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El Rey de La Habana

Drama. Romance Cuba, años 90. Tras fugarse de un correccional, Reinaldo trata de sobrevivir en las calles de La Habana. Esperanzas, desencantos, ron, buen humor y sobre todo hambre, le acompañan en su deambular, hasta que conoce a Magda y Yunisleidy, también supervivientes como él. Entre los brazos de la una y la otra, intentará evadirse de la miseria material y moral que le rodea, viviendo hasta el límite el amor, la pasión, la ternura y el sexo más desvergonzado. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2015
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué talento el de Agustí Villaronga para retratar con arrebatada pasión la deformidad moral, la extravagancia narrativa, la chaladura estética y la rareza humana! Pero al mismo tiempo que malversación de talento cuando la historia que nos propone acaba siendo un hacinamiento de atrocidades, calamidades, bajezas e infamias que apenas configuran un relato coherente ni atrayente, con muchos cabos sueltos, arritmias, saltos y carencias, que hiede a cada paso sin provocar la compasión ni el interés del asqueado espectador, que contempla perplejo el catálogo de vesanias y asperezas que se agolpan casi desde el primer plano.

Parece querer decirnos que cuando sólo hay pobreza y penuria, cuando apenas se alcanza lo mínimo para subsistir, tan sólo queda el cuerpo, la carne, la sensualidad, la sexualidad y la lujuria concupiscente para aliviar el interminable erial del presente. Pero tanta libido desbocada, tanta carnalidad voluptuosa, tanto ayuntamiento enloquecido, tanto erotismo turgente, tanta lascivia babeante acaba por cansar y aburrir porque la capacidad de sorpresa, escándalo o admonición acaba por difuminarse hasta casi desaparecer. Sabemos que la variedad de la carne es casi infinita, pero las permutaciones, combinaciones y enredos son limitados y repetitivos. No hay nada más aburrido que asistir a un edulcorado Kama Sutra de salón burgués con ínfulas de transgresor aplicado. ¡Qué inflación de carne prieta!

No niego que la propuesta carezca de interés y el retrato de un mundo sórdido, sin presente ni futuro, casi apocalíptico, está muy logrado, pero la verdad es que en conjunto la cinta navega sin rumbo, dando tumbos, cabriolas, bandazos y piruetas sin que los episodios que se muestran acaben configurando nada que tenga mucho sentido, ni haga avanzar la narración – que parece contagiada del estancamiento vital que refleja – ni aporte nada más que un sumatorio cansado de coitos desmayados, un renqueante toqueteo libidinoso suplementario, un despelote masculino o femenino o ambiguo que añadir al olvido. Parece más el cuento de un viejo verde que no el de un cineasta de talento.

La mera acumulación de desgracias o bajezas o depravaciones no configuran una cinta con suficiente interés que nos haga llevaderas las algo más de dos horas de metraje, en que cada minuto se hace sentir como los días sin pan que presenciamos, entre la incredulidad y el hastío. Todo el elenco está perfecto en sus cometidos, la ambientación es insuperable y primorosa. Y, sin embargo, estamos ante un producto fallido, que parece sucumbir a su propia pretenciosidad preciosista de lo esquinado.
antonalva
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1 de octubre de 2015
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lectura de la novela de Pedro Juan Gutiérrez es una experiencia difícil de olvidar. El libro es crudo, de frases cortas, desprovisto de eufemismos y cargado de descripciones descarnadas. Una narración entre la comedia surrealista y el drama trágico que evoca imágenes horripilantes. Agustí Villaronga, en la complicada tarea de convertir las páginas en fotogramas, ha reproducido con precisión y sin concesiones en El rey de La Habana todo ese universo de espacios mugrosos y personajes que se mueven por instintos (comer, dormir, 'follar'... y poco más). Un salto sin red y un logro que sólo está al alcance de los grandes directores.

El cineasta catalán ha sabido mantenerse fiel a las constantes de su cine y al mismo tiempo ha llevado a la gran pantalla la esencia del relato de Gutiérrez, la historia de un Lazarillo cubano que sobrevive por inercia y de forma atropellada. De todos los pasajes de la novela, el film incide en la relación del joven protagonista con dos prostitutas muy particulares: una vendedora ambulante con mucho desparpajo y un transexual de maneras recatadas. Villaronga dibuja un antihéroe que es víctima y verdugo, que sucumbe a las taras de su naturaleza y a las bajezas de su entorno. Todo resulta gris, descorazonador, sucio y asfixiante. Una película entre festiva y desagradable, no apta para todos los estómagos, que en San Sebastián puso contra las cuerdas a crítica y público.

El rey de La Habana puede resultar un tanto desaforada, pero como lector y como espectador creo lícito pensar que la realidad isleña es y fue mucho peor. Y para los que crean que el film tan sólo suma incomodidades inconexas, el bello y desolador plano final en el vertedero no deja espacio para la duda: Villaronga ha vuelto a desplegar su poesía de la desolación en otra gran película. Aunque duela, aunque nos destroce.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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19 de octubre de 2015
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Érase una vez un chico que se estaba haciendo una paja.....y de repente en cuestión de segundos la vida le cambió por completo. Creció con muchas dificultades, pero también en todo ese tiempo le creció la polla y pasó a convertirse para su desgracia en El rey de la Habana. De una Habana sumergida en la pobreza cultural, en el hambre, en la violencia, en el no ser amado y como no...también en la picaresca.

