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La condesa blanca

Drama China, 1936. Shangai es un hervidero donde se mezclan intrigas políticas, refugiados de diversos países, fuerzas militares extranjeras y negocios internacionales. En medio de esta vorágine, tiene lugar el encuentro de Sofía (Natasha Richardson), una bella condesa rusa forzada por las circunstancias a trabajar como camarera y bailarina para mantener a su familia, y Jackson (Ralph Fiennes), un diplomático ciego y pesimista que ha quedado ... [+]
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
16 de marzo de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una verdadera pena que con ese pedazo de reparto y una historia tan prometedora, Ivory no haya sabido sacar partido y haya terminado rodando un tostón como éste. Ni siquiera Fiennes, que suele ser un actor bastante correcto, está bien en este papel. Como ya ha comentado alguien, es un ciego que no parece ciego en ningún momento y que se maneja por la ciudad, incluso en mitad de una revuelta en la que todo el mundo corre y anda perdido, mejor que todos los videntes juntos. Y ya lo siento, ya, porque es un actor que me gusta muchísimo, con un carisma muy especial, pero en esta peli no me convence.

Además la historia de amor entre los dos protagonistas en ningún momento llega a adquirir consistencia. No conmueve, no emociona, no llega al espectador. Sí, ya sé que Ivory es un director frío, muy de estilismo pero de baja intensidad pasional, pero es que aquí ya bate todos sus records de frialdad; es que para nada se evidencia que entre esas dos personas haya más sentimiento que una leve simpatía mutua. No sé, no me convence nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Talía666
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17 de julio de 2010
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Ivory es un pedante casi insoportable puede comprobarse echando una rápida ojeada a su somnífera filmografía. Yo creo que iba para interiorista-decorador y algún desaprensivo le convenció para que se dedicase a esto del cine. El tipo se cree que con una contextualización histórica interesante –que él se encarga de convertir en tediosa-, un par de actores de prestigio, en este caso el clan Redgrave el completo y la mitad de los Fiennes Brothers, y una bonita fotografía, uno se convierte en genio del séptimo arte. Pero este rancio e interminable folletín que pretende mostrar una sutil historia de amor entre dos personajes desarraigados es ideal sólo para conciliar el sueño.

La ambientación del avispero que, en los prolegómenos de la invasión japonesa, era Shanghai en 1936, es tan light que parece una promoción de las rebajas de ‘El Corte Inglés’. Ivory ni acaba de centrarse en el drama personal de los dos protagonistas ni en la recreación de un drama coral en el que la asfixiante situación social y política impregna cada rincón del espacio. La tendencia a la dispersión de este pájaro es oceánica, simplemente porque no sabe contar historias, y si a ello le sumamos que tampoco sabe transmitir sentimientos, nos encontramos con este auténtico tostón.
Shinboneniná
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22 de agosto de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realizador James Ivory, vuelve a adaptar una novela de Kazuo Ishiguro (El mismo autor de "Lo que queda del día"), aunque en esta ocasión la acción se situa en tiempo y un lugar muy diferente: el Shangai de 1936 a punto de ser invadido por los japoneses. En este lugar, bullicioso y con la amenazadora sombra de una guerra, coinciden dos personajes. Por un lado Sofia (Natasha Richardson), perteneciente a la nobleza rusa, que junto a lo que queda de su familia se ven obligados a exiliarse a Shangai, donde malviven gracias en parte a que Sofia pasa las noches como acompañante de baile para marineros. Por el otro, Jackson (Ralph Fiennes), un ex-diplomático norteamericano, ciego que deambula por los garitos de Shangai hasta que decide regentar uno.

El film gira alrededor de ambos personajes, con un tratamiento que recuerda en mucho al de el mayordomo y el ama de llaves de "Lo que queda del día", pero narrado en un contexto algo más trágico. Trágico por el pasado que arrastran ambos. Sofia tenía una vida cómoda en su Rusia natal, antes que los bolcheviques redujeran su mundo a bailar con cualquier que pague para ello por las noches y a una cama compartida que sólo puede usar por las mañanas, mientras tiene que soportar las miradas reprobadoras e ingratas de su hermana, y tiene que sacar adelante a una hija. Jackson, es una persona que vive con desgana, debido a unos trágicos sucesos que le privaron de la vista y las ganas de vivir entre otras cosas. Ambos personajes parecen moverse como sonámbulos que caminan al borde del abismo, condenados a encontrarse y a entenderse pese a que no quieren saber nada el uno del otro.


