A propósito de Llewyn Davis
2013 

6.7
26,251
Drama
Nueva York, 1961. Llewyn Davis (Oscar Isaac) es un joven cantante de folk que vive de mala manera en el Greenwich Village. Durante un gélido invierno, con su guitarra a cuestas, sin casa fija y sin apenas dinero lucha por ganarse la vida como músico. Sobrevive cantando en pequeños garitos, pero, sobre todo, gracias a la ayuda de algunos amigos que le prestan su sofá para pasar las frías noches. De repente, decide viajar a Chicago para ... [+]
1 de febrero de 2014
1 de febrero de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A propósito de Llewyn Davis” es, ante todo, una película magníficamente rodada. La historia que nos sirven los Coen es un prodigio del contar mucho sin contar realmente nada porque lo que pretenden es llevarnos a un estado anímico mas que contar una historia clásica de inicio-nudo-desenlace. “A propósito de Llewyn Davis” es un prodigio narrativo que sacará de quicio a muchos incapaces de entenderla o reconocer algún elemento donde sentirse seguros. No es culpa del espectador si no disfruta de “A propósito de Llewyn Davis”, es simplemente que no habrá conectado con su tono gris de comedia porque esta película es un ejercicio de profunda melancolía que dinamita las normas y provoca un rápido e inaudito entretenimiento siempre que seas capaz de aceptar a su difícil personaje y los ambientes donde se mueve. Personalmente lo que mas me ha sorprendido de esta película de los Coen es que pensaba que los hermanos habían llegado a la cima de su capacidad artística, desde “Fargo” he argumentado que es difícil rodar mejor que los Coen, te pueden gustar sus historias o no pero narrativamente son la limpia y pura perfección. Pues “A propósito de Llewyn Davis” da un paso más y nos sorprende con la premisa que una narración cinematográfica perfecta lo puede ser aun mas. Cada plano, cada movimiento, cada gesto en “A propósito de Llewyn Davis”, destila humanidad y eso es precisamente lo que le faltaba a las películas de los Coen: humanidad. Los planos de Oscar Isaac paseando con el gato de un lado a otro son fascinantes y aunque solo parecen eso, en realidad transmiten algo indefinido, crean una sensación en el espectador y eso es la magia del cine. Quizás sea la profunda melancolía que impregna todo el conjunto y que ataca al espectador de manera frontal porque “A propósito de Llewyn Davis” es lo más parecido a escuchar una vieja melodía de jazz sentado en un viejo sofá un día de lluvia bebiendo whisky barato. Un auténtico y melancólico placer. Y además es una película jodidamente buena, diablos.
Lo mejor: La dirección de los Coen. Un sorprendente Oscar Isaac que está simplemente perfecto.
Lo peor: Algunos personajes secundarios innecesarios. Cierta tendencia al minimalismo.
Lo mejor: La dirección de los Coen. Un sorprendente Oscar Isaac que está simplemente perfecto.
Lo peor: Algunos personajes secundarios innecesarios. Cierta tendencia al minimalismo.
3 de enero de 2014
3 de enero de 2014
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, es la película más simbólica que he visto de los Coen. Las interpretaciones son brillantes, aunque lo mejor de la película es su fluir, su ritmo. Es una delicia dejarse sumergir en sus aguas. Bien por ellos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El gato, no en vano, se llama Ulises en referencia a la Odisea. Lo importante es el viaje, todos los problemas que le ocurren al protagonista en una semana, algunos por culpa suya y otros circunstanciales. Durante los 105 minutos, se nos abren ante nuestros ojos un montón de sub tramas, un montón de historias de las que no se llega a completar el final en ninguna. Para acabar de redondear esta simbología, la película empieza con la escena final (cronológicamente hablando) y en medio realiza un flashback. ¿Por qué hacen los hermanos Coen esto, cuando funcionaria igual sin ella? Para abundar en la idea de viaje a ninguna parte, la película acaba en el principio.
17 de enero de 2014
17 de enero de 2014
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
He puesto a sonar “Like a Rolling Stone” seguida de “Hang Me, Oh Hang” mientras trato de ordenar mis sensaciones sobre la última gran película de Joel y Ethan Coen. No solo por continuidad con el maravilloso final de la película, sino porque mis conocimientos musicales y de folk no dan para mucho más. Un ligero problema a la hora de disfrutar “Inside Llewyn Davis”. La voz de Dylan se confunde con los ecos de Oscar Isaac cantando “Hang Me, Oh Hang Me”, y aunque siento cierta traición en haber sacrificado la guitarra acústica por la eléctrica en mis altavoces, no dejo de escuchar la voz cínica de Dylan preguntándome How does it feel? How does it feel?
