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Cero en conductaMediometraje

Drama. Comedia Obra maestra donde Jean Vigo (muerto a los 29 años con tan sólo cuatro películas en su haber) retrata sus recuerdos infantiles a través de la historia de cuatro jóvenes estudiantes franceses que, sujetos a un estricto régimen escolar, deciden rebelarse contra la institución. Filme prohibido en Francia en su estreno por su presunto mensaje antipatriótico. (FILMAFFINITY)
Críticas 39
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7
1 de diciembre de 2016 Sé el primero en valorar esta crítica
Las vacaciones escolares han terminado y los estudiantes deben volver a las instituciones, el film se centra en una de estas, un internado que más pareciera una cárcel donde todo resulta ser muy estricto y los castigos son cosa de todos los días, básicamente, donde a estos niños y niñas no se les permite ser tales.

Tercer película del realizador Jean Vigo, la primera abordada completamente desde la ficción, un mediometraje de 42 minutos que cuenta con un guion propio en base a algunas experiencias de esa etapa de su vida. Crítico del sistema social de su país natal, fue por antonomasia también un crítico del sistema educativo.

La obra se centra en cuatro de los estudiantes de este instituto, esos afamados diablos que reza su título, que no son más que simples chicos de su edad. Los cuáles ante la represión que sufren, la cual es constante, desde el amanecer hasta el anochecer, deciden llevar a cabo una revolución buscando libertad, así como la que se buscó en 1789 en este país europeo.

Es más que evidente el aire a cine mudo que tiene Zéro de conduite, en muchas de sus secuencias e incluso gágs incluidos, más aún el homenaje a Charles Chaplin. Es una oda a la libertad donde Vigo vuelve a mostrar su virtuosismo, tanto detrás de cámaras en la utilización de distintos recursos, así como dentro del argumento de lo que cuenta, un joven irreverente.
7
10 de marzo de 2019 Sé el primero en valorar esta crítica
Los franceses tienen una curiosa afición a las recreaciones, estilizadas y más bien poco complacientes, de sus años escolares. Para muestra, la serie de novelas infantiles —en absoluto estúpidas, todo lo contrario— protagonizadas por “el pequeño Nicolás”, o la icónica “Los 400 golpes” (“Les 400 coups”, 1959). Influencia capital en la opera prima de Truffaut, en ocasiones incluso plano por plano, es la cinta que nos ocupa.
Con sólo cuatro títulos en su haber —la tuberculosis lo mató a los veintinueve años— y en su día abonado al fracaso comercial y de la crítica —demoleadora prueba de la cortedad de miras de unos y otros—, los hallazgos de Jean Vigo no tardaron en marcar a los cineastas de su misma generación —Renoir, Carné, Clair, etc.—, conformando el movimiento dado en llamar “naturalismo poético”, y a los de la siguiente, la célebre, sísmica “nouvelle vague”.
Abucheado en su estreno y prohibido hasta 1946, el mediometraje “Cero en conducta” es, sin duda, su film más personal. Vigo toma recuerdos de su infancia y los trenza con feroz voluntad reprobatoria —al ineficaz y corrupto sistema educativo de su tiempo— y radical modernidad formal, esto último hasta tal punto que, a primera vista, la datación de la película se hace difícil. La de la juventud eterna constituye, de hecho, una característica común a todas sus obras, ninguna aparenta los casi noventa años que figuran en sus respectivas partidas de nacimiento.
En los cuarenta minutos de “Cero en conducta” encontramos juguetones trucajes al estilo de Mèlies, un homenaje a Chaplin y un claustro de profesores que, por una parte, parece sacado de “La parada de los monstruos” (“Freaks”, 1932) y, por otra, anticipa algunas fisonomías típicas de Fellini. Culmina la orgía cinematográfica la antológica escena de la batalla de almohadas que desencadena la “revolución”. A cámara lenta y con la música reproducida al revés, supone una síntesis perfecta de los postulados éticos y estéticos de su autor: lirismo y vanguardia a partes iguales, un humanismo doliente no exento de mordacidad, dedo en la llaga de los absurdos e injusticias de la sociedad de entreguerras.
7
8 de agosto de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Los Franceses estuvieron en el bando ganador, aunque quedaron muy afectados. Millones de muertos, heridos, fue el país con más cadáveres.
El auge del nazismo, Hitler, usurpó el poder un 30 enero de 1933. Y qué quiero decir con éste somero apunte histórico.
Francia había salido de la gran guerra, digamos victoriosa, aunque tocadísima.
Se cocinaban los gérmenes del nazismo. Pues que Vigo, realizo algo interesante.
En un momento histórico muy complicado, pero eso de obra maestra y cosas por el estilo, me parecen excesivas, tanto en su época, como ahora.

Al final creo que el contenido cae en lo maníqueo, hasta hacer el ridículo en algún momento.
Hasta el final, es la misma línea narrativa. Los gamberretes de los alumnos y la rancia, ramplona manera de educar.
Eso sí, el mediometraje tiene sus momentos.

Parte de una idea harta simplista que no desarrolla, desde el principio hasta el final.
Pero claro después de unos 40 minutos de ver lo mismo plano tras plano, te ríes un poco.
El director es un enano grotesco. Algunos planos muy cuidada la puesta en escena.
Tiene cierto ritmo aunque repita lo mismo una y otra vez.

La película tuvo un exiguo presupuesto. Vigo tenía unos 27 años. Todo suma y resta.
La temática cansina, pero claro, es Vigo, que la palmó con 29 y tenía talento, una lástima.
Pero no me termina de llegar la farsa bufa, que nos cuenta. La vi, hace años y me decepcionó.
Ahora la asimilo mejor. En aquellos años la vendían como la obra anarquista del enfant terrible y malogrado del cine Francés.
Hoy un poco también, pues no la vendáis y menos los críticos rancios que vais de mega profesionales.
Qué muchos lo que hacéis es vender, o defenestrar películas según el día que tengáis o el peculio que os pasen. Así que a disfrutarla y dejarse llevar.

Cada uno tiene su visión y la crítica, sobre todo la estándar, la establecida, maneja y funciona con unos cliches penosos, manidos y llorones, algunos, claro, no me malinterpretéis y si lo hacéis, pues mejor que mejor.

Eso es lo que más me gusta de está página, hay mucha gente que escribe y desarrolla de manera interesante, aguda y matizada.
Y también los que llevan escribiendo sobre cine toda su vida, me ahorraré los nombres, Todos los conocéis, y no han sido capaces ni de rodar un corto de 8 minutos en su puñetera vida, y luego van en plan Salomónico.
Cómo si tuvieran la varita de la verdad, cuándo usan criterios del medievo. Y dicha esta sarta de improperios, ya vale por hoy.

Mencionaré que el "Atalante" de Vigo es una gozada romántica.
Me encanta que los propios franceses la prohibieran por herir sus chauvinistas sentimientos patrióticos, me resulta divertido, aunque eso sirvió para venderla aún mejor. 'Cero en conducta'. Claro está.
10
21 de abril de 2023 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
106/19(19/04/23) Con motivo del 90 aniversario del estreno (09/04/1933) de este mediometraje de culto he subsanado una de mis lagunas cinéfilas al verlo, y encontrándome todo un soplo de aire fresco sensacional, todo un tsunami de ideas solaces en pos de una idea revolucionaria contra un sistema opresor, aquí representado en una residencia escolar. Escrita y dirigida por el (maldito) Jean Vigo con 27 años, hombre con una vida corta y turbulenta, murió en 1934 a la edad de 29 años de tuberculosis. Hijo de padre anarquista, muerto por estrangulamiento en prisión cuando él contaba apenas doce años, Vigo tuvo que pasar por varias escuelas del Estado donde sufrió toda clase de vejámenes y se enfermó de tuberculosis. Esto lo marcaría para siempre, y por eso, su cine se manifiesta contra el sistema, contra la cultura dominante, contra el pudor… y contra la falta de libertad.

Comienza con el fin de las vacaciones de los chicos y la vuelta a clases, lo que de hecho significa retornar a un internado de escolaridad primaria controlado por un enano Director (Jules Sirveaux alias Delphin) que suele ahogarse en su retórica autocondescendiente, Supervisor General (Du Verron) que gusta de toquetear y robar las pertenencias de los pequeños y distintas figuras patéticas adicionales de autoridad que van desde “amargos sin remedio” como el Supervisor (Robert le Flon) y el Prefecto (Louis de Gonzague) hasta un Profesor (Léon Larive) que coquetea con la pedofilia en relación a sus estudiantes. La trama sigue el derrotero de un grupo de niños, inicialmente compuesto por Colin (Gilbert Pruchon), Caussat (Louis Lefebvre) y Bruel (Constantin Goldstein-Kehler) y luego ampliándose con la incorporación de Tabard (Gérard de Bédarieux), con motivo de un plan en conjunto para sabotear el llamado “Día de la Conmemoración”, una celebración muy pomposa del colegio, y de su amistad con el único docente afable del establecimiento, el Profesor/ Cuidador Huguet (Jean Dasté), nuevo maestro de los niños que incluso llegó con ellos en el ferrocarril y comparte sus ansias lúdicas todo terreno, circunstancia que puede verse cuando juega con ellos en los recreos, cuando hace una parada de manos en el aula o cuando imita al querido Vagabundo, el personaje emblema de Charles Chaplin.

El realizador se basa en experiencias propias para desarrollar una fulgente comedia, rebosante de imaginación puesta al servicio del humor con mensaje. Película fue rodada en 1932 por Jean Vigo en el colegio de Saint-Cloud donde él mismo pasó parte de su formación. La institución escolar se presenta represiva y cerrada. La película fue calificada de “anti-francesa” y, bajo la presión y la amenaza de represalias de los padres de familia organizados, considerado un panfleto libertario violento, la obra estuvo prohibida por la censura, sólo obtuvo su visa de funcionamiento en 1945, después de la Liberación. Es la primera película francesa prohibida oficialmente por la censura francesa. Tercera película del realizador Jean Vigo, la primera abordada completamente desde la ficción, mediometraje de 42 minutos. Crítico del sistema social de su país natal, fue también crítico del sistema educativo. Para ello Vigo empodera a los niños y se ridiculiza la autoridad, ejemplo notorio de ello es poner de figura del director a un enano (Delphin Sirvaux adornado con barba, que guarda su sombrero bajo una urna, y se ve a sí mismo como apuesto hombre en su falso reflejo en un espejo; el actor enano, aunque no lo parezca tenía 50 años en su interpretación) y con voz de pito. Siendo una formidable carta de amor a la Inocencia de la Niñez, una oda a la Libertad, un grito a favor de las Revoluciones contra las dictaduras, un misil contra la hipocresía (ese chusco profesor "Cornacchia" que roba los pasteles de los niños, que luego recibirá su castigo), y el papanatismo de los que se creen con derecho a adoctrinarte. De esos films que te transportan en la máquina del tiempo a nuestra niñez, sintiéndonos seguramente nostálgicos al vernos reflejados en muchas de las situaciones.

La obra se centra en cuatro de los estudiantes de este internado, esos afamados diablos que reza su título, que no son más que simples chicos de su edad. Las vacaciones escolares han terminado y los estudiantes deben volver a las instituciones, el film se centra en una de estas, internado reflejado como una cárcel donde todo es estricto y los castigos son constantes, básicamente, a estos niños y niñas no se les permite ser tales. Los cuáles ante la represión que sufren, deciden llevar a cabo una revolución buscando libertad, así como la que se buscó en 1789 en este país europeo.

Vigo proyecta con vigor (valga la redundancia) la magia de la niñez, epítome antológico es la batalla de almohadas, con las plumas lloviendo por todos lados, los niños pegando saltos y volteretas (ese niño que deja al aire sus vergüenzas en un salto sobre una silla que es izado por los compañeros), con la bandera pirata de por medio, y ello filmado en potenciador anímico de cámara lenta, coronado por música celestial, Sublime-Magno-Homérico, donde las palabras no pueden definir. Con el epílogo del ‘aprisionamiento’ a la cama del profesor en vertical.

Todo ello Vigo lo despliega con una vis cómica fascinante, todo un tsunami de registros humorísticos, desde el slapstick, el surrealismo (el dibujo que toma vida), el mordaz, el absurdo (el reflejo del espejo que tiene vida propia), el juego de edición (el niño haciendo un truco de magia, la pelota que desaparece), y siempre con un halo de lirismo que cala en el espectador (ósea, yo), juegos de cámara en slow para enfatizar situaciones (la batalla de almohadas), con incluso sentido homenaje al genio del cine mudo Charles Chaplin (el profesor bueno lo imita de forma maravillosa),... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… esto tiene como derivada que el director mantiene su cinta con un clima muy de cine silente, pues realmente todo se podría contar sin palabras, excepto el atronador ‘A la mierda!’ de la niña, esto último ejemplo de la transgresión y la modernez del film, exponiendo sutilmente los abusos sexuales (pederastia) en estas instituciones. Por cierto, este ‘A la mierda’, en la traducción al francés es un anagrama del nombre adoptado por el padre de Jean Vigo, Miguel Almereyda, nombre real Eugeni Bonaventura de Vigo y Sallés, provenía de una familia catalana.

Tiene un comienzo que pone en valor la alegría vitalista de los niños, para luego poner el contraste en esta residencia rígida. Vemos el tren que transporta a dos infantes tras las vacaciones al colegio, asistimos a sus travesuras, sus juegos, sus picardías con esos globos que claramente juegan a ser pechos que tocan con lujuria, y en el culmen se ponen a fumar puros. Y una vez llegados a la estación hace acto de presencia la marcialidad del colegio, allí los alinean cual si estuvieran en un ejército. En el dormitorio comunal vemos los castigos a tres de los protagonistas (Caussat, Colin y Bruel), de pie frente a la cama del supervisor mientras este duerme entre cortinas. Y por la mañana otra vez al levantarse la marcialidad militar. Y llegados al recreo, cual, si fuera la hora de salir al patio de los presos, protegidos por uno de los guardias que empatiza con ellos en forma de un joven profesor, allí comienzan los planes de su revuelta revolucionaria contestaria, donde incluso comentan sobre los chivatos (cual antecedente de lo que será la resistencia francesa a los nazis). Pero las travesuras continúan, con niños fumando en los retretes, a uno de ellos lo hacen salir con el culo en pompa (¿?).

Tiene el buen gusto Vigo de no mostrar a los profesores/autoridades como algo monolítico y hacernos ver que siempre hay gente buena en todas partes. En este caso el nuevo profesor Huguet, un jovial tipo despliega simpatía y encanto con sus bromas (hacer de Chaplin), haciendo acrobacias, como es cuando hace el pino andando sobre las manos, sube de esta guisa a la mesa, y llega a hacer un dibujo que de forma brillante toma vida (jocosamente es un bañista en bañador que se transforma en Napoleón. Sacrilegio!). Como excelente es la salida al exterior regida por Huguet, donde los niños se disgregan sin que el se de cuenta y vuelven a unirse sin que el se percate, acaban persoiguiendo a una bonita chica, que tras una esquina se transforma en un sacerdote, dardo contra la Iglesia y su represión sexual (Homérico!).

Maravilloso el tempo del film, como en tan poco tiempo Vigo es capaz de gradualmente ir creando un crescendo dramático en base a pequeñas tropelías sufridas por los niños, desde los castigos injustos, las rebeliones por mala comida, la represión en los dormitorios, el atisbo de abusos carnales, como van conformando los niños su núcleo duro buscando a los que odien más los maestros (admiten a uno en el grupo pues "de verdad él odia a los profesores también"), todo ello para en el clímax explotar en la Apoteosis. La revuelta ante las fuerzas vivas de las autoridades en Día de la Conmemoración, representadas en el director de la residencia un tipo ataviado pomposamente de militar e incluso (no podía faltar) un cura como reflejo de la Iglesia. El grupo de rebeldes atrincherados en los techos del internado sabotean los actos tirando de todo desde lo alto, haciendo que los gerifaltes se tengan que refugiar en la buhardilla, los ‘revolucionarios’ ondean la bandera pirata, el jolgorio lo inunda todo, y el ‘infiltrado’ Huguet lo celebra brazos en alto. Acabando con un contrapicado de los cuatro líderes niños ascendiendo por el tejado mient4ras saludan eufóricos a su correligionarios. Han derrocado a los Tiranos!

Obra Maestra a reivindicar. Gloria Ucrania!!!

Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2023/04/cero-en-conducta.html
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