Qiu Ju, una mujer china

Hacer una obra de arte, es algo que muchos pueden realizar, pero darle un acabado magistral o genial es algo que solo los artistas magistrales o geniales, como es el caso del director Zhang Yimou, saben lograr.

La historia es lenta pero se sigue con el máximo interés, contada muchas veces en el cine, la lucha del individuo empeñado quijotescamente contra toda clase de burocracias, molinos o gigantes, en que se le haga justicia; sin embargo, en "Qiu Ju", Zhang Yimou ha filmado una excelente obra de arte por la magistralidad tan SORPRENDENTE con que la acaba, ni más ni menos que aplicándole la ilógica de esta puñetera vida, la SORPRENDENTE realidad que todos reconocemos y que muchas veces nos hace pensar que hubiera espíritus invisibles que juegan con nosotros y nuestras existencias como si fuesemos auténticas marionetas y se carcajearan de nuestros sentimientos, acciones, valores, triunfos o victorias, sacándonos los colores y avergonzándonos de las formas más inesperadas.

Fej Delvahe

* Otro impresionante homenaje de Yimou a la mujer china como motor social y transformador, como detentadora de valores, y como pilar básico del futuro de su país. Aquí no tenemos a la Gong Li “al borde de un ataque de nervios” de “La Linterna Roja” o “Semilla de Crisantemo”, sino más bien a la heroína que Yimou, por ejemplo, presentaba en “Ni Uno Menos”; la mujer enfrascada en una misión o gesta personal.
De hecho, en otros aspectos, “Qiu Ju” también me ha recordado a “Ni Uno Menos”. Ambas, no solo comparten la denodada lucha de sus protagonistas, sino también la sencillez de la propuesta, y la falta de obsesión ornamental característica de otras películas de Yimou. En ambas películas, las protagonistas, intentando en principio resolver un problema personal, que parece ceñirse al ámbito del interés privado, acaban, sin proponérselo, poniendo su granito de arena a la transformación de los problemas de su país, y a su transformación social, luchando por erradicar uno de tantos males incrustados en la dinámica social, política o económica de su tierra. Mientras, la gran mayoría del resto de personajes se complacen, pasivos y conformistas, con la situación y condiciones establecidas, desentendiéndose, por pereza, orgullo, miedo, o cualquier otra pobre causa, de la labor de aquellos que, a su manera, con sus actos y actitudes, suponen un revulsivo.

* En “Qiu Ju”, Yimou inserta a sus personajes en contextos sencillos y humanos, con muchas escenas filmadas entre el ajetreo y la actividad de las ciudades y pueblos chinos, cosa que me ha encantado. Aparte de mostrarte ciertos aspectos del día a día de ese país, consigue de esta forma dar mayor envergadura a la figura de su protagonista, que lleva su tenacidad y fuerza de voluntad a través de la cotidianeidad de su pueblo, y no a través de deslumbrantes decorados que propicien una visión heroica del personaje. Pero es que la odisea de Qiu Ju es casi épica, luchando con constancia y una apabullante serenidad contra todo un sinfín de obstáculos que van surgiendo en su camino, de parte de las autoridades, de su familia, de su desconocimiento de la vida urbana y moderna.


* Un personaje impresionante y una historia insólitamente hermosa, conmovedora y épica.

El carácter, es un rasgo humano que se ha prestado para todo tipo de interpretaciones. Por ejemplo, suele pensarse, con razón, que el carácter de una persona se demuestra en su capacidad de luchar, hasta las últimas consecuencias, para resarcir su honor mediante el castigo de quien considera su agresor, o en el mejor de los casos, hasta conseguir que, públicamente, éste presente unas disculpas reconociendo, así, que fue suyo el error que generó la afrenta.

Qiu Ju, es una mujer de este talante. Sin proponérselo, su esposo, Wan Qinglai, incomodó al alcalde de la región al mencionar que éste no conseguía tener un heredero tras haber tenido tres niñas y, Wang Shantang, sintiendo lesionada su virilidad, lo agarró a golpes y le dio una patada en “las joyas de la familia”, lo que le significó una seria inflamación y una incapacidad de varios días.

