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Días de vino y rosas

Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
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8
8 de junio de 2010 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desoladora obra sobre el alcoholismo incluso más que "Días sin huella" del maestro Wilder. Quienes quizás puedan comprender mejor el terrible drama de la bebida serán sin duda los propios afectados y sus familiares directos. Aunque en mi caso por mi trabajo he tenido la ocasión de observar de cerca muchos dramas producidos por la ingesta desmesurada de alcohol, y puedo asegurar que es un mundo terrible del que no es nada fácil salir. Un vicio que ha destruido por igual a ricos que a pobres, solo que estos últimos por su condición siempre me han parecido mas dignos de lastima. Afortunadamente con el paso de los años cada vez se aprecian menos casos entre los adultos, no así entre los más jóvenes.
Sirva este preámbulo como una pequeña reflexión antes de adentrarme en el film de Blake Edwards que sin duda llega directo a las entrañas del corazón.
Joe Clay (Lemmon) de profesión ejecutivo se enamora de una joven y simpática secretaria(Ramick) cuyo único vicio hasta la fecha es el chocolate. Ambos contraen matrimonio y tienen una preciosa niña. Todo va sobre ruedas hasta que él arrastra a ella por el camino de la bebida. Lo que al principio parecía un inocente pasatiempo se va a convertir en un terrible drama.
Sin duda los que estén acostumbrados a ver a Lemmon en papeles de comedia se sorprenderán gratamente de los registros que tenia para los papeles dramáticos. Su personaje cambia de reflejar al principio a un tipo relativamente alegre y desenfadado que no para de contar chistes entre trago y trago, hasta mostrar al sombrío, pesimista y amargado de la segunda parte.
No hay que olvidar el gran papel de Lee Ramick dando vida a una atormentada mujer que no encuentra salida en el oscuro callejón en el que le ha metido su incauto marido.
Sin duda, un notable trabajo sobre las consecuencias del alcohol. Su visionado nos puede parecer incomodo y amargo, pero sin duda nos puede servir para no meternos en un mundo que como el de las drogas tiene mala salida.
10
26 de febrero de 2011 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The world looks so dirty to me when I'm not drinking".

Despierto con los ojos hinchados y una sensación de malestar que no me deja pensar en todo aquello que he dejado atrás. Miro por la ventana y un destartalado cartel me sonríe de forma maliciosa, con la palabra Motel escrita con trazos inseguros, y me recuerda como he llegado hasta aquí. Querría contar las horas que llevo en esta habitación, con una mochila como única aliada, en la que guardo los recuerdos de una vida pasada.

Mi compañera de viaje me sigue insistiendo en que he tomado la mejor opción, que ésta es la vida que todo ser humano debería seguir, pero, sin embargo, la inseguridad sigue paseándose por mi mente como si de un ave migratoria se tratase. Mi pareja, amiga y amante, ella me sigue demostrando que el mundo todavía tiene opciones de seguir cuerdo. Nunca me abandones. No me dejes ir. Permíteme volver a esos días de vino y rosas en los que todo parecía tener cierto sentido.

A cada minuto que paso en esta claustrofóbica habitación, las paredes se me hacen más y más pequeñas. El lugar que parecía destinado a la reflexión y a la meditación se está convertiendo en un minúsculo ataúd que me impide ver la realidad. Sofocado y jadeando, salgo a la calle con la esperanza de encontrar una señal que me indique cómo continuar. Estoy tan perdido.

