Sólo los ángeles tienen alas
1939 

7.7
5,319
17 de febrero de 2019
17 de febrero de 2019
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es el caso de "Sólo los ángeles tienen alas", una obra que trata de beneficiarse, además de la belleza de Rita Hayworth y la popularidad de Cary Grant y Jean Arthur, de la mística romántica de la aviación, que en los años treinta era mucha, en la línea de "Vuelo Nocturno" de Antoine de Saint-Exupéry. Sin embargo Howard Hawks sólo se queda en la carcasa y en la pose por lo que nos regala una película que no tiene historia, fruto de una idea del propio director: gente pilotando en un país suramericano y poco más. Es decir, que no hay trama como tal y es una cosa que se ve venir con mucha preocupación desde el primer momento. Aquí no es posible la aventura porque la única posibilidad consiste en que el avión llegue sano y salvo o se estrelle. El simple reparto postal no es suficiente para entusiasmar al espectador de ahora. En realidad es aburrida.
Tal vez Hawks se dio cuenta del vacío argumental y por eso mete un drama personal por aquí, una enemistad por allí y sobre todo un par de historias amorosas, más o menos, para endulzar el relato. De esta forma se anticipa a su manera a "Mogambo" (1953) con ese romance a cuatro bandas aunque con bastante menos oficio. De hecho, siendo el resto ya de por sí flojo dando termina de ser irritante Hawks es en este aspecto. Entiendo que "Sólo los ángeles tienen alas" es una obra para "machos" que sueñan con correr peligros y sobre todo pasarse la vida entre copas y mujeres "que se echan en sus brazos nada más verlos" pero es que resulto ridículo. Para esta gente su ídolo es Geoff (Cary Grant), que es un chulo playa insoportable que parte la pana. En cambio la representación femenina es lamentable, unas arrastradas, memas e histéricas.
Tal vez Hawks se dio cuenta del vacío argumental y por eso mete un drama personal por aquí, una enemistad por allí y sobre todo un par de historias amorosas, más o menos, para endulzar el relato. De esta forma se anticipa a su manera a "Mogambo" (1953) con ese romance a cuatro bandas aunque con bastante menos oficio. De hecho, siendo el resto ya de por sí flojo dando termina de ser irritante Hawks es en este aspecto. Entiendo que "Sólo los ángeles tienen alas" es una obra para "machos" que sueñan con correr peligros y sobre todo pasarse la vida entre copas y mujeres "que se echan en sus brazos nada más verlos" pero es que resulto ridículo. Para esta gente su ídolo es Geoff (Cary Grant), que es un chulo playa insoportable que parte la pana. En cambio la representación femenina es lamentable, unas arrastradas, memas e histéricas.
2 de enero de 2014
2 de enero de 2014
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque haya que verla con la perspectiva de su época “Sólo los ángeles tienen alas” es un peliculón. Su temática puede parecer desfasada vista a los ojos de hoy, aunque posiblemente fuese en su momento una película muy audaz en cuanto a sus contenidos y a la forma de desarrollarlos. De todos modos, esta película es todo un prodigio de guión, las piezas encajan en una maquinaria perfecta y siempre a punto. Sentido del humor, romance, amistad, lealtad... Y aventuras a flor de piel. Todos los actores están en estado de gracia, y las tramas y subtramas se acomodan de una manera perfecta. No sobra ni un movimiento de cámara, la música está siempre bien traída. Hasta las cosas más nimias tienen un peso específico fundamental en el desarrollo de la historia (un filete, los objetos que deja un fallecido, una moneda de dos caras)… Diálogos exquisitamente escogidos, en los que los sobreentendidos y las elipsis son incluso más importantes que lo que se dice.
Y sí, la película me parece de una extraordinaria modernidad. Todo está sujeto a un continuo cuestionamiento, nada termina siendo lo que parece, y hasta el diálogo más cursi puede ser brillante si se enfoca con la perspectiva adecuada. Hawks demuestra ser un genio en el estudio de los matices, y eso es lo que hace de esta película una obra enorme. De visión obligada.