Acabo de ver ese homenaje a la ignorada música folk de finales de los cincuenta, cuando, mientras se gestaba un cambio en el Village, aún había para quien una canción, si no era nueva y sonaba familiar, era una canción folk. La historia parece salida de una de estas canciones. Un músico fracasado, con su guitarra a cuestas, que alterna entre sofá y sofá y autostop en la carretera, no encuentra hueco en el panorama musical en cambio para su amor y respeto por la auténtica música folk, aquella creada por gentes corrientes y transmitidas por la tradición oral; un hombre que solo quiere ganarse la vida con lo que le apasiona, viviendo el día a día, sin rendirse a las presiones del mercado, ni de la música pop, ni de la nueva forma de vida de un reciente Estado del Bienestar. Y aquí estoy yo, informándome sobre cierto tipo de folk con un interés renovado -minipunto para los Coen-, y para poder contarles cómo se siente “Inside Llewyn Davis” How does it feel?
Una gran historia, espléndida fotografía, mejor música y buen hacer tras la cámara; estructura circular, viajes vitales a ninguna parte pero que cambian, siempre cambian, Ulises y un guía espiritual en forma de gato de fuerte carga simbólica; toques surrealistas, un brillante humor que surge natural sobre el drama, personajes geniales con el sello de sus directores; y una sinceridad sorprendente. No cabe duda, tenemos lo mejor de los Coen. Muchos dirán que una de sus obras maestra, al menos, quienes amen esta música. Pero si alguno no se lo pregunta lo haré yo, ¿se puede disfrutar “Inside Llewyn Davis” siendo un ignorante musical? Sí, igual que se puede disfrutar del folk aun teniendo un oído como el mío.
Incluso alguien tan torpe como yo puede comprender que los Coen están diseccionando un panorama de cambio para la música folk en el que se juega con el género con canciones como “Please Mr. Kennedy", un cambio que cristalizará con Bob Dylan y el fracaso y olvido de músicos como Llewyn Davis. Un panorama con parada obligatoria en el gordo fantasma del jazz y un silencioso poeta beat. Pero dejen si quieren de lado el homenaje, los guiños a la época, la reflexión sobre la evolución del folk -para algunos, como nuestro protagonista, más que un estilo musical-; desechen la mitad de la película, y tal vez lo mejor, y quédense si quieren con la historia que se nos canta. ¿Conocen la sensación de estar estancado, de ser el hermano tonto del Rey Midas que todo lo que toca convierte en mierda? How does it feel? Esa sensación de estar sentado en la estación, dejando pasar tren tras tren -o un barco mercante tras otro- por no gustarte su destino; sentado sin moverte, mirando las vías How does it feel? sin poder salir de la estación y sin estar dispuesto a ceder y sumarte al carro How does it feel? Empecinado en que no estás en medio de la carretera, en que debe tratarse de una encrucijada, que no solo lleva Akron, aunque el camino en que insistes tomar no existe porque no llegue a ninguna tarde How does it feel? Ese momento en que te dices vivir el presente cuando se debe tan solo a un rechazo al futuro. La sensación de que para triunfar, para seguir avanzando, para madurar o meramente sobrevivir, debes traicionar una parte de ti mismo. How does it feel? Da igual que para el nuevo héroe homérico y fracasado de los Coen se trate de la pureza del folk, puede que sea lo de menos. Si conocen esa tragicómica sensación de no poder volver atrás con tu compañero suicidado -¡desde el puente de Washington!-, en la que coger el próximo barco mercante -mientras aún estás a tiempo- es admitir el fracaso y empecinarse en no hacerlo fracasar, entonces, podéis reducir la música de la película a una mera banda sonora de lujo, que “Inside Llewyn Davis” seguirá siendo una de vuestras favoritas del año. Pondran folk de fondo, rememorarán cómo se siente la película, y decidirán escuchar más de esta maravillosa música. “Hang Me, Oh Hang me”
Acabo de ver ese homenaje a la ignorada música folk de finales de los cincuenta, cuando, mientras se gestaba un cambio en el Village, aún había para quien una canción, si no era nueva y sonaba familiar, era una canción folk. La historia parece salida de una de estas canciones. Un músico fracasado, con su guitarra a cuestas, que alterna entre sofá y sofá y autostop en la carretera, no encuentra hueco en el panorama musical en cambio para su amor y respeto por la auténtica música folk, aquella creada por gentes corrientes y transmitidas por la tradición oral; un hombre que solo quiere ganarse la vida con lo que le apasiona, viviendo el día a día, sin rendirse a las presiones del mercado, ni de la música pop, ni de la nueva forma de vida de un reciente Estado del Bienestar. Y aquí estoy yo, informándome sobre cierto tipo de folk con un interés renovado -minipunto para los Coen-, y para poder contarles cómo se siente “Inside Llewyn Davis” How does it feel?
