Vivir es lo que importa

Contentos y agradecidos deben estar los médicos por el homenaje que les rinde el excelente realizador Phil Karlson, aunque quizás eran otros tiempos y los profesionales de la medicina eran todavía humanos y bondadosos y no eramos para ellos un número molesto y rutinario como lo somos en la actualidad. Ya sabemos que excepciones haylas, pero cada vez menos.
Phil Karlson, un maestro olvidado del cine negro, nos muestra médicos abnegados, trabajadores compulsivos, bondadosos y, lo que es mejor y más de agradecer, con tacto y delicadeza a la hora de hablar con los pacientes. Todo ello envuelto en un notable juego de luces y sombras (característico del cine negro), magníficos primeros planos, una puesta en escena admirablemente austera y una impecable firmeza narrativa. La secuencia de la operación del pequeñín es admirable y prodigiosa y, como decía antes, de una austeridad encomiable (los pocos utensilios parecen de juguete, una sábana y el sufrimiento o alegría en los ojos de los médicos y enfermeras).
En cuanto a las interpretaciones, Fredric March, colosal, como casi siempre; Ina Balin muy bien, sobre todo en las escenas dramáticas y, Ben Gazzara, correcto, aunque le falta carisma.

Muy digna película que pasa totalmente desapercibida como lo prueba el que en este sitio carece de puntuaciones y de críticas. Pelicula muy eficiente puesto que con un bajo presupuesto desarrolla impecablemente, en 1960, el tema de los errores médicos sin dramatismos ni maniqueismos, puesto que los causantes y los pacientes de los mismos son médicos o allegados a médicos. Sobre los aspectos técnicos no suelo hablar, pero creo son relevantes las actuaciones de los actores principales, la sobriedad general y el correcto asesoramiento médico-técnico, esto último no muy frecuente en la filmografía médica. Recomiendo su visión.

Para los que no tengamos ni idea de estas cosas no está nada mal ver desde dónde enfocan el asunto en este drama médico. La trama transcurre en el laboratorio de patología de un hospital y ( esto sí que me ha chocado) todas las relaciones y conflictos están protagonizados por el propio personal del hospital ya sea como profesionales del sector o para transformarse en pacientes en un momento dado.
Fredric March, es el jefe del laboratorio. Toda una institución allí y muy respetado. Acuciado por mil responsabilidades y acostumbrado a echar las broncas a los demás por sus errores y a echar balones fuera cuando comete los suyos.
Le va a sentar como una patada en el culo cuando tenga que recibir al nuevo ayudante ( Ben Gazzara) que le han enviado, cuando él simplemente había solicitado técnicos, en lo que va a interpretar como un cuestionamiento a su veteranía y viejos métodos. Por otra parte, el nuevo ayudante, está imbuido de la ilusión y el idealismo de la juventud, lleno de nuevas ideas y nuevos aires con lo que el choque será inevitable.
Otras pequeñas subtramas apoyan el conflicto principal. Un médico interno y su joven esposa embarazada ilustrarán las consecuencias de las negligencias médicas ya sea por dejadez o por arrogancia. Una pequeña historia de amor protagonizará la importancia y la prioridad de la vida en las batallas médicas que se libran a diario.
Los diálogos son muy buenos e ilustran muy bien el funcionamiento de todo este laboratorio. Pero la cinta resulta al fin excesivamente discursiva. Yo he echado de menos más dinámica y movimiento, más aire, más emoción y drama ( a pesar del niño). La cinta es interesante porque trata una trama interesante pero planea de una manera muy estática en mi opinión. Aún y todo engancha claro. Estos temas siempre enganchan.

Interesante film de ambientación médica donde ya aparece la lucha de la sanidad pública contra los recortes presupuestarios de los políticos que la asfixian. En una escena, cuando el joven médico recién llegado, lleno de humanidad y buenas ideas, pretende hacer un gasto necesario de quince dólares para sencillas pruebas que pueden salvar vidas, el médico veterano a cargo (muy buen papel de Fredric March), endurecido por los años y harto ya de pelearse con el director, la junta de administración y los políticos encima de ellos que sólo piensan en recortar, le dice algo como que si cree que está en la Clínica Mayo (clínica privada cara). Buenas interpretaciones también de Ben Gazzara (joven aquí) y de los demás. Con la sobriedad narrativa que tenían los maestros de antes, y con bastante poco, pero con las pequeñas subtramas y los elementos necesarios para mantener la tensión, la película se sigue perfectamente y es de agradable visionado.