Han pasado tres horas. Tres horas sin mi compañera son como tres años de lluvias torrenciales en cualquier ciudad de crímenes organizados. ¿La felicidad que me da compensa todo lo que me ha quitado? ¿Ha merecido la pena no ver crecer a mi familia? Tres horas sin beber me destrozan. Prefiero ver el mundo con los ojos que me ofreces.
10
10 de abril de 2011 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blake Edwards sera recordado mayoritariamente por realizar películas de un tono rosáceo-cómico ( desayuno con diamantes, el guateque, la pantera rosa...) . Por no hablar de Jack Lemmon y sus magistrales interpretaciones dentro de un genero que dominaba, en películas como "el apartamento" "Irma la dulce" "con faldas y a lo loco". Sin embargo en "dias de vino y rosas" los dos sorprenden con una dirección y una interpretación de lo mas dramático rodado en toda la historia del cine. Sin olvidarme de una gran Lee Remick y fantástica banda sonora . "ESTA ES MI CARA CUANDO NO BEBO, ES CASI UN MOTIVO PARA SEGUIR BEBIENDO"
8
12 de octubre de 2011 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me repito y repetiré mil veces: es muchísimo ver las películas sin saber de que van, sin leer la sipnosis ni nada. Si te la recomiendan, mírala, luego opina, pero sin saber de que va.

Esta película me pilló por sorpresa, en el sentido que el principio de la película me dije: pero que diantres es este tostón. Tostón porque no pasaba nada fuera de lo normal, una historia de lo más tonta y sin que no tenga un motivo del porque hacer una película sobre esa historia tonta.

Luego ya viene la chicha, y ahí es donde me pilló por sorpresa.

Realmente pensaba que Jack Lemmon era un comediante bueno, pero aquí demuestra su lado más dramático y realmente se merecía ganar el oscar, como Lee Remick, una pareja perfecta y que me ha encantado. Esa mujer me sonaba mucho, claro está, de "La profecía".

Es fuerte, es genial, es fantástica. Sólo un pequeño apunte:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
quizás la culpabilidad de Jack Lemmon tendría que haber sido más extrema, porque pensar que la chica, lo decente que era, lo buena que era, y que por culpa de él esté así. A mí me pasa y me hundo tremendamente. Pero quizás esa crudeza le da un punto muy bueno también.
8
20 de febrero de 2012 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Días de vino y rosas" es una de las verdaderas obras maestras del admirable director Blake Edwards. Como he indicado anteriormente, ésta es una de las películas más crudas y profundamente tristes que se han hecho en toda la historia del Séptimo Arte. Es una película tan dolorosa y desgarradora que sufres enormemente cuando ves la actuación conjunta o por pareja de Jack Lemmon y de Lee Remick, cayendo ambos inevitablemente en las peligrosas redes del alcohol.
El fuerte tema del alcoholismo es muy tratado en muchos melodramas del celuloide, debido a la dureza que plantea estas trágicas situaciones en la que cualquier ser humano cae en una adicción, tal como ocurre también con las drogas o con el juego. Los vicios humanos son carne de guión de melodrama, y el propio tema de la adicción alcohólica ha sido uno de los más recurrentes por esa fuerza trágica de la que quiero constatar. Un excelente ejemplo es el mismo filme del cual estoy escribiendo esta crítica -"Días de vino y rosas"-, así como otros míticos e inolvidables melodramas que han impactado a toda clase de espectadores en todo el mundo, como la oscarizada "Días sin huella" de Billy Wilder o la teatral "¿Quién teme a Virginia Woolf?" de Mike Nichols con Richard Burton y Elizabeth Taylor como soberbia pareja protagonista.
E igual de soberbios y crudamente trágicos están Jack Lemmon y Lee Remick en esta impactante, y casi escalofriante, película. Es uno de los pocos melodramas dirigidos por el maestro de la comedia loca y cachonda Blake Edwards -el mismo de "Desayuno con diamantes" y de "La pantera rosa"- y lo hace dejándote un sabor amargo en la boca nada más ver la caída en desgracia de los dos protagonistas, así como dejándote un dolor en el cuerpo y en el alma.
Jack Lemmon era un excelente actor -de los mejores de toda la historia- tanto en comedia como en drama, y aquí hace una magnífica y desgarradora interpretación. Lee Remick borda en este filme el papel de mujer débil que no puede evitar caer en sus propios vicios y es víctima de sus miserias humanas.
He de destacar la hermosa y profunda banda sonora musical de Henry Mancini, compositor fetiche de Blake Edwards para sus propias películas.
En resumen, es una película recomendable para todos los amantes del melodrama clásico... y cargado de dolor.
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