Better Call SaulSerie
2015 

Vince Gilligan (Creador), Peter Gould (Creador) ...
8.0
30,144
Serie de TV. Drama. Comedia. Thriller
Serie de TV (2015-2022). 6 temporadas. 63 episodios. Precuela de la serie "Breaking Bad", centrada en el personaje del abogado Saul Goodman (Bob Odenkirk), seis años antes de conocer a Walter White. La serie cuenta cómo un picapleitos de poca monta llamado Jimmy McGill, con problemas para llegar a fin de mes, se convierte en el abogado criminalista Saul Goodman. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2017
11 de mayo de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No contaba que la serie del año podía llegar a ser una que arranqué hace 3 años, más por inercia que por apostar que se podía convertir en eso que siempre estoy buscando en cualquier obra cinematográfica, personajes que evolucionen y grandes escenas con más sentido que el que se ve a simple vista.
Y es que señoras y señores, la tercera temporada de Better call Saul, es arte en estado puro. Es un mix de muchas cosas, hay algunas secuencias que van entre el estilo estrictamente clásico y cortes y encuadres más modernos. En una misma secuencia pareciera verse el estilo de John Ford y en el siguiente instante el de Tarantino, y sin descompases en el medio. En donde el silencio de toda una parte del guión se entrecruza con el hiperdiálogo de las escenas a las que nos tiene acostumbrado nuestro abogado sagaz.
Parecía que luego de la desaparición de Tony Soprano, Donald Draper o Jimmy McNulty, no podría haber otro antihéroe importante que nos quisiera contar su vida, hasta que llegó Walter White y enamoró a más de medio mundo. Es cierto que para Better call Saul alcanzara el nivel de Breaking bad necesitara 2 antihéroes en vez de uno: Jimmy McGill y Mike Ehrmantraut.
Hay 3 tiempos en esta historia, uno ya lo conocimos en Breaking bad, los otros dos se suceden a la vez en cada temporada de este spin off, donde Jimmy aun no es Saul y en donde Gene ya ha dejado de serlo.
Pero a pesar de necesitar de los secundarios de la serie original para levantar vuelo, la creación de secundarios en esta nueva parte no se queda atrás, pues su hermano Chuck McGill o Kim Wexler son perfectos contrapuntos. Más teniendo en cuenta que no se nombra a ninguno de los 2 en Breaking bad, por lo tanto la intriga de qué sucede con ellos es aun mayor, y cada capítulo es una gota pequeña en la transformación de Jimmy a Saul.
Pero si esta serie es algo superior con creces, con momentos en los que pareciera superar a su antecesora, es gracias a Mike, ese personaje parco de palabras, tan opuesto a Jimmy, que nos regala algunas secuencias mudas en las que las acciones y las miradas son las protagonistas de la historia.
Porque algunas escenas increíbles de la historia del cine, a veces se dan en la pequeña pantalla un martes por la noche. Y solo se necesita ver a alguien lanzando zapatillas por el cielo para sentir la poesía que ha perdido este mundo.
Y es que señoras y señores, la tercera temporada de Better call Saul, es arte en estado puro. Es un mix de muchas cosas, hay algunas secuencias que van entre el estilo estrictamente clásico y cortes y encuadres más modernos. En una misma secuencia pareciera verse el estilo de John Ford y en el siguiente instante el de Tarantino, y sin descompases en el medio. En donde el silencio de toda una parte del guión se entrecruza con el hiperdiálogo de las escenas a las que nos tiene acostumbrado nuestro abogado sagaz.
Parecía que luego de la desaparición de Tony Soprano, Donald Draper o Jimmy McNulty, no podría haber otro antihéroe importante que nos quisiera contar su vida, hasta que llegó Walter White y enamoró a más de medio mundo. Es cierto que para Better call Saul alcanzara el nivel de Breaking bad necesitara 2 antihéroes en vez de uno: Jimmy McGill y Mike Ehrmantraut.
Hay 3 tiempos en esta historia, uno ya lo conocimos en Breaking bad, los otros dos se suceden a la vez en cada temporada de este spin off, donde Jimmy aun no es Saul y en donde Gene ya ha dejado de serlo.
