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El hoyo

Thriller. Ciencia ficción El futuro, en una distopía. Dos personas por nivel. Un número desconocido de niveles. Una plataforma con comida para todos ellos. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando están arriba? ¿O de los que no tienen agallas cuando están abajo? Si lo descubres demasiado tarde, no saldrás vivo del hoyo.
Críticas 264
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6
4 de abril de 2020 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diseño de sonido y de luz extraordinarios, montaje que deja sin aliento, actores soberbios que enfundan sus personajes de forma magistral y sin tapujos. Pero el guion, ese gran olvidado. Sobretodo a partir del segundo acto. Un buen intento salvo por estos dos elementos:

1. El desequilibrio que hay para armar la estructura narrativa en tres patas. Mientras que Imoguiri y Trimagasi tienen un tratamiento más detallado, este señor es el gran olvidado. Baharat no es un personaje: es una impresión. Y esto, a mi juicio, es un error.

2. El final. Aunque todo el film es un bonito y turbio juego metafórico y metalingüístico con una intepretación social y política de El Quijote, el final es maniqueo, naive y peca de moralina.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Con el visionado de El Hoyo (Galder Gaztelu-Urrutia, 2019) me he afirmado en una certeza que llevo teniendo hace muchos años, y es que el guion, si no todo, es una parte fundamental en el cine. Y esta película y el potencial que tenía para haberse convertido en una obra maestra, demuestran que el guion no es algo que se pueda desatender arbitrariamente.

Para escribir esta crítica, me he imaginado al guion como al Caronte del cuadro de Patinir, "El paso de la laguna Estigia" (1520-1524), un guía divino, más allá de lo humano que, a pesar de la neutralidad que se le presupone, decide el camino que va a tomar tu alma en el juicio final mediante gestos imperceptibles.

Y creo firmemente que así actúa un guion. Me explico.

El guion hay que trabajarlo el doble que la luz, el arte o el montaje. Es un elemento que se mira cara a cara con la dirección de actores. Son estos dos elementos la base de una película, la esencia que puede salvar una historia.

El Hoyo dispone de un gran número de virtudes. La primera hora de la película posee mucha inteligencia y atino a la hora de construir un mundo. Como suele suceder en películas en las que el guion se desatiende, el primer acto y la mitad del segundo están escritos con lucidez, con visos de convertirse en una historia sólida. Me atrevería a decir que va más allá de las propuestas a las que ya estábamos acostumbrados con películas a las que irremediablemente nos recuerda, como Cube (Vincenzo Natali, 1997), Saw (James Wan, 2004), Snow Piercer (Bong Joon-ho, 2013) o La Habitación de Fermat (Luis Piedrahita, Rodrigo Sopeña, 2007). Se introduce en temas políticos y sociales que las anteriores no mostraban, excepto el film de Joon-ho. Que todo es una gran metáfora de nuestro sistema consumista es algo que intuimos a los 10 minutos del film, momento en que baja la gran mesa llena de comida.

Pero los problemas comienzan a llegar en la mitad de la historia, donde vemos que todo eso era una burbuja que se acaba desinflando.

Entendedme bien. La película está soberbiamente dirigida, los actores están increíbles en los personajes que se enfundan, el diseño de sonido y de luz son inmersivos, el montaje es rítmico y correcto.

Pero el guion es el gran olvidado en esta parte. Hay una amnesia de todo lo andado hasta este momento.

Nos encontramos ante un desequilibrio en la estructura. Hay demasiado peso en los dos personajes de la primera parte, Imoguiri y Trimagasi. A mi humilde parecer, se toca con menos mimo y detalle la relación con Baharat, siendo muchísimo más determinante que las otras. El juego metanarrativo que se establece con el Quijote está muy bien traído con los dos primeros personajes, pero de forma muy impresionista y esbozado con el tercero, y esto es criminal, ya que es el que ayuda a Goreng a perpetrar la revolución en el Hoyo.

Creo que esto es, sin duda, una de las partes que hacen cojear al film. Y, para sumarse a esta debilidad, está ese final ambiguo, abstracto, que la primera lectura superflua rompe con todo el juego sutil de la narrativa que traía la obra. Al fondo de un sistema opresivo se encuentran los niños, esos seres que van a sufrir verdaderamente de la violencia, el hambre y las malas decisiones de los adultos. Y que son los agentes del cambio.

