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Críticas de carlos bosch benitez
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Críticas 225
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de marzo de 2019
70 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ya estaba a punto de tirar la toalla y dejar de ir al cine, esta obra me ha devuelto (aunque solo sea durante un par de horas) la esperanza de que tal vez aún no esté todo perdido. Realizada en un mesurado tono menor a mí me ha parecido casi un milagro en el panorama actual de cine propagandístico y adocenado. Resulta un auténtico alivio dar con una obra que se limite a contar sin mayores pretensiones una historia de forma inteligente, sin tomar por imbécil al espectador.
Yo no le he encontrado ningún "pero" y eso me hace quizá más difícil escribir estas líneas. Puestos a destacar algo, yo diría que uno de los principales logros del director es haber acertado con el tono justo que la historia requería. Con apenas unas gotas más de sentimentalismo, es probable que la película hubiera descarrilado en un momento u otro. Jon Baird se las arregla para mantener la adecuada tonalidad vagamente nostálgica, evitando cualquier tipo de estridencias y sin desafinar en ningún momento. Otro gran acierto ha sido la elección de los actores. Ambos protagonistas, aparte de ser excelentes actores guardan un asombroso parecido físico con la mítica pareja formada por Stan Laurel y Oliver Hardy. Con una sorprendente soltura mantienen una especie de tonalidad media, entre elegíaca y humorística durante toda la proyección, y sortean con maestría la tentación de caer en el histrionismo. Y, para ser justos, también las dos actrices secundarias están maravillosas en su respectivos papeles de marimandonas y amantes esposas.
Si necesitas desintoxicarte de tanta basura como nos toca tragar últimamente, no deberías perdértela.
carlos bosch benitez
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2
26 de febrero de 2012
85 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
De verdad que no sé de dónde sacan los periódicos- de aquí y de fuera- a sus críticos. ¿Con que bellísima, espléndida, etc...? A mí más bien me pareció un auténtico plomazo. Conste que soy un espectador bastante resistente, pero hacia la mitad ya había perdido cualquier esperanza de que aquello llegar a enderezarse y no sabía cómo ponerme en la butaca. Para ser sincero, confieso que tengo muy poco cariño por el cine "poético". Me aburrió "Amelie" (por citar algún ejemplo) y esta especie de homenaje a Meliès, a los pioneros del cine o a la magia de la pantalla me pareció un quiero y no puedo. Me da igual que la firme Scorsese. Para empezar me gustaría saber a quién se le ocurrió un argumento tan alambicado. La película no termina nunca de arrancar, entre otras cosas porque el director no se la cree y tampoco parece haber disfrutado haciéndola. La prueba es que a pesar de sus esfuerzos no tiene maldita gracia. Ni tampoco conmueve ni emociona. La magia del cine se defiende mostrándola, no refregándola en las narices del espectador una secuencia sí y otra también. Todo trufado además de guiños para los entendidos. Yo sólo capté la escena del reloj a lo Harold Lloyd, pero me juego la cabeza a que hay media docena más. Una auténtica lata. Si le dan un Oscar será para suicidarse, aunque el mérito visual sí se lo reconozco. Sin superlativos, pero el tratamiento de la imagen no está mal. Lo que ocurre es que el cine no es sólo imagen.
carlos bosch benitez
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9
25 de septiembre de 2012
41 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por alguna razón me cuesta más trabajo extenderme sobre una buena película que sobre cualquiera de los bodrios habituales. Supongo que la falta de práctica hace que no encuentre los adjetivos adecuados. A pesar de provenir de una sensibilidad muy diferente esta película consigue conmover sin caer nunca ni en la cursilería ni en el ternurismo fácil. Al menos ésa es mi impresión y creo que la de muchos espectadores a juzgar por las reacciones al final de la proyección. A mi juicio el director demuestra tener mucho coraje al atreverse a abordar una historia de amor "como las de antes"- es decir centrada en los sentimientos y no en el sexo- en los tiempos que corren. A no ser que China sea una excepción, pero lo dudo.
Para terminar decir que a pesar de ser más bien larga- calculo que unas dos horas- y de su morosidad, en ningún momento se me hizo pesada. Y un hecho curioso que no sé si me ha ocurrido sólo a mí: la sensación final que deja la cinta es más auditiva que visual, como si se hubiera estado escuchando y participando de alguna forma en una conversación íntima en lugar de contemplando una sucesión de imágenes.
carlos bosch benitez
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1
2 de abril de 2019
125 de 215 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi juicio lo único aprovechable del cine de Pedro Almodóvar suele ser la banda sonora, el tratamiento visual o las dos cosas. En ambos aspectos ha sabido crear una imagen de marca absolutamente personal, que incluso ha creado escuela. De hecho tengo la impresión de que, de no dedicarse al cine, habría podido ser un excelente decorador de interiores. Esta última película es, sin embargo, bastante decepcionante incluso en eso. De lo demás ya ni hablemos.