Pero a pesar de necesitar de los secundarios de la serie original para levantar vuelo, la creación de secundarios en esta nueva parte no se queda atrás, pues su hermano Chuck McGill o Kim Wexler son perfectos contrapuntos. Más teniendo en cuenta que no se nombra a ninguno de los 2 en Breaking bad, por lo tanto la intriga de qué sucede con ellos es aun mayor, y cada capítulo es una gota pequeña en la transformación de Jimmy a Saul.
Pero si esta serie es algo superior con creces, con momentos en los que pareciera superar a su antecesora, es gracias a Mike, ese personaje parco de palabras, tan opuesto a Jimmy, que nos regala algunas secuencias mudas en las que las acciones y las miradas son las protagonistas de la historia.
Porque algunas escenas increíbles de la historia del cine, a veces se dan en la pequeña pantalla un martes por la noche. Y solo se necesita ver a alguien lanzando zapatillas por el cielo para sentir la poesía que ha perdido este mundo.
16 de agosto de 2022
16 de agosto de 2022
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
De los creadores de Breaking Bad llega Better Call Saul. Después del extraordinario éxito de BB, dar el paso a un spin-off es bastante arriesgado pudiendo poner en peligro el mérito de la serie principal... A no ser que seáis Vince Gilligan y Peter Gould. Dos bestias de la dirección qué no se dejan nada atrás. Si algo se puede destacar de Better Call Saul por encima de todo es la meticulosidad. De principio a fin está cuiada en cada detalle, desde el guión hasta cada elemento visual. La coherencia narrativa con BB está perfectamente ejecutada, haciendo posible la convergencia con ésta. El reciclaje de personajes como Mike, Héctor y Gus es espectacular. Ahondamos en las profundidades de éstos para ver de dónde vienen y cómo llegan a donde todos sabemos. Las nuevas apariciones de Chuck, Kim, Howard, Nacho y Lalo encajan muy bien al tono de la serie. Especial atracción por Kim, Nacho y Lalo, éstos tres son capaces de crear una atmósfera que derrocha mucha personalidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los que se esperaban que Better Call Saul iba a repetir las dinámicas de BB se habrán llevado un fiasco, pero los que se han quedado habrán descubierto un diamante en bruto. La trama principal no va de química, drogas, jerarquías, acción y asesinatos. Todo lo contrario, el ritmo decelera por completo. Capitulos lentos que traccionan una trama mucho más calmada, pero muy cargada de contenido y emociones. Capítulos de malabares jurídicos, tribunales, engaños, artimañas y mucha exquisitez visual. Esto no quita que cuando requiere de acción, la serie es capaz de tolerar "sangre por sangre" (trama secundaria).
Al final todo giran en torno a Jimmy McGill y su metamorfosis a Saul Goodman para su posterior fin con Gene. Esa transformación se ve atestiguada por la grandiosa Kim Wrexler. Un personaje que brilla durante toda la serie siendo uno de los pilares de ésta.
Las paralelas con BB mediante la información visual es brutal. En esta serie el manejo y control de la cámara e imagen es un despropósito monumental. Son los mejores en eso y nadie lo puede negar. Lo demostraron en BB, pero en BCS se han reafirmado por completo. Cualquiera que vea esta serie no puede negar la exelencia cinematográfica. Logran contar la serie con planos, colores, ubicaciones. Algo marca de la casa es el episodio "Nippy" una joya que nos recuerda a "Fly" de BB. Uno de esos episodios absurdos de apariencia, pero crucial para comprender el personaje de Bob Oderkink. Un personaje que por muchos nombres y pseudónimos que use, como dijo Chuck "He'll never change" siempre será el mismo niño estafador.
Gilligan lo volvió a hacer, ha dejado BB y BCS en el escalafón cinematográfico. Ambas hablan por sí solas. Si hay algo criticable en ambas, personalmente echo en falta una BSO. Simplemente música, las dos series escasean de personalidad auditiva.
Parece que esto ya se acaba, se ha exprimido todo el jugo de BB con precuela y secuela. Con Saul (abogado) en prisión y Walter (cáncer) herido por bala y muerto se cierra una trama coherente, meticulosa y sobresaliente.
