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Picnic en Hanging Rock

Intriga. Drama El día de San Valentín de 1900, las estudiantes de la Escuela Appleyard van de excursión a Hanging Rock, una región australiana montañosa. A lo largo del día se producen una serie de fenómenos sobrenaturales: el tiempo se detiene, estudiantes y maestras pierden el conocimiento y tres chicas y una profesora desaparecen. (FILMAFFINITY)
Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
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10
25 de enero de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película, en principio, parece ser una simple historia de un grupo de adolescentes que van de excursión a hacer un picnic en Hanging Rock.

Sin embargo, la historia va mucho más allá...

Es puramente existencial y enigmática.

Detrás de el habitual acontecer de un día en el campo, parece haber un poder misterioso que opera sobre las chicas (y sobre el espectador) los cuales son arrastrados dentro de un misterioso laberinto.

Lo que perciben y la forma en que lo perciben comienza a experimentar cambios relevantes. Todo se siente de forma diferente: los comentarios y opiniones no parecen venir de un grupo de adolescentes, si no de una remota y antigua sabiduría relacionada con la espiritualidad y el no-dualismo.

Por ejemplo:

-Marion: "Un sorprendente número de seres humanos existen sin ningún propósito. Aún así, es probable que estén desempeñando alguna función sin que lo sepan".

-Miranda: "Lo que vemos y lo que parecemos ser, no es más que un sueño dentro de un sueño".

-Miranda: "Todo comienza y termina en el momento y el lugar exactos".

Ellas parecen haber entrado en una dimensión como de ensueño, suspendidas en el tiempo. Hay como una energía etérea que hace que las acciones sean guiadas por un elevado nivel de conciencia y una sensación de absoluta libertad.

No obstante, y de acuerdo con Sara, podría haber intuiciones y predestinación en alguna confesión de Miranda. Su presencia etérea, belleza y misterio, están magníficamente retratados por Anne-Louise Lambert.

Tenemos una historia en el que las fuerzas de la naturaleza y el destino están entremezclados..

Al final, el hecho más relevante es la sensación que permanece en el espectador mucho tiempo después de haber visto la película: un sentimiento de vacío, de lo inexplicable, la nada, el más allá...

10/10
7
7 de agosto de 2015 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí hay que definir esta película con una palabra es ONÍRICA. Esta historia clásica del acervo cultural australiano se podía haber afrontado de varias maneras, desde la criminalística a la dramática, pasando por la interpretación sobrenatural, pero el gran (cada vez más) Peter Weir toma el libro de Joan Lindsey y crea algo totalmente nuevo, lírico e inquietante a partes iguales, de modo que una vulgar historia de desapariciones se convierte en una experiencia única. Aparte de que el casting es muy astuto, buscando la impresión visual y emotiva más que la experiencia interpetratativa, todo son buenas decisiones. La música de Gheorghe Zamfir, a base de una flauta de Pan es sencillamente brutal y potencia hasta el infinito una fotografía muy cuidada en la que todo está a plena luz del día, pero apenas parece real o un entorno seguro. La narración está llevada de tal forma que no se cae en el terreno pantanoso de lo paranormal, pero el espectador no puede sacudirse la sensación de que algo anómalo ocurre. En definitiva, grandísima película del cine australiano y confirmación de la maestría de Peter Weir.

PD: el colofón perfecto para la historia de Hanging Rock, una vez acabada la película, es indagar sobre el evento real. Uno se puede sorprender.
8
3 de abril de 2018 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miranda, una de las protagonistas de ‘Picnic en Hanging Rock’ (Peter Weir, 1975), se gira hacia su profesora antes de desaparecer entre la maleza, le anteceden tres lozanas compañeras de la escuela Appleyard, cerca de Melbourne, al sur de Australia. Levanta su delicada mano sonriente mientras el viento agita su dorado cabello, va vestida de pulcro encaje blanco y debe percibir, bajo el seguro que perfumado corsé, el impacto del sol sobre su vientre, está a punto de liberarse. La instructora, que descansa en el llano, tiene un hermoso parecido con la mujer de la sombrilla de Monet, la imagen recuerda también al impresionismo de Sorolla. Alrededor de la institutriz descansan el resto de las alumnas y unas hormigas saquean las sobras de una tarta de San Valentín. La naturaleza, acechante y misteriosa, está a punto de vencer a la represión, estamos en Hanging Rock.

