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La muerte del Sr. Lazarescu

Drama El señor Lazarescu es viudo y vive solo en un apartamento con sus tres gatos. Su hija Bianca se marchó a vivir a Canadá. Una noche, el solitario anciano se siente mal y llama a una ambulancia. Lo llevan a un hospital, y desde allí a otro y a otro más, pero en ninguno pueden atenderlo. Mientras tanto, su estado de salud se va agravando rápidamente... (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
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9
30 de diciembre de 2024 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en Sieranevada, otra película posterior del mismo director, La muerte del señor Lazarescu parece filmada de la realidad con una cámara invisible e inquieta.

Creo que circulan dos confusiones en torno a la película. La primera está provocada porque se la ha calificado de comedia. Por Dios, salvo que seas un sádico o un psicópata, no veas esta película con la intención de reirte o de pasar un rato divertido. Es la tragedia de un hombre común, con el que cualquiera puede identificarse, que muchas veces es maltratado durante su agonía.

La segunda confusión a mi modo de ver es creer que la película pretende criticar al sistema sanitario, sea el rumano o cualquier otro en general. Y yo me quedo con una sensación diferente. Bucarest, la ciudad en la que se desarrolla la película es perfectamente intercambiable con cualquier otra ciudad de un país con un sistema sanitario con un cierto desarrollo y, salvo por el color de las ambulancias y el uniforme de los enfermeros, no seríamos capaces de distinguir si estamos en algún hospital rumano, holandés, ruso, americano o español. La película se centra mucho más en las virtudes y en las debilidades humanas y en su gran capacidad para cambiar el entorno que en la bondad o maldad del sistema. Con el mismo enfermo y sistema asistimos a episodios de soberbia y humillación, de generosidad y espíritu de servicio, de profesionalidad y de falta de humanidad, de compasión y de indiferencia ante el sufrimiento ajeno, ante la vida, la enfermedad y la muerte.

Dura, muy dura, necesaria, sensible, honesta y muy bien hecha. Recomendable para todo aquel que no vea solo en el cine una forma de matar el rato o de que le fabriquen sus sueños.
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Hay dos momentos que se me han hecho especialmente duros. Uno cuando un neurocirujano, que, capacitado técnicamente como lo está, ha sabido ver en el paciente los síntomas y la enfermedad y su gravedad, y a pesar de saber que no está físicamente en situación de comprender las consecuencias y riesgos de la operación ni de firmar, se empeña en que Lazarescu firme de la hoja de descargo de responsabilidad (el consentimiento informado) y llega a colocar en su mano derecha que sabe paralizada un bolígrafo. La crueldad estúpida y lo absurdo de la situación de esta escena, con toda su dureza, son cine de verdad y cine de la verdad.

En segundo lugar, ya casi al final de la película, cuando se va la enfermera que ha compartido con el señor Lazarescu la noche, el periplo hospitalario, las confidencias en las horas finales de su vida, que queriendo ayudar se ha visto cruelmente humillada, me ha parecido terrible que no haya cogido la mano, que no haya dirigido una palabra de consuelo, que ni siquiera haya mirado al señor Lazarescu para despedirse, pero era necesario para dejar claro que nadie está a salvo de caer en la inhumanidad. No hay personas totalmente buenas ni totalmente malas.
2
Reproduce la misma situación y los mismos diálogos durante dos horas hasta acabar con la paciencia del espectador. Es intencionado. En eso por lo visto radica la gracia. No me parece creíble que todos los doctores de cada hospital reaccionen calcando palabra por palabra lo que ha dicho el anterior especialista, con la misma actitud dejada, prepotente y malencarada, tanto hacia el moribundo como a la enfermera que lo acompaña. Las mismas preguntas, las mismas reacciones. No es un relato serio, el director se está quedando con el público.

En un principio parece que trata de herir la susceptibilidad del espectador con el retrato de esos vecinos tan inoportunos y carentes de tacto y humanidad, que critican y denigran al anciano vecino enfermo, entre que le ayudan un poco para quedar bien y meter sus narices, pero a las dos horas uno termina por comprender que se trata de una tomadura de pelo del director, que hace que los personajes repitan idénticas frases una y otra vez hasta la exasperación. La intención parece ser la de alargar la película lo máximo posible adrede, para torturar al espectador con una situación que no avanza y se eterniza. No es una denuncia social ni nada por el estilo, es una burla.
9
20 de julio de 2010 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Negrísima comedia rumana que remueve lo desechable de la condición humana. La salud, prioridad y servicio obligado por parte de los estados aquí va de falla en falla. Un hombre que es casi arrojado repetidas ocasiones en distintos nosocomios de la ciudad a la que pertenece, sin suerte alguna. Asistimos (sonrisas mediante) al periplo de un moribundo, del cual nadie se quiere hacer cargo. Cínica, despojada, simpática y terrible. La muerte llega tarde o temprano, sí, ahora, ¿quién nos asegura la dignidad ante ella?
7
16 de agosto de 2011 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El drama del señor Lazarescu por encontrar remedio a sus males, es algo muy común en Chile para los millones de personas que por carecer de los medios suficientes o simplemente porque no desean enriquecer aun más a los médicos, no acceden a ese gran mercado de la salud que son las clínicas privadas y optan por el sistema público.
Bueno, a los chilenos nos queda el consulo del tonto. Si en Europa sucede lo mismo como vamos a aspirar a algo mejor.
Personalmente no catalogaría esta cinta como una comedía, pues eso sería mofarse de la desgracia ajena. no solo de la del señor Lazarescu sino que nos estaríamos burlando de cientos de millones de seres humanos que una vez creyeron que la medicina era un verdadero apostolado para quienes la ejercen como profesionales.
9
29 de octubre de 2014 Sé el primero en valorar esta crítica
Pocas veces es posible acceder a un cine en el que hay que pellizcarse para no creer que se trata de un documental, de un hecho verdadero.
Las actuaciones tienen un grado de veracidad que convence. Los diálogos son realistas y el guión también.
Ya que no puedo contar el argumento sólo puedo recomendar a cualquiera que guste del cine que la vea y considere indispensable.
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