El diabólico Dr. Mabuse

A principio de los años 60, una ola de oscuros crímenes trae de cabeza al voluminoso y rubicundo comisario Kras de la policía berlinesa. Las pesquisas le conducen al hotel Luxor, antigua sede nazi y, actualmente, punto neurálgico de personajes ambiguos y misteriosos: un asegurador panzudo y entrometido, un industrial que produce misiles, una mujer con tendencias suicidas, su marido cojo y maltratador, un fisgón detective del hotel, un invidente clarividente y, por encima de todos, una presencia intangible, manifiesta y diabólica, el doctor Mabuse.

Un acopio de personajes, de diálogos y de escenarios; a velocidad de vértigo, la película conduce al espectador por una sociedad decadente y un mundo inseguro: el humo de cigarro flota por doquier, todos los hombres son calvos y/o barrigones, un amago de suicidio se convierte en un espectáculo callejero, la policía viola el secreto de comunicación, los atentados son moneda corriente, el sistema de videovigilancia en poder de ojos anónimos, un falso espejo para maridos celosos, el auge de la industria de misiles y, sobre todo, que nadie, absolutamente nadie, es quien asegura que es, salvo el comisario Kras, por supuesto.

Lang cierra su filmografía con una película inquitante, probablemante está lejos de sus mejores obras, se nota que el maestro juega con cartas ya marcadas pero en su vuelta a Alemania retoma un cine ya inventado por él y que luego será mil veces imitado, pero a diferencia de otros productos el cine de Lang busca lo sombrío, el peligro, lo fantasmagórico y la película adquiere una densidad sorprendente.
Nos encontraremos pasadizos, cámaras que vigilan, la tecnología al servicio del crimen, videntes y asesinos que pretende la destrucción de todo. Hay un cierto aire malsano en la sociedad que retrata Lang, un aire que impregna cada fotograma de la película donde un peligro no específico esta presente y acecha a todos los personajes dejando al espectador una sensación de turbación y desamparo.

Los que amamos el cine policíaco le debemos mucho a este señor del parche en el ojo porque sabemos que una buena historia es mayor cuando mayor es la maldad del enemigo. Aquí se nos presenta a un auténtico malo de la película, el doctor Mabuse, toda una leyenda, un tipo inspirado en el mismo Hitler. El doctor Mabuse escribió sus memorias si no preso como estuvo el austriaco, sí internado en un manicomio, y su maldad persigue los mismos fines: un nuevo orden mundial regido por el fanatismo, hay que ir a lo grande.

Para que el doctor Mabuse tenga más arraigo, el señor Lang sigue inspirándose en las auténticas figuras del mal y ahí tiene al terrorífico lugarteniente de Hitler, Goebbels, que al parecer era cojo y, además, dicen que diseñó el complejo televisivo espía del hotel Luxor, los mil ojos, ya que el magnífico hotel fue una próspera inversión nazi. Añade Lang además la figura del visionario, como visionarios eran aquellos líderes, para señalar el desprecio que les merece la ley y la burla contra los que la defienden.

La historia en sí es grande porque el de un solo ojo, no el de los mil, tiene el arte superior de dirigir una película policíaca como debe hacerse para relatar los hechos cronológicamente, más si son tan importantes como los que el doctor Mabuse planea, y además para hacer un montaje perfecto, porque muchos son los personajes y mucha es la acción y el doctor Mabuse merece un fidedigno relato de sus planes, además de una exposición clara del terror que inspira a quien se le acerca.

En 1959, y cuando estaba convencido de que, el prepotente e inescrupuloso Dr. Mabuse, podía ya descansar en su tumba, Fritz Lang es tentado de nuevo por otro productor, dispuesto a revivirlo para “complacer al público” de la generación 1950, que quizás jamás conoció a este personaje que siempre sorprendía con sus maquiavélicos planes. No obstante que la novela original había sido escrita por su ex-exposa Thea von Harbou, Lang –co-autor de los guiones-, seguía teniendo los derechos del personaje y esto hizo posible reescribir por completo otra historia, pero conservando los caracteres y el modus operandi del siniestro asesino.

