La señorita Julia

No consigues olvidar su origen teatral. Todas las películas donde existen tan pocos personajes, suelen aburrirme, porque en su mayoría, son utilizadas por los guionistas o escritores, para volcar sus fantasmas, sus elucubraciones, sus dudas y también... ¿Por qué no? sus paranoias.

Me han interesado poco estos perfiles, enmarcados por una acción un tanto absurda, y unos diálogos en su mayoría, vacíos de contenido.

Colin Farrell tratando de encajar en un proyecto en el que no parece cómodo. Lo cual me hizo recordar que algunos actores se manejan bien en ciertos registros, y cuando se alejan de ellos, se sienten limitados a la hora de echar mano a su talento.

Un 4

Adaptación, bastante fidedigna, de Liv Ullman de la obra del dramaturgo sueco August Strindberg, escrita en 1888: La señorita Julia. La directora saca la acción del estado de Count (Suecia) para trasladarlo a Irlanda en la misma época, último cuarto del siglo XIX.
Los personajes que habitan el espacio escénico: Julia, Jean, la criada y el barón (materializado, exclusivamente, en sus botas) son víctimas y esclavos de su propia condición, de la que son incapaces de huir.

La musa de Bergman, que protagonizó con el director nueve películas, ha visto que su vida artística, también como realizadora, ha sido irremediablemente invadida por la alargada sombra del gran hombre. Ingmar también llevó a las tablas una versión de este clásico fuerte y polémico en 1985.

El lenguaje teatral, de indudable y enriquecedor interés literario puede en algunos momentos resultar barroco, recargado y excesivo, sobre todo a quienes están acostumbrados a ver como las situaciones se resuelven con cuatro tomas espectaculares, en lugar de con largas explicaciones filosóficas. Pero no podíamos esperar que, conociendo sus referentes, la Ullmann restara importancia al texto para dárselo a la acción, facilitando así la digestión del espectador.
Ni que decir tiene que los que se aprovechan del enfoque teatral son los actores, que disfrutan con unos papeles rebosantes de matices y con unas personalidades tan profundas que invitan al buceo y la introspección.

La complejidad de esta inmensa tragedia moderna escrita en 1888, basada en un mezcolanza de hechos reales y autobiográficos por un misógino esquizofrénico, dotado de genialidad como autor dramático, no es apta para el espectador del cine actual donde la acción impera sobre la reflexión. Teatro filmado, dicen algunos. Maravillosamente filmado desde luego, potenciador del mismo y no necesariamente antagónico.
Liv Ullman, musa de Bergman mantiene el aroma del maestro aportando su propia sensibilidad femenina sobre un texto que no me atrevo, sin repasarlo, a afirmar como se hace categóricamente, estrictamente fiel al original. Creo recordar que poco o nada se alude a la madre de Julia y en un texto tan lleno de matices cada frase, por no decir cada palabra abre un abanico de posibilidades excepcional.
Farrel supongo que habrá cobrado por su actuación pero estoy seguro que hubiera pagado por ello. No se le recordará por este personaje pero su alma de actor no lo olvidará jamás. Chastain puede ya ponerse el articulo "La" delante de su apellido, con honores. Samantha Morton la tercera en discordia no le va a la zaga a ninguno de ambos.
Ullman rueda con un gusto intachable y amplía dramáticamente el icónico espacio de la cocina, con la casa y sus jardines exteriores dando un plus de belleza y desahogo al espectador. La falta de carácter de unos personajes a la deriva entre un mundo antiguo y el moderno que se avecina, zarandean sus almas con unos diálogos que expresan una y otra vez su inestabilidad, su desasosiego, sus pasiones y su falta de algo "seguro" a lo que agarrarse, aunque para ello tengan que llorar, suplicar, maldecir o ser cobardes y crueles.
Obviamente la lucha de clases y de sexos está presente y toda su carga explosiva da para muchas horas de sofá de psiquiatra.
Por encima de todo y sin que sirva de referencia para quien esto lea, uno se ha quedado anonadado al volver a ver y escuchar de manera tan honesta el texto desgarrador del inmortal sueco.

Es inevitable recordar a Bergman cuando se ve esta película: La fuerza de los primeros planos, la interpretación magnífica y de una emoción intensa a pesar de la aparente contención de la trama, la propiedad de los paisajes y del entorno que hablan de las vivencias interiores de los personas. Para los amantes del cine es un modo de recordar que la autenticidad no precisa de efectos especiales, y para los que somos amantes del teatro nos ayuda a poder ver en primer plano como se puede llevar un conflicto durante dos horas a lo máximo sin sobre actuación ni histeria. Gracias Liv por ser tan coherente

Se trata de teatro filmado del género esnob, en el que se lleva al cine una obra teatral sueca del siglo XIX, más pasada y más superada que la viruela. Una señora de clase alta y su criado, ambos con "personalidades atormentadas", en realidad severos problemas mentales (parece un transtorno bipolar de ciclo ultrarrápido, como si estuvieran psicóticos y mezclando medicaciones) juegan a seducirse y putearse durante todo el film. Hay alguna pista de que él busca ascender en la sociedad y está resentido por su baja posición, pero ni flores de por qué ella busca rebajarse hasta el fango o muestra tales instintos sadomasoquistas. Tampoco se puede seguir bien el hilo de su delirio, porque los diálogos están muy deslavazados y la psicología de ambos personajes es totalmente inconexa e inverosímil.
Es ese estilo de películas que hacen que los esnobs digan cosas aparentemente interesantes sobre los antecedentes, la lucha de clases, la profundidad de todos los subtemas, etc, pero que a las personas normales nos mantienen boquiabiertos con tanta estupidez durante la primera media hora, vagamente esperanzados en que la cosa mejore la segunda media hora, y todo el resto del tiempo mirando el reloj y esperando por Dios que acabe lo antes posible, para terminar con ganas de estrangular a todos los participantes cuando por fin acaba. Si eres de los que necesitas que te cuenten una historia con un mínimo de argumento, no veas esta película.
Hay gente que valora bien la fotografía: es buena, pero tampoco se han tenido que matar mucho: bastaba con cogerle el punto de iluminación a las dos o tres habitaciones que aparecen. Prácticamente todo el plastazo se desarrolla en la cocina.
Otros alaban la música: un uso obsesivo del segundo movimiento del trío de piano opus 100 de Schubert (el de la "escena de seducción" de Barry Lyndon), y poco más. Esnob hasta el fin.
Samantha Morton lo hace bien. Colin Farrell hace lo que puede: su personaje está demasiado esquizofrénico y tiende a sobreactuarlo. En cuanto a Jessica Chastain, no logra hacer creíble a su personaje, porque es imposible, pero me parece la mejor actriz del mundo. Sencillamente hace lo que quiere con su cuerpo y su expresión, y es la única posible razón por la que a alguien dotado de una voluntad de hierro le merecería la pena tragarse este insufrible ladrillo. Luego no digan que no se lo advertí.