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Críticas 273
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
17 de diciembre de 2010
272 de 413 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces alguien tiene el valor para hacer algo así en el cine español. Álex de la Iglesia lo ha tenido al llevar a cabo un film como éste cuyo significado y profundidad pasará inadvertido para la mayor parte de los espectadores, acostumbrados al cine masticado.

El punto de partida es comprensible para todos, se nos pone sobre aviso de lo que vamos a encontrar: un fresco de la visión que Alex de la Iglesia tiene de la España del siglo XX. Tras una sucesión de fotografías e imágenes de archivo bien escogidas y montadas de un modo bastante efectista nos encontramos en un escenario durante la actuación de unos payasos en plena Guerra Civil. Los integrantes del circo serán reclutados por el Ejército Popular ante una situación de emergencia y obligados a cargar contra un regimiento del Ejército rebelde en el que los primeros serán derrotados. Este es el verdadero comienzo de la historia. El que después será el payaso triste, Javier, asistirá al apresamiento, languidecimiento (en las cárceles) y asesinato de su padre, interpretado por Santiago Segura, en el Valle de los Caídos, mausoléo mortuorio y faraónico construido a mayor gloria del general Franco y que, de algún modo (como veremos al final), es la viva representación del régimen instaurado por éste. El joven tendrá que abandonar su sueño de convertirse en el payaso tonto, siguiendo con la tradición familiar, dado que su experiencia vital lo empujará a la represión de los traumas vividos durante su juventud sumiéndolo en la más profunda tristeza y sumisión (reflejo de lo que ocurrió con tantos y tantos republicanos e hijos de republicanos obligados a reprimir su propia memoria personal frente a la represión del régimen). Es en este momento cuando pasamos a 1973, año en que se desarrolla la mayor parte del guión y nos encontramos con Javier ya ejerciendo como payaso en un circo cuya estrella principal es un sádico payaso del que todos parecen depender, Sergio. En este mismo circo trabaja Natalia, una joven y hermosa trapecista.

No deja de ser significativo que toda la película se desarrolle en un circo, el centro tradicional de la ilusión y la escenificación, de la más pura pantomima. He aquí otra metáfora de la España de Franco, una auténtica ilusión, una mera fachada sostenida bajo miles de muertos y que ocultaba un interior miserable tanto en lo moral como en lo físico (la humillación a la que fueron sometidos aquellos olvidados, aquellos derrotados por la España de Franco, está genialmente reflejada en el uso de Javier como perro de caza por parte del coronel que mató a su padre). El hecho de que la historia se articule en torno a dos payasos que adoptarán los rasgos característicos de este personaje a su propia anatomía de modo irreversible añade el dramatismo definitivo a esta historia, la historia reciente de España.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aquí está el triángulo amoroso que va a dar al guión su dinamismo y al film su contenido metafórico. Natalia vendría a ser la representación de la propia España indecisa y oscilante entre el autoritarismo y la violencia de Sergio (representación de los rebeldes, del propio franquismo, lo cual se deja ver claramente en su machismo y gusto por la dominación) y la comprensión y el cariño de Javier (la representación de esa otra parte de la sociedad española reprimida y destruída por la guerra y décadas de dictadura y trata de enseñar el camino por medio de palabras amables). Como decíamos Natalia/España está indecisa y da tumbos entre unos y otros, juega con ambos, incluso llega a ser masoquista al querer verse poseída por Sergio (un reflejo al largo silencio de buena parte de la sociedad española durante aquellos largos cuarenta años de dictadura). Todos necesitan a Sergio en el circo, lo cual es una metáfora de la figura de ese Franco que cada vez que lo consideraba necesario, que veía peligrar su posición recordaba a los españoles su miseria, aquella guerra de la que venían y que tenían la paz sólo gracias a él, por eso, en el circo nadie está dispuesto a alzar la voz frente a él (por eso y por su gusto por la violencia, claro).