Al final todo giran en torno a Jimmy McGill y su metamorfosis a Saul Goodman para su posterior fin con Gene. Esa transformación se ve atestiguada por la grandiosa Kim Wrexler. Un personaje que brilla durante toda la serie siendo uno de los pilares de ésta.
Las paralelas con BB mediante la información visual es brutal. En esta serie el manejo y control de la cámara e imagen es un despropósito monumental. Son los mejores en eso y nadie lo puede negar. Lo demostraron en BB, pero en BCS se han reafirmado por completo. Cualquiera que vea esta serie no puede negar la exelencia cinematográfica. Logran contar la serie con planos, colores, ubicaciones. Algo marca de la casa es el episodio "Nippy" una joya que nos recuerda a "Fly" de BB. Uno de esos episodios absurdos de apariencia, pero crucial para comprender el personaje de Bob Oderkink. Un personaje que por muchos nombres y pseudónimos que use, como dijo Chuck "He'll never change" siempre será el mismo niño estafador.
Gilligan lo volvió a hacer, ha dejado BB y BCS en el escalafón cinematográfico. Ambas hablan por sí solas. Si hay algo criticable en ambas, personalmente echo en falta una BSO. Simplemente música, las dos series escasean de personalidad auditiva.
Parece que esto ya se acaba, se ha exprimido todo el jugo de BB con precuela y secuela. Con Saul (abogado) en prisión y Walter (cáncer) herido por bala y muerto se cierra una trama coherente, meticulosa y sobresaliente.
17 de agosto de 2022
17 de agosto de 2022
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace 30 días me despidieron de mi trabajo. En mi búsqueda de cosas por hacer y con un calor insoportable, decidí retomar Better call Saul. La primera temporada me pareció muy pesada en su día, y la dejé, pero entre las recomendaciones de gente cercana y grandes críticas, en algún momento tenía que verla, y más cuando Breaking Bad es mi top-1 de series.
Y vaya semanas me ha regalado. Inolvidables. Es una de las mejores series que se han hecho. Brillantísima en el guión, en las actuaciones, en volver al mundo de Breaking Bad pero con otras historias, apasionantes y profundas, en lograr provocarte escalofríos y aplausos.
Solo puedo decir, gracias, y ojalá se sigan haciendo series de este tipo. No dejemos que el placer inmediato y el consumo masivo evite que se realicen obras maestras como esta.
Y vaya semanas me ha regalado. Inolvidables. Es una de las mejores series que se han hecho. Brillantísima en el guión, en las actuaciones, en volver al mundo de Breaking Bad pero con otras historias, apasionantes y profundas, en lograr provocarte escalofríos y aplausos.
Solo puedo decir, gracias, y ojalá se sigan haciendo series de este tipo. No dejemos que el placer inmediato y el consumo masivo evite que se realicen obras maestras como esta.
4 de marzo de 2017
4 de marzo de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sello Gilligan. Una capacidad única para lograr que el espectador sienta empatía por estos personajes al borde del esperpento. Hay un estilo directo, a veces distanciado y a veces de una gran humanidad, hay un humor inteligente (genial la tarta cuclillas), un humor que ayuda a soportar la vida de unos seres mediocres que luchan por sobrevivir o medrar en el literal desierto de nuestra hipócrita civilización.
Actores. No son buenos, sino que son increíbles. En una misma secuencia capaces de hacernos reír o de sentir ganas de asesinarlos. Actores principales y secundarios. Todos, casi de forma coral, al servicio de una historia que nos va relatando los distintos momentos que llevaron al protagonista a ser el personaje que conocimos en Breaking Bad. Pero este relato es la excusa para volver a mostrarnos el mundo del darwinismo social, la Norteamérica que no se cuenta, la de los perdedores que dejan la moral de lado para subir como sea, para emparentarse con los timadores legales . Ganadores o perdedores. Timadores legales o timadores cutres . No hay nada más en el desierto de la gran USA del Destino Manifiesto, ahora del Muro.