Una gran historia, espléndida fotografía, mejor música y buen hacer tras la cámara; estructura circular, viajes vitales a ninguna parte pero que cambian, siempre cambian, Ulises y un guía espiritual en forma de gato de fuerte carga simbólica; toques surrealistas, un brillante humor que surge natural sobre el drama, personajes geniales con el sello de sus directores; y una sinceridad sorprendente. No cabe duda, tenemos lo mejor de los Coen. Muchos dirán que una de sus obras maestra, al menos, quienes amen esta música. Pero si alguno no se lo pregunta lo haré yo, ¿se puede disfrutar “Inside Llewyn Davis” siendo un ignorante musical? Sí, igual que se puede disfrutar del folk aun teniendo un oído como el mío.
Incluso alguien tan torpe como yo puede comprender que los Coen están diseccionando un panorama de cambio para la música folk en el que se juega con el género con canciones como “Please Mr. Kennedy", un cambio que cristalizará con Bob Dylan y el fracaso y olvido de músicos como Llewyn Davis. Un panorama con parada obligatoria en el gordo fantasma del jazz y un silencioso poeta beat. Pero dejen si quieren de lado el homenaje, los guiños a la época, la reflexión sobre la evolución del folk -para algunos, como nuestro protagonista, más que un estilo musical-; desechen la mitad de la película, y tal vez lo mejor, y quédense si quieren con la historia que se nos canta. ¿Conocen la sensación de estar estancado, de ser el hermano tonto del Rey Midas que todo lo que toca convierte en mierda? How does it feel? Esa sensación de estar sentado en la estación, dejando pasar tren tras tren -o un barco mercante tras otro- por no gustarte su destino; sentado sin moverte, mirando las vías How does it feel? sin poder salir de la estación y sin estar dispuesto a ceder y sumarte al carro How does it feel? Empecinado en que no estás en medio de la carretera, en que debe tratarse de una encrucijada, que no solo lleva Akron, aunque el camino en que insistes tomar no existe porque no llegue a ninguna tarde How does it feel? Ese momento en que te dices vivir el presente cuando se debe tan solo a un rechazo al futuro. La sensación de que para triunfar, para seguir avanzando, para madurar o meramente sobrevivir, debes traicionar una parte de ti mismo. How does it feel? Da igual que para el nuevo héroe homérico y fracasado de los Coen se trate de la pureza del folk, puede que sea lo de menos. Si conocen esa tragicómica sensación de no poder volver atrás con tu compañero suicidado -¡desde el puente de Washington!-, en la que coger el próximo barco mercante -mientras aún estás a tiempo- es admitir el fracaso y empecinarse en no hacerlo fracasar, entonces, podéis reducir la música de la película a una mera banda sonora de lujo, que “Inside Llewyn Davis” seguirá siendo una de vuestras favoritas del año. Pondran folk de fondo, rememorarán cómo se siente la película, y decidirán escuchar más de esta maravillosa música. “Hang Me, Oh Hang me”
7 de enero de 2014
7 de enero de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aparte del placer que supone ver una película bien hecha y escuchar buena música, que hoy en día, ya es bastante, poco más ofrece esta peli de los Coen. Bueno sí, alguna risa, producto de esa mala leche tan entretenida que gastan los hermanos, y algún momento tristón, pero que realmente no llega a conmover, ni tan siquiera desanimar.
No empatizas con la peli, al igual que no lo haces con su prota, que no está diseñado para caer bien, como no lo está ninguno de los personajes, salvo, tal vez, el gato Ulises, ahí, con su odisea.
No sabría decir si Oscar Isaac se merece un Oscar, valga la redundancia, pero creo que deberían de darle un Grammy, o mejor, algún premio serio, porque tiene una voz que ya la quisiera para sí cualquiera de los moñas esos que dan la tabarra por las radios de fm, cantando pamplinas de que si te quiero y tú me quieres, sale el sol y la luna, nananá nananá.
No veas las cosas tan raras que se canta el pollo éste, pero lo hace bien.
No empatizas con la peli, al igual que no lo haces con su prota, que no está diseñado para caer bien, como no lo está ninguno de los personajes, salvo, tal vez, el gato Ulises, ahí, con su odisea.