Sin embargo, a pesar de que Natalia entiende que su relación con Sergio no sólo la daña a ella sino que también puede dañar a Javier decide abandonarse en brazos de éste, lo cual provocará la ira de Javier que se sumirá en una espiral de violencia asesina (aquí la sangre no me parece gratuita, pues explica a la perfección los móviles de la violencia en la guerra y del propio régimen, sé que a los más sensibles puede herirles, pero Alex de la Iglesia aquí es fiel a la verdad) alimentada por sus traumas reprimidos (una advertencia contra la autorepresión de la memoria). Todo esto tendrá como corolario final un combate épico en aquella cruz de la reconciliación (así la catalogó el régimen) donde fue crucificada España. Desde las catacumbas del Valle de los Caídos plagadas de muerte y desolación (el núcleo de un régimen cuyo eje rector fue la violencia) irán ascendiendo hasta el clímax en que se dirimirá esa lucha entre los dos payasos (sus cicatrices y rostros deformados son un recuerdo al culto a la muerte y el odio a la inteligencia manifestado por Millán Astray y tan propio de cualquier fascismo) y que acabará con el suicidio de Natalia, porque al fin y al cabo eso fue la guerra civil, el suicidio de todo un pueblo.

Sin embargo el final aún contendrá una última carga de profundidad. Ambos habían querido a Natalia a su manera, eso es indudable, para ambos se había convertido en algo enfermizo. Finalmente descubren que ambos la han matado: Sergio se ríe, pero Javier llora, porque sabe que ha traicionado a la esencia misma de lo que es. Aquí hay un recuerdo a la Transición y a la famosa Ley de Amnistía que impuso ese vergonzoso silencio sobre la historia más reciente de España, del asesinato de España.
6 de mayo de 2010
106 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar hay que empezar por decir que ésta es una obra maestra visual, con un genial fotografía de Vittorio Storaro que usó un gran colorido y un vestuario fiel a los años 30, con un movimiento de cámara muy fluído y ángulos casi imposibles. De hecho el estilo empleado por Bertolucci sintetiza el expresionismo con la estética fascista más clásica. Simplemente hace falta ver los primeros planos en los que Marcello Clerici, el protagonista, aparece en los inmensos espacios (neoclasicismo fascista) de un edificio gubernamental. He aquí un claro ejemplo de la megalomanía del fascismo que trata de imponer al Estado sobre cada uno de los aspectos de la vida de los individuos, de hacer sentir su poder sobre éstos (de hecho son espacios gigantescos y fríos, casi podríamos decir que deshumanizadores): se trata de reducir la voluntad del individuo hasta confundirla con la de la masa dirigida por el Estado. En este sentido la película está muy lograda. De hecho, cuando van a ver al padre al manicomio este, antiguo camisa negra afirma: "Si no toma el Estado la imagen del individuo cómo va a tomar el individuo la imagen del Estado".

Al principio del film, mientras Marcello acuerda su ingreso en la policía secreta, podemos ver a su amigo Italo (su nombre refleja claramente la identificación de su figura con la del pueblo italiano) el cual está dando una locución de radio en la que legitima la alianza germano-italiana. No está de más decir que Italo es ciego, lo cual constituye una alegoría de la ceguera voluntaria o inducida en que se vio sumida la sociedad italiana durante veinte largos años de dictadura fascista. El discurso trata de sustentar el carácter revolucionario del fascismo: antidemocrático y antiparlamentario, sin embargo conforme avance la película este mito irá siendo desmontado.

