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Críticas ordenadas por utilidad
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6
29 de octubre de 2019
29 de octubre de 2019
85 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
El último y premiado film de la directora francesa Céline Sciamma propone una mezcla de géneros entre el cine de época (una pintora en el siglo XVIII) y el drama social y romántico (una relación lésbica) que, en mi opinión, no funciona del todo bien pese a las críticas tan favorables recibidas en el festival de Cannes.
Como film de época sólo funciona en el aspecto formal, sobre todo gracias a la hermosa fotografía de Claire Mathon y especialmente cuando usa las velas y el fuego como únicas fuentes de luz. Sin embargo se resiente y resulta anacrónica en el tratamiento que hace de las relaciones entre los personajes utilizando un tono cotidiano impropio de la sociedad todavía feudal del siglo XVIII, especialmente en la relación entre señora y criada y con los habitantes del pueblo. O dicho de otro modo, los personajes hablan y actúan como si fueran contemporáneos, un error bastante común en muchos films de época.
Como película de romance y drama social resulta demasiado fría acercándose más a algunos preciosistas pero distantes films británicos. En mi opinión le falta fuerza a una historia de amor que a mi no me llega a cautivar ni emocionar como por ejemplo en "La vida de Adèle", por citar otra historia de amor lésbico. La apenas utilización de banda sonora (y cuando se hace es otro anacronismo cuando las mujeres del pueblo cantan una tonada moderna) contribuye a esa sensación de distanciamiento y falta de empatía con los personajes que me ha producido su visionado.
Como film de época sólo funciona en el aspecto formal, sobre todo gracias a la hermosa fotografía de Claire Mathon y especialmente cuando usa las velas y el fuego como únicas fuentes de luz. Sin embargo se resiente y resulta anacrónica en el tratamiento que hace de las relaciones entre los personajes utilizando un tono cotidiano impropio de la sociedad todavía feudal del siglo XVIII, especialmente en la relación entre señora y criada y con los habitantes del pueblo. O dicho de otro modo, los personajes hablan y actúan como si fueran contemporáneos, un error bastante común en muchos films de época.
Como película de romance y drama social resulta demasiado fría acercándose más a algunos preciosistas pero distantes films británicos. En mi opinión le falta fuerza a una historia de amor que a mi no me llega a cautivar ni emocionar como por ejemplo en "La vida de Adèle", por citar otra historia de amor lésbico. La apenas utilización de banda sonora (y cuando se hace es otro anacronismo cuando las mujeres del pueblo cantan una tonada moderna) contribuye a esa sensación de distanciamiento y falta de empatía con los personajes que me ha producido su visionado.

8.1
14,073
9
2 de diciembre de 2009
2 de diciembre de 2009
43 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Retorno al pasado" (Out of the past, 1947) de Jacques Tourneur está basada en la novela policiaca "Build the gallows High" (Eleven mi horca, 1946) del especialista Geoffrey Homes, seudónimo del notable guionista cinematográfico Dan Mainwaring.
Nos cuenta la historia de Jeff Bailey (Robert Mitchum), un hombre que vive con monótona placidez en un pequeño pueblo al frente de una estación de servicio para olvidar su turbio pasado, que se verá reavivado con el reencuentro con un poderoso gangster (Kirk Douglas) y su temible amante (Jane Greer), dando origen a una compleja y enrevesada trama.
Retorno al pasado es una película lírica y amarga que habla sobre la desilusión por la vida, y en la que se conjugan magistralmente las características del cine de Jacques Tourneur: cineasta romántico como Raoul Walsh, lírico como Nicholas Ray, fatalista como Fritz Lang. Este film supone una suma de toda su poética, una obra maestra total: su romanticismo impetuoso tiende a la tragedia; su lirismo se plasma en un extraordinario trabajo de iluminación y de composiciones en blanco y negro; su fatalismo cierra sombríamente una limpia mirada sobre el escepticismo.
Jacques Tourneur consigue con "Retorno al pasado" una película de exquisita sensibilidad, bajo cuya belleza formal se esconde una amarga mirada sobre un mundo corrompido en el que todo tiende a la destrucción.