Demasiado fácil y naive. Más que nada, porque eta transparencia del mensaje no encaja con la turbulencia del resto.

Este final, con toda sinceridad y sin creerme autoridad de nada, me parece un mal desvío de guion, una desembocadura pueril y superficial, demasiado cargada de moraleja. Caronte nos ha llevado a un infierno simple, de fácil lectura. No encaja con la brutalidad del resto de la propuesta, con el legado que imprime la novela de novelas de Cervantes.

Un buen intento con una mala conclusión.
6
15 de diciembre de 2020 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
There's a hole in our soul that we feel with dope
...and we're feeling fine

Marilyn Manson


El grande que fuere vicioso será vicioso grande, y el rico no liberal será un avaro mendigo, que al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas como quiera, sino el saberlas bien gastar.

Don Quijote de La mancha


Vivir confinado en torno al magnético abismo de la Nada suspende/intensifica la Realidad y provoca un cambio radical en el paradigma vital de quienes caen en El hoyo (2019/2020). Ponerse en situación estando tan desnudo requiere de nuevas interpretaciones (expectativas/prioridades) para los inquilinos del agujero-mundo: el impulso por cubrir las necesidades básicas y la resistencia psicológica se convierten en el único horizonte oteable. Comer y no sucumbir es la extraña pareja con la que deberán negociar, a no ser que otro se los coma antes a ellos. La manifiesta hostilidad con que es percibida la única compañía de que disponen revela lo esencial que escapa al más perito en sociología: el Hombre no es más que un animal egoísta y rastrero, que arrasa con los ricos manjares que esta nueva Naturaleza le ofrece, y más cuanto más arriba está en este singular ascensor social antipanóptico, que ni Bourdieu ni Foucault pudieron predecir. "Hay tres clases de personas: los de arriba, los de abajo y los que caen". El embrujo de la excelsa mesa ministerial, lo único que tienen, inculpa al género humano por partida doble.

Cada uno de los confinados se aferra al sentido que en tan deplorable circunstancia se ha podido construir artesanalmente con sus recursos de adobe, y lo cimienta en un relato y en una estrategia de supervivencia que amortiguan la caída. Ahora hay que inventar la Realidad a todas horas y, de ser necesario, apuñalar al otro con Ella; es una cuestión de autoconservación. Es todo lo que pueden necesitar y nadie se ha de interponer en su improvisado camino: la lucha cuerpo a cuerpo sin visos de resolución provoca, al más mínimo roce, turbulencias y miedos en la subjetividad de cada cual. Nervios a flor de piel fina, todo parece ser un problema de autocontrol. En este sórdido ambiente de podredumbre en el que la premisa básica de la vida comunitaria es comer o ser comido, la solidaridad espontánea entre los iguales de la cadena que el Poder tensa es inasequible. "Tirarles mierda es mucho más efectivo que la solidaridad espontánea", dice el protagonista una vez que él mismo ha conseguido asumir que su identidad es lo único real, y lo más parecido a un refugio (obvio).

El objeto que el protagonista escoge para llevar consigo en el hoyo dice de un afán humanista insuficiente en este contexto, y en todo caso periclitado. Pero el humanismo es una doctrina cultural terca y necesariamente suicida y sincericida, y esta especie de héroe de interiores en que deviene el personaje principal emprenderá todo un viaje hacia las profundidades y estrecheces del pozo que le angustia, para repartir equitativamente la escasa y titilante Luz disponible. Tratando de sustraerse a la adversa circunstancia y de desechar los fantasmas y subterfugios de la débil conciencia, se desensimismará y se empeñará noblemente en buscar mediante la diplomacia (palabra o palo) un sentido al simulacro que lo envuelve que sea compartido y razonable para todos los confinados, con la esperanza de que si la Estructura no tiene conciencia, sí al menos alguno de sus burócratas individualmente (¡para lo que hemos quedado!).

