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Voto de Alfredo:
8

Voto de Alfredo:
8
8.1
20,492
20 de febrero de 2012
20 de febrero de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Días de vino y rosas" es una de las verdaderas obras maestras del admirable director Blake Edwards. Como he indicado anteriormente, ésta es una de las películas más crudas y profundamente tristes que se han hecho en toda la historia del Séptimo Arte. Es una película tan dolorosa y desgarradora que sufres enormemente cuando ves la actuación conjunta o por pareja de Jack Lemmon y de Lee Remick, cayendo ambos inevitablemente en las peligrosas redes del alcohol.
El fuerte tema del alcoholismo es muy tratado en muchos melodramas del celuloide, debido a la dureza que plantea estas trágicas situaciones en la que cualquier ser humano cae en una adicción, tal como ocurre también con las drogas o con el juego. Los vicios humanos son carne de guión de melodrama, y el propio tema de la adicción alcohólica ha sido uno de los más recurrentes por esa fuerza trágica de la que quiero constatar. Un excelente ejemplo es el mismo filme del cual estoy escribiendo esta crítica -"Días de vino y rosas"-, así como otros míticos e inolvidables melodramas que han impactado a toda clase de espectadores en todo el mundo, como la oscarizada "Días sin huella" de Billy Wilder o la teatral "¿Quién teme a Virginia Woolf?" de Mike Nichols con Richard Burton y Elizabeth Taylor como soberbia pareja protagonista.
E igual de soberbios y crudamente trágicos están Jack Lemmon y Lee Remick en esta impactante, y casi escalofriante, película. Es uno de los pocos melodramas dirigidos por el maestro de la comedia loca y cachonda Blake Edwards -el mismo de "Desayuno con diamantes" y de "La pantera rosa"- y lo hace dejándote un sabor amargo en la boca nada más ver la caída en desgracia de los dos protagonistas, así como dejándote un dolor en el cuerpo y en el alma.
Jack Lemmon era un excelente actor -de los mejores de toda la historia- tanto en comedia como en drama, y aquí hace una magnífica y desgarradora interpretación. Lee Remick borda en este filme el papel de mujer débil que no puede evitar caer en sus propios vicios y es víctima de sus miserias humanas.
He de destacar la hermosa y profunda banda sonora musical de Henry Mancini, compositor fetiche de Blake Edwards para sus propias películas.
En resumen, es una película recomendable para todos los amantes del melodrama clásico... y cargado de dolor.
El fuerte tema del alcoholismo es muy tratado en muchos melodramas del celuloide, debido a la dureza que plantea estas trágicas situaciones en la que cualquier ser humano cae en una adicción, tal como ocurre también con las drogas o con el juego. Los vicios humanos son carne de guión de melodrama, y el propio tema de la adicción alcohólica ha sido uno de los más recurrentes por esa fuerza trágica de la que quiero constatar. Un excelente ejemplo es el mismo filme del cual estoy escribiendo esta crítica -"Días de vino y rosas"-, así como otros míticos e inolvidables melodramas que han impactado a toda clase de espectadores en todo el mundo, como la oscarizada "Días sin huella" de Billy Wilder o la teatral "¿Quién teme a Virginia Woolf?" de Mike Nichols con Richard Burton y Elizabeth Taylor como soberbia pareja protagonista.
E igual de soberbios y crudamente trágicos están Jack Lemmon y Lee Remick en esta impactante, y casi escalofriante, película. Es uno de los pocos melodramas dirigidos por el maestro de la comedia loca y cachonda Blake Edwards -el mismo de "Desayuno con diamantes" y de "La pantera rosa"- y lo hace dejándote un sabor amargo en la boca nada más ver la caída en desgracia de los dos protagonistas, así como dejándote un dolor en el cuerpo y en el alma.
Jack Lemmon era un excelente actor -de los mejores de toda la historia- tanto en comedia como en drama, y aquí hace una magnífica y desgarradora interpretación. Lee Remick borda en este filme el papel de mujer débil que no puede evitar caer en sus propios vicios y es víctima de sus miserias humanas.
He de destacar la hermosa y profunda banda sonora musical de Henry Mancini, compositor fetiche de Blake Edwards para sus propias películas.
En resumen, es una película recomendable para todos los amantes del melodrama clásico... y cargado de dolor.