De hecho, el alto cargo de la policía secreta que habla con Marcello lo deja claro cuando dice que "Sólo unos pocos creen en el fascismo. Unos nos apoyan por miedo y otros por dinero". En primer lugar vemos como la coerción se convierte en el principal medio a través del cual cohesionar la sociedad y, en segundo lugar, la importancia de los apoyos para ascender en la sociedad (dinero, contactos). El dinero sigue siendo el que domina las relaciones sociales al más alto nivel. No menos características son las conversaciones en torno a la religión, cuando Marcello le dice a su futura esposa que "El cura da la absolución a todo el mundo". He aquí un reflejo del proceder del Estado fascista (no es menos significativo que su proceder sea comparado con el de la Iglesia): "El cura da la absolución a todo el mundo", lo importante es someterse a su autoridad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La madre de Marcello es una muestra de las clases altas italianas que se rindieron al fascismo italiano para conservar su posición social privilegiada frente a la "amenaza" de socialismo y el comunismo: su despiadada conciencia utilitaria ("¿Porqué no se muere tu padre de una vez? Nos cuesta tanto el hospital"), el escaso beneficio que reportaban a la sociedad (en este caso ella es morfinómana), su visión social ("Las chicas de clase media se casan con miembros de las clases altas". He aquí una interesante alegoría del matrimonio de conveniencia que se produjo entre la burguesía y la aristocracia en Italia para hacer frente a la amenaza de las clases bajas, ellos fueron los verdaderos soportes del fascismo. En este momento había mucha preocupación en Italia ante una posible vuelta del fascismo dada la gran extensión que estaba experimentando la clase media a causa de la bonanza económica de los 50 y 60. Los movimientos del 68 llamaron la atención respecto a esto).

Es interesante el flashback que nos lleva a la juventud de Marcello, porque su resentimiento frente al mundo procede en cierto modo del momento en que se vio acosado por el chófer Lino. Aquí aparece la contradicción que dominará la vida del protagonista: sus valores y deseos frente al intento desesperado por llevar una vida "normal". Es decir, en primer lugar Marcello se declara un profundo admirador del profesor Quadri, a quien se le ha encargado asesinar, y que vendría a ser en cierto sentido un sustitutivo de la figura paterna (aquel que le inculca valores, un credo que seguir, un modo de entender la vida); sin embargo, ante el exilio voluntario de éste a la llegada del fascismo Marcello se siente abandonado y se echa en brazos del fascismo. Abandona sus valores y su más que posible homosexualidad (en principio no parecía que fuera a rechazar a Lino) en aras de una vida "normal". De hecho, cuando se confiesa ante el cura éste parece más escandalizado por la homosexualidad en sí que por un crimen de sangre y éste le dice: "Lo normal es casarse y tener hijos". He aquí la Iglesia como institución legitimadora del orden establecido. "Valdrá para la cocina y la cama": machismo, orden patriarcal, ambos son valores unidos al fascismo y a la Iglesia.

Dejando muchos detalles interesantes querría destacar dos momentos que enlazan y que suponen un homenaje al Mito de la Caverna de Platón. El primero en su reencuentro con Quadri. Cuando éste abre la ventana Marcello ve como su sombra se esfuma (al fin y al cabo él no ha sido sino una sombra de sí mismo todo ese tiempo) ante la luz que entra, es la luz de los que han elegido la libertad. Al final de la película vuelve a ocurrirle cuando se sienta junto al fuego, pero decide mirar atrás y allí está Lino, allí está la realidad que había estado intentando negar durante todo ese tiempo.
Erizo en la niebla (C)
CortometrajeAnimación
Unión Soviética (URSS)1975
7.1
2,296
Animación
10
10 de octubre de 2010
88 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una genial noticia que el equipo de Filmaffinity haya hecho las fichas de las obras completas de Yuriy Norshteyn, es obvio que es un director a tener en cuenta en ese afán filantrópico que caracteriza a esta página web a la que todos contribuimos un poco con nuestras intervenciones. Estamos de celebración pues, todo lo que sea ampliar nuestros horizontes cinematográficos bienvenido sea, más aún si hablamos de un director de la calidad de un director como el soviético.