Si el guión, la dirección y la interpretación de los actores es magistral, los apartados técnicos no le van a la zaga. Tourneur hace un uso magistral de la elipsis para recrear una atmósfera onírica, del travelling para describir el presente y el pasado de los personajes, y de la fotografía de Nicholas Musuraca para recrear con brillantez las luces y sombras propias del mejor cine negro, con ambientes brumosos, noches mágicas, y deslumbrantes exteriores diurnos.
Por otra parte, en "Retorno al pasado" nos encontramos con Kathie Moffett (Jane Greer) una de las femme fatale más retorcida que ha conocido la historia del cine.
Nos cuenta la historia de Jeff Bailey (Robert Mitchum), un hombre que vive con monótona placidez en un pequeño pueblo al frente de una estación de servicio para olvidar su turbio pasado, que se verá reavivado con el reencuentro con un poderoso gangster (Kirk Douglas) y su temible amante (Jane Greer), dando origen a una compleja y enrevesada trama.
Retorno al pasado es una película lírica y amarga que habla sobre la desilusión por la vida, y en la que se conjugan magistralmente las características del cine de Jacques Tourneur: cineasta romántico como Raoul Walsh, lírico como Nicholas Ray, fatalista como Fritz Lang. Este film supone una suma de toda su poética, una obra maestra total: su romanticismo impetuoso tiende a la tragedia; su lirismo se plasma en un extraordinario trabajo de iluminación y de composiciones en blanco y negro; su fatalismo cierra sombríamente una limpia mirada sobre el escepticismo.
Jacques Tourneur consigue con "Retorno al pasado" una película de exquisita sensibilidad, bajo cuya belleza formal se esconde una amarga mirada sobre un mundo corrompido en el que todo tiende a la destrucción.
Si el guión, la dirección y la interpretación de los actores es magistral, los apartados técnicos no le van a la zaga. Tourneur hace un uso magistral de la elipsis para recrear una atmósfera onírica, del travelling para describir el presente y el pasado de los personajes, y de la fotografía de Nicholas Musuraca para recrear con brillantez las luces y sombras propias del mejor cine negro, con ambientes brumosos, noches mágicas, y deslumbrantes exteriores diurnos.
Por otra parte, en "Retorno al pasado" nos encontramos con Kathie Moffett (Jane Greer) una de las femme fatale más retorcida que ha conocido la historia del cine.
10
2 de diciembre de 2009
2 de diciembre de 2009
44 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Los amantes crucificados", es una de las últimas películas de la extensa filmografía de Kenji Mizoguchi que abarca más de noventa títulos, la mayoría perdidos. Está basada en una obra de Monzaemon Chikamatsu (1653-1724), también llamado el Shakespeare japonés, autor de teatro de marionetas y renovador del kabuki, un forma de teatro profano surgida en el siglo XVI en el que todos los papeles de mujeres eran interpretados por hombres.
Osan es la mujer de Ishum, impresor del calendario oficial del reino, con el que se casó sin amor para salvar la fortuna familiar. Su hermano necesita dinero para ocultar un desfalco y como no se atreve a pedírselo a su marido, lo hace a Mohei (empleado de confianza) que, enamorado de ella, falsifica el sello de Ishum pero es descubierto y delatado por otro empleado ambicioso y su jefe decide entregarlo a la justicia. En un momento de confusión y por una serie de casualidades Mohei es sorprendido en la habitación de Osan y ambos deciden huir siendo perseguidos por la justicia.
"Los amantes crucificados" es uno de los mejores y más conocidos melodramas de la última parte de la carrera cinematográfica de ese genio humanista llamado Kenji Mizoguchi en la que explora con singular acierto las formas de poder de la sociedad feudal japonesa en la que las mujeres están sometidas al jefe familiar, tanto la esposa Osan casada por conveniencia como la empleada Otama a la que desea tener como amante, y los trabajadores más cualificados, como Mohei, son explotados siendo obligados a trabajar hasta la extenuación.
También queda magníficamente reflejada la hipocresía de personajes como Ishum para el que lo más importante es mantener oculta la huida de su esposa con su empleado para poder mantenerse en el cargo o la del hermano de Osan que sólo quiere conseguir el dinero que le permita salvar su economía aunque ello suponga acabar con la felicidad de su hermana.
Asimismo algunos empleados y clientes de Ishum intentan aprovecharse de la situación bien para poder ascender -no dudando en delatar a Mohei- o para hacerse con el próspero negocio conseguido a base de avaricia.