Lentamente, como funciona el sello Gilligan, vamos necesitando más episodios de Te conviene llamar a Saúl. Es una cuestión de buenos guiones, de buenos actores, de buenos directores, es una cuestión de sociología, de entender al ser humano, de saber que hemos llegado a un nivel insoportable de nihilismo. Es el sello de un gran creador. Es el sello de la verdad.
Actores. No son buenos, sino que son increíbles. En una misma secuencia capaces de hacernos reír o de sentir ganas de asesinarlos. Actores principales y secundarios. Todos, casi de forma coral, al servicio de una historia que nos va relatando los distintos momentos que llevaron al protagonista a ser el personaje que conocimos en Breaking Bad. Pero este relato es la excusa para volver a mostrarnos el mundo del darwinismo social, la Norteamérica que no se cuenta, la de los perdedores que dejan la moral de lado para subir como sea, para emparentarse con los timadores legales . Ganadores o perdedores. Timadores legales o timadores cutres . No hay nada más en el desierto de la gran USA del Destino Manifiesto, ahora del Muro.
Lentamente, como funciona el sello Gilligan, vamos necesitando más episodios de Te conviene llamar a Saúl. Es una cuestión de buenos guiones, de buenos actores, de buenos directores, es una cuestión de sociología, de entender al ser humano, de saber que hemos llegado a un nivel insoportable de nihilismo. Es el sello de un gran creador. Es el sello de la verdad.
23 de junio de 2017
23 de junio de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desconfianza y cierta pereza casi me hicieron cometer el craso error de no animarme a ver Better Call Saul. Aunque guardaba gratos recuerdos de Braking Bad, los personajes principales y sus motivaciones me terminaron por parecer un tanto previsibles y simplistas, dejando de lado el primer acercamiento al protagonista en su primera temporada, donde la ambigüedad y el conflicto moral se mostró en todo su explendor. En temporadas siguientes la acción pasó a jugar con claridad el papel preponderante, y aunque el conjunto me dejó buen sabor de boca, no me creó la impresión de esas grandes series que dejan un rastro perdurable, vívido, de historias personales memorables, de personajes que parece que siguieran deambulando entre nosotros, a pesar de que la pantalla ya nos hubiese contado todo sobre ellos.
La historia de nuestro Jimmy Mcguill, alias Saúl, es otro asunto. Más seria y pausada, e ingeniosa incluso que se predecesora, no me extraña que Odenkirk se empeñase en terminarla a pesar de su grave enfermedad. Le regalaron el papel de su vida. También lleva parte del peso el memorable personaje de "Mike", interpretado impecablemente por un carismático Jonathan Banks. Se suman el acierto del hermano abogado de Jimmy -algo así como una especie Charles Laughton en Testigo de Cargo-, con una apabullante interpretación de Michael Mckean, y otra de los pocas personas por las que nuestro antihéroe siente aprecio, una creíble, inteligente y contenida Rhea Seehorn, que cada vez cobra más importancia; otro personaje para enmarcar, y seguramente unos de los personajes femeninos de más profundidad jamás creados en una serie de televisión. Todos ellos juegan un papel importante en la dualidad y conversión definitiva de Jimmy Mcguill, el tipo que a veces podría mostrarse bueno y honesto, pero que de algún modo no puede evitar ser un truhan empedernido. El pícaro que aprendió el juego de la pillería desde pequeño, con pequeños detalles de su pasado que lo explicarían en parte, y soltado a drede en una profesión que da mucho juego. Sus genialidades no me han hecho reír, más exactamente me han sacado esa medio sonrisa... ese soplo de aire que es la travesura frente a la mediocridad y la corrección política, frente al pensamiento medio, frente al tonto y aburrido ciudadano que llega lejos con los buenos días y el qué tal está usted y poco más. Las tramas que se monta el pillo con talento, con una motivación siempre latente de la supervivencia y de pura burla a lo establecido y reconocido como "éxito" , me han hecho rememorar historias de la picaresca española, y, por qué no, también algo de Mark Twain. La serie bascula en el drama con igual peso, incluso en la tragedia, al tiempo que no renuncia a mostrar un panorama social a través de variopintos personajes secundarios. En cierta manera, la picaresca termina convertida en un retrato de época, de un determinado estrato social, tal y como pretendían aquellas obras. En esta ocasión retrata el mundo de la justicia estadounidense, especialmente de la abogacía de altos vuelos, aunque sin renunciar a la otra: la pasillera, la de pie, la que se juega negociando conformidades de delitos y conflictos del día a día. También el mundo del cártel, con unos personajes fantásticos que integran esos inolvidables Salamanca, introduciendo uno nuevo que no aparecía en Braking Bad, pero que es seguramente el tipo màs retorcido y taimado de todos ellos: un perfecto villano representado por Toni Dalton, como Lalo Salamanca, otro sobrino del gran Héctor Salamanca. Mientras que Jimmy forma parte de ese mundo de la abogacía, Mike se encarga de representar al segundo. Ambos terminan confluyendo, sirviendo en gran medida de enlace el trágico Nacho Varga (Michael Mando).
