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Madame de...

Drama Urgida por la necesidad de dinero para cubrir sus cuantiosos gastos, una condesa vende unos pendientes que le regaló su marido, y a éste le dice que los ha extraviado. El joyero, indiscreto, le cuenta al conde lo sucedido, y le vende la joya que, tras distintos avatares, llegan a manos de un diplomático italiano. (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
23 de mayo de 2011
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin, este domingo pasado, me he decidido a disfrutar de una cita que tenía pendiente, desde hace algún tiempo. La cita era con una señora con una pinta estupenda, y sus referencias, no podían ser mejores (el film mejor valorado de Max Ophüls), con todo esto que comento, como comprenderéis, estaba ansioso por la cita.
El único y triste motivo del retraso de esta quedada es mi torpeza con los idiomas, y es que la copia que tenía de la película era en versión original subtitulada. La V.O. tiene lo suyo, escuchas las voces reales de los actores, que no es poca cosa. Pero desde mi punto de vista, que solo domino el castellano, y no demasiado bien, prefiero las versiones dobladas.
Así que la mañana del domingo, después de un saturday night muy tranquilo, perfectamente descansado y desayunado, me dispuse a gozar de mi anhelada cita, y cómo no decirlo, a leer subtítulos como un ceporro, aún así no fui decepcionado para nada.

Madame de... es un drama amoroso con toques de humor, reflejados en algunas escenas, como las de los artilleros sordos, o el plante de los músicos del baile y reflejados también en unos diálogos ácidos, ágiles y chispeantes. El triángulo amoroso, marido, mujer, y amante, están interpretados a la perfección por Charles Boyer, Vittorio de Sica, y la menos conocida Dannielle Darrieux, al menos fuera de Francia, aunque para mi, el personaje de Charles Boyer es para echarle de comer aparte, es simplemente sublime.
La sociedad de finales de siglo XIX en París está maravillosamente reflejada por parte de Ophüls, es una alta sociedad decadente y caduca, donde la frivolidad y la superficialidad es lo que prima, y guardar las apariencias resulta ser lo más importante.
Quizás lo que más pueda caracterizar este film, sean los PENDIENTES DE MADAME DE... , hilo conductor de la historia, los continuos viajes, idas y venidas de los valiosísimos pendientes engranan de manera brillantísima el relato.
INMEJORABLE.
Moyano Lizana
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22 de mayo de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1951, Louise de Vilmorin, mujer de letras muy dada a recibir en su residencia a la crema de la intelectualidad parisina, hace llegar a Max Ophüls, asiduo de sus tertulias literarias, un ejemplar de su novela “Madame de…” con vistas a una posible adaptación a la pantalla. Pensaba la escritora, después de asistir entusiasmada a una proyección de “La Ronde” (1950), que el material dramático de su texto se adaptaba como un guante al universo del realizador franco-alemán. Así, la particular andadura de la Condesa Louise De, una aristócrata predispuesta a las intrigas y galanteos amorosos que encuentra en unos pendientes su atormentado rondó cinematográfico, no estaba lejos de algunos temas habituales de su filmografía. La propia circularidad de la historia permite a Ophüls trabajar sobre un conjunto de elementos comunes a su obra y a los que dotar de su particular concepción del espacio y el tiempo.

El cineasta vuelve a contar con Danielle Darrieux, una actriz de aspecto elegante y sofisticada muy acorde con el personaje, como también lo son, su marido, un excelente Charles Boyer, contenido en las formas y un no menos grande Vittorio De Sica, como amante, que además de ser un gran cineasta era un soberbio actor. Los personajes del film se debaten entre lo que realmente son y la imagen que proyectan sobre los demás, entre la tensión generada por sus sentimientos enfrentados a sus actuaciones sociales. Es fácil, por tanto, encontrar en el film numerosos planos en que los personajes aparecen encuadrados a través de cristales o espejos que constituyen una especie de ventana del alma, por así decirlo. La profundidad de campo que dan los espejos, da paso a una puesta en escena con una elegancia en los detalles, “travellings” suntuosos con una fascinante armonía en los movimientos de los personajes y la cámara.