La figura del erizo (que recientemente acaba de conseguir una estatua en la capital de Ucrania, Kiev) es realmente entrañable, especialmente por esa curiosa inocencia que lo lleva a adentrarse más y más en la niebla aún a pesar de su evidente temor. Allí se encuentra con todo tipo de contratiempos y sorpresas, como si acabara de descubrir un mundo nuevo. En cierto sentido viene a ser una metáfora de la propia vida, donde todo lo que está por venir y todo lo que nos va llegando es nuevo y desconocido, desconcertante, provoca en nosotros temor, suscita esperanzas, etc. Este pequeño film es un ensalzamiento del coraje y la capacidad de iniciativa, único modo de sobrevivir en la vida ante muchas de las dificultades que ésta nos presenta. El valor de la amistad, la confianza, el miedo... todo ello se combina para dar lugar a nuestro camino que, por supuesto, no es el único*.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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*Me refiero en especial a los momentos en que personajes como el perro que le devuelve su atillo o ese desconocido que desde la profundidad del río devuelve al erizo a la orilla. Ambos le producen miedo al principio, pero después se da cuenta de que dar su confianza puede allanar su camino en la vida.

Por último está el momento final en el que el oso aparece visiblemente ansioso, nervioso y aliviado tras la aparición del erizo al cual había estado llamando constantemente a lo largo del periplo de éste a través de la niebla. El oso teme que su rutina se vea alterada, es la lógica que se impone en la lógica de todo ser, más que el temor por la desaparición del ser amado es el temor a perder todo lo que dicho ser nos brinda (en cierto sentido es egoista, porque lo que más nos preocupa es encontrarnos con la posibilidad de afrontar la vida sin aquellos que antes la iluminaban). En cierto sentido el erizo es el carácter opuesto al oso, amante de las estrellas pero incapaz de contarlas sin el concurso de su amigo el erizo. El contraste entre el que se deja llevar y el que toma la iniciativa. El contraste entre el que abre sus ojos a nuevos mundos y aquellos que se conforman con una existencia comfortable e invariable.

La expresión final del erizo muestra la fascinación por asistir al espectáculo de la vida, a las múltiples posibilidades y caminos que ésta nos brinda y a la posibilidad de aunar estas nuevas experiencias para mirar con nuevos ojos aquello que siempre es igual, de ahí que diga para sí mismo: "¿No es maravilloso estar juntos de nuevo?"
23 de octubre de 2010
111 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
He quedado muy satisfecho con la película de Agustí Villaronga, he de confesar que sigue faltándonos nuestro "Novecento", "El nido de la araña", "El tambor de hojalata" y muchos otros grandes clásicos europeos que ahondan en los traumas de los diferentes pueblos. Sin embargo esta es una película que ofrece una visión revisionista a la par que compleja de lo que la inmediata postguerra supuso para este país. No me voy a meter en aspectos técnicos o puramente cinematográficos porque esto ha sido tratado, pero si algo aleja a esta obra de ser maestra y de pasar a ser algún día un clásico es, sin lugar a dudas, el hecho de ser una adaptación que - como ocurre con muchas adaptaciones - da demasiadas cosas por supuestas, de ahí que nos encontremos con que muchos aspectos de la trama queden colgando.

En cualquier caso lo que importa de esta película es lo que intenta transmitir. En este sentido creo que es un film importante en lo que se refiere al análisis de la postguerra porque nos muestra que no sólo fueron los muertos, sino también los que aquí quedaron los que tuvieron que sufrir con mayor intensidad los movimientos sísmicos provocados por el enfrentamiento fatricida. Es interesante constatar el modo en que se trata el fenómeno de la autorepresión en el seno de las familias, algo que fue muy típico en la sociedad española durante todo el franquismo. Sin embargo este film queda lejos de la genialidad de otras obras europeas como la "Silent Wedding" rumana en clave de tragicomedia. Sigue faltando algo en el cine español, una última chispa que marque estilo. Quizás el único que consiguió eso fue Mario Camús con su "El día de los inocentes", donde también se nos presentaba una realidad de postguerra, si bien no de modo tan explícito.

