz de sacar todo su jugo. Al esbozo de arcilla por moldear.

Lo mejor: su parte didáctica.

Lo peor: la dimensión del personaje queda muy por encima del de la película.

Siento lo del título, no es mi intención ofender a nadie y además me encanta Francia, pero uno tiene que desahogarse de vez en cuando. Hacía mucho tiempo que no me salía de una película a media proyección. Por si acaso se me escapaba algo me he repasado las críticas oficiales antes de escribir esto, y no salgo de mi asombro ante el hecho de que haya alguna no ya favorable como la de un tal Quim Casas (que sin duda debe cobrar de algún fondo francés de reptiles), sino incluso tibia. Esta película no es más que una colección de tópicos manidos y frases para la historia a cual más imbécil. Puro cine chovinista sin gracia, sin ritmo y sin absolutamente nada que valga la pena salvo la ambientación. El cine francés se supera a sí mismo, no cabe duda. Y lo que me preocupa no es ya solo el plúmbeo encadenamiento de besuqueos, miradas penetrantes y ridiculeces varias, amén del agilipollamiento general, sino que encima entre la basura neofeminista y la escoria neoétnica, seguramente esta bazofia es casi lo más pasables de la cartelera.

Usualmente las biopics pecan de mostrar a los personajes famosos de la historia (en general en el caso de los artistas, ya sean músicos, pintores o escultores) como personas llenas de aventuras, y descontrol en sus vidas: o sea, lo que el público general llamaría "una vida apasionante"; Y eso por lo general se me hace MUY odioso.
Por eso disfruté muchísimo de esta película. Por que nos muestra a un artista que sobre todo trabaja arduamente para realizar sus obras. Su proceso de creación es cien por ciento esfuerzo (además de talento). Y en el medio está la vida, en pequeñas porciones. Ya que el personaje retratado es un artista por sobre todo.
Es cierto: no es una película "apasionante", llena de emociones (esos artistas que de tan destruidos y llenos de "pose creativa pedante" a los que el cine en general nos tiene acostumbrados). Por eso no es una película que guste a todos. Yo por mi parte la disfruté muchísimo.

La película se centra más en la desastrada vida familiar del artista que en su entorno y la evolución de su proceso creativo. Sólo de pasada aparecen nombres como Cezanne, Monet y Clemenceau. Tampoco se profundiza demasiado bien en su obra. El taller de escultura no convence. La primera versión del intento de representar a Balzac, tal como se ve en el escenario, parece más un monigote fallero que una obra seria. La realización da la apariencia de telefilm. La trama tiene aspectos interesantes pero el resultado es decepcionante. Se habría podido esperar algo mejor de tan peculiar personaje.

Esperando que algo suceda, algo me cautive.

Algo sucedió. Quien la miraba conmigo me despertó, y por suerte con un café negro bien cargado, le puse azúcar y seguí comiendo tostadas. Era una tarde fría y comenzaba la semana, pero ya iba casi una hora de película y la película no lo había hecho.

Quedaba otra hora en la cual esperé ansiosamente que se profundizara en la atrapante obra del escultor francés, o tal vez en su personaje, en su historia, en su personalidad; pero sólo se terminó de profundizar mi aburrimiento.

Esperé una película interesante acerca de uno de los escultores más admirados por mí, la sigo esperando.


Le dedico un perdurable y cuanto menos sólido TRES