Más allá de todo esto "Los amantes crucificados" se convierte en una película magistral e inolvidable por su identificación emocional con el espectador apoyada en unos magníficos actores, en una fotografía que hace que por momentos algunas secuencias parezcan grabados de la época, y en una planificación apoyada en largos, sentidos y suntuosos planos que logran un intimismo y una emotividad difícil de igualar.
Y sobre todo, y por encima de todo, porque es una bellísima, triste y conmovedora historia de amor contada de forma ejemplar por uno de los más grandes genios que ha dado la historia del cine.
Osan es la mujer de Ishum, impresor del calendario oficial del reino, con el que se casó sin amor para salvar la fortuna familiar. Su hermano necesita dinero para ocultar un desfalco y como no se atreve a pedírselo a su marido, lo hace a Mohei (empleado de confianza) que, enamorado de ella, falsifica el sello de Ishum pero es descubierto y delatado por otro empleado ambicioso y su jefe decide entregarlo a la justicia. En un momento de confusión y por una serie de casualidades Mohei es sorprendido en la habitación de Osan y ambos deciden huir siendo perseguidos por la justicia.
"Los amantes crucificados" es uno de los mejores y más conocidos melodramas de la última parte de la carrera cinematográfica de ese genio humanista llamado Kenji Mizoguchi en la que explora con singular acierto las formas de poder de la sociedad feudal japonesa en la que las mujeres están sometidas al jefe familiar, tanto la esposa Osan casada por conveniencia como la empleada Otama a la que desea tener como amante, y los trabajadores más cualificados, como Mohei, son explotados siendo obligados a trabajar hasta la extenuación.
También queda magníficamente reflejada la hipocresía de personajes como Ishum para el que lo más importante es mantener oculta la huida de su esposa con su empleado para poder mantenerse en el cargo o la del hermano de Osan que sólo quiere conseguir el dinero que le permita salvar su economía aunque ello suponga acabar con la felicidad de su hermana.
Asimismo algunos empleados y clientes de Ishum intentan aprovecharse de la situación bien para poder ascender -no dudando en delatar a Mohei- o para hacerse con el próspero negocio conseguido a base de avaricia.
Más allá de todo esto "Los amantes crucificados" se convierte en una película magistral e inolvidable por su identificación emocional con el espectador apoyada en unos magníficos actores, en una fotografía que hace que por momentos algunas secuencias parezcan grabados de la época, y en una planificación apoyada en largos, sentidos y suntuosos planos que logran un intimismo y una emotividad difícil de igualar.
Y sobre todo, y por encima de todo, porque es una bellísima, triste y conmovedora historia de amor contada de forma ejemplar por uno de los más grandes genios que ha dado la historia del cine.

7.0
11,563
7
21 de marzo de 2010
21 de marzo de 2010
35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Le concert" es una comedia dramática equilibrada en los dos platos de la balanza, el trágico y el amable, y construida con la mirada puesta en las exigencias emocionales de un amplio sector del público. Nos plantea dos historias, una individual y otra colectiva, bien unidas entre sí. La primera, la referida a los personajes protagonistas y el secreto del pasado que hace de vínculo entre todos ellos, es bastante forzada, poco creíble y un tanto folletinesca pero llega a calar y emocionar por la excelente puesta en escena, la interpretación de los actores y la maravillosa música de Tchaikovsky.
La segunda trama, la colectiva, es más interesante y novedosa y nos habla de los destinos y fracasos del régimen comunista soviético, y está construida con bastante más libertad, desde la caricatura y la comedia del ridículo, proponiendo una dolorosa reflexión sobre los efectos que en la vida de muchas personas tuvo un sistema político que representaba, y puede que todavía represente, la esperanza de la humanidad, con un estupendo y significativo trío de personajes masculinos cuya vida ha quedado marcada por este fracaso colectivo: el marginado director protagonista, su amigo, un virtuoso del chelo que trabaja de conductor de una ambulancia, y especialmente el gerente que continúa aferrado a la vieja guardia, un personaje con giros, matices y momentos (su relación con los restos del Partido Comunista francés al que pretende insuflar esperanza) realmente brillantes. También hay una crítica velada hacia la Perestroika y la desilusión y desconfianza que supusieron algunos de sus cambios y la creación de nuevos ricos tan corruptos como los anteriores.
