Pájaros bobos

Stan Laurel y Oliver Hardy son un par de fenómenos. Si en películas menores siempre encontramos algún gag desternillante, en sus obras maestras -como esta "Cabezas de chorlito"- no podemos parar de reir con las ocurrencias y desmanes de este par de cómicos excepcionales. Y es que, el Gordo y el Flaco, son pura vida. Nos dan vida, alegría, luminosidad. Son nuestros amigos. Suene cursi o no, todos sabemos que la felicidad de la vida consiste en saber disfrutar de las pequeñas cosas: un paseo frente al mar, un buen partido, un buen libro, una buena película. Y si ésta nos hace reir después de haber tenido un mal día ya ni les cuento. Por eso son nuestros amigos, unos buenos amigos que están dispuestos a darse tortazo tras tortazo para conseguir arrancarnos una sonrisa.
Llena de momentos memorables "Cabezas de chorlito", aunque instalada para siempre en nuestra memoria, nos seguirá arrancando carcajadas cada vez que la veamos. Así son este par de fenómenos: inolvidables.

Tontos de capirote no es de extrañar que sea tan buena. Pasaba por allí un maestro del silente llamado Harry Langdon. También sabemos de sobra que el personaje más olvidadizo de la I.G.M y del cine fue Stan Laurel. Un gran comedor de latas de conservas. Montones de latas de conservas en 20 años de trincheras. Luego una catarata de gags con silla de ruedas incluida y un balón. Maldita gracia la de dar una patada a un balón. Y James Fnlayson también pasaba por allí

El flaco era tonto, inocente y obediente, lo que nos hace comprender muy bien que casi empalme una guerra con otra en el fiel cumplimiento de su servicio en la Gran Guerra, al quedarse, cumpliendo órdenes, vigilando su trinchera y sus compañeros se olviden de él durante 20 años.
El gordo era tonto y no tan inocente pero, encima, se creía muy listo, lo que lo convertía en el tonto más redomado.
Ha olvidado a su compañero de batallas y se ha casado pero un listo-tonto como él, no puede tener suerte en el amor y su mujer le da candela de la buena.
Cuando, por una fotografía en el periódico, se reencuentre con su amigo, querrá agasajarlo y le llevará a su casa.
¿Se le había olvidado las putadas que se había tenido que comer, gracias a su increíblemente obediente amigo?.
No hay nada más terrible que un colega bienintencionado y a Ollie vuelve a aflorarle el mal humor en cuanto empieza a recoger el fruto de la inocencia de su amigo...Ahora tiene que cargar con él y rendir cuentas a su mujer. Mal negocio, colega.
Ha sido delicioso reencontrarme con estos fieles colegas cuyos gags no han perdido un ápice su capacidad de hacerme soltar la carcajada. Me resulta admirable, además, ver cómo se siguen imitando con exactitud en innumerables films. En realidad, nada ha cambiado. Lo que funcionó una vez, sigue funcionando en nuestros días con la misma precisión y la patada destinada a otro nos sigue haciendo reír igual, igual.
Lo que siempre me he preguntado es por qué Ollie seguía apreciando a Stanley. Lo contrario es muy entendible pero ¿ Ollie?... Quizá es que sin él descubriera su flaqueza de carácter. Creo que Ollie necesita más a Stanley que al contrario, a pesar de todo lo que le hace pasar.
El caso es que la he disfrutado mucho y me ha animado a tratar de buscar sus otras películas y cortometrajes. Todavía no estoy en condiciones de decidir qué lugar ocupa esta en la calidad de su filmografía. Los usuarios de esta página aconsejan que vayamos a por los cortometrajes. Allá voy, no sin antes dejar de recomendar esta película. Es divertidísima y sí, todavía me hacen soltar la carcajada. No hay ningún peligro de que este humor quede obsoleto.
! Ah! Y la sintonía que daba inicio a sus películas...¿ La recordáis?. ! Qué gusto me ha dado oírla de nuevo!