Sea como fuere hay muchos elementos a destacar, como decía uno de ellos es la autorepresión: muchas historias familiares se perdieron porque en el intento por sobrevivir en la sociedad española durante el franquismo era mejor ocultar ciertas cuestiones del pasado para posibilitar que las generaciones futuras salieran adelante. El secretismo que rodea a la familia de Andreu en torno a lo ocurrido durante la guerra no es más que el pan de cada día de muchas familias que trataron de proteger a sus jóvenes de lo que a ellos los marcaría de por vida.
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Por aquí muchos se sorprenden del lenguaje de la niña que ataca a Andreu y a sus primos por ser familiares de rojos. Pues bien, su sorpresa no muestra más que su ignorancia. Este tipo de lenguaje llegó a la juventud, a las escuelas y fue interiorizado por los jóvenes (sólo hay que ver la famosa foto de los niños barceloneses jugando a fusilamientos), no fue más que parte de la represión y de la marca indeleble que la guerra civil dejó en buena parte de la sociedad española.

La película es cruda: muestra cómo el franquismo perpetuó el orden social tradicional que oprimía a la gente de a pie en pos de los intereses de reducidas élites político-económicas. La miseria también se observa en el personaje representado por Marina Comás (excelente papel), despojado de cualquier barrera moral y empujado por unos reales a entregar su cuerpo al profesor alcohólico y asqueado con la situación, incapaz de reaccionar y sumido en el conformismo proporcionado por el sedante de la petaca. El destino de la familia de Andreu no es más que la historia que se repitió cientos y cientos de veces en que las grandes familias se sirvieron bajo cualquier pretexto de la delación para deshacerse de aquellos que podían ocasionarles molestias, de la guerra civil como vía para la resolución de rencillas vecinales...

Hay críticas que sinceramente no las entiendo, la película cumple bastante bien y es verdaderamente estremecedora. El final es sobrecogedor: Andreu reniega de su pasado al no reconocer ante su compañero que la mujer que había ido a visitarlo era su madre, se avergüenza de su pasado. El secuestro o adopción de niños durante la postguerra fue una realidad plenamente implantada en la sociedad española, muchas familias pobres se vieron obligadas a hacer lo indecible por sacar adelante a los suyos, muchas veces sin garantías de éxito alguno. La Guerra Civil española dio como resultado a una especie de apartheid, como bien dejan claro las palabras del profesor, en que los vencidos eran como los leprosos, alguien a quien no debía acercarse nadie que estuviera sano, es decir, ningún vencedor. 40 años de historia construidos sobre la mentira, la marginación de la mitad de la sociedad española y la negación de la libertad.
9 de diciembre de 2010
80 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras acabar de ver "Dekalog 2" leí todas las críticas que los compañeros dedicaban a este film, como acostumbro a hacer a menos que el número de éstas sea desmedido. Mi objetivo al hacer esto es encontrar cosas que puedan ser de interés para mí o ver si puedo aportar algo diferente, algo que no haya sido percibido. La única que me ha parecido un poco solvente ha sido la de manuel, pero el resto dicen muchas cosas sin aclarar nada en concreto.

Lo que nos abruma en este film una vez más es la simpleza con que se penetra en la profundidad del ser humano sin grandes artificios. ¿Para qué son necesarios cuando hablamos de personas? Al fin y al cabo cada uno de nosotros sabemos los grandes dramas que se dirimen en nuestro interior, muchas veces ajenos por completo a aquellos que nos rodean. Creo que en cierto sentido es lo que vienen a decir todas y cada una de las películas del Decálogo, que mientras la vida para en un momento concreto para unos para otros sigue su curso "normal".

Hay varias cosas curiosas que a mí me parece oportuno destacar para contribuir a una mejor comprensión de esta obra de Kieslowski. En primer lugar la relación del mandamiento con el contenido del film: "No tomarás el nombre de Dios en vano" hace que el juramento en forma de rebeldía sea tenido por blasfemia de acuerdo con la doctrina católica. El momento cumbre del film es aquel en que el doctor jura a la señora Geller que su marido morirá, es ahí donde se pone de manifiesto la relación del film con el segundo mandamiento. Pero, ¿cómo llegamos hasta aquí?

