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Días de vino y rosas

Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
Críticas 106
Críticas ordenadas por utilidad
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7
14 de mayo de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando alguien se satura de la comercialidad del cine actúal tiene que llevar la terapia de volver al buen cine, de buscar entre los clásicos y retroceder en el tiempo para llevarse una grata sorpresa, sobre todo porque esperaba una comedia romántica, en esta época dorada el dinamismo de los personajes es total, se manejan con soltura, improvisan gestos y expresiones y muestran todas sus cualidades, luego una película perfectamente escrita y dirigida la colocan sin duda en un producto indispensable.

Y realmente es imprescindible por el tema que trata, el alcoholismo, a día de hoy hay muy buenas cintas sobre las adicciones en general, son incluso más profundas e hirientes, sobre todo para los consumidores de sustancias centrales, para que aquellos que buscamos sentirnos bien con ellas, pero en esos días de vino y rosas hay un tratamiento más delicado, cómo una pareja que apunta lejos, que se siente en el paraíso y que tiene sus principios, pasa de la diversión a la pérdida del control, a rebajarse de categoría, al descuido del día a día, a preguntarse ¿quién será este borracho?, a ver la realidad y a afrontarla... y es que el éxito sin duda es que quien la escribiera a ido paso a paso mostrando la imagen social y laboral de los personajes, diferenciando con enorme calidad la dependencia y la abstinencia de ambos; incluso para aquellos que nunca hayan probado ni el brandy con crema de cacao alguna vez en sus vidas, esta sencilla historia les hace pasar el mal trago, les hace comprender que la botella es Dios, que nada importa, sólo otro trago.
7
23 de diciembre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas que mejor retrata el tema del alcoholismo en imágenes es Días de vino y rosas, de Blake Edwards. En ella vemos al dúo Jack Lemmon-Lee Remick interpretar a una pareja de alcohólicos cuya relación está cimentada en el exceso de bebida. Deben salir de la trampa mortal del vicio, pero también deben mantener su matrimonio a salvo. ¿Ambos estarán dispuestos a hacer lo que sea?
Días de vino y rosas se centra en el tema del alcohol, pero al fin y al cabo podría extenderse a todos aquellos ámbitos en los que el ser humano se guía más por pasiones que por razones, como por ejemplo en el amor, donde muchas veces estamos tentados de hacer cosas que sabemos que no debemos hacer. Así, en la película de Blake Edwards la tentación acecha continuamente a la pareja, situación que se vuelve aún más dramática desde el momento en que hay una hija de por medio.
La película, en tanto que historia, tarda en despegar, y la primera hora de metraje, a pesar de la velocidad con la que tienen lugar los acontecimientos o quizá precisamente a causa de ello, se torna bastante insufrible. De este modo estamos viendo durante los primeros sesenta minutos una pareja después matrimonio a la que las cosas le van bien y que incluye alguna que otra gracieta. Es decir, no hay conflicto, lo que hace bastante soporífera la primera parte.
No es hasta que Joe llega borracho a casa y empieza a sufrir las consecuencias de su adicción a la bebida y a transmitírselas a su mujer cuando la película empieza a coger ritmo y atractivo. Pasamos así de la comedia ligera al drama conmovedor mediante un giro de 180º. Con una magistral interpretación que desmiente rotundamente todas las habladurías que mencionaron a un Jack Lemmon encasillado en la comedia, el actor se convierte en un alcohólico de pro que en más de una escena pone los pelos de punta, sobre todo a aquellos que le conocíamos por haberle visto disfrazado de mujer o ejerciendo de pringado para el goce de sus superiores en busca de un ascenso. Lee Remmick también cumple su trabajo con creces, y obenemos así una emocionante historia que, aún tardando en emocionar, logra su objetivo y nos transmite la tristeza de una familia que naufraga en alcohol.
10
7 de julio de 2011 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del director: Blake Edwards.
Joe Clay (Jack Lemmon) divertido relaciones publicas conoce a Kirsten Anudsen (Lee Remick) una eficiente secretaria, al principio se conocen de una forma un poco accidentada, pero al día siguiente él va a la oficina para intentar obtener una cita con ella, después de una serie de incidentes por parte de él, consigue cenar con ella y más adelante casarse y tener una hija, al principio la convivencia de la pareja es como un idílico jardín de rosas, pero en ese jardín se introduce un nuevo elemento que les termina condicionando su vida, ese elemento es el alcohol.
La película es todo un tratado, nos habla del peligro de las adicciones y de cómo en el mundo moderno el individuo se ve condicionado a caer en estas, el trabajo, las amistades o la familia en muchas ocasiones terminan por arrastrar a los hombres o mujeres que no tienen un carácter fuerte pudiendo acabar en el más profundo de los abismos.
Por otra parte me gustaría resaltar las grandiosas interpretaciones de los geniales Jack Lemmon, Lee Remick, Jack Klugman y Charles Bickford que junto a la estupenda dirección de Blake Edwards y la música de Henry Mancini, hacen de este film una obra maestra entrañable.
Y por ultimo me gustaría decir que la película nos invita a una reflexión, que ante el mundo de las adiciones cuando ya has ciado en lo más profundo de estas, solo queda una simple cuestión salir de la trampa donde estas metido o perecer.
7
15 de febrero de 2022 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía mucho tiempo que tenía apartada ésta película para verla tranquilo, ya que en casa prácticamente solo yo veo cine clásico. Había escuchado mucho sobre ella, pero la tenía pendiente y eso que Jack Lemmon me encanta, tanto en el apartado cómico como en el dramático.