Estamos frente a una película secundaria de Laurel y Hardy, y es la primera que veo. Aunque creo que podría ser una de sus mejores películas. Sobre todo porque será muy difícil mejorar todos los buenos gags e inteligencia de todas las escenas. Ahora entiendo por qué eran tan famosos y por qué sobrevivieron a la era del cine sonoro.

Con una historia delirante, "Cabezas de chorlito" mezcla lo mejor del slapstick y los diálogos divertidos del cine sonoro. En consecuencia, los gags son efectivos e increíblemente inteligentes.

La dirección es bastante decente. La película tiene un buen ritmo y fuerza narrativa, como una de Buster Keaton o una de Harry Langdon. Entonces me di cuenta de que su director era John G. Blystone ("La ley de la hospitalidad"). Esta fue su última película (murió de un infarto en 1938 a la edad de 45 años).
Como curiosidad, la secuencia utilizada en la escena de la Primera Guerra Mundial es de la obra maestra de King Vidor "The Big Parade".

Y, por supuesto, esta película lo clava, gracias al dúo (funciona como una máquina de bromas perfecta). La química es asombrosa y esto demuestra lo importantes que son como actores. No están sobrevalorados, o al menos en esta película.

Básicamente, he descubierto dos nuevas leyendas del cine clásico. Ahora tengo más interés en completar su filmografía porque seguro que tienen alguna otra pequeña joya desconocida. Recomendaría esta película a cualquiera, son 55 minutos de diversión.

El pobre, Oliver, es de la suerte de hombres a quienes nunca les irá bien en el matrimonio. Como a todo individuo blandengue, a Ollie siempre le sucede lo que tiende a suceder: le ponen los cuernos, le dan palo y lo obligan a obedecer... nada raro porque, Ollie (cercano a olio) rememora el aceite… y un hombre sin carácter se torna resbaloso ante cualquier mujer de verdad.

En, <<CABEZAS DE CHORLITO>>, y como un anticipo a la II Guerra Mundial a punto de avenirse, se rememora a la IGM con una estupenda secuencia en la que, Stan Laurel, el eterno amigo del gordito Oliver, dará cuenta de la obediencia que algunos llevan a extremos inimaginables. Con este anticipo, sabremos luego que lo que estamos presenciando es un alegato contra la sumisión del hombre en el escenario de la guerra, en el ejercicio matrimonial... o en cualquier otra parte; y habremos de ver, después, a la genial pareja luchando contra este averno que les impide ser, mientras les causa toda suerte de desgracias.

Algunos de los mejores directores y creadores de gags que trabajaron para Hal Roach (Charles Rogers, James Parrott, Harry Langdon, Felix Adler y Arnold Belgard) fueron reunidos para adosar la estupenda carga de slapstick y de divertidas situaciones que contiene ésta loca y entrañable comedia, cuya dirección se encargó a John G. Blystone, a quien siempre recordaremos por, “Our Hospitality” con Buster Keaton.

Laurel & Hardy, consiguen estar como siempre les quisimos: tontos, necios y sumisos, pero paradójicamente recursivos, astutos y persistentes, y con la infinita esperanza de salirse con la suya. Les acompaña la estupenda, Minna Gombell -habitual en los roles de mujer dura-, aquí como la mujer de Oli, dispuesta a ponerlo de rodillas si, ¡tantito así!, éste se salta las normas. El prolífico Billy Gilbert, es el ostentoso cazador recién desempacado de África, dispuesto a usar su escopeta con cualquiera que se atreva a meterse con su mujer (hombre infiel, celoso cruel); y Patricia Ellis, es la adorable mujercita de Mr. Gilbert, una chica servicial que, sin ser su propósito, termina en el enredo, por todos esperado, con el cachondo de su marido.

Sin contar con lo que rigurosamente podría llamarse una trama, esta inolvidable comedia asegura bastantes risas y una que otra carcajada, y es en definitiva, un magnífico pasatiempo, una deliciosa recreación de las pendientes matrimoniales, y otra oportunidad de ver a los encantadores Laurel & Hardy, haciendo de las suyas con esa gracia que perdurará para siempre.

Título para Latinoamérica: PÁJAROS BOBOS