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El muelle (La Jetée)Mediometraje

Ciencia ficción. Fantástico Tras una apocalíptica guerra nuclear, el mundo ha quedado devastado. Un grupo de científicos del bando vencedor llega a la conclusión de que el único modo de salvar a la humanidad es recurriendo a los viajes a través del tiempo: o bien mandar a una persona al pasado para pedir ayuda, o al futuro para buscar una solución a la situación presente. El elegido para realizar el viaje a través del tiempo es un prisionero. Historia de corte ... [+]
Críticas 77
Críticas ordenadas por utilidad
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8
24 de abril de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No haré un análisis de la película, primero porque ya hay mucha gente que la ha analizado aquí (cada uno con su punto de vista) y segundo porqué no me siento capaz de hablar de ella con propiedad. Lo que voy a hacer va a ser hablar de nosotros como espectadores. En concreto de mí, pero de forma que permita extrapolar la información. Esto es para aquellos que no han visto la película y se están planteando verla. Esto es para los que la han visto y no les gusto. Esto es para los que la han visto y la consideran una obra maestra. Esto es para los que la consideran, tal vez irónicamente, una perdida de tiempo. Esto es, en general, para todo aquel que sea curioso.

La Jetée es un experimento de un director que no hace solo cine, o no hace cine, a secas. Es solo un hombre que, como tanta gente antes y después de el, son enamorados de los medios, y de sus posibilidades. Si es cierto que gran parte de lo que hace pasa por el audiovisual, eso es fruto directo del tiempo en el que vivió, el fragmento de tiempo en el que su obra se creó. Si hubiera existido en otra época, hubiera explorado -y explotado- otras formas artísticas. Y como experimento que es, su valoración depende en gran parte de ti. De como la veas, y que quieras ver en ella.

Yo la vi hace un tiempo, no mucho, de refilón en la universidad, muy por encima, y prestandole poca atención, y en ese momento significó poco o nada para mí. Encontré un ensayo al respeto de Antònia Escandell Tur, llamado "Chris Marker y la Jetée, la fotografía después del cine", y como quería leerlo, me propuse volver a ver el corto. Esta vez en mi habitación, en silencio, con toda mi atención en el. No ha sido difícil pues dura solo 26 minutos. Y me he dado cuenta que lo que había visto hacia unos años no tenia nada que ver con lo que acabo de ver. Ese montón de imágenes inconexas con una plana voz en off, de repente se habían convertido en una narración fluida, expresiva, y completa.

¿Es una obra de arte o una pretenciosa chorrada? Ninguna de las dos opciones es correcta. La respuesta depende del sujeto, de cada uno, y de que espere de esta obra. Se que hay una gran cantidad de gente absurdamente cínica que, como yo he hecho -y hago frecuentemente- durante muchos años, rechazará cualquier cosa que tenga un carácter experimental bajo el título de "esoterismo engañabobos". Y no lo condeno, pues el esoterismo engañabobos es un mal real. Solo digo que disfrutar de esta obra esta en vuestras manos, y que tiene el potencial para disfrutarla. Y si tenéis el poder incalculable de decidir si queréis disfrutar o no algo, me parece que la decisión esta clara.