La carátula de la película dice mucho sobre ella y sobre su título. A lo largo de la vida vivimos muchos días, algunos son de vino (negativos) y otros de rosas (positivos). La pareja de ésta historia Lemmon y Remick nos dan un ejemplo a las claras de ésta situación, tal como lo vemos en la fotografía rota por la mitad, donde vemos en la parte superior esos días de rosas, donde la felicidad y el buen humor abundan y justo debajo los días de vino, problemas, tristeza, alcoholismo.

Por mucho que se empeñe la gente, la película no es simplemente sobre el alcohol, podríamos incluir cualquier vicio, juego, mujeres, drogas, todo aquello que conlleva una destrucción de la felicidad. Recordemos que el personaje de Lemmon es un excelente relaciones públicas y dirige no sólo muy bien su empleo, sino que es halagado constantemente por sus superiores. Al igual que Remick en su función de secretaria. Juntos descubren el amor y se casan y es ahí donde poco a poco comienza a surgir el problema del alcohol, una fiesta por aquí, una cena por allá, otra reunión, otra fiesta. Pasito a pasito y sin darse cuenta, él se ha convertido en alcohólico y lo peor de todo es que la arrastra a ella.

La historia nos relata de forma dura (no se pierdan la escena en el invernadero) como afecta el problema del alcoholismo a una familia y a aquellos que lo rodean. Perfectas actuaciones de Lemmon y Remick que hacen muy creíble todo aquello que vemos en pantalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es muy complicado el tema del alcohol. Mi abuelo fue alcohólico, pero jamás lo vi borracho, jamás. Eso si, necesitaba desde primera hora de la mañana su alcohol. El problema aquí surge cuando no se despegan del alcohol por completo, hasta en tres ocasiones el personaje de Lemmon vuelve a recaer y ya no sólo eso, sino que en la escena final, su voluntad se pone a prueba con las luces del bar del frente.
9
3 de marzo de 2023 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blake Edwards dejó de lado la comedia (aunque esta película también posee en sus inicios momentos de humor) para adentrarse de lleno en algo tan serio como el alcoholismo y sus ruinosas consecuencias.

Edwards se muestra altamente incisivo en la exhibición emocional de las destructivas derivaciones profesionales y familiares que conlleva el ser adicto a la botella.

Tanto Jack Lemmon como Lee Remick están soberbios en sus interpretaciones. El uno personificando a un relaciones públicas cuyo trabajo le conduce a una fácil propensión al alcohol al estar de fiesta en fiesta, y la otra encarnando a una ansiosa consumidora de chocolate completamente abstemia antes de ser tentada por las habituales ingestas etílicas de su futuro esposo.

La película está construida a base de viñetas que muestran (a veces de un modo un tanto sensacionalista) aspectos clave concernientes al proceso de inmersión, aceptación, tratamiento y recuperación de un alcohólico, erigiéndose como un retrato descarnado, penetrante y magistral del peligroso mundo del alcoholismo.
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