Siguiendo con Jimmy, la comprensión de la controversia es definitiva, cuando sabemos que, con el apoyo afectivo y confianza de algunos, quizás Jimmy no hubiera llegado a ser Saúl. Aquí juega un papel trascendental su hermano Charles. Aunque tales aspiraciones y el afecto que se le coge al personaje se muestran muy bien a través de Kim Wextler, (Rhea Seehorn), por el que nuestro héroe siente fervor. Kim sirve de espejo a los sentimientos de los espectadores: no puede evitar divertirse con su genialidad, pero en numerosas ocasiones se siente contrariada y anda con cautela, porque la única forma conocida de vida de Jimmy es catapultear, de una forma u otra, las reglas del juego. A través de las seis temporadas veremos cómo la genialidad de Jimmy, que bien llevada pudo dirigirse a otros sitos, acabó trágicamente sepultada en el mundo de la delincuencia millonaria y sofisticada. Y la tragedia está en que Jimmy resbalones es consciente de su trasformación, de que en cierto modo será o se terminará convirtiendo en la caricatura de Braking Bad, en un genio arrogante del mal al servicio del cártel. Siente que no puede obrar de otra manera, aunque le lleguen oportunidades para alcanzar el éxito o el reconocimiento. Jimmy se aburre y es siempre de atajos, a pesar de poseer una inteligencia excepcional. Una dicotomía siempre presente, porque todo es una reflexión profunda sobre la ética, y sobre la delgada línea en la que la travesura puede acabar o llevar a delitos atroces. Por supuesto, en esa ecuación hablar o no de redención y arrepentimiento, e incluso del amor, es inevitable.
También es un milagro visual, y de un portentoso guión.
Por último, no puedo dejar de mencionar el cariño y la honestidad con la que es tratada la relación entre Jimmy y Kim, dedicando secuencias enteras de cotidianeidad en la que se intuye un amor espontáneo, sin decir una palabra.
El cierre de la última temporada, especialmente su último capítulo, está dedicado a los dos. Dudo mucho que vuelva a ver en televisión algo remotamente parecido, rodado en un castizo blanco y negro, y asumiendo el riesgo de cerrar nada menos que seis temporadas sin fuegos artificiales, con sobriedad y una caterva de profundas emociones contenidas.