"Le concert" es un film irregular, ingenuo, con algunas situaciones y personajes poco creíbles que en algunos momentos llegan a rozar el ridículo, pero que con todas sus limitaciones tiene muy buenos momentos y nos llega directa al corazón emocionándonos por su mensaje, su optimismo, sus personajes tan humanos y por la excelsa música de ese genio llamado Tchaikovsky.
La segunda trama, la colectiva, es más interesante y novedosa y nos habla de los destinos y fracasos del régimen comunista soviético, y está construida con bastante más libertad, desde la caricatura y la comedia del ridículo, proponiendo una dolorosa reflexión sobre los efectos que en la vida de muchas personas tuvo un sistema político que representaba, y puede que todavía represente, la esperanza de la humanidad, con un estupendo y significativo trío de personajes masculinos cuya vida ha quedado marcada por este fracaso colectivo: el marginado director protagonista, su amigo, un virtuoso del chelo que trabaja de conductor de una ambulancia, y especialmente el gerente que continúa aferrado a la vieja guardia, un personaje con giros, matices y momentos (su relación con los restos del Partido Comunista francés al que pretende insuflar esperanza) realmente brillantes. También hay una crítica velada hacia la Perestroika y la desilusión y desconfianza que supusieron algunos de sus cambios y la creación de nuevos ricos tan corruptos como los anteriores.
"Le concert" es un film irregular, ingenuo, con algunas situaciones y personajes poco creíbles que en algunos momentos llegan a rozar el ridículo, pero que con todas sus limitaciones tiene muy buenos momentos y nos llega directa al corazón emocionándonos por su mensaje, su optimismo, sus personajes tan humanos y por la excelsa música de ese genio llamado Tchaikovsky.

6.8
10,286
7
9 de febrero de 2014
9 de febrero de 2014
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con "La venus de las pieles" Polanski retoma su afición a convertir el teatro en cine (en ocasiones puntuales también ha dirigido e interpretado teatro), algo que hizo por primera vez con "Macbeth" y que continuó con "La muerte y la doncella" y con su anterior trabajo "Un Dios salvaje". En este caso el afamado director adapta una obra teatral de David Ives (que también participa en el guión) que a su vez está basada en la polémica obra del austríaco Leopold von Sacher-Masoch, escrita en 1870 y que trata sobre las relaciones sadomasoquistas.
El texto ofrece a Polanski un vehículo perfecto para desarrollar una vez más algunos temas recurrentes a lo largo de su carrera. El juego de espejos y las fronteras difusas entre las identidades de los dos únicos personajes en escena se suceden bajo la mirada comprensiva, tolerante y afilada del director. Los papeles cambian, la mujer vulgar con acento barriobajero (excelente Emmanuelle Seigner, esposa en la vida real de Polanski) se transforma cuando recita en una señora culta, sensual y dominante; y el petulante y sofisticado director teatral (un Matthieu Amalric que parece un alter ego, incluso físicamente, del director polaco) se ve sometido por alguien que él consideraba inferior.
Un único escenario, un texto provocador y sólo dos personajes son suficientes para que Polanski sea capaz con su portentosa cámara de sacar el máximo rendimiento a tan osado experimento. Además aporta su peculiar sentido del humor y su mirada ácida que hace que esta perturbadora venus de las pieles te hipnotice por momentos.
El texto ofrece a Polanski un vehículo perfecto para desarrollar una vez más algunos temas recurrentes a lo largo de su carrera. El juego de espejos y las fronteras difusas entre las identidades de los dos únicos personajes en escena se suceden bajo la mirada comprensiva, tolerante y afilada del director. Los papeles cambian, la mujer vulgar con acento barriobajero (excelente Emmanuelle Seigner, esposa en la vida real de Polanski) se transforma cuando recita en una señora culta, sensual y dominante; y el petulante y sofisticado director teatral (un Matthieu Amalric que parece un alter ego, incluso físicamente, del director polaco) se ve sometido por alguien que él consideraba inferior.
Un único escenario, un texto provocador y sólo dos personajes son suficientes para que Polanski sea capaz con su portentosa cámara de sacar el máximo rendimiento a tan osado experimento. Además aporta su peculiar sentido del humor y su mirada ácida que hace que esta perturbadora venus de las pieles te hipnotice por momentos.
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