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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama China, 1936. Shangai es un hervidero donde se mezclan intrigas políticas, refugiados de diversos países, fuerzas militares extranjeras y negocios internacionales. En medio de esta vorágine, tiene lugar el encuentro de Sofía (Natasha Richardson), una bella condesa rusa forzada por las circunstancias a trabajar como camarera y bailarina para mantener a su familia, y Jackson (Ralph Fiennes), un diplomático ciego y pesimista que ha quedado ... [+]
17 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La palabra, prejuicio, viene del latín praeiudicium = juzgado antes del juicio. Es decir, el prejuicio es una suposición (“ese es negro y seguro es malo”); una especulación (“aquel es un judío y por tal es un ladrón”), una generalización tendenciosa e irresponsable (“si es un aristócrata es un hijo de p…”), es decir, el prejuicio es ¡una soberana idiotez!, porque cada ser humano es uno y único: Posee una genética exclusiva; ha recibido una formación con indudables diferencias; y ha tenido un acervo de experiencias tal y como las necesita para su personal proceso. Para que no haya prejuicios debe haber conocimiento, general e individual ¡y mientras más conocimiento mayor entendimiento!, pues, sólo así podemos sopesar el verdadero valor de una persona, porque, por los prejuicios, juzgamos como valioso a quien puede valer muy poco y sentenciamos como malo a quien puede tener un corazón enorme.

Lo más triste de todo, es que los prejuicios provienen tanto de arriba hacia los de abajo, como de abajo hacia los de arriba; de los “cultos” hacia los incultos y de éstos hacia los “cultos”. Se dan en todos los países del mundo (de este a oeste y de sur a norte) y en todas las culturas por más “civilizadas” o más subdesarrolladas que puedan darse. Por eso, cuando surge alguien que de pensamiento, palabra y obra, consigue sacudirse los prejuicios, éste estará bien donde se encuentre… pues, es esa suerte de ser humano a quien puede llamarse, Culto, porque, Conoce realmente de culturas e individualidades.

Me encanta la película, <<LA CONDESA RUSA>> (originalmente titulada, The White Countess, en alusión a la aristocracia rusa -de tiempos del zarismo-, a quienes se denominaba blancos en contraposición a los rojos), porque su mayor propósito es, precisamente, combatir los prejuicios de los cuales, el director James Ivory, también debe haber sido víctima dada su condición de pareja del productor, Ismail Merchant.

Se trata, en este magnífico filme, de un ex-diplomático estadounidense llamado, Todd Jackson, quien, decidió irse a vivir a Shanghái, China, tras haber padecido una tragedia de la que, en su momento, nos enteraremos. Tras aquel hecho perdió la vista… y ahora intenta reconstruir su vida pensando en montar, “el bar de sus sueños”. Por otra parte aparece, Sofia Belinskya, una bella condesa rusa que, habiendo tenido que huir de su país, junto a su familia, tras el advenimiento de la Revolución Bolchevique, las difíciles condiciones económicas que ahora afronta la han obligado a ejercer la prostitución.

Seres como éstos, también despiertan prejuicios, pero, al vivir en esa suerte de Casablanca China (año 1936) donde se reúne y comercia gente de todo el mundo, se sienten bastante libres pudiendo vencer cierta clase de prejuicios, propios y ajenos. Lo que surgirá entre esta pareja, se convertirá en una cálida historia donde el más puro romanticismo y una entrega sensible y profundamente humana va a tener lugar.

Partiendo de un sólido guion, con muy buenos diálogos de, Kazuo Ishiguro, el director James Ivory, consigue una exquisita puesta en escena a la que añade una eficiente fotografía, un estupendo vestuario y una edición muy atinada que preserva la dinámica sin un solo punto en off. Ralph Fiennes y Natasha Richardson (quien aquí se dará el gusto de aparecer junto a su madre Vanessa Redgrave y su tía Lynn Redgrave) nos ofrecen dos emotivas interpretaciones que nos hacen sentir que estamos ante esa suerte de seres que uno ama porque nos han abierto el alma y dentro de ella se advierte un gran halo de luz.

Título para Latinoamérica: <<LA CONDESA BLANCA>>
Luis Guillermo Cardona
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