La película nos muestra el viaje de tres estrafalarios en busca del pasado. Los personajes son un excéntrico coleccionista (estas dos palabras son sinónimos, en realidad), un viejo que prefiere creer que está ciego y un joven ucraniano contaminado por la cultura estadounidense. Aunque sólo el coleccionista declara en un primer momento estar buscando algo concreto, con el correr de la cinta nos damos cuenta que, como personajes de Osvaldo Soriano, todos intentan encontrar lo que dejaron atrás.
Centrada en la temática del Holocausto, la película nos impacta con sensaciones -colores, formas, sonidos- para mitigar esa tragedia que la Humanidad carga en sus espaldas. Pero ésto también representa un contraste entre la belleza de la vida y la oscuridad -es decir, lo tenebroso- a que el Hombre recurre con motivos, al fin y al cabo, futiles.
La película tiene un final acorde, sobrio y emocionante, con las necesarias pérdidas que representan perdones que no se han dicho por muchos años. Pero también hay alegría, la de saber que siempre alguien recuerda y que, en algún lugar, todo está iluminado.

"Especial" es la primera palabra que se me viene a la cabeza al hablar del primer trabajo como director de Liev Schreiber. Es especial en cuanto a su tema, a su tratamiento, a sus personajes. Estéticamente es perfecta, con una excelente BSO y una impecable fotografía. A ello le añadimos un tema realmente interesante, como es la memoria histórica y el respeto por unos antepasados que siguen marcándonos en nuestras vidas.

Se trata de una cinta tremendamente dura a la par que divertida, sobre todo en su arranque con el choque cultural entre los personajes, pero ante todo muy emotiva y agradable de ver durante todo su metraje.

En definitiva, una película diferente, con personajes muy extravagantes y una manera nueva de tratar el terrorífico holocausto nazi.

Curioso debut en la dirección del actor Liev Schreiber, esta comedia dramática de humor curioso y quizás demasiado influenciado por Kusturica resulta una estimulante sorpresa. En primer lugar porque le permite a Elijah Wood seguir alejándose del poderoso influjo de Frodo Bolsón. Wood realiza una interpretación convincente de un personaje contenido y frágil (la voz de Wood es muy frágil), pero sus compañeros de reparto Eugene Hutz y Boris Leskin no desmerecen nada. La película avanza con sus personajes curiosos y sus conversaciones bilingües hasta una final emotivo y creíble.

Película partida por la mitad en la que la primera parte tiene un algo Kusturica que entorpece a ratos porque tanto los personajes como el fondo recuerdan y mucho esas historias que todos tenemos en la cabeza, y no se trata de que los personajes o la narración resultan un tanto fallidas, el problema es que no garantiza, en esos primeros minutos una pluma original, una mirada fresca. Ocurre que, técnicamente, la película arranca de forma correcta pero sin ofrecer lo que, en teoría, la película promete que es personalidad.
Muy diferente es la segunda parte, cuando la road movie ya está bien avanzada y olvidamos los momentos más Kusturica para adentrarnos en lo que realmente el director y guionista parecía querernos contar.
Y la verdad es que esta parte levanta la moral de la narración hasta guiarnos por momentos originales, arriesgados y que sí que merecen la pena.
Para empezar, se trata de una mirada diferente sobre el tema de la shoa, tema crucial donde los haya y que ha sido contado infinidad de veces y probablemente queden otras tantas para narrar tanta brutalidad y barbarie en la cuna de una de las Ilustraciones más importantes que Europa ha dado. La mirad de Schreiber nos lleva a trascender la shoa para contar, en forma de parábola una forma de entender la historia y la vida. La verdad es que tampoco hace falta abstrusos análisis porque todo está en el título, es decir, todo está iluminado por los acontecimientos históricos que, de una forma u otra, configuran la realidad que nos rodea y a nosotros mismos que somos parte de ella.
Desconozco si el actor metido a director ha leído a Ortega y Gasset pero, desde luego, lo que su película defiende no está muy lejos de las tesis de este pensador español.
En esa partida que Schreiber juega con la interpretación de la historia sale ganando y mucho porque consigue líneas originales, perspectivas diferentes y un buen desempeño como director y guionista.
Muy buen trabajo de Eugene Hutz frente a un errático Elijah Wood

Empieza muy bien y parece que va a ser una película brillante y divertida. Pero pronto pierde gas, los chistes empiezan a dejar de tener gracia, se suceden las escenas mal resueltas, las reacciones de los personajes no son humanas (parecen personas, pero su afectividad es extraterrestre) y la sombra de Kusturica comienza a revolotear en círculo sobre los personajes. Abundan, con todo, los momentos bonitos, pero la película tiene más altibajos que una montaña rusa (ucraniana, en este caso).