Y sí, la película me parece de una extraordinaria modernidad. Todo está sujeto a un continuo cuestionamiento, nada termina siendo lo que parece, y hasta el diálogo más cursi puede ser brillante si se enfoca con la perspectiva adecuada. Hawks demuestra ser un genio en el estudio de los matices, y eso es lo que hace de esta película una obra enorme. De visión obligada.
19 de enero de 2020
19 de enero de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sólo los ángeles tienen alas" es una afortunada combinación de humor, amor y acción , pese a que casi todo el film transcurre en un interior, con el protagonista (Cary Grant) situado entre dos mujeres escritas con el decidido trazo que Howard Hawks aportó al género femenino, y con una serie de estupendos secundarios (Thomas Mitchell, Sig Ruman) igualmente reconocibles dentro del universo del autor.
El guión (una triste historia de aviadores anónimos que se enfrentan a diario con la muerte) lo firma Jules Furthman, un escritor de larga trayectoria en Hollywood, cuyo trabajo casi comienza con el propio nacimiento del cine (su primera película de referencia es un film de Lon Chaney de 1915) y llega hasta finales de los años 50 con "Río Bravo", del propio Hawks, con el que colaboró en diversas ocasiones, entre ellas en títulos tan destacados como "El sueño eterno" y "Tener y no tener".
El film pertenece al género de aventuras pese a que Hawks y Cary Grant fue en la comedia donde coincidieron con más frecuencia. A pesar de que los personajes pertenecen a un estereotipo ya establecido por esas fechas, el genio de Hawks los hace suyos y los transforma en su universo personal consiguiendo un film notable que perdurará para siempre.
El guión (una triste historia de aviadores anónimos que se enfrentan a diario con la muerte) lo firma Jules Furthman, un escritor de larga trayectoria en Hollywood, cuyo trabajo casi comienza con el propio nacimiento del cine (su primera película de referencia es un film de Lon Chaney de 1915) y llega hasta finales de los años 50 con "Río Bravo", del propio Hawks, con el que colaboró en diversas ocasiones, entre ellas en títulos tan destacados como "El sueño eterno" y "Tener y no tener".
El film pertenece al género de aventuras pese a que Hawks y Cary Grant fue en la comedia donde coincidieron con más frecuencia. A pesar de que los personajes pertenecen a un estereotipo ya establecido por esas fechas, el genio de Hawks los hace suyos y los transforma en su universo personal consiguiendo un film notable que perdurará para siempre.
1 de octubre de 2015
1 de octubre de 2015
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabemos que Hawks fue piloto de aviones y coches antes de meterse en el mundo del cine. Jules Furthman venia haciendo guiones desde 1915, con grandes títulos en su nómina como "Rebelión a bordo", y los que le quedaban. Así es que entretejieron una historia de base real, en un lugar imposible con hombres y mujeres imposibles creando un micromundo cerrado en si mismos donde recalaban aquellos que no tenían más remedio que jugarse la vida cada día por un salario que no lo merecía con una profesión-pasión que les hacía sentir la vida intensamente. Para poder sobrevivir necesitaban una buena dosis de cinismo y crear unas reglas de deber y camaradería a prueba de todas las inclemencias exteriores, ya sean nieblas, tormentas o amores.
Rodada en estudio, consigue una agobiante atmósfera que se traslada de las barracas, al puesto de vigilancia en la montaña y a las latas de sardinas que eran las cabinas de los aviones de la época. Mundo de hombres curtidos donde la mujer es una rara avis siempre en un segundo plano, incapaz de sobrellevar y entender los códigos de los alfa-man.
Cary Grant y Jean Arthur no parecen los más adecuados para sus personajes. La evolución de los mismos es tan rápida como increíble, el lugar, la pista, los vuelos, todo destila trampantojo y sin embargo funcionan, nos emocionan, entramos en el juego y reímos y lloramos. ¿No es eso el cine?: mentiras imposibles que nos hacen soñar.
Hawks, nos presenta en la alta sociedad fílmica a Rita Hayworth, quien impone su presencia por encima de un personaje metido con calzador y que evoluciona como todos los demás tan rápido como cambia el tiempo en Barranca. Solo el gran Tomas Mitchell, en un año 39 para él glorioso, consigue un personaje redondo que vuelve a bordar. La excelente fotografía de Joseph Walker apuntala cada una de las escenas, los diálogos van a juego con los personajes y al final Hawks consigue que la cinta forme parte de nuestros recuerdos aunque para ello haya tenido que utilizar una moneda con dos caras.