Nuestro "manchego universal" más que simplemente un realizador mediocre, es un desastre sin paliativos. Que siga haciendo películas y que sus estrenos sean todo un fenómeno sociológico tiene en realidad muy poco que ver con el cine como tal, y sí mucho con otro tipo de asuntos. En realidad dudo que nadie en su sano juicio aguantara sus últimas obras de no saber que salían de su "factoría". Asistir a la última de Almodóvar se ha convertido, además de en un guiño cultural, en una especie de ritual forzoso incluso para quienes -como es mi caso- detestamos su cine.

En esta película queda patente la incapacidad de Almodóvar para vivir la vida de otros, el sello del auténtico creador de ficciones, como alguien ha escrito en este mismo lugar. En sus primeras películas, al no ser otra cosa que sainetes recubiertos de un barniz de ultramodernidad, con personajes a medio camino entre la caricatura y el esperpento, la cosa no se notaba demasiado. Además, por entonces aún podía contar con que el talento y la socarronería de Carmen Maura, de Chus Lampreave, etc... suplieran sus grandes carencias. Cuando esta simbiosis llega a su fin se inicia una debacle cuya culminación es esta obra, en la que absolutamente todo suena a falso. Es así como nos encontramos con que un director de cine desencantado de la vida hace y dice precisamente todo aquello que cabe esperar de un director de cine desencantado de la vida. Y esto a pesar de los denodados esfuerzos de Antonio Banderas por insuflar vida a un cadáver, que rozan lo patético. Igual de postizas resultan Penélope Cruz o Julieta Serrano en sus respectivos papeles de joven madre coraje y madre anciana, haciendo y diciendo asimismo todo lo que se supone que hacen y dicen una madre joven y otra anciana. Por otra parte, es cierto que en ambos casos la cosa no chirría tanto. Al fin y al cabo, el papel de palurda es el que mejor se le da a doña Penélope, vaya usted a saber por qué. Y Julieta Serrano tiene tantas tablas que aguanta lo que le echen sin pestañear. Para ser justos, dentro de lo modesto de sus papeles, los demás actores, en especial Asier Etxeandia y el niño Asier Flores, no lo hacen demasiado mal.

Sobre el estúpido argumento de esta obra, prefiero no comentar nada, y aún menos sobre su estrambótico final, que no detallo por no aguarle la "fiesta" a nadie. Solo decir que al cabo de unas dos horas de tormento, ya me empezaba a preguntar cómo se las arreglaría Almodóvar para cerrar el cansino desfile de personajes apenas esbozados y el largo rosario de escenas gratuitas. ¿Cómo desencallar una historia que parece estar siempre en punto muerto?¿Cómo poner punto final a tanto ojo de cordero degollado y a tanta poesía barata? Pues ni más ni menos que con el "deus ex machina" más ridículo y pretencioso de la historia del cine.

Hoy, desde la perspectiva de los años, me doy cuenta de hasta qué punto el llamado "fenómeno Almodóvar" obedece a una agenda de programación predictiva y sembrado psicológico que casi con seguridad le han escrito otros. Sin ir más lejos, sus primeras películas desempeñaron un papel esencial a la hora de allanar el camino a la masiva introducción de las drogas en España, en paralelo a la llamada "movida madrileña". Más tarde, obras como "Kika" o "La piel que habito" sirvieron para familiarizarnos con la agenda transhumanista. O al menos lo intentaron. Y, a pesar de las apariencias, tengo la sensación de que en "Dolor y gloria" la lánguida historia de la crisis existencial de un director de cine en las postrimerías de su vida no es en realidad más que relleno, el acompañamiento de guitarra, por así decir. La trama que de verdad importa y, curiosamente, la única que tiene algo de sangre en las venas, es la secundaria, narrada en flash back. La trama principal no es más que un juego de manos para distraer la atención del verdadero objetivo de la película que, si no me equivoco, no es otro que preparar el terreno para la inminente legalización de la pedofilia. Y si no, al tiempo. Me temo que, al igual que ha sucedido con el cine feminista, el cine de género y demás hortalizas, esta obra es un primer ensayo, una forma como otra cualquiera de enseñar la patita. Casi con seguridad lo que ahora se nos viene encima es un aluvión de películas apuntando a la misma diana.