Nos encontramos con dos protagonistas principales en torno a los que toma forma la historia: el doctor y la señora Geller. De lo que anida dentro del primero se nos van dando pequeños trazos conforme avanza el film, si bien Kieslowski pospone hasta casi el final aquello que nos dará la clave para entender el proceder de éste con respecto a la señora Geller. En cuanto a ésta podemos decir que es el vértice superior de un triángulo isósceles cuyos otros vértices son su marido, afectado por un cáncer que se halla en su fase de metástasis y un amigo al que quiere de igual modo que al primero y que la ha dejado embarazada, algo que había resultado imposible con el primero. Que la criatura que se está gestando en el interior de la señora Geller pueda ver un día la luz dependerá de que su marido viva o muera, lo cual hasta cierto punto resulta un tanto macabro. De hecho el carácter macabro de la situación en que vive sumida la señora Geller se dejará notar en la fantástica actuación de Krystyna Janda, sumida en los remordimientos por saber que hay algo mal calculado en su vida, avanzando a tientas hacia un futuro incierto que pende de un hilo, de la pura fortuna o intervención divina (para los creyentes; las interpretaciones que se pueden hacer a las películas de Kieslowski son siempre muy variadas).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Tanto es así que el vaso de su vida no sólo no se desbordará, sino que directamente se romperá. Es decir, ella misma está siendo algo así como la propia ejecutora de su, en cierto modo, muerte, al menos en lo espiritual, consumida por las dudas como esos cigarrillos que constantemente fuma (mostrando, por otro lado, poco aprecio por lo que alberga en su seno que un día, cuando se halle en vida podrá sufrir las consecuencias de sus excesos).

El doctor asumirá en función de la experiencia traumática extraída de su pasado el papel de divinidad, el papel que parecía rechazar es el que toma cuando constantemente trata de ganar tiempo para que todo pueda salir del modo que él (siempre según esa experiencia de pérdida de sus seres queridos que cuenta a la limpiadora, de ahí que de la vuelta a las fotos de sus retoños ante la visita de la señora Geller, pues no quiere que ésta piense que está condicionado de algún modo), a su juicio, cree más conveniente esperando que se geste una especie de milagro que vendrá dado en la repentina recuperación del señor Geller. La misma mañana el doctor había jurado a la señora Geller que su marido no viviría, consiguiendo justo en el límite marcado por el reloj (porque en cierto sentido la película es una carrera contrarreloj) que ésta rechace la posibilidad de abortar, para lo cual ya había concertado una cita con su ginecólogo. La película concluirá con la pregunta del orgulloso señor Geller: "Voy a tener un hijo, ¿tiene usted idea de lo que es eso?". El doctor quedará pensativo un momento como si tratara de comprender qué hizo que él no pudiera ser tan afortunado como su paciente.

Por terminar diré que una vez más se manifiesta esa dicotomía entre la Polonia comunista y la Polonia tradicional. Valga el tratamiento del tema del aborto como algo normal en la Polonia de aquel entonces, carente de prejuicios, al menos en teoría y en esta circunstancia (la señora Geller es evidente una mujer liberal de clase media, lo cual cambiaría mucho si fuéramos a la Polonia rural). Por otro lado está el doctor que no es que tenga una motivación religiosa para tratar de que la señora Geller tenga ese hijo, sino en su experiencia personal, pero sin embargo hay cierto misticismo en su figura, de aquel que pone la otra mejilla a la vida y continúa a pesar de las desgracias que le acontecen. Pero no menos interesante es el tema del juramento del doctor, que lo convertiría en un blasfemo a ojos de un católico. La exención del segundo mandamiento recae sobre las autoridades religiosas legítimas para enunciarlo. En este caso es evidente que Kieslowski está manifestando su acuerdo con el hecho de que el hombre se convierta en autoridad legítima para actuar en pos de lo que éste considere bueno, es decir, un modo de vivir la religión mucho más activo.
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