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El muelle (La Jetée)Mediometraje

Ciencia ficción. Fantástico Tras una apocalíptica guerra nuclear, el mundo ha quedado devastado. Un grupo de científicos del bando vencedor llega a la conclusión de que el único modo de salvar a la humanidad es recurriendo a los viajes a través del tiempo: o bien mandar a una persona al pasado para pedir ayuda, o al futuro para buscar una solución a la situación presente. El elegido para realizar el viaje a través del tiempo es un prisionero. Historia de corte ... [+]
Críticas 77
Críticas ordenadas por utilidad
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5
2 de septiembre de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía que ser francesa, sólo en este país podía haber nacido un experimento tan extraño. "La Jetée" puede derivar en un mar de elogios merecidos porque un atrevimiento de este tipo supone un golpe en la mesa valiente que se ve muy de tanto en tanto, para mí merece la atención justa y el aplauso justo. Pero por favor, no nos vayamos de la olla, una película puede estar realizada en blanco y negro y ser un diez, puede ser muda y ser un diez, puede ser en 3D con todos los píxeles que queramos y ser un diez, pero este pase de diapositivas, me niego a llamarlo película, sin movimientos, no es más que una rareza y una curiosidad.

Además, la idea de Chris Marker no es sólo innovar presentando una película hecha a base de diapositivas y una voz en off sino que además pretende ser profundo, poético, trascendente y ejemplar. Ese tufillo intelectualoide me repele, porque está muy bien la novedad, pero es que su intencionalidad ya sí que me ha dejado frito. Los que lleguen aquí habiendo idolatrado "Doce monos" le pondrán una notaza, por supuesto, a mí la historia de amor entre fotografía y fotografía me ha dejado igual... Lo bueno que tiene es que su duración la hace más digestiva, y la verdad, hay que ser valiente para realizar algo así, francesa tenía que ser...
10
22 de marzo de 2008
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Francia, París, la tercera guerra mundial, La Jetée... Un niño que mira, un hombre que corre, una bella mujer que se vuelve apesadumbrada, disparos, científicos locos, viajes al pasado, al presente, al futuro...
Espectacular montaje, espectacular originalidad de la propuesta. Verdaderamente una obra de arte. La obra maestra de elevadísima calidad llega al zénit en los breves segundos en los que la foto fija se convierte en imágenes a velocidad 'real', a lo Lumiere, cuando la bella mujer sonríe a la cámara desde la cama.
Fabulosa, inquietante y 100% francesa, en el mejor sentido de la palabra.
Por otra parte, el título de mi crítica hace referencia a la versión extendida y llena de hallazgos de Terry Gilliam. Y es que el hecho de que Terry no sólo conozca esta obra maestra (generacionalmente estaba obligado a ello) sino que recoja la sinopsis, se la lleve a Estados Unidos y de una manera un tanto comercial explote las infinitas posibilidades de esta cinta, no sólo me emocionan sino que encumbran aún más la figura del brillante director que resulta ser el ex-Python. Siempre me sorprendió que una película así fuera tan europea, tan frencesa, no me cuadraba. No me cuadraba esa utilización del acordeón de la B.S.O., esa boina bohemia de Brad Pitt, esa belleza francesa de la Stowe, esa referencia a la 1ª Guerra Mundial... En fin esta es la respuesta. Un diez para Chris Marker, no se puede hacer más con menos, y un nueve para Terry por ponernos en la senda del verdadero cine.
9
15 de noviembre de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dominado el espacio que nos envuelve, sólo el tiempo queda como una puerta que cambia de dirección constantemente. Unas veces se abre hacia el pasado, otras, se consiguen llaves que nos determinan puertas de futuros. Esto nos convierte en viajeros.

Instantáneas carentes de color nos envuelven, enlazan nuestros ojos a nuestros oídos, nos transportan al muelle donde un niño contemplaba antaño la llegada de aviones. Una mujer sonríe, algo ocurre, el mundo será de nuevo un lugar extraño.

Bajo tierra susurros conspirados, hombres convertidos en herramienta, muerte o... locura.

En otro tiempo, un pasajero extraviado que encuentra a la mujer que aparece en sus sueños, que sonríe, respira, escucha, permanece, espera. El plácido exterior, en el que ella vive, al que él siempre vuelve sin conocer si es una realidad o una nocturna ensoñación recreada en el subterráneo y oscuro presente que vive en el futuro que ya ha pasado.