P.D: Dura media hora. Será media hora perdida si la encarais mal, y media hora de buen...algo? si la encarais bien. En todo caso, es solo media hora, no es importante.
1
3 de noviembre de 2013
18 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película se la recomiendo a Mario. Terrence Mallick es un aprendiz al lado de esta obra de arte del bodrio puro, del sinsentido absoluto, del onanismo más salvaje y de la tortura más eficaz.
Bravo! Creo que no hay pasta suficiente para hacer las gafas que me hagan gozar de esta cosa.
Me arrodillo ante el genio francés de conseguir comercializar estas diapositivas como una película: menuda bazofia.
En muchos momentos creía ser el protagonista de La Naranja Mecánica... Si llega a durar 2 minutos más me hubiera quitado la vida.
No perdáis el tiempo, en serio.
Lo mejor: la máquina del tiempo: una esponja en los ojos.
Os dejo, me voy a hacer la segunda parte; eso sí, en francés.
7
21 de enero de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de viajes en el tiempo suelen pecar de pretenciosas o, por el contrario, de infantiles en sus tramas. Y, casi siempre, vemos en su máquina transportadora un diseño megalítico o completamente hortera (¡un Delorean intertemporal!). Todas las historias tratan el tema de una forma científica, con sus teorías, sus paradojas y sus conflictos morales, pero pocos de forma verosímil. Y es “La Jetee” la que, con su sobriedad, nos regala un testimonio de lo que ha podido, es y será viajar en el tiempo.
Como en aquél maravilloso capítulo de la cuarta temporada de “Lost” titulado “La constante”, el protagonista de este cortometraje francés (como todo drama francés, alargado y con su punto de pedantería) tiene en su retina cerebral un “momento” en su infancia que, impregnado ahora en su edad adulta, sirve a unos científicos holocausticos para, progresivamente, hacerlo volver al pasado, primero a través de sus recuerdos y luego físicamente. Faraday enunciaba una ecuación para viajar entre dos puntos del tiempo, con sus incógnitas y gradaciones, pero con un elemento común: un sentimiento, una imagen, una relación, un objeto, una localización. Con ese pilar cubierto, es posible el billete de ida y vuelta. Y es que la estructura cíclica en este tipo de películas es muy común. Ya lo dijo Vigalondo en “Los Cronocrímenes”, la pescadilla que se muerde la cola es una posibilidad, pero la “marca del zorro” en la que varios ejes temporales coexisten en un mismo eje espacial es rizar un rizo que ve en “Primer” su máxima cota de complejidad.
Nuestro protagonista recuerda vivazmente ese recuerdo infantil porque está presenciando su propia muerte. Un giro predecible, efectista y paradójico tratado con frialdad en un tratamiento formal que es el que le da originalidad.
Lo que se reproduce cuando visionamos “La Jetee” es un audiovisual, sí, pero no con imágenes en movimiento. Son fotogramas congelados de momentos representativos que van conformando escenas narradas por una voz en off seca y expositiva, apoyada en ciertas partes por música, sencilla y secundaria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A través de estas imágenes la historia avanza como si en la presentación de las diapositivas fotográficas de un viaje nos encontrásemos. El personaje principal vive hasta su edad adulta una estancia feliz en el mundo, pero tras la tercera guerra mundial se retira con los supervivientes al subsuelo de la ciudad. A partir de ahí, y gracias a ese recuerdo tan vivo, viaja al pasado y al futuro mediante un simple mecanismo de sugestión. Un simple trapo cableado sobre sus ojos sirve para enlazar su cuerpo con otras épocas.
Y el resto del metraje transcurre con fotografías en blanco y negro hasta el final, en el que una pequeña ilusión de movimiento se produce por el desdoblamiento del punto de vista: como adulto, muere tras regresar al pasado para vivir con esa mujer de la que se ha enamorado, y, como niño, vive ese momento que quedaría plasmado entre sus recuerdos hasta volver al mismo sitio y al mismo tiempo donde moriría y se vería morir a la vez.
Salvando el impacto de la paradoja, el tratamiento en su conjunto de todos los elementos que componen “La Jetee” sigue una misma dirección durante sus veinte y seis minutos: crear una atmósfera realista mediante el uso de fotografías propias de material de archivo, una voz en off muy relacionada con el documental narrado, la crudeza de la fotografía en blanco y negro y la falta de elementos sonoros y su consecuente sensación de silencio (que más que seguir el realismo evoca un futuro de pesimismo subterráneo).
En definitiva, esta pequeña obra audiovisual puede recomendarse sobre todo por ser una alternativa visceral de toda la ciencia ficción colorida e inflada promovida por las innumerables adaptaciones de H. G. Wells (con la impronta del dólar de George Pal). De una cadencia pausada, el espectador tiene tiempo para digerir un contenido de temática fantástica tratado de forma seria, que augura la nueva corriente del fantástico europeo actual. Y, para el que se quede con hambre, “12 monos”, de Terry Gilliam.
8
29 de diciembre de 2008 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
330/34(29/12/08) Mágico experimento de cine. Se trata de un relato de 29 minutos contado con una voz en off sobre fotogramas en blanco y negro, relata cómo después de la Tercera Guerra Mundial la humanidad vive debajo de la Tierra, ya que la superficie está contaminada por ataques nucleares, unos científicos mandan a un prisionero al pasado para darles la solución para volver arriba. La cinta es una reflexión sobre la memoria, sobre los momentos que marcan una vida, sobre una imagen que marca una vida, sobre un amor platónico. Años más tarde Terry Gilliam la homenajeo libremente en su maravillosa “12 monos”. Recomendable a los amantes del cine no convencional. Fuerza y honor!!!
7
1 de junio de 2010 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver Solaris y el El Muelle, recuperé la confianza en la ciencia ficción.

¿Puede un corto filmado hace mas de 40 años, contado fotograma por fotograma y hecho con reducido presupuesto superar a las grandes producciones de Hollywood de estos días?. Pues la respuesta es sí.

El viaje en el tiempo es romántico y por momentos trágico , el protagonista no pertenezca ni al pasado, ni al presente, ni al futuro, el sólo puede estar en ese lugar de su infancia que pertenece a sus recuerdos.

Y este corto esta hecho como su memoria, repleta de imágenes sin movimientos, que van saltando una tras otra, para crear una historia.
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