Para el director alemán, la nueva historia le permitía mostrar un nuevo fusil de aire comprimido que venía probando el ejército norteamericano el cual disparaba agujas, no hacía ruido y no dejaba huella alguna de cortes o quemaduras. También sabía Lang, de un proyecto que tuvieron los nazis de contruir varios hoteles en los que alojarían a los representantes de los países invadidos, pero con suficientes micrófonos como para estar al tanto de cada palabra. Con mejores recursos técnicos en los últimos años, el director pone además cámaras en cada cuarto, espejos de observación oculta… y así, el nuevo Dr. Mabuse, mantiene el control de todo lo que se mueva dentro del Hotel Luxor.

Como es habitual, habrá un complot planeado hasta donde el destino lo permite; pasarán por escena personajes bastante ambiguos, caballeros de profesión doble y una dama bastante sensual (Dawn Addams) que, gracias al amor, aguarda la ocasión de redimirse. Y nuestro director sabrá crear un ambiente de misterio bastante enmarañado, con el que logra mantenernos atentos hasta el último minuto.

Pequeños baches en alguna escena de autos con backprojection, algún despiste en los efectos de sonido, la típica situación de “les daré tiempo de que se salven”, y un protagonista multimillonario incapaz de convencernos de que se trata de un americano, apenas empañan un filme que resulta bastante entretenido y con el que Fritz Lang se despide del cine de manera satisfactoria.

Con posterioridad, nuevos proyectos le serían ofrecidos a este inmenso director al que los productores querían financiar hasta su muerte, pero ya Lang estaba cansado y no se sentía demasiado a gusto con el cine alemán de la posguerra. Lo único que lamento es que no haya podido realizar una historia que escribió, en colaboración con Heinz Oscar Wuttig, titulada “…und morgen: Mord!”, argumento que tuve ocasión de leer y me pareció estupendo.

Título para Latinoamérica: “EL DIABÓLICO DR. MABUSE”

Mabuse, un nombre mítico en la cinematografía alemana. Mabuse, un Doctor, un genio del mal, que pretende bien dominar el mundo o dominar su mundo, como Moriarty o Fumanchú. Mabuse, un nombre que recuerda al de otro doctor maligno alemán, Mengele. Mabuse, un supervillano de cómic, o de novela pulp, tan parecido a Fantomas y que emplea los ardides propios de "La sombra" - disfraces y un equipo de sicarios, junto a elaborados y precisos planes, aunque sea para el mal. Mabuse, que renace para relanzar un nuevo tipo de películas de acción y espías, con tecnologías y aparatos tipo gagdet, secretas organizaciones criminales y bases escondidas, cuyo mayor exponente fue James Bond, cuyo primer filme se estrenó en 1962 ¿Acaso Blofeld no se inspira en el Dr. Mengele?

En este filme de retorno al personaje, dirigido por su descubridor/creador para el cine, el gran Fritz Lang, y que abrirá a una miríada de nuevas secuelas, ya sin su participación, descubriremos una compleja trama en la que participa un policía algo despistado, un vidente que causa desasosiego, una hermosa mujer asediada por su brutal marido y un industrial de pelo plateado. Todo bajo la mirada del Dr. Mengele, desde sus telepantallas. Gran hermano sensu sctricto, algo que ya pasó bajo el régimen nazi y que siempre retorna en relación con el espionaje ilegal. Lang dirige con inspiración, escrutando en el rostro de los personajes como solo él sabe hacer, mostrándonos el deseo en los ojos del industrial, la sagaz inteligencia en los del vendedor de seguros, y asustando con esos ojos blancos y vidriosos del vidente.

No obstante, el guión es tramposo (ver spoiler) y hasta cierto punto, absurdo. Pero no hay tiempo de verle las costuras mal cosidas. Te dejas llevar por su historia. Como dijo otro crítico, aquí nadie es quien parece, todos tienen secretos, salvo el comisario. Y así le va, siempre dos pasos por detrás.

Disfruten del filme y de uno de los villanos de categoría del cine europeo. Lo vale.