Queridos vecinos

"Terrible" coproducción entre Italia y Suiza, no porque sea de mala calidad, sino porque es bastante tremenda en cuanto a dramatismo interno intenso, que causa verdadero malestar y deja un mal cuerpo que no veas tras su visión.
Mal rollo por cuanto los sentimientos de los mayores, confrontados con los puros de los ñinos, aparecen como verdaderos monstruos. Su infelicidad vital pugna contra la niñez, usándolos a su antojo ante la incertidumbre, el miedo, la frustración cotidiana que sufren.
El guión es francamente bueno y así ha sido valorado en diversos certámenes internacionales, entre los que destaca al pasado Festival de Berlín, pero eso no es obstáculo para que, a pesar de sus virtudes meramente cinematográficas, me haya hecho pasar mal rato. Es una de esas películas que, de haberlo sabido antes, no la hubiera visto. No lo necesitaba. Y por ello mismo, me imagino que sus creadores estarán contentos: objetivo cumplido se dirán. Pero yo no pienso recomendarla
Allá cada cual.

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*Todos los caminos conducen a Roma

Érase una vez un suburbio y…, de nuevo la periferia romana. Sin embargo, Queridos Vecinos no vuelve a los barrios habituales, con las desoladas calles de hormigón a las que estamos acostumbrados. No se trata de reproducir el retrato que nos ofrecía Mamma Roma, ni tampoco el de Dogman (película de Matteo Garrone en la que colaboraron con la escritura del guion). Aquí se trata de villas unifamiliares con hermosos salones, terrazas, jardines y cenas al aire libre. Lo cual significa que, después de todo, estamos ante vidas acomodadas, aunque no falten las preocupaciones, especialmente a nivel psicológico y social.

La aparente tranquilidad de este barrio residencial esconde una densa telaraña de envidia, rivalidad e hipocresía, pero sobre todo, la desesperación de vidas que se se dejan arrastrar por la fuerza de la inercia. La cámara se entrega a primeros planos, de personajes o de objetos insignificantes, y, cuando se aleja a un plano general, parece estar espiándolos desde ángulos muy inverosímiles, entre los árboles o detrás de un sofá.

*Una fábula negra

El filme comienza con el diario de una niña que nos traslada hasta Spinaceto, durante un caluroso verano romano. Pese al sol abrasador y el sudor en la piel de los personajes, el espectador percibe un escalofrío, intuye que algo, tarde o temprano, explotará. La hábil fotografía apaga los colores, transformando el cielo en una cubierta de plomo bajo la que se mueven las familias protagonistas. Son los gestos, las palabras escupidas entre los dientes y las sonrisas distorsionadas del excelente elenco —Elio Germano, Ileana d’Ambra, Tommaso di Cola o Max Malatesta— quienes minan la ilusión de una buena relación entre ellos.

Las reacciones de los personajes desorientan: las de los adultos, como si padecieran un trastorno bipolar; y la de los niños, que parecen incapaces de comprender la utilidad de los sentimientos. Ellos observan con frialdad lo que ocurre, como si estuvieran sometidos a la deriva afectiva que corroe a todo su entorno.

*Lo real y la ficción

D’Innocenzo intentan definir constantemente su propio estilo, pero todavía sufren de algo demasiado impostado. El giro al que someten la realidad adquiere los contornos de un thriller de ciencia ficción: intentan convertir las metáforas en algo explícito, dentro de una narrativa que persigue el equilibrio entre la verdad del escritor y la verdad de lo que es real.

“Lo siguiente está inspirado en una historia real. La historia real está inspirada en una historia falsa. La historia falsa no está muy inspirada”. De ese modo, Queridos vecinos cuenta lo indecible, el horror, la fascinación monstruosa y, en cualquier caso, la muerte; es más, el Fin está siempre presente, latente, en la sombra.

Su imaginación nunca es la liberación del dominio de la realidad, puesto que nunca pasa realmente a la imagen, sino que se queda a nivel de escritura; el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Es un pesimismo programado, una broma cínica e inquietante en la que los ecos de Lynch o Haneke se pierden en una larga ola de visiones sucias y desagradables.

*Conclusiones

Queridos vecinos (Bad Tales) es una historia oscura y sin salida, una fábula siniestra donde se muestra ferozmente un mundo en el que no hay héroes ni princesas. Una película sin precedentes en la escena italiana que se aleja del clásico relato donde la periferia es un teatro de crímenes brutales. Aquí, más bien, nos encontramos con un bosque de susurros que nos conducirán hasta las garras del lobo.

Escrito por Soraya Unión Álvarez

La producción es muy floja. No hay nada algo original que destacar. No sé si es porque no tenían medios económicos o por falta de ideas.
La dirección es caótica y vulgar. Cómo no sabe narrar la historia resulta hasta pesada y aburrida. Y lo que es aún peor, siendo consciente de sus limitaciones, recurre al cutrerio casposo e irreverente, A ver si así le tildan de artista rompedor. Para eso hay que ser Fellini.
Este tipo de historias, la vida de los vecinos, está más que requetevisto; lo que exige una gran calidad y originalidad en lo que se pretende contar. Y aquí no sucede así. No es mas que una sarta de exageraciones y tonterías; y encima, con un tratamiento anécdotico y superficial. Sólo puede parecer un buen guión a las gentes confiadas y de buena voluntad.
Resumiendo: es el perfecto ejemplo de que los premios Donatello son aún peores que los Goya. No la volvería a ver por nada del mundo.

Todavía estoy intentando digerir esta dura película con varias historias en las que el maltrato infantil de diferentes formas y maneras es la base de estos escabrosos relatos.

El film narra cuatro historias de unas familias bastante peculiares narradas por una voz en off ,que viven en una urbanización a las afueras de Roma, allí iremos conociendo a unos inocentes niños desprotegidos ante unos descerebrados padres.

Los directores de esta pequeña joya macabra son los hermanos D´Innocenzo que consiguen provocarte un gran rechazo y estupor ante lo que estás viendo, llegando a un tercer acto en el que te dejan helado.

Los actores adultos y los niños realizan unos grandísimos trabajos, ya que palpas la incredulidad y angustia que están sufriendo.

Resulta desconcertante y muy perturbadora esta película italiana que consiguió varios premios en Berlín y tras su paso por el Festival de cine de Barcelona puede verse en Movistar.

A pesar de que te deja muy mal cuerpo considero que es un film muy interesante.
Destino Arrakis.com

"Me pido lo pocho", que diría uno de los niños del auxilio social de la impagable obra "Paracuellos" del historietista español Carlos Gimenez. "Me pido lo pocho" refieriendose a a alguna parte de la fruta picada o en peor estado que nadie querría comerse excepto estos niños que pasaban hambre, miserias y abusos en la España Nazional Católica de posguerra.

Los hermanos romanos D´Innocenzo se piden lo pocho de la sociedad, una sociedad mediocre, de una clase media donde impera un caos de valores, cercados por el machismo, la envidia, el egoismo y una larga y pocha lista que acaba por calar en la infancia que observa, siempre observa, desconcertada con efectos imprevisibles en su futuro. El guión fue premiado en Berlín. Unos "cuentos de hadas" (título original) donde casi todo se convierte en calabazas.

cineziete.wordpress.com