En este contexto, Ivory ilustra su historia que como viene a ser habitual en su filmografía, tiene una factura visual impecable. Pese a que se mueve mucho más a gusto en los interiores de los escenarios, los exteriores no desentonan del todo, y por lo menos le sirve para contextualizar su historia. Aunque es cierto que se limitan a unas pocas postales de época, con la excepción de la escena coral del final de la película. El problema es la frialdad y distancia con que narra esta peculiar relación entre dos personas perdidas en Shangai. No parece problema de dirección de actores, puesto que tanto Natasha Richardson como Ralph Fiennes están más que correctos, quizás es que Ivory le presta más atención a la forma que al fondo y para cuando terminamos por conocer el drama personal de Fiennes, el espectador no termina de empatizar. Quizás es que hay demasiado formalismo y contención durante todo el film, de forma que cuando llega el momento que los sentimientos salgan a la luz, no nos lo terminemos de creer. Además Ivory se desenvuelve bien a la hora de retratar a la familia de Sofia en pocas pinceladas, pero hay detalles como la relación de Jackson con el misterioso señor Matsuda, o casi todo lo que envuelve al personaje de Jackson que no puede ser retratado de la misma forma. En resumen, el film peca de excesivo ejercicio de estilo y de muy poco corazón, lo que le quita realismo.
manulynk
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21 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película pesada, que se hace eterna con un Ralph Fiennes nada creíble en su papel, ni como ciego ni como diplomático atormentado, que por cierto no le veis el pelo verde en algunas escenas o son cosas mías???

La música no ayuda, hace que crezca el ambiente soporífero de la película y me levanta del sofá varias veces a hacer reiteradas visitas a la cocina, picoteo por aburrimiento, que se le llama.

Shanghay tampoco es la protagonista en la película bien pudiera haber sido París, Venezuela Bilbao o el barrio de Lavapiés

Pasión? amor? cariño? curiosidad entre ambos? de verdad que no he visto nada de eso en toda la peli
Masvaletarde
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17 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La palabra, prejuicio, viene del latín praeiudicium = juzgado antes del juicio. Es decir, el prejuicio es una suposición (“ese es negro y seguro es malo”); una especulación (“aquel es un judío y por tal es un ladrón”), una generalización tendenciosa e irresponsable (“si es un aristócrata es un hijo de p…”), es decir, el prejuicio es ¡una soberana idiotez!, porque cada ser humano es uno y único: Posee una genética exclusiva; ha recibido una formación con indudables diferencias; y ha tenido un acervo de experiencias tal y como las necesita para su personal proceso. Para que no haya prejuicios debe haber conocimiento, general e individual ¡y mientras más conocimiento mayor entendimiento!, pues, sólo así podemos sopesar el verdadero valor de una persona, porque, por los prejuicios, juzgamos como valioso a quien puede valer muy poco y sentenciamos como malo a quien puede tener un corazón enorme.

Lo más triste de todo, es que los prejuicios provienen tanto de arriba hacia los de abajo, como de abajo hacia los de arriba; de los “cultos” hacia los incultos y de éstos hacia los “cultos”. Se dan en todos los países del mundo (de este a oeste y de sur a norte) y en todas las culturas por más “civilizadas” o más subdesarrolladas que puedan darse. Por eso, cuando surge alguien que de pensamiento, palabra y obra, consigue sacudirse los prejuicios, éste estará bien donde se encuentre… pues, es esa suerte de ser humano a quien puede llamarse, Culto, porque, Conoce realmente de culturas e individualidades.

Me encanta la película, <<LA CONDESA RUSA>> (originalmente titulada, The White Countess, en alusión a la aristocracia rusa -de tiempos del zarismo-, a quienes se denominaba blancos en contraposición a los rojos), porque su mayor propósito es, precisamente, combatir los prejuicios de los cuales, el director James Ivory, también debe haber sido víctima dada su condición de pareja del productor, Ismail Merchant.

Se trata, en este magnífico filme, de un ex-diplomático estadounidense llamado, Todd Jackson, quien, decidió irse a vivir a Shanghái, China, tras haber padecido una tragedia de la que, en su momento, nos enteraremos. Tras aquel hecho perdió la vista… y ahora intenta reconstruir su vida pensando en montar, “el bar de sus sueños”. Por otra parte aparece, Sofia Belinskya, una bella condesa rusa que, habiendo tenido que huir de su país, junto a su familia, tras el advenimiento de la Revolución Bolchevique, las difíciles condiciones económicas que ahora afronta la han obligado a ejercer la prostitución.

Seres como éstos, también despiertan prejuicios, pero, al vivir en esa suerte de Casablanca China (año 1936) donde se reúne y comercia gente de todo el mundo, se sienten bastante libres pudiendo vencer cierta clase de prejuicios, propios y ajenos. Lo que surgirá entre esta pareja, se convertirá en una cálida historia donde el más puro romanticismo y una entrega sensible y profundamente humana va a tener lugar.

Partiendo de un sólido guion, con muy buenos diálogos de, Kazuo Ishiguro, el director James Ivory, consigue una exquisita puesta en escena a la que añade una eficiente fotografía, un estupendo vestuario y una edición muy atinada que preserva la dinámica sin un solo punto en off. Ralph Fiennes y Natasha Richardson (quien aquí se dará el gusto de aparecer junto a su madre Vanessa Redgrave y su tía Lynn Redgrave) nos ofrecen dos emotivas interpretaciones que nos hacen sentir que estamos ante esa suerte de seres que uno ama porque nos han abierto el alma y dentro de ella se advierte un gran halo de luz.

Título para Latinoamérica: <<LA CONDESA BLANCA>>
Luis Guillermo Cardona
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