Los diálogos son brillantes, la gestualidad, dignos de un cineasta de gran cultura, propio de un director con un estilo fácilmente reconocible. Cómo están filmadas las escenas en la estación del tren, las escenas de la ópera (por el aria que suena, diría que es “Orfeo y Eurídice” de Gluck), son una gozada. Un cineasta feminista que retrata a la mujer con mucha fuerza, personalidad y una rebeldía absoluta ante los convencionalismos. Pero siempre desde el buen gusto, ejerciendo una irónica y soterrada crítica de esa clase social en decadencia. Una estupenda fotografía y una deliciosa música de una sutileza absoluta que hacen de este bello film una propuesta admirable de una forma de hacer cine que no ha encontrado discípulos que la mantuvieran viva, y que lamentablemente es irrecuperable. Max Ophüls fue un sagaz cronista de principios del siglo pasado.
Antonio Morales
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28 de junio de 2010
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
He tenido la suerte de disfrutar en estos días de dos maravillosas películas de Max Ophuls, "El placer" y "Madame de"...que todavía no había tenido ocasión de ver. Anteriormente tuve la oportunidad de visionar "Carta de una desconocida", "La ronda" y "Lola Montes", especialmente la primera me entusiasmo. Con estos precedentes ya tenia una idea por donde giraba la obra de este académico director, que sabia mezclar de manera muy sutil el drama y la comedia con esa peculiar mezcla entre la ligereza más fina y la más amarga tragedia sin que percibieses apenas el momento.
Madame de...representa la más refinada elegancia de un mundo decadente y superficial donde todo es apariencia, representación, y buenas maneras. La historia gira alrededor de unos pendientes de gran valor que van pasando de mano en mano en varias ocasiones y que sin duda retratan magníficamente a sus distintos poseedores, y que acabara siendo el eje de todas las situaciones que se producen en la trama.
Si la dirección es grandiosa que decir del trio protagonista Darrieux-Boyer-De Sica, magníficos, no solo en la interpretación sino en los vestuarios de época que lucen. Realmente parecen bajados de un cuadro Neoclasicista.
El conjunto de sus variados detalles y la elegancia de la puesta en escena hacen de Madame de...una obra maestra de irresistible belleza. Dulcemente encantadora tanto en la forma como en el fondo.
Walter Neff
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4 de noviembre de 2012
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravilloso retrato femenino enmedio de la Francia de finales del siglo XIX: sus salones, sus afeites, sus militares, sus palcos. Nunca la ambientación de una película tuvo tanto que ver con los caracteres de los personajes que la pueblan. Se lo digo yo que he leído mucho sobre ese siglo y además soy muy mayor. Aquí, no son actores en un decorado, sino seres vivientes de aquel siglo. Nada sobra, y usted nunca tendrá la sensación de que la gente que pasa por la calle son extras. Pero, ojo, los personajes son aristócratas y clases dirigentes, y del siglo XIX además, así que se comportan como tales, (en vez de, como en tantas películas modernas, como usted o yo vestidos con ropas carísimas y yendo a la ópera en coche de caballos). Louise de Vilmorin, la autora de la novela, era ella misma aristócrata, y coleccionista de amantes, (alguno famosos como Cocteau, Malraux o Saint-Exupery, ahí es nada). Ella misma presentó en su salón, (ya se sabe el significado de la palabra salón para estas gentes) a Max Ophüls.
El retrato psicológico de la protagonista, (fría, como siempre, Darrieux, pero aquí queda de perlas), es uno de los mejores que recuerdo. Pero no le va a la zaga el marido, con una interpretación de antología de Charles Boyer. Más discreta es la actuación de Vittorio de Sica, con su sempiterno aspecto de peluquero. También hay una pequeña colección de personajes secundarios que resultan hondos, veraces, casi sin proponérselo, como la criada y confidente.
No hay argumento que contar, apenas; referencias a Bovary y Karenina, pero con mucho más hielo. Y un ballet cinematrográfico por parte de Ophüls, que nos lleva volando de los armaritos y los pequeños frascos de perfume a los grandes palcos de la ópera, siempre destilando vida en cada plano.
¿Por qué, por tanto, no un diez? Será por alguna sensación extraña, difícil de explicar, algo relacionado con el frío.
berenice
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10 de agosto de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria película realizada por el elegante Max Ophüls, basada en un relato de Louise de Vilmorin, donde a través de un, aparentemente, sencillo enredo, construye un esclarecedor retrato de las costumbres morales de la alta sociedad de la Belle Époque, al tiempo que nos hace un perfecto retrato íntimo de la situación de la mujer.
Con un título que lo expresa en sí mismo, Madame de, no es nadie. Es la señora de, una posesión de un gran general, una mujer que vive una vida regalada y superficial, en la que su función es básicamente ser bella y acudir a cenas y bailes donde su marido pueda lucirla, mientras con sus coqueteos y frivolidades encandila a todos los caballeros, haciendo que el general ( magnífico Charles Boyer), se sienta orgulloso de su más preciado tesoro.
Pero Madame de, tiene un problema. Tiene deudas. No ha sabido administrar la asignación que le da su marido y necesita dinero.
Y como todas las mujeres de esa época, económica y emocionalmente dependientes de su marido, para evitar la regañina, decide empeñar unos pendientes de diamantes que el general le regaló el día de su boda.
" Total, nadie se va a enterar", piensa ella. " Los pendientes son míos y hago con ellos lo que quiero".
Los vende a su joyero y luego finge haberlos perdido en la ópera.
Pero los pendientes inician un camino, que servirán para retratar a nuestros personajes, al tiempo que parecen burlarse de ellos para volver, después de ser despreciados y habiendo pasado por varias manos, a su poseedora inicial.
Es estupenda la forma que tiene Ophüls de contarnos una historia de romance e infidelidad, de una manera tan sutil y elegante.
Amor, humor, romance y tragedia con un triángulo amoroso soberbio, en el que se nos describe perfectamente, los matrimonios de conveniencia, la importancia de las apariencias, el doble rasero con el que se medía la infidelidad masculina o la femenina, el comportamiento aniñado e infantil de la mujer ( que miente al marido y al amante, como los niños mienten a papá, por su incapacidad de tomar sus propias decisiones y su situación de dependencia), el poder del hombre que termina sabiéndolo todo, en contraposición con la mujer que no sabe nada ( el joyero que habla con el general, los dos rivales que hablan entre ellos, mientras la mujer sigue inconsciente de todos los tejemanejes. No es merecedora de saber nada o de discutir con ella nada.)
La historia de amor que vive nuestra protagonista y que Ophüls recrea magníficamente por medio de un vals encadenado que enlaza diferentes días y que por medio de diálogos apenas cambiados nos expresan el apasionado enamoramiento de los amantes.
Excelentes diálogos, ambientación, fotografía, largas secuencias bellísimas...y los pendientes, conforman una película, que los amantes del romanticismo, no podrán dejar de admirar.
Excelente.
Izeta
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