La historia de nuestro Jimmy Mcguill, alias Saúl, es otro asunto. Más seria y pausada, e ingeniosa incluso que se predecesora, no me extraña que Odenkirk se empeñase en terminarla a pesar de su grave enfermedad. Le regalaron el papel de su vida. También lleva parte del peso el memorable personaje de "Mike", interpretado impecablemente por un carismático Jonathan Banks. Se suman el acierto del hermano abogado de Jimmy -algo así como una especie Charles Laughton en Testigo de Cargo-, con una apabullante interpretación de Michael Mckean, y otra de los pocas personas por las que nuestro antihéroe siente aprecio, una creíble, inteligente y contenida Rhea Seehorn, que cada vez cobra más importancia; otro personaje para enmarcar, y seguramente unos de los personajes femeninos de más profundidad jamás creados en una serie de televisión. Todos ellos juegan un papel importante en la dualidad y conversión definitiva de Jimmy Mcguill, el tipo que a veces podría mostrarse bueno y honesto, pero que de algún modo no puede evitar ser un truhan empedernido. El pícaro que aprendió el juego de la pillería desde pequeño, con pequeños detalles de su pasado que lo explicarían en parte, y soltado a drede en una profesión que da mucho juego. Sus genialidades no me han hecho reír, más exactamente me han sacado esa medio sonrisa... ese soplo de aire que es la travesura frente a la mediocridad y la corrección política, frente al pensamiento medio, frente al tonto y aburrido ciudadano que llega lejos con los buenos días y el qué tal está usted y poco más. Las tramas que se monta el pillo con talento, con una motivación siempre latente de la supervivencia y de pura burla a lo establecido y reconocido como "éxito" , me han hecho rememorar historias de la picaresca española, y, por qué no, también algo de Mark Twain. La serie bascula en el drama con igual peso, incluso en la tragedia, al tiempo que no renuncia a mostrar un panorama social a través de variopintos personajes secundarios. En cierta manera, la picaresca termina convertida en un retrato de época, de un determinado estrato social, tal y como pretendían aquellas obras. En esta ocasión retrata el mundo de la justicia estadounidense, especialmente de la abogacía de altos vuelos, aunque sin renunciar a la otra: la pasillera, la de pie, la que se juega negociando conformidades de delitos y conflictos del día a día. También el mundo del cártel, con unos personajes fantásticos que integran esos inolvidables Salamanca, introduciendo uno nuevo que no aparecía en Braking Bad, pero que es seguramente el tipo màs retorcido y taimado de todos ellos: un perfecto villano representado por Toni Dalton, como Lalo Salamanca, otro sobrino del gran Héctor Salamanca. Mientras que Jimmy forma parte de ese mundo de la abogacía, Mike se encarga de representar al segundo. Ambos terminan confluyendo, sirviendo en gran medida de enlace el trágico Nacho Varga (Michael Mando).
Siguiendo con Jimmy, la comprensión de la controversia es definitiva, cuando sabemos que, con el apoyo afectivo y confianza de algunos, quizás Jimmy no hubiera llegado a ser Saúl. Aquí juega un papel trascendental su hermano Charles. Aunque tales aspiraciones y el afecto que se le coge al personaje se muestran muy bien a través de Kim Wextler, (Rhea Seehorn), por el que nuestro héroe siente fervor. Kim sirve de espejo a los sentimientos de los espectadores: no puede evitar divertirse con su genialidad, pero en numerosas ocasiones se siente contrariada y anda con cautela, porque la única forma conocida de vida de Jimmy es catapultear, de una forma u otra, las reglas del juego. A través de las seis temporadas veremos cómo la genialidad de Jimmy, que bien llevada pudo dirigirse a otros sitos, acabó trágicamente sepultada en el mundo de la delincuencia millonaria y sofisticada. Y la tragedia está en que Jimmy resbalones es consciente de su trasformación, de que en cierto modo será o se terminará convirtiendo en la caricatura de Braking Bad, en un genio arrogante del mal al servicio del cártel. Siente que no puede obrar de otra manera, aunque le lleguen oportunidades para alcanzar el éxito o el reconocimiento. Jimmy se aburre y es siempre de atajos, a pesar de poseer una inteligencia excepcional. Una dicotomía siempre presente, porque todo es una reflexión profunda sobre la ética, y sobre la delgada línea en la que la travesura puede acabar o llevar a delitos atroces. Por supuesto, en esa ecuación hablar o no de redención y arrepentimiento, e incluso del amor, es inevitable.
También es un milagro visual, y de un portentoso guión.
Por último, no puedo dejar de mencionar el cariño y la honestidad con la que es tratada la relación entre Jimmy y Kim, dedicando secuencias enteras de cotidianeidad en la que se intuye un amor espontáneo, sin decir una palabra.
El cierre de la última temporada, especialmente su último capítulo, está dedicado a los dos. Dudo mucho que vuelva a ver en televisión algo remotamente parecido, rodado en un castizo blanco y negro, y asumiendo el riesgo de cerrar nada menos que seis temporadas sin fuegos artificiales, con sobriedad y una caterva de profundas emociones contenidas.
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