Racionar el alimento y conservar/consagrar la panna cotta, la más exquisita de las grocerías, puede transmitir el siguiente mensaje a los cocineros de tanta y tan alta ingeniería gastronómica, no por suculenta fácil de digerir: en lo más bajo, en lo más obscuro del pozo, hay nuda vida palpitando en desesperada espera de una salvación que nunca llega. El mensaje, sentido como un don mesiánico sin código que suple la carencia, se va deshaciendo por el camino de sus portadores, de su destinatario y hasta del propio mensaje, ahora significante huero, incógnito e indefinido, que, como las propias perspectivas vitales de los prisioneros y las lógicas de la Realidad, precede al absurdo, al fracaso, al silencio, a la muerte y a un título homologado. Nada te espante que nada se queda, decía santa Teresa, ¡con lo fácil que era quedarse dormitando en el pequeño cubículo de tu nivel en el centro vertical de autogestión en el que el azar te ha aparcado. Como ha dicho Michel Houellebecq, podría ser peor. ¡Podría ser un bloque de apartamentos!!.

Y ¡ay!. Si todo el mundo hubiera comido lo estrictamente necesario.
7
16 de abril de 2023 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El 1% quiere esto torcer.
El 9% tiene el poder.
De lo que queda, el 50 solo come y el resto se muere sin saber por qué..."
(León Gieco).

Esta película yo la vi en 2019, cuando estaba todo el revuelo en torno a ella, pero no quise escribir al respecto porque en caliente a veces las cosas no se valoran como deben. Así que he esperado cuatro años para volver a verla, ya de manera más objetiva, por lo que ahora si que si voy.

Y bueno, aquellos que rondan los cuarenta (por arriba o abajo) puede que recuerden una película de fines de los noventa titulada "El cubo", cinta de terror que en su momento genero ruido debido a la originalidad de su propuesta: una serie de personajes que aparecían en una especie de cubo rubik gigante en donde cada sala consistía en una prueba de sobre vivencia (recordemos que hablo de tiempos "pre saga Saw", por lo que esta premisa lucía diferente). El caso es que algo de "El cubo" hay en esta interesante película española: el situarte en un escenario extraño, retorcido y donde sus personajes deben someterse a ciertas reglas para lograr sobrevivir. Con un importante añadido en este caso eso si: la reflexión política.

Hay una ambigüedad en "El hoyo" que en lo personal me parece exquisita. ¿Es la película una apología o una sátira al capitalismo? ¿O ambas cosas a la vez? Como sea, la idea es fantástica. Un personaje (Goreng) despierta en una especie de celda acompañado del entrañable Trimagasi (Zorión Eguileor, que está enorme). Rápidamente este último se encargará de explicarnos lo que está ocurriendo: se encuentran encerrados en un piso (el 48) donde en cierto momento del día baja una plataforma con comida. Desconocen cuantos pisos son en total pero Trimagasi si sabe que son los suficientes como para que quienes están muy abajo reciban la plataforma completamente vacía, por lo que no comen. ¿Durante cuanto? Pues un mes, período tras el cual son trasladados a otro piso de manera aleatoria (o eso al menos creemos).

La premisa es genial por tanto. Están los de arriba, al medio y abajo. Están los que reciben la plataforma repleta de comida, quienes reciben los restos y los que reciben nada. Están todos peleando como perros tras un trozo de carne. Capitalismo en estado puro (y duro). Pero con un elemento relevante: dicho estado se modifica, por lo que si has pasado hambre durante cuatro semanas sabes podrías el siguiente mes gozar de privilegios, y así. Este elemento de incertidumbre en lugar de conformar y tranquilizar a las personas, les convierte en verdaderos salvajes, reflejando lo peor de la especie humana, aunque como en la vida real existirán algunos soñadores que intentarán generar consciencia y empatía con el resto (acá, los personajes Goreng, Imoguiri o Baharat). También estarán quienes conscientemente son prácticos e individualistas (Trimagasi), y quienes solo sobre viven (la mayoría). Y bueno, mediante una dinámica adictiva El hoyo irá revelando sus secretos aunque en medida que se acerque al final irá patinando groseramente, por que claro, cuando te has inventado tanta cosa unirlas con cierto sentido no es cosa fácil, por lo que la dirección opta por dejar muchos asuntos abiertos, demasiados diría yo.

El hoyo es por tanto una película especial, digna de revisar por el mensaje con que cuenta, macabro y dinámico. Sin embargo, en la recta final, a la hora de unir los cabos, el guión se enreda y decide salir corriendo, dejando a la trama ahí, frente a ti mirándote a los ojos con cara de signo de interrogación.