Una intención, aferrarse a la puerta que abrió a un pasado en el que nunca ha vivido, el muelle en el que desearía ver cómo pasa la eternidad, junto a su compañía.

Pero siempre debe pasar por el mundo que se relatan a través de susurros, el tosco presente donde no se puede encontrar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un viajero que se convierte en pieza, la clave para existir, conocer el camino exacto como trampa en contra del destino evolutivo.

Hay una última vez, ella lo disfruta, él lo controla, ambos comparten ese feliz momento, ella acaricia su pelo, él la observa ante ese gesto natural. Pero ninguno conoce que no existirá otra ocasión como esta.

Una vez dominado el pasado sólo es un guía que irá a otro futuro, un pacífico y mental planeta donde queda atrás toda lucha física y donde consigue la razón de sus viajes, algo de claridad en tan angosto presente.

Pero ¿dónde queda ella cuando sólo existe la muerte para él? Un pasado fue el futuro, que encontró en ese muelle donde se ven los aviones aterrizar al viajero niño, al viajero adulto, a la preciosa mujer y el final de todo lo conocido.

Ella duerme, qué icono personal puede resultar más placentero que observar en silencio cómo alguien duerme. Ella despierta, parpadea, no se extraña al sentir que alguien velaba sus sueños.

"Ella parece acostumbrarse también. Acepta como un fenómeno natural las maneras de su visitante que viene y se va... que existe, charla, se ríe con ella... se calla, la escucha, luego desaparece."

Desaparece, pero se queda siempre junto a ella, sin presencia, en esencia.
10
22 de diciembre de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El muelle" es una pequeña joya del cine francés que, afortunadamente, con el paso de los años ha ido ganando cada vez más adeptos, sobre todo a raíz del estreno en cines de la película americana "12 monos" (dirigida por el inclasificable Terry Gilliam, y con Bruce Willis y Brad Pitt de protagonistas), un remake de la historia que nos ocupa.

La obra de Terry Gilliam extiende y amplía los horizontes de la historia que narra Chris Marker en "El muelle" y, personalmente, he de decir que logra un resultado muy por encima de la media en cuanto a filmes de ciencia ficción se refiere. Pero Gilliam juega con ventaja, y es que el mediometraje de Maker es en sí mismo tan poderoso y rico en matices que, una vez visionadas ambas obras, queda la sensación de que partiendo de un material tan original, lo complicado habría sido echarlo a perder...

El filme de Maker narra los viajes a través del tiempo de Davos Hanich, un superviviente de la Tercera Guerra Mundial que es enviado en repetidas ocasiones al pasado y al futuro con el objetivo de obtener información y tecnologías que ayuden a la decadente raza humana a evitar su extinción. En uno de esos viajes conocerá a una inquietante mujer y, poco a poco, logrará ir desentrañando los misterios que se esconden detrás de una enigmática imagen que desde que se grabó en su mente cuando tan solo era un niño, no ha hecho sino atormentarle insistentemente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La principal característica que uno percibe al ver este mediometraje es que está contado mediante el empleo exclusivo de fotografías fijas (tan solo un brevísimo fragmento del metraje es mostrado con imágenes en movimiento -un momentos de la relación amorosa entre los dos personajes principales-). Por si esto no fuera lo suficientemente anómalo, la obra de Maker está además fotografiada en un perpetuo blanco y negro de lo más minimalista. La sucesión de imágenes está acompañada asimismo de una evocadora y enigmática música de fondo, amén de una perenne voz en off, aséptica y lejana, que va relatando los acontecimientos.

Se trata de un popurrí de elementos que sin duda pueden echar atrás a más de uno, pero si se logra entrar en la dinámica y aceptar la obra tal y como es desde el primer momento, el disfrute está asegurado. Y es que, al margen de toda esta enmarañada y retorcida forma narrativa, subyace una historia de ciencia ficción total y absolutamente arrolladora, donde tienen cabida temas como la Tercera Guerra Mundial, los viajes en el tiempo bidireccionales, las ciudades futuristas, hombres cientos de años más avanzados que la humanidad, túneles subterráneos donde pervive la sociedad... Un cúmulo de elementos propios de la ciencia ficción más dura que se combinan para crear una obra maestra tan arriesgada como sugerente. Cuando uno mira la fecha en que se realizó, lo menos que puede hacer es quitarse el sombrero y aplaudir (en nuestro caso ya solamente aplaudir: lástima que el llevar sombrero pasara de moda...).