Rodada en estudio, consigue una agobiante atmósfera que se traslada de las barracas, al puesto de vigilancia en la montaña y a las latas de sardinas que eran las cabinas de los aviones de la época. Mundo de hombres curtidos donde la mujer es una rara avis siempre en un segundo plano, incapaz de sobrellevar y entender los códigos de los alfa-man.
Cary Grant y Jean Arthur no parecen los más adecuados para sus personajes. La evolución de los mismos es tan rápida como increíble, el lugar, la pista, los vuelos, todo destila trampantojo y sin embargo funcionan, nos emocionan, entramos en el juego y reímos y lloramos. ¿No es eso el cine?: mentiras imposibles que nos hacen soñar.
Hawks, nos presenta en la alta sociedad fílmica a Rita Hayworth, quien impone su presencia por encima de un personaje metido con calzador y que evoluciona como todos los demás tan rápido como cambia el tiempo en Barranca. Solo el gran Tomas Mitchell, en un año 39 para él glorioso, consigue un personaje redondo que vuelve a bordar. La excelente fotografía de Joseph Walker apuntala cada una de las escenas, los diálogos van a juego con los personajes y al final Hawks consigue que la cinta forme parte de nuestros recuerdos aunque para ello haya tenido que utilizar una moneda con dos caras.
4 de diciembre de 2020
4 de diciembre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida se reduce a lo que un fulano ha sido capaz de almacenar en los últimos cinco o veintidós años. Una barra de bar y unos enseres ahí, fríos, sin ni siquiera seres queridos esperando para ser captados. Es una de las lecturas de la vida de unos fracasados que viven envueltos en una constante neblina, con el único objetivo de pasar EL PASO y volver para contarlo, con cóndores al acecho.
Hawkes tiene fama de tratar mal a las mujeres, pero yo veo a tres mujeres ahí que se mantienen firmes, dignas, grandes frente a la mayoría de testosterona que aquella sociedad (y aún está), solventaba sus asuntos. Duelos al amanecer, puñetazos varios y a ver quién es más hombre. Y ellas, dignas, a lo Katy Hepburn, como aquí la Arthur… No obstante, toda escena de excesos me parece anacrónica y alejada de la sociedad y los valores en los que vivo. Pero soy consciente de que esta película fue rodada en 1938, ni más, ni menos…
Resulta curioso echar la vista atrás, en la escena de la cafetera hirviendo, y ver que al principio de la película un tipo se estrelló con un avión y que la Arthur iba vestida en un traje y había sido invitada a la alcoba de Carter para ver fotos de cuando él era joven (lo que había que hacer para torear la censura, santo Dios…). Y es que pasan muchísimas cosas a una velocidad tan vertiginosa que parece que hayamos visto varias películas en una. Y lo que es más alucinante: no aburre ni un segundo.
Hawkes tiene fama de tratar mal a las mujeres, pero yo veo a tres mujeres ahí que se mantienen firmes, dignas, grandes frente a la mayoría de testosterona que aquella sociedad (y aún está), solventaba sus asuntos. Duelos al amanecer, puñetazos varios y a ver quién es más hombre. Y ellas, dignas, a lo Katy Hepburn, como aquí la Arthur… No obstante, toda escena de excesos me parece anacrónica y alejada de la sociedad y los valores en los que vivo. Pero soy consciente de que esta película fue rodada en 1938, ni más, ni menos…
Resulta curioso echar la vista atrás, en la escena de la cafetera hirviendo, y ver que al principio de la película un tipo se estrelló con un avión y que la Arthur iba vestida en un traje y había sido invitada a la alcoba de Carter para ver fotos de cuando él era joven (lo que había que hacer para torear la censura, santo Dios…). Y es que pasan muchísimas cosas a una velocidad tan vertiginosa que parece que hayamos visto varias películas en una. Y lo que es más alucinante: no aburre ni un segundo.
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