El detalle en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay asuntos que la película deja en el aire. Algunos no eran TAN difíciles de explicar, por lo que algo de indignación provoca el que no lo hayan hecho:
-¿Cómo se mueve la plataforma? ¿Es que estamos en el futuro? Ni idea.
-¿Cómo mueven a los personajes al finalizar cada mes? ¿Les duermen? ¿Les observan por cámaras? Es que de otra forma no se entiende eso de que no puedan bajar comida de la plataforma.
-¿Esto es una cárcel? En un momento algo así te dan a entender, pero entonces, ¿Por qué ingresa gente de manera voluntaria?, por cierto: ¿Ingresas para dejar de fumar? ¿Me estás jodiendo...?.
-¿La mujer que sube y baja, cómo sube? ¿La niña en el piso 333? ¿Por qué?
- Y lo peor de todo: el final abierto e incomprensible. ¿Es que Goreng ha muerto y se ha imaginado todo? Sería ciertamente la clásica salida más fácil para el guionista, pero siempre la peor de todas.

En definitiva:
¿Lo mejor? La premisa. Fantástica. El guiño político al capitalismo.
¿Lo peor? Lo dicho, el cierre. Todo queda abierto y pierde mucho peso.

http://politocine.blogspot.com
8
21 de septiembre de 2020
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi crítica en spoiler, porque son las disquisiciones que hemos tenido con amigos después de ver la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
L: Reconozco que me retorcía incómoda, y alguna vez he tenido que apartar la mirada, pero me ha parecido una muy buena película. El final no me termina de convencer, sin embargo.

Angels: El purgatorio mezcla de Cube y La Biblia, con El Nuevo Testamento, con El Mesías dando la vida por la salvación de la humanidad.....

V: Sé que el final queda abierto a propósito, pero “el mensaje” de la niña subiendo al “nivel 0” no me gustó nada..

L: Yo creo que el protagonista ha muerto, es un sacrificio bíblico. Por eso se marcha con el anciano, muerto también. Al final le faltaba la lógica implacable que la historia tenía en el resto del metraje.
Pero es que todo eso de que la niña es el mensaje también es parte de su muerte.
Yo no veo nada de esperanza en ese final.Yo prefería el mensaje de “la panacotta”... eso era un puntazo!!, El discurso del anciano negro también...”un poco empalagoso”, dado el tono general..

V:Sí, el mensaje de la panacota era mejor. Y muere por defender la panacota, y lo de la niña es un delirio mientras se desangra.. Así lo veo yo, al menos, harta como estoy de finales abiertos.

M: De acuerdo con L creo que el hecho de que se junte con su antiguo compañero de celda significa que el protagonista muere al final. Pero no deja de ser un final abierto. ¿Qué le pasó a la niña?
¿Se salva por haberse comido la pannacotta? O ¿se la comen a ella? A saber.

L: No hay niña. Es un delirio del cerebro en hipoxia. La cara de hecho parece hecha con ordenador, o careta, a partir de la cara de la mujer. No tenía aspecto humano Y la piel... y los ojos animales...
Tenía una cara idéntica, no parecida, sino idéntica y eso sólo puede ser a propósito.

V: Sí., la niña tan limpita, nutridita, escondida en un agujero del nivel 300 y un calco de la supuesta madre, sugiere que simplemente “no existe”.
Pero de eso se tratan los finales “abiertos”, como los cuadros abstractos.... o los test de “Rochard”, tener al personal dándole a la perola y hablando de la peli... En eso “un 10”,
Y sí, también, a pesar de sus referencias a otras pelis, es una idea “buenisima”, y claustrofóbica...
... y también... sales con hambre!!!,, ufff