Cuando el oficial Li, autoridad de la región, determina como indemnización el pago de los gastos médicos en que incurre su cónyuge, Qiu Ju se dispone a aceptar el dinero de manos del alcalde, pero, cuando éste se lo arroja al piso esperando que ella lo recoja bajando la cabeza en señal de humillación, Qiu Ju se aleja enhiesta y, desde entonces, decide que sólo presentando unas disculpas el alcalde podrá resarcir su falta.

Para conseguir esto, y en pleno estado de gravidez, Qiu Ju decide viajar en compañía de su cuñada Meizi, dispuesta a acudir a las más altas instancias hasta que sea atendida su demanda. El proceso será largo y en su transcurrir descubriremos a una mujer persistente, obstinada y fuerte, quien, con frases precisas y lacónicas, reclamará lo que considera justo mientras espera de manera infatigable a que se haga justicia.

Pero, a veces, lo que hemos sembrado sigue echando raíces aunque dejemos de remojarlo durante algún tiempo, y el destino sigue su marcha hasta mostrarnos las consecuencias irreversibles de nuestros actos más obstinados. Ocurre así que, la lección que esperábamos para el otro, puede resultar que somos nosotros quienes más la necesitamos. Así, lo que sentimos que era justicia, adquiere otro significado… y el luchado camino del honor nos muestra entonces que, el carácter debe ser equilibrado, y que se necesita adjuntar humildad y perdón para que el ser humano pueda lucir pleno y esplendorosamente digno.

En honor a la objetividad, hay que decir que, <<QIU JU, LA MUJER CHINA>>, adolece de una elipsis que no se congenia con la efectiva austeridad en el lenguaje verbal, y son varias las escenas que lucen prolongadas sin otro propósito que el de alargar el metraje. Con esto, la historia (escrita por Liu Heng, basado en la novela de Chen Yuan Bin) se estanca por momentos y toca espabilarse mientras retoma su rumbo, hasta que consigue llevarnos a un final que sorprende y que sacude muy hondo ciertos afanes de cobrarse una deuda.

Con todo, el director chino, Zhang Yimou, conserva nuestro mayor interés por la totalidad de su filmografía, pues, con sobradas pruebas, es uno de los mejores realizadores contemporáneos.

Es una historia épica pero sin armas, ejércitos, batallas. La heroína de la película, la actriz Gong Li, nos lleva a vivir en una aldea china de los primeros 90. En algunos momentos, casi roza el documental al ambientar la acción en un ambiente rural muy realista. A veces dudamos si Gong Li no es Qui Ju en la vida real. De cualquier forma, nos presenta a una mujer fuerte, empoderada, con fuertes convicciones respecto a la dignidad y nos presenta la acción casi como una odisea, un viaje, una búsqueda superando todos los obstáculos de lo que ella considera justo. Comprobar cómo lucha por conseguir vencer un mundo donde los esquemas patriarcales dominan, hace todavía más épico el discurso.

Aparece la crítica a la burocracia que complica la resolución de los conflictos pero no hay una especial crítica al régimen comunista chino. Incluso, el director les dedica una mirada respetuosa y humana. Eso sí, queda patente cómo los valores jerárquicos están presentes en todos los aspectos de la vida pero que la individualidad de la joven y su voluntad intentará pasar por encima. Ahora bien, no podrá evitar que la maquinaria estatal implacable no respete los tiempos de las personas y entre como un elefante en una cacharrería. Esto es uno de los puntos fuertes del guión, la vuelta que da al final.

Una delicia poder ver el mundo rural chino de hace más de 20 años, hogares, vestimentas, trabajos, rutinas, costumbres, fiestas. La mirada del Zhang Yimou es distante, no se implica y deja evolucionar al personaje que llena la pantalla y se gana al público.

Desde luego un cine imprescindible para disfrutar de la estética pero también con valores antropológicos bien expuestos que hace que lo que vemos lo sintamos cercano.
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Qiu Ju es la historia de una mujer que vive atrapada en un mundo de hombres, a través de su historia en busca de la justicia hace patentes los males endémicos de una sociedad tan tradicionalista como la china, mostrándonos el abismo existente entre el campo y las grandes ciudades de la China de principios de siglo XX (todavía algo vigente hoy en día) así como el total despotismo derivado de siglos de reinado patriarcal.
De nuevo Gong Li es la encargada poner cara al personaje de Yimou: una especie de heroína adormecida en la cotidianeidad del tradicionalismo.