No sabría decir si Oscar Isaac se merece un Oscar, valga la redundancia, pero creo que deberían de darle un Grammy, o mejor, algún premio serio, porque tiene una voz que ya la quisiera para sí cualquiera de los moñas esos que dan la tabarra por las radios de fm, cantando pamplinas de que si te quiero y tú me quieres, sale el sol y la luna, nananá nananá.
No veas las cosas tan raras que se canta el pollo éste, pero lo hace bien.
13 de febrero de 2014
13 de febrero de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un micrófono que parece irradiar luz propia, ilumina el humeante halo que envuelve una silueta recortada ininteligiblemente sobre un escenario, mientras interpreta una canción. Al mismo tiempo, los lamentos de su guitarra repercuten contra las paredes del angosto y oscuro antro, colmando los agradecidos oídos de los parroquianos de acordes melancólicos. En el exterior continúa la penumbra, ahora una farola proyecta luces y sombras caprichosamente sobre el rostro de un vaquero, una figura tan anacrónica como amenazante, un reflejo de Lee Van Cleef que avanza hacia el protagonista con arrogancia felina, sus ojos muestran el brillo del lince que astutamente ha acorralado a su presa y se recrea altivamente instantes antes de atacar. Entonces se cobra su venganza y desaparece en su caballo amarillo. El estreno de Bruno Delbonnel con los hermanos Coen, como director de fotografía, ha estado marcado por una imagen impecable con gran profundidad de campo, que no nos hace extrañar al maestro Roger Deakins.
Esa potencia visual es, una vez más, la clara protagonista del nuevo trabajo de los creadores del icónico “El Nota”, sólo que ahora, tendrá que compartir su protagonismo con la música en esta historia sobre los inicios del folk, que nos transporta al barrio neoyorquino Greenweech Village y nos sitúa en los beige años 60 de jerséis de cuello vuelto. Los Coen escriben una historia sobre la escena folk antes de ser mundialmente famosa, y eso es por ende, una narración paralela, pero muy alejada, de los comienzos de aquel genio llamado Bob Dylan, que únicamente aparecerá para situarnos en el tiempo y el espacio, por medio de otra sombra en una fugaz versión de la canción Leaving of Liverpool. La historia se centra en Llewyn, un músico soñador al que no le resulta fácil encontrar su sitio en este mundo mal diseñado. Despreciado por la industria de la música, se ve sin casa, sin trabajo y sin mujer; bueno, sí hay una mujer en su vida: Jean, que lo humilla y repudia continuamente, pero todo ese rechazo que siente hacia él, podría tratarse incluso de verdadero amor.
“El dramaturgo que escribió el guion de este mundo, y lo escribió mal (nos dio primero la luz y el sol dos días después), el señor de las cosas como son, a quien los más romanos de los católicos llaman dio boia, dios verdugo, es indudablemente todo en todo en todos nosotros, mozo de establo y matarife, y sería chulo y cornudo también si no fuera porque en la economía del cielo, predicha por Hamlet, ya no hay más matrimonios, dado que el hombre glorificado, ángel andrógino, es esposa de sí mismo.” Este breve párrafo extraído del Ulises de James Joyce, nos da una idea del guiño que los hermanos han hecho a la novela del irlandés, y por tanto, a la Odisea de Homero, a la que ya dedicaron una particular adaptación. Nada de especial se podría ver en la vida de un hombre que depende de la caridad de sus amigos para pasar la noche, mientras que por el día deambula por las calles de Nueva York buscando un club en el que le dejen actuar. Pero ahí entra en juego la habilidad de estos cineastas para hacer difícil lo fácil, para darle emoción a una historia plana y, de paso, convertirla en toda una epopeya como ya hicieran con esa O Brother!, en 2000.
Al igual que en la cinta protagonizada por George Clooney, Ulises es también ahora el personaje principal. Un gato que actúa como reflejo del propio Llewyn y que guiará al protagonista a través de los diversos capítulos de este fantástico cuento, obligándole a enfrentarse consigo mismo, en un ejercicio que se presenta como una búsqueda de la identidad personal y aceptación de la responsabilidad de las propias acciones.
Oscar Isaac se mete en el papel principal de manera asombrosa. Puede que estos directores no lleven a grandes personajes de la historia a ninguna de sus películas, pero lo que está claro es que compensan ese comportamiento iconoclasta con actores geniales que, como el mencionado Isaac, Carey Mulligan o Justin Timerlake, se comen la pantalla y el micrófono para satisfacer a todos los amantes del folk y a los no tan amantes. Mulligan puede haber sido olvidada en el reparto de nominaciones a los premios, pero con sólo su dulce sonrisa consigue meternos en el bote. El coeniano John Goodman hace equipo con Garrett Hedlund para aportar esa dosis de depravación y humor negro tan característico de los Coen como de la obra de Joyce. Juntos llevan a cabo una pequeña “road movie” dentro de la propia película mientras representan la vanidosa arrogancia de los músicos de Jazz frente al resto de artistas.