La segunda película de Peter Weir (‘El club de los poetas muertos’), pieza fundamental del renacimiento del cine australiano de los setenta, no contiene un desarrollo convencional. La cinta, que adapta la novela de Joan Lindsay, hay que verla con los sentidos, pues la lírica pronto se encarga de encerrarnos en una dimensión cósmica que no entiende de juicios. ‘Picnic en Hanging Rock’ es una aventura espacial, ciencia ficción con bellas doncellas de Botticelli, lo que cada uno quiera que sea. Es un inmenso paisaje de metáforas y simbología, con una banda sonora inquietante pero dulce al mismo tiempo, una forma de escarbar en tradicionales arquetipos que vertebran nuestra consciencia colectiva. Hay imágenes que recuerdan a ‘La seducción’ (Sofia Coppola, 2017) o a María, la muchacha de dieciséis años que, antes de ser obligada a clausurarse en un convenito satanista, se recreaba entre la espesura de un campo abierto, (‘Cartas de amor a una monja portuguesa’, Jesús Franco, 1977).

La inocente excursión a la inmensa roca forma parte de la primera parte de la película, un onírico preludio hacia el impacto de la naturaleza mística frente a civilización ordenada, un narciso a punto de ser arrancado por una diosa griega. Un juego de ninfas jugando a la juventud. La mitología griega identifica a Perséfone como una diosa que, en el momento en el que se disponía a arrancar una flor, fue raptada por Plutón, que la llevó a las profundidades la Tierra. Una vez más, estamos ante representaciones de gran calado místico, ejercicios cinematográficos que demuestran la necesidad de varios visionados, como demuestran ‘El sacrificio de un ciervo dorado’ (Yorgos Lanthimos, 2017) o ‘Madre!’ (Darren Aronofsky), películas que encajan en una poética determinada y cuyo significado existencial son el punto central de todas las críticas.

La segunda parte completa casi todo el largometraje, abandona la tonalidad impresionista para adentrarnos en una sensata enajenación capaz de helarnos el cuerpo. En esta segunda parte, y volviendo al mito anteriormente citado, parece como si Perséfone volviese con su madre, Deméter, a la tierra. La historia se centra en el colegio victoriano, en los males que afligen al hombre, en la soledad, la rabia, los sentimientos reprimidos. Y surge algo inexplicable en el espectador que le hace querer perderse de nuevo por Hanging Rock. Es una sensación extraña que ya no va acompañada de perfume de rosas, ni siquiera las mejillas de las señoritas parecen sonrojadas, un deseo latente te abraza y no te suelta, sientes el poder de la naturaleza.
Miranda vuelve a despedirse, al final de la cinta, cerrando un ciclo oculto e insólito. Se le ve feliz, de nuevo con su exquisita sonrisa y su niñez ingenua, la roca lleva un millón de años esperándola.
7
7 de febrero de 2021 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peter Weir es mi director favorito. Único testigo y Master and Commander están en mi pedestal. Luego hay otras grandes películas (El Show de Truman, Gallipoli, El Club de los Poetas Muertos...) y alguna obra menor. Pero siempre veo su mano tranquila y delicada en su cine.
Me faltaba por ver Picnic en Hanging Rock y...no me ha defraudado. Es cierto que a hay tramos un poco pesados, algo impostados y cursis pero me parece muy transgresor el acercamiento que hace a estos sucesos. Se podía haber cogido en modo thriller o incluso terror, y sin embargo el tono es más bien onírico y poético. Es una experiencia sensorial, donde la trama queda en segundo plano. Y mira que daba juego la sucesión de hechos que se relatan. Incluso hay momentos importantes que ni nos los enseña (ver spoiler). En lugar de eso prefiere darle espacio a la Naturaleza, a la belleza, a la música...
Es una película que se disfruta mejor recordándola que incluso cuando se está viendo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No nos enseña cuando desaparece la profesora en busca de las chicas. También omite enseñarnos el triste final de la directora. Da la impresión de que a Weir no le interesa demasiado y prefiere que nos quedemos con la experiencia sensorial y el tono onírico.
Definitivamente Weir es un genio
7
4 de diciembre de 2023 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una excelente ambientación, vestuario, localizaciones y fotografía en este drama misterioso romántico (con música de Beethoven y la flauta de pan de Zamfir). Recrea unos extraños sucesos verídicos acaecidos el día de San Valentín en 1900 en Hanging Rock, Australia, en los que tres alumnas y una profesora de un internado femenino desaparecieron inexplicablemente durante la excursión.
De gran belleza y con un ritmo cadencioso es una rara película de corte independiente y reflexivo.
Buena.
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