Angels:
He vuelto a ver EL HOYO. Una precisión: la niña NO es igual que la chica, no son idénticas, aunque la memoria los las asemeje. si te fijas ves bien que no son iguales. Simplemente se parecen porque ambas son orientales y les han peinado similar, pero son dos chicas diferentes y no es una réplica. Sus caras son diferentes, no están hechas por ordenador, ni son una careta en montaje.
Esta segunda vez encuentras otro sentido a las palabras/discurso del «Señor obvio» y de Antonia SanJuan... y hemos llegado a otra posible conclusión:
La mujer china bajaba siempre al último nivel porque allí había escondido a su hija, que la había parido en el Hoyo... bajándole comida cada mes (posiblemente algún cadáver de niveles superiores)
Por eso la SanJuan dice que la china entró sola.... por eso la niña está bien nutrida en el último nivel.... por eso la encuentran DEBAJO de la cama, escondida... porque la madre la había instruido en esconderse cuando bajara la plataforma....
También puede ser otra alternativa: en la mitad de la película salen las imágenes de que una panacota llega arriba, a cocinas, que tiene un pelo y piensan los de la cocina que la han devuelto por un pelo, por eso le echa tremenda bronca al que tiene un cabello similar al pelo encontrado. Total, que bajo ese prisma la panacota fue la que llegó arriba, pero no sirvió de nada, porque no entienden el mensaje.
… hasta puede ser que la niña, una tercera vez que la veas, pueda ser hija de Antonia SanJuan.

En fin... buena peli, de las que gustan ver «mientras» , provocan discusión sana «después» y te dejan poso «durante días»

!!!Bravo por el cine español!!!!!
7
25 de marzo de 2020 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película existencialista, una distopía llena de simbolismos. La cárcel podría ser la vida misma, donde unos hombres se encuentran arriba y otros abajo. Los ricos comen a destajo, mientras los pobres recogen las sobras. El mundo representado es ruin, sugiriendo que el ser humano es egoísta por esencia, que mientras esté arriba pisoteará al más débil. El mundo se divide entre los que está arriba, los de abajo y los que caen (no los que suben).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todos los meses el gas duerme a los presos y los reubica en otro nivel hasta que llega al fin de su condena, la que quizás sea la muerte. Los personajes son bastante bestiales, salvo el protagonista y su último compañero de celda. Cuando se está arriba es fácil, hay alimento, pero cuando bajas a niveles inferiores, la comida no llega y los compañeros de celda se vuelven enemigos. Para sobrevivir, no dudaran en comer al que tienen en frente.

Hay una especie de determinismo sobre el que sobrevive: aun cuando soporte su estadía en los niveles más bajos, el ser humano (conforme toma decisiones) va perdiendo su moralidad, no hay espacio para subir, simplemente debes soportar la caída el mayor tiempo posible, sobreponerte al miedo. Unos se suicidarán ante la adversidad, no quieren sufrir, pero hay otros como una madre, buscando desesperadamente a su hija en ese mundo de caos.

El protagonista es el único que lee, nada menos que El Quijote, de Cervantes. «El grande que fuera vicioso, será vicioso grande y el rico liberal será un ávaro mendigo», resume el desarrollo de la película. Algunos de los inquilinos pretenden que surja un pensamiento solidario entre los presos, pero dichos esfuerzos enfrentan la burla de la mayoría. Una minoría es la llamada a cambiar el estado de las cosas, racionar para que el alimento alcance para todos.

En la prisión al parecer sólo hay adultos, la mayoría maleados por la dinámica de que sobrevive el más fuerte (el con más estómago). Hasta que el protagonista, luego de sus intentos por mejorar el entorno, encuentra a un compañero de celda dispuesto a sacrificarse por otros.

Ambos quieren subir un mensaje a los que preparan la comida en el nivel cero, preservar un postre (Panacota), que llegue intacto a la superficie, como muestra del espíritu humano que puede sobreponerse al hambre. Esa hambre de subsistencia, no aquella fuerza de perseguir el sentido de la vida (buscada por unos pocos).

Los dos deciden bajar, contra toda lógica, para racionar hasta el último nivel y llevar la Panacota de vuelta al nivel cero. Ello requiere esfuerzos sobrehumanos y al final se dan cuenta de que el postre es un medio, el alimento para la niña (dudaban de su existencia) que la madre no encontró y cuya búsqueda le significó la muerte.

Sobrevive sólo el protagonista a ese viaje abisal, se considera portador del mensaje definitivo. Ya no es la Panacota, sino la niña la que debe abrirse paso y superar el sufrimiento. Representa la esperanza de la humanidad.

El protagonista se queda en el último nivel, se da cuenta de que el mensaje no requiere de un portador. De alguna manera venció al miedo, estuvo dispuesto a hundirse para dejar que aflore el futuro.
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