Sigo en Spoiler por espacio
Esa potencia visual es, una vez más, la clara protagonista del nuevo trabajo de los creadores del icónico “El Nota”, sólo que ahora, tendrá que compartir su protagonismo con la música en esta historia sobre los inicios del folk, que nos transporta al barrio neoyorquino Greenweech Village y nos sitúa en los beige años 60 de jerséis de cuello vuelto. Los Coen escriben una historia sobre la escena folk antes de ser mundialmente famosa, y eso es por ende, una narración paralela, pero muy alejada, de los comienzos de aquel genio llamado Bob Dylan, que únicamente aparecerá para situarnos en el tiempo y el espacio, por medio de otra sombra en una fugaz versión de la canción Leaving of Liverpool. La historia se centra en Llewyn, un músico soñador al que no le resulta fácil encontrar su sitio en este mundo mal diseñado. Despreciado por la industria de la música, se ve sin casa, sin trabajo y sin mujer; bueno, sí hay una mujer en su vida: Jean, que lo humilla y repudia continuamente, pero todo ese rechazo que siente hacia él, podría tratarse incluso de verdadero amor.
“El dramaturgo que escribió el guion de este mundo, y lo escribió mal (nos dio primero la luz y el sol dos días después), el señor de las cosas como son, a quien los más romanos de los católicos llaman dio boia, dios verdugo, es indudablemente todo en todo en todos nosotros, mozo de establo y matarife, y sería chulo y cornudo también si no fuera porque en la economía del cielo, predicha por Hamlet, ya no hay más matrimonios, dado que el hombre glorificado, ángel andrógino, es esposa de sí mismo.” Este breve párrafo extraído del Ulises de James Joyce, nos da una idea del guiño que los hermanos han hecho a la novela del irlandés, y por tanto, a la Odisea de Homero, a la que ya dedicaron una particular adaptación. Nada de especial se podría ver en la vida de un hombre que depende de la caridad de sus amigos para pasar la noche, mientras que por el día deambula por las calles de Nueva York buscando un club en el que le dejen actuar. Pero ahí entra en juego la habilidad de estos cineastas para hacer difícil lo fácil, para darle emoción a una historia plana y, de paso, convertirla en toda una epopeya como ya hicieran con esa O Brother!, en 2000.
Al igual que en la cinta protagonizada por George Clooney, Ulises es también ahora el personaje principal. Un gato que actúa como reflejo del propio Llewyn y que guiará al protagonista a través de los diversos capítulos de este fantástico cuento, obligándole a enfrentarse consigo mismo, en un ejercicio que se presenta como una búsqueda de la identidad personal y aceptación de la responsabilidad de las propias acciones.
Oscar Isaac se mete en el papel principal de manera asombrosa. Puede que estos directores no lleven a grandes personajes de la historia a ninguna de sus películas, pero lo que está claro es que compensan ese comportamiento iconoclasta con actores geniales que, como el mencionado Isaac, Carey Mulligan o Justin Timerlake, se comen la pantalla y el micrófono para satisfacer a todos los amantes del folk y a los no tan amantes. Mulligan puede haber sido olvidada en el reparto de nominaciones a los premios, pero con sólo su dulce sonrisa consigue meternos en el bote. El coeniano John Goodman hace equipo con Garrett Hedlund para aportar esa dosis de depravación y humor negro tan característico de los Coen como de la obra de Joyce. Juntos llevan a cabo una pequeña “road movie” dentro de la propia película mientras representan la vanidosa arrogancia de los músicos de Jazz frente al resto de artistas.
Sigo en Spoiler por espacio
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La narración circular de la obra nos llevará de vuelta a ese callejón oscuro donde el vaquero nos espera con ansias de venganza. Ahora entendemos el porqué de su reacción, y en el amargo sabor que la sangre ha dejado en nuestra boca, encontramos la inexorable moraleja que cada episodio de la vida lleva implícita. La derrota, mejor o peor afrontada pero siempre agotadora, orgullo de los sabios que saben desafiarla y condena de los necios que, exasperados, siguen tropezando por evitar mirar a sus propios errores; fuente de aprendizaje o excusa para el abandono, sólo puede ser contemplada desde una perspectiva: el duro suelo.
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