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Voto de Dani:
10

Voto de Dani:
10
8.1
20,492
26 de febrero de 2011
26 de febrero de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The world looks so dirty to me when I'm not drinking".
Despierto con los ojos hinchados y una sensación de malestar que no me deja pensar en todo aquello que he dejado atrás. Miro por la ventana y un destartalado cartel me sonríe de forma maliciosa, con la palabra Motel escrita con trazos inseguros, y me recuerda como he llegado hasta aquí. Querría contar las horas que llevo en esta habitación, con una mochila como única aliada, en la que guardo los recuerdos de una vida pasada.
Mi compañera de viaje me sigue insistiendo en que he tomado la mejor opción, que ésta es la vida que todo ser humano debería seguir, pero, sin embargo, la inseguridad sigue paseándose por mi mente como si de un ave migratoria se tratase. Mi pareja, amiga y amante, ella me sigue demostrando que el mundo todavía tiene opciones de seguir cuerdo. Nunca me abandones. No me dejes ir. Permíteme volver a esos días de vino y rosas en los que todo parecía tener cierto sentido.
A cada minuto que paso en esta claustrofóbica habitación, las paredes se me hacen más y más pequeñas. El lugar que parecía destinado a la reflexión y a la meditación se está convertiendo en un minúsculo ataúd que me impide ver la realidad. Sofocado y jadeando, salgo a la calle con la esperanza de encontrar una señal que me indique cómo continuar. Estoy tan perdido.
Han pasado tres horas. Tres horas sin mi compañera son como tres años de lluvias torrenciales en cualquier ciudad de crímenes organizados. ¿La felicidad que me da compensa todo lo que me ha quitado? ¿Ha merecido la pena no ver crecer a mi familia? Tres horas sin beber me destrozan. Prefiero ver el mundo con los ojos que me ofreces.
Despierto con los ojos hinchados y una sensación de malestar que no me deja pensar en todo aquello que he dejado atrás. Miro por la ventana y un destartalado cartel me sonríe de forma maliciosa, con la palabra Motel escrita con trazos inseguros, y me recuerda como he llegado hasta aquí. Querría contar las horas que llevo en esta habitación, con una mochila como única aliada, en la que guardo los recuerdos de una vida pasada.
Mi compañera de viaje me sigue insistiendo en que he tomado la mejor opción, que ésta es la vida que todo ser humano debería seguir, pero, sin embargo, la inseguridad sigue paseándose por mi mente como si de un ave migratoria se tratase. Mi pareja, amiga y amante, ella me sigue demostrando que el mundo todavía tiene opciones de seguir cuerdo. Nunca me abandones. No me dejes ir. Permíteme volver a esos días de vino y rosas en los que todo parecía tener cierto sentido.
A cada minuto que paso en esta claustrofóbica habitación, las paredes se me hacen más y más pequeñas. El lugar que parecía destinado a la reflexión y a la meditación se está convertiendo en un minúsculo ataúd que me impide ver la realidad. Sofocado y jadeando, salgo a la calle con la esperanza de encontrar una señal que me indique cómo continuar. Estoy tan perdido.
Han pasado tres horas. Tres horas sin mi compañera son como tres años de lluvias torrenciales en cualquier ciudad de crímenes organizados. ¿La felicidad que me da compensa todo lo que me ha quitado? ¿Ha merecido la pena no ver crecer a mi familia? Tres horas sin beber me destrozan. Prefiero ver el mundo con los ojos que me ofreces.