Si uno se queda en la superficialidad de este film de Agustí Villaronga pudiera reducir esta película a pajas, sexo crudo, poca sensualidad y muchos instintos primarios...pero nada más lejos de la realidad.
Estamos ante un film desgarrador que muestra el triángulo amoroso de tres personas que carecen de afecto y que no se sienten completas en sus vidas.
Cada uno por diferentes razones (que la película desgrana) busca en el fornicar, un paréntesis de placer, ya que la vida ha sido muy ingrata con ellos.

Buscan amar, sentirse queridos....pero nadie les enseñó en su vida a hacerlo, y creen que el sexo es la panacea a sus problemas. El director consigue que el sexo que envuelve a los personajes se convierta en ocasiones en pura decadencia y otras te permita sentir ternura por esos personajes.

Las relaciones interdependientes entre los personajes, el machismo cubano del que no se han podido desprender los hombres y las mujeres y la incapacidad de quererse a uno mismo posibilita el querer a la otra persona como un mero y simple objeto de placer. Todo se instrumentaliza y todo vale, pero por otro lado entiendes que con las vidas que les ha tocado vivir busquen en el sexo placentero dicho refugio. Más que cuestionar esas vidas uno puede llegar en ocasiones a comprenderlas.

Es una película donde los personajes tienen mucho peso. El triángulo amoroso tiene un cuarto personaje que es esa Habana triste y gris que no está llena de colores y de cánticos. Apenas se ve el sol en este film, porque los personajes no tienen luz en sus vidas y viven como ratas de alcantarilla en sus casas despedazadas. Villaronga nos muestra una Habana vestida de ron barato, casas destrozadas, y de un jineterismo muy fuerte.

Un film que si se degusta y se buscan las aristas de la película tiene mucha miga, pero hay que buscarlas.
Por último totalmente de acuerdo con que Yordanka Ariosa haya ganado el premio de mejor actriz en San Sebastián.
kreonte
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17 de octubre de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Discreta, descafeinada, desnaturalizada adaptación de la novela del gran Pedro Juan Gutiérrez.
Si toda versión cinematográfica de una obra literaria es, en cierta medida, un proceso de mutilación y/o de condensación, este caso supondría un ejemplo palmario. Desaparecen personajes, sucedidos, diálogos, enjundia... Eso es lo malo; que en el destilado perdimos mucho, no solo cantidad, sino también calidad; nos dejamos una buena parte de la pegada del original, de su poder revulsivo, de su exaltación de la suciedad, de su amoralidad afrentosa en nuestros morros tan civilizados, tan asépticos y liofilizados, tan de sepulcros blanqueados. Ahí estaba una de sus mayores gracias: el contraste entre su pragmatismo desesperado, maloliente, "churrioso" y nuestra gazmoñería, hipocresía y "postureo" de nuevos ricos; en ese juego indirecto entre la Cuba bruta y emputecida y la Europa ajada y apagada había un filón, desaprovechado en esta ocasión.
Bueno, tratemos de olvidar el origen y perdonemos al autor, Agustí Villaronga, un francotirador, un raro de nuestro cine, de carrera tan valiente y extrema como irregular, siempre al límite y al margen; temerario y personal.
A mí me gusta bastante. A pesar de esta película plana, anoréxica.
Vayamos ahora a tratar de analizar, por decir algo, los cimientos de esta casa ruinosa, que se nos va a caer encima a poco que venga un mal "niño" y la zarandee, con insana desgana y apatía cruel, solo un poco.
- Sexo: omnipresente. Sirve para todo: supervivencia, relajo, comunicación, juego, fiesta, refugio, intercambio, trabajo, transgresión, desahogo... Cuando te lo han quitado todo, quizás solo te quede tu cuerpo.
- Lenguaje: vivo, cachondo, inventivo, vulgar y sustancioso. La jerga del pueblo. Saturada de alusiones sexuales (pinga va, pinga viene) y de insultos "amistosos" (comemierda siempre en las mientes). Recreación riquísima del castellano más normativo; caribeña y excesiva. Un regocijo. Una pequeña alegría.
- Picaresca: o de cómo sobrevivir sin trabajar, sin dinero, sin comida, sin familia...
- Hambre: desde que te despiertas hasta que te acuestas. En busca del pollo perdido.
- Cochambre: una capa de roña que cubre al protagonista. Su segunda piel. Escudo protector y líquido amniótico. Su coraza, su sangre.
Retrato de una Cuba hambrienta y desgarrada. Asolada por la necesidad y la precariedad. Vendiéndose.
Un humor abundante pero soterrado. Un romanticismo angustioso y cochambroso. Una tristeza enardecida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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21 de enero de 2016
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué se puede esperar de la fusión de un director, Agustí Villaronga, especializado en mundos sórdidos con un escritor, Pedro Juan Gutiérrez, especializado en mundos sórdidos. Exacto, una película sórdida rellena de litros y litros de esperma, sudor y flujos arrojados a palazos sobre una audiencia que, quizás, esperaba una historia realista sobre la triste situación cubana en los años noventa y que se encuentra con las aventuras de un ser miserable (en todos los sentidos) del que todo el mundo se enamora sin saber por qué. Las interpretaciones son, también, de pesadilla, empezando por el protagonista y sus existencialistas dudas sobre qué gesto poner mientras oye frases, y acabando con la muy premiada Yordanka Ariosa y sus gritos. Se salva Héctor Medina, en el único papel algo comprensible de la cinta. Por lo menos no hay niños, como en las anteriores películas del director. O casi.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ojka
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