En mi modesta opinión, Pedro Almodóvar en su disolvente papel de apóstol de la posmodernidad y fabricante de bodrios de alto copete, ha hecho un daño enorme a este país. También es cierto que, de no haber sido él, habrían aupado a otro cualquiera pues, a pesar de sus ínfulas de genio del séptimo arte, es una figura absolutamente prescindible e intercambiable.
carlos bosch benitez
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1
14 de febrero de 2019
70 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película memorable no solo en cuanto a rigor histórico, sino también por la inolvidable interpretación de las dos actrices protagonistas. Hasta el punto de que de pura emoción me he quedado casi sin palabras...
Ahora que ya me he recuperado un poco... voy a intentar explicarme...
En el primer aspecto, la historia abunda en unos hechos poco conocidos hasta tiempos recientes. Hoy sabemos sin ningún género de dudas que María Estuardo, allá en sus frías y lejanas tierras, estuvo a punto de inaugurar el primer reino transexual, gay-friendly y multicultural de la historia, al alimón con su amada prima Isabel I de Inglaterra. Estas dos heroicas mujeres se esforzaron cuanto pudieron por edificar una sociedad superbonita, que fue una auténtica novedad para su época, hasta el punto de que muchos de los ministros y diplomáticos de ambas reinas eran africanos, asiáticos o gays. Y, en ocasiones, incluso las tres cosas al mismo tiempo. Y las últimas investigaciones también han descubierto que sus cortesanas eran transexuales. Como lo oyen, todites elles.
Ya era hora de que alguien se atreviera a contarnos toda la verdad y nada más que la verdad. De hecho, de no ser por la masculinidad tóxica de algunos de sus consejeros, las dos solitas habrían conseguido instaurar un reinado de tolerancia, libertad, paz y armonía que, de no ser por los malditos hombres, hubiese llegado hasta nuestros días. ¡Cuánta sangre derramada en vano por su culpa! (De los jodíos machos, quiero decir...)
Isabel se vio obligada, lamentablemente, a cortarle la cabeza a María, pero lo hizo muy a disgusto, y solo después de que sus condenados ministros le comieran el coco. Esto también lo sabe todo el mundo, de modo que no me voy a extender sobre algo que es evidente. ¿Cuándo se ha visto que una mujer mate a otra por gusto? Los seres de luz no hacen esas cosas y me indigna que alguien se atreva a insinuar lo contrario. Además, ambas eran como hermanas, y las hermanas, hermanas son.
En cuanto a la interpretación, a mí me ha parecido de sobresaliente para arriba. No obstante, la gente es muy mala. Hay incluso quien ha llegado a insinuar que las dos protagonistas tienen de mujeres lo que Vladimir Putin. Y que la directora se podía haber esforzado un poco más en disimular, especialmente en el caso de Margot Robbie. O que pasarse toda la proyección en actitud hierática y con cara de palo no requiere grandes dotes interpretativas. Lo cual, aparte de una calumnia, es un infundio machista. Ambas se merecen, no ya un Óscar sino varios de ser posible tal cosa, y en esto está de acuerdo casi toda la crítica. Una vez más, ¿tan listos os creéis? Vivimos en un mundo libre, y los críticos ni son la voz de su amo, ni se casan con nadie. ¡Faltaría más, hatajo de envidiosos! No vale la pena perder el tiempo en discutir con gente de esta calaña. Lo que es por mí, podéis seguir refunfuñando, y proclamando a los cuatro vientos vuestro discurso del odio. Ni esta película es un plomo, como decís, ni la directora ha estudiado la carrera por correspondencia. Tampoco es cierto que el guión parezca parido por una niña de siete añitos un poco retrasada, ni que los diálogos sean de encefalograma plano. Mienten también los que dicen que lo único destacable en esta película es su abultado presupuesto, el cual habría estado mejor empleado si se lo hubieran gastado en vino. Algunos llegan incluso a la vileza de afirmar que esta joya no funciona ni como lavado de cerebro. Y también hay quienes vociferan que si los escasos espectadores de esta obra maestra no terminan quemando la sala es porque ya hemos llegado a un punto de no retorno en cuanto a agilipollamiento general se refiere.
¡Miserables!
carlos bosch benitez
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