Matar a un ruiseñor
1962 

8.3
49,824
Drama
Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
16 de septiembre de 2008
16 de septiembre de 2008
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película que lleva a primer plano la exaltación de valores perdidos en el cine de puro entretenimiento tan típico de hoy: la infancia, la justicia pero sobre todo el respeto.
Matar a un ruiseñor es la historia que mejor ensalza la figura paterna, representada por Gregory Peck: el hombre justo, asertivo, capaz de entablar una conversación profunda con su hija elevándola a ella a la madurez, no retrocediendo él a la mente de una criatura.
No creo que trabajar con niños en el cine sea fácil. La química entre Peck y sus hijos en la ficción es tal que cualquiera creería que se trata de sus hijos en la vida real. Pero sin sensiblerías. Los niños se comportan como tal pero descubriendo una historia de injusticia, racismo y rabia (la escena del perro lo dice todo) que hace de ellos, en apenas un verano, personas con referentes morales a prueba de balas: sus propias vivencias mientras crecen y su padre. Nada de moralinas e hipocresías.
En esta historia asoma la crueldad pero narrada con serenidad; como si Mulligan hubiese descartado el recurso incendiario por uno tan simple, llano y a la vez efectivo como el que una niña, inocente, descubra por sí misma que existen en su entorno personas de segunda a las que se trata como animales, "papá explicará porqué".
Los juegos de los niños, el neumático colgado del árbol, la vieja cascarrabias y la casa misteriosa cosen el entramado de una historia que personalmente me atrapó desde el principio. La narración es tranquila y muy apacible.
La interpretación de Peck, entrañable. La niña lo borda.
Es un acierto de película que además ataca los errores del sistema judicial americano pero que sobre todo muestra el tesón de un hombre que se empeña en hacer justicia porque en ella cree. Un ejemplo para todos los abogados descarriados. Peck dignifica la profesión.
Matar a un ruiseñor es la historia que mejor ensalza la figura paterna, representada por Gregory Peck: el hombre justo, asertivo, capaz de entablar una conversación profunda con su hija elevándola a ella a la madurez, no retrocediendo él a la mente de una criatura.
No creo que trabajar con niños en el cine sea fácil. La química entre Peck y sus hijos en la ficción es tal que cualquiera creería que se trata de sus hijos en la vida real. Pero sin sensiblerías. Los niños se comportan como tal pero descubriendo una historia de injusticia, racismo y rabia (la escena del perro lo dice todo) que hace de ellos, en apenas un verano, personas con referentes morales a prueba de balas: sus propias vivencias mientras crecen y su padre. Nada de moralinas e hipocresías.
En esta historia asoma la crueldad pero narrada con serenidad; como si Mulligan hubiese descartado el recurso incendiario por uno tan simple, llano y a la vez efectivo como el que una niña, inocente, descubra por sí misma que existen en su entorno personas de segunda a las que se trata como animales, "papá explicará porqué".
Los juegos de los niños, el neumático colgado del árbol, la vieja cascarrabias y la casa misteriosa cosen el entramado de una historia que personalmente me atrapó desde el principio. La narración es tranquila y muy apacible.
La interpