Un holograma para el rey
2016 

5.6
5,101
5 de noviembre de 2016
5 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una copia de Lost in traslation, pero sin acercarse a su magia.
Por esta cuestión y algún destello lejano en la película, en mi opinión, sólo merece el 5
Por esta cuestión y algún destello lejano en la película, en mi opinión, sólo merece el 5
19 de mayo de 2020
19 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi al principio, como al final de Náufrago, como el Roger Thornhill que espera a Kaplan junto a los maizales, está Tom Hanks en una encrucijada de caminos.
Pionero en una ciudad emergente, Alan Clay, de la compañía Relyand, lucha por mantenerse a flote entre camellos y dunas, mientras espera a un improbable rey a quien va a procurar un sofisticado servicio de telecomunicaciones.
Una de las diferencias de ESPERANDO AL REY con Lost in translation tiene nombre y apellido; y es el nombre y apellido de un actor californiano que suele mejorar lo que le rodea. Aunque no sepa desempeñarse en las escenas de amor, o de besos, sólo Tom Hanks es capaz de conseguir que el fútil ejercicio de barrer la arena del desierto suene como la Primavera de Vivaldi. Fuera de su jaima, como a ambos lados de la carretera que une el hotel de ESPERANDO AL REY con ese punto perdido sin wifi ni comida, nada más que hay polvo y aire.
Pionero en una ciudad emergente, Alan Clay, de la compañía Relyand, lucha por mantenerse a flote entre camellos y dunas, mientras espera a un improbable rey a quien va a procurar un sofisticado servicio de telecomunicaciones.
Una de las diferencias de ESPERANDO AL REY con Lost in translation tiene nombre y apellido; y es el nombre y apellido de un actor californiano que suele mejorar lo que le rodea. Aunque no sepa desempeñarse en las escenas de amor, o de besos, sólo Tom Hanks es capaz de conseguir que el fútil ejercicio de barrer la arena del desierto suene como la Primavera de Vivaldi. Fuera de su jaima, como a ambos lados de la carretera que une el hotel de ESPERANDO AL REY con ese punto perdido sin wifi ni comida, nada más que hay polvo y aire.
29 de octubre de 2017
29 de octubre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ví el trailer de la película "Esperando Al Rey" y esperaba que fuera mala pero ví la película "Esperando Al Rey" y tiene ciencia ficción.
Es un drama con toques de humor. La actuación de Tom Hanks es excelente.
La película no es tan mala y me pareció excelente por el drama.
Los efectos especiales son geniales y es una película alemana.
Es un drama con toques de humor. La actuación de Tom Hanks es excelente.
La película no es tan mala y me pareció excelente por el drama.
Los efectos especiales son geniales y es una película alemana.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena donde Tom Hanks se cae y el comienzo es gracioso.
Lo mejor: Las actuaciones de Tom Hanks, el drama con toques de humor, la ciencia ficción, los efectos especiales, el guión y la película.
Lo peor: Nada.
Lo mejor: Las actuaciones de Tom Hanks, el drama con toques de humor, la ciencia ficción, los efectos especiales, el guión y la película.
Lo peor: Nada.
26 de enero de 2018
26 de enero de 2018
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película, una para guardar en nuestras bibliotecas, un personaje agobiado que debe afrontar nuevas vivencias que rompen con su esquema cultural; es una experiencia muy reconfortante para el espectador, es muy cotidiano todo, la película la podrían haber hecho en cualquier locación del mundo; ningún individuo o nación son inherentes a toda esa idea que se nos presenta en el film; tengo que confesar que acostumbrado al cine contemporáneo me quede toda la película esperando algo oculto en la trama pero sin duda una que otra vez me arranco una sonrisa y por momentos me olvidaba de la esperada sorpresa. Recomiendo esta película aquellos cineasta que deseen redescubrirse un una contemporaneidad que cada vez se vuelve más compleja. Gracias a todas aquellas personas que hicieron posible la realización de esta pieza. Sld Arq. Odeney Redondo
4 de agosto de 2016
4 de agosto de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agotado alquimista, que halla inesperadamente su camino.
Tom Hanks vuelve a la sala de espera, pero no de un aeropuerto que quiere librarse de él por ser una incómoda molestia, sino de una tierra bella y abrasadora que posee su propio ritmo exasperante, de respiración lenta y eterna, y de engaños continuos en una doble apuesta donde el tiempo se aminora para rendir pleitesía a un ilustre sol, que la baña sin piedad ni cortesía, al igual que esos mandatarios que dictan un quehacer lánguido y farsante, que tanto desespera al protagonista, y que tan perfeccionado tienen los mismos, pues es su seña de identidad y forma de vida no admitida.
Pero he aquí un frenético norteamericano, todo ansiedad y preocupación, andando de aquí para allá, con torpes prisas y mucho enfado mal encarado, pues el acierto es dejar que el destino y la casualidad se pongan de acuerdo para encontrarle; ¡no corras!, ¡de nada servirá!, sería un buen consejo de los nómadas del lugar, pero él ¡erre que erre!, en su manifiesto empeño.
Y es que tiene una importante cita con el rey del Arabia Saudita, una majestad esquiva a quien desea rendir reverencia y con quien intenta hacer negocios, pero ¡no hay manera!; como gato a por su esquiva presa anda, pregunta y recorre, y nunca le alcanza, el pillo siempre por adelantado ¡se ha ido!
¿Será personal y en realidad no quiere verle?, ¿será una prueba para conocer su insistencia? hasta que por fin entiende y acepta el regalo que le ofrece la vida, esa segunda oportunidad placentera de descubrir nuevos tesoros y costumbres, ese apreciar y sentir estar en un sitio, no simplemente transcurrir por el mismo.
O no, y todo es una tomadura de pelo y tiempo, encerrona desértica de incomprensión, harta arena y respuestas enigmática, pero muy educadas, que no llevan a ninguna parte..., o, puede que ni una ni otra, y se opte por un acuerdo dulce, de encantadora fábula, de un poco de ambas.
Juega con las diferencias culturales en un intento provocativo de ser gracioso y simpático, aunque sus protocolos burocráticos de procedimiento no siempre cumplen dicha función, con sabiduría enérgica de resultado óptimo; llegado el momento se sufre un desgaste y un distanciamiento, que llega hasta el punto de dar igual el desequilibrio emocional del protagonista y su búsqueda ansiosa del rey desaparecido, ya has desconectado en gran parte.
Busca conmover de forma acogedora, que toda la ineptitud frustrante se vuelva orientación de preferencias, donde la respiración, fuerza y calma lideren de nuevo su existencia, pero su beatitud no es suficiente para acogerla con preferencia de estima, sólo con una complacencia estándar; “tiene que haber tiempo”, usado para ese trasvase, de una situación forzada a otra voluntaria, inesperadamente surgida, de la metrópolis del rey de economía y comercio a la intimidad de un hogar, mientras se asombra de una realidad curiosa de presenciar, pero a la que le falta carácter y empuje.
Tom sabe gustar a la audiencia, hacerse un hueco en sus corazones para que terminen queriéndole, haga lo que haga; abrazado por una fotografía calurosa y espléndida no deseas admitir que cansa y lentamente desinteresa, cierto que enternece y que realza la visión esa tendencia al optimismo final y al encaje positivo de todas las piezas, pero no cubre el retroceso previo; no se pide que sufra, es un buen hombre haciendo lo que puede, la mayoría mal pero, hay justicia divina, si eres honesto y persistente, la recompensa llega en forma de salida satisfactoria y relajada, que el protagonista disfruta mucho más que la concurrencia.
Basado en novela del género cómico, vende un agradable pasatiempo sobre la mezcolanza de dos mundos diferentes; “donde vayas, haz lo que vieres”, sólo que impacienta ver un submundo, dentro de otro, rodeado por capaz de rigidez, apariencia y falsedad cortés, al tiempo que grosera.
“Bonito nombre ¿de dónde eres?”, contestar es entrar en el juego, aunque sea únicamente como marioneta de anzuelo; la partida es amable y bonachona, que no fructífera y estimulante; cálida, pierde la atención del espectador constantemente, pues se conforma con tener red a momento esporádicos, sin alcanzar una banda ancha, de suministro seguro y cualitativo; su piedra filosofal no seduce ni hipnotiza.
Beneplácita recreación que ameniza tenuemente, cuya pérdida de gas en su camino no se arregla con ese feliz final, de cuento entrañable.
Lo mejor; Tom Hanks siempre cae bien.
Lo peor; su bebida es de alcohol 0,0%, y la de contrabando ni entona.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
Tom Hanks vuelve a la sala de espera, pero no de un aeropuerto que quiere librarse de él por ser una incómoda molestia, sino de una tierra bella y abrasadora que posee su propio ritmo exasperante, de respiración lenta y eterna, y de engaños continuos en una doble apuesta donde el tiempo se aminora para rendir pleitesía a un ilustre sol, que la baña sin piedad ni cortesía, al igual que esos mandatarios que dictan un quehacer lánguido y farsante, que tanto desespera al protagonista, y que tan perfeccionado tienen los mismos, pues es su seña de identidad y forma de vida no admitida.
Pero he aquí un frenético norteamericano, todo ansiedad y preocupación, andando de aquí para allá, con torpes prisas y mucho enfado mal encarado, pues el acierto es dejar que el destino y la casualidad se pongan de acuerdo para encontrarle; ¡no corras!, ¡de nada servirá!, sería un buen consejo de los nómadas del lugar, pero él ¡erre que erre!, en su manifiesto empeño.
Y es que tiene una importante cita con el rey del Arabia Saudita, una majestad esquiva a quien desea rendir reverencia y con quien intenta hacer negocios, pero ¡no hay manera!; como gato a por su esquiva presa anda, pregunta y recorre, y nunca le alcanza, el pillo siempre por adelantado ¡se ha ido!
¿Será personal y en realidad no quiere verle?, ¿será una prueba para conocer su insistencia? hasta que por fin entiende y acepta el regalo que le ofrece la vida, esa segunda oportunidad placentera de descubrir nuevos tesoros y costumbres, ese apreciar y sentir estar en un sitio, no simplemente transcurrir por el mismo.
O no, y todo es una tomadura de pelo y tiempo, encerrona desértica de incomprensión, harta arena y respuestas enigmática, pero muy educadas, que no llevan a ninguna parte..., o, puede que ni una ni otra, y se opte por un acuerdo dulce, de encantadora fábula, de un poco de ambas.
Juega con las diferencias culturales en un intento provocativo de ser gracioso y simpático, aunque sus protocolos burocráticos de procedimiento no siempre cumplen dicha función, con sabiduría enérgica de resultado óptimo; llegado el momento se sufre un desgaste y un distanciamiento, que llega hasta el punto de dar igual el desequilibrio emocional del protagonista y su búsqueda ansiosa del rey desaparecido, ya has desconectado en gran parte.
Busca conmover de forma acogedora, que toda la ineptitud frustrante se vuelva orientación de preferencias, donde la respiración, fuerza y calma lideren de nuevo su existencia, pero su beatitud no es suficiente para acogerla con preferencia de estima, sólo con una complacencia estándar; “tiene que haber tiempo”, usado para ese trasvase, de una situación forzada a otra voluntaria, inesperadamente surgida, de la metrópolis del rey de economía y comercio a la intimidad de un hogar, mientras se asombra de una realidad curiosa de presenciar, pero a la que le falta carácter y empuje.
Tom sabe gustar a la audiencia, hacerse un hueco en sus corazones para que terminen queriéndole, haga lo que haga; abrazado por una fotografía calurosa y espléndida no deseas admitir que cansa y lentamente desinteresa, cierto que enternece y que realza la visión esa tendencia al optimismo final y al encaje positivo de todas las piezas, pero no cubre el retroceso previo; no se pide que sufra, es un buen hombre haciendo lo que puede, la mayoría mal pero, hay justicia divina, si eres honesto y persistente, la recompensa llega en forma de salida satisfactoria y relajada, que el protagonista disfruta mucho más que la concurrencia.
Basado en novela del género cómico, vende un agradable pasatiempo sobre la mezcolanza de dos mundos diferentes; “donde vayas, haz lo que vieres”, sólo que impacienta ver un submundo, dentro de otro, rodeado por capaz de rigidez, apariencia y falsedad cortés, al tiempo que grosera.
“Bonito nombre ¿de dónde eres?”, contestar es entrar en el juego, aunque sea únicamente como marioneta de anzuelo; la partida es amable y bonachona, que no fructífera y estimulante; cálida, pierde la atención del espectador constantemente, pues se conforma con tener red a momento esporádicos, sin alcanzar una banda ancha, de suministro seguro y cualitativo; su piedra filosofal no seduce ni hipnotiza.
Beneplácita recreación que ameniza tenuemente, cuya pérdida de gas en su camino no se arregla con ese feliz final, de cuento entrañable.
Lo mejor; Tom Hanks siempre cae bien.
Lo peor; su bebida es de alcohol 0,0%, y la de contrabando ni entona.
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