Pero no sería justo dejar pasar el hecho de que, entre toda esta ciencia ficción, en el fondo se nos cuenta una personal historia de amor, original como pocas, pero magnética como muchas, y cuyo protagonista es el viajero del tiempo. Una historia de amor de gran pureza, con toques surrealistas, pero tan maravillosa como las de los grandes clásicos (la escena en el zoológico es mágica). Y será el trauma que el protagonista sufrió de niño el que inició esta extraña relación a través de los años, y el desencadenante del portentoso y nunca suficientemente alabado desenlace. Se me ocurren pocos finales tan grandiosos y redondos como el que Maker nos regala, y que Gillian calcó en su magnífica "12 monos".

A día de hoy, casi medio siglo después de su realización, este curioso experimento audiovisual sigue manteniendo la vigencia como pocos. Podría estrenarse hoy mismo, tal cual, y el asombro y la fascinación que experimentarían los espectadores serían prácticamente análogos a los que provocó en su momento. Las obras que logran este tipo de reacciones poseen un nombre: obras maestras.
8
6 de febrero de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar quiero manifestar mi admiración por el modo valiente en que se afrontó el rodaje o, mejor dicho, montaje de esta película. Algo excepcional sin lugar a dudas y poco se puede añadir a lo dicho en las críticas de algunos compañeros, especialmente la de Servadac con su estilo tan característico como ilustrativo.

Sin embargo yo quisiera hacer una lectura de la película en clave argumentativa, es decir, lo que para mí trató de transmitir Chris Marker o, al menos, lo que a mí me ha transmitido, pero para eso nos serviremos del spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Es evidente que el protagonista de este film pasó desde el primer instante que nos muestra la película por toda una sucesión de hechos traumáticos. El hecho traumático en sí siempre condiciona el presente y futuro de los individuos que los han sufrido, sea éste de la naturaleza que sea; cada día se debate sobre ellos impidiéndoles de cualquier modo volver al paraíso perdido. Y es significativo cuando menos que la película empiece en un aeropuerto presenciando la salida de los aviones, porque esto vendría a simbolizar un contraste con el mundo en que se ven obligados a vivir tras la guerra mundial: un mundo sin cielo, sin luz, un mundo donde ya no vuelan aviones, pero sí vuelan los sueños. La memoria tiene como objetivo manipular el presente por medio de una determinada imagen del pasado y eso es lo que le ocurre al protagonista, es decir, los recuerdos traumáticos del pasado dejan paso a una esperanza de algo que pudo ser y no fue y ahí es donde entra la figura de esa bella mujer. Allá abajo en las cavernas los sueños permiten a los hombres escapar de sus miserables vidas y, al menos en el caso del protagonista, se crea una necesidad estimulada por el presente en torno a un pasado que nunca fue. La vuelta a algo que fue decisivo y marcó de manera indeleble (al paraíso perdido del pasado... a un punto donde aún quede esperanza) estimulada por un presente en torno a un pasado que nunca fue.

Esta claro que hay una destrucción de la memoria física, es decir, de los lugares donde ésta podría ser evocada a causa de la guerra. No hay posibilidad de volver al pasado en ese presente. Esos hombres son exiliados de sí mismos, con ellos el protagonista. Sería algo similar a lo que ocurre en la novela inacabada de Camus "El primer hombre". El hombre no puede huir de su tiempo ni de las consecuencias derivadas de éste, no hay salida y cada cual deberá cargar con su legado hasta el fin. El niño que vio a aquella mujer en el aeropuerto no había sido capaz de recordar el rostro del hombre que había muerto en el embarcadero del aeropuerto, no, porque su memoria (en busca de esperanza para un presente desalentador) había tratado de retener las imágenes inconexas y dispersas de una bella mujer que es la muestra de uno de los mayores anhelos de todo ser humano: amar y ser amado. Ese hombre era él volviendo de un futuro sin esperanza a un pasado que, sencillamente, ya había pasado y nadie podía cambiar, ni mucho menos él, porque estaba presenciando su propia muerte.
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