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Milagro en Milán

Comedia. Drama. Fantástico Totó es un bondadoso huérfano que vive, igual que otros muchos desharrapados, en un mísero barrio de chabolas en las afueras de Milán. Cuando en los terrenos donde viven se descubre petróleo, Totó, tan ingenuo como bienintencionado, decide enfrentarse al poderoso señor Mobbi, el dueño del suelo. Aunque contiene elementos fantásticos, constituye con "Ladrón de bicicletas" y "Umberto D." la gran trilogía neorrealista de De Sica. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 47
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8
29 de junio de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Érase una vez un reino, un mundo, en el que decir buenos días podía significar muchas más cosas (y mucho más retorcidas) que simplemente buenos días. A ese mundo, en concreto en Milán, sale Totó (Francesco Golisano), un chico de dieciocho años que abandona el orfanato para enfrentarse a la hostil realidad, esa que responde con el gesto ceñudo y la pregunta recelosa a su sonriente buenos días, ya que un buenos días no puede ser un mero amable buenos días sino que debe disponer de ocultas intenciones. Pero Totó porta su sonrisa como si fuera la espada de un caballero, o como el bastón de Charlot, por lo que no logran que la envaine y la oculte en el granito de la expresión hosca y susceptible. Era manifiesta la afinidad de Vittorio De Sica con el cine de Charles Chaplin. Golisano podría verse como una réplica de Charles Chaplin, sin los rasgos caracterizadores de Charlot, la peluca negra, el bigote o el bombín. De Sica y Chaplin exploraron, reflejaron, las precarias corrientes de la vida, en las oscuridades de la indigencia, con el exuberante trampolín del humor y la delicadeza de la cálida ternura. El chico (1921) resonaba en la raíz de las imágenes de El ladrón de bicicletas (1948), e incluso en Umberto D (1951). Pero las sombras de ambas se hacían más manifiestamente afiladas, desgarro que abocaba a la intemperie, mientras que se propulsan, cuál fábula insurgente, más exultantes en Milagro en Milán (Miraccolo en Milan, 1951), escrita por De Sica con Cesare Zavattini (adaptando la novela de éste, Toto il buono) y con la colaboración de Suso Cecchi D'Amico, Mario Chiari y Adolfo Francique. El escueto prólogo, que relata cómo la abuela Lolotta (Emma Gramatica) encuentra el bebé abandonado, Totó, entre las verduras y su huerta, y el cultivo de la mirada asombrada, lúdica, como educación, hasta su muerte, lo que supone el ingreso de Totó en el orfanato (una elipsis temporal lo mostrará cuando sale años después), pareciera extraído de una de las obras de Charles Chaplin en su musical hilvanación a través de gestos y acciones.

Tras un acto de generosidad, dar su pequeño maletín a quien se lo había robado, este le invita a su chamizo en un arrabal de chabolas en las afueras de Milán, en donde sus habitantes corren de rayo de sol a rayo de sol para poder recibir un poco de calor. Totó se convertirá en su rayo de luz, aquel que sabe encontrar una puerta en la intemperie, que no es solo una puerta sino un universo, en el que jugar, con el que logre rescatar la sonrisa a una niña. Totó es aquel que disfruta con la visión de la luna en el firmamento porque no es alguien que se encoge en sus carencias. Es su resistencia combativa, la que se enfrenta al desánimo, como hace con aquel que, ya desesperado, intenta colocarse, porque se aburre, delante de un tren (desde donde, unas secuencias antes, les miran como criaturas de otro universo, y de bajo rango, en las que no vale la pena ni desperdiciar su mirada). Totó es aquel que usa su sonrisa como paraguas cuando llueve, antes de lo que dijera David Lynch en Twin Peaks. Por eso, será la inspiración fundamental para establecer una convivencia armónica. Su integridad y generosidad es la de ciertos personajes del cine de Frank Capra, y como aquellos se enfrentará a la codicia empresarial, aquella que pretende expulsarles para hacer negocio con el terreno comprado. El capitoste nuevo dueño del suelo puede hermanarse, en estirpe dickensiana, con alguno de los empresarios de Capra, cine con el que también se pueden establecerse otros vínculos: incluida, esa vena sentimental que hay quienes desprecian añadiendo el ‘ismo’, como si cortocircuitara la lúcida aspereza crítica.
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Totó, en especial, será la luz que impedirá con lo insólito que les expulsen cuando les instan a que abandonen el terreno tras que se descubra que se puede extraer petróleo. Primero serán sus ocurrencias las que servirán para resistir el asedio de la policía, como unos paraguas servirán para protegerse del agua de sus mangueras. Pero el ingenio y la solidaridad no serán suficientes, por lo menos en el reino de esta realidad, insensible a la suerte de los más desfavorecidos, y sí al cultivo de la depredación en mor del enriquecimiento. Para que eso sea posible será necesario un toque mágico, una paloma que el fantasma angélico de Lolotta le proporciona a Totó el poder de hacer cumplir todos los deseos de los que habitan esos arrabales. O para lograr que la cortina de humo que ha creado los gases que han lanzado la policía se disipe. Pero lo mágico no es de este mundo. No es en este reino, en esta realidad, donde podría concluir con éxito su resistencia. En Milagro en Milán estamos en el territorio del Érase una vez y Colorín colorado, en donde los milagros sí son posibles, en donde las estatuas reviven y los fantasmas angélicos no respetan el tráfico de la realidad (y de lo verosímil). Milagro en Milán es una puerta abierta a lo posible en una intemperie que hiela el aliento. Por eso, los indigentes, los pobres, como los brujos o las brujas, también saben usar escobas voladoras que les lleve a una realidad, a un reino, donde decir buenos días signifique eso, buenos días.

Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
7
9 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Vittorio de Sica mejora mucho su planteamiento depresivo y deprimente de su anterior Ladrón de bicicletas para llevarnos a un mundo tan mágico y optimista como lelo.

La fotografía, montaje, escenarios y dirección de actores son tan excepcionales que, a ratos, y a condición de que uno apague el hemisferio izquierdo del cerebro, transmiten una belleza de igual nivel.

Fluye mucho mejor la primera parte de la película, durante la construcción del protagonista, en la que el lenguaje de cine mudo está más justificado, que cuando el poblado se levanta y entra en escena la turba de pobres hambrientos y ruidosos.
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El problema es que el guión (de nuevo con el comunista Zavattini) cae en la falsa dicotomía marxista de ricos malos contra pobres buenos, llevándola a extremos ridículos: un poblado chabolista de vagos sin oficio todos buena gente con un mesías visitado por su abuela desde el cielo enfrentado a una especie de oligarcas cavernícolas materialistas sin corazón.

Cabría esperar que, al final, cuando los pobres pueden pedir lo que quieran y caen en una espiral materialista, su mesías ponga un poco de cordura, pero él tampoco parece darse cuenta y siguen pidiendo y pidiendo todos hasta pedir súper poderes y salir volando.
8
30 de octubre de 2006
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente es una película tremenda, indeleble y de pesadilla. Si, de pesadilla, esos especímenes marginales, empezando por ese pseudohombrecillo Totó, esas chabolas, esa imagen en que el SOL acaricia durante unos instantes a esos macilentos y desharrapados seres. Es tan horrible que impacta y no se olvida. Y por ello es buena, gustará o no, pero no deja indiferente. Es casi hasta morbosa.
8
28 de febrero de 2018 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una clara prueba
De lo que influye en una persona
Toda esa rica y cultural caterva
Que en ocasiones no se valora.

La vi por primera vez
Hace justo seis años
O mi memoria es de pez
O no entendí su tamaño.

Hoy la he disfrutado mucho más
Eso sí, con una épica restauración
Que hace su visión especial
Delicada y directa al corazón.

Los planos son cuadros
Aprovechando el clima
Así como contraplanos
Y demás cosas divinas.

Hay mucha dureza
Desde el inicio
Aventurando tristeza
Maquillada con designio.

El pequeño Totó
Al féretro pegado
Con aquel ladrón
Banalmente agazapado.

Luego, la lucha por los rayos de Sol
Hacen que veamos el trato exquisito
Que se tiene de la pobreza y el dolor
Con mucha dignidad y honor adscritos.

Hay una crítica feroz
Al capitalismo atroz
Que no entendía
De debilidad hastía.

Hipocresía que deniego
Vestida con falso descaro
Sombreros de copa negros
Abrigos de astracán caros.

Y cómo no, el amor
Auspiciado con decoro
Por ese chico de color
Y su bella gurisa de oro.

Ambos piden ser como el otro
En un momento mágico para mí
Que me hizo pensar en el aborto
De mi locura por este supino film.

Quizá sobre la egoísta parte final
Donde el ser humano decrépito
Saca a enaltecer de forma banal
Su egoísmo fétido tan estrépito.

Solo para concluir
Quisiera sutilmente
Permitirme incluir
Una luz de mi mente.

Película pura Capriana
En plena Caza de Brujas
Que hicieron malvada
Esta sobredosis de burbujas.

Solo los italianos supieron captar
La cruda y paradójica realidad
Que en Europa asolaba sin piedad
A las personas que ansiaban paz
Una cabaña para dormitar
Y pan para a sus hijos alimentar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
LA BELLEZA DE LA POBREZA (NOTA:5)
22 de febrero de 2012

4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una obra deliciosa, como un dulzón sorbito de almíbar, que entra en lo más profundo de nuestra sensibilidad, al ver las buenas obras que es capaz de hacer un ser tan sencillo y humilde. Pero se pasa un poco. Tanta generosidad no es posible.

Se trata más de una comedia que de un drama. Es lo que la diferencia de otras obras del neorrealismo vistas por un servidor.

Tiene muchos pequeños detalles visuales muy realistas, que definen la situación de aquella Italia.
:
Resulta fantástica la narración visual de las desgracias que les ocurrieron a los italianos en aquella época.

Muy bueno el gag del agua.

Estremecedor lo del sol, impresionante.

Cuando el mendigo le invita a su casa, y resulta ser un descampado, bajo un metal.
10
17 de febrero de 2007
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi está película siendo bastante crío.

Aunque me apetece mucho, creo que no volveré a verla para no empañar la indescriptible sensación que dejó en mi recuerdo.

Aunque el listón está muy arriba, supera en magia y vitalismo al "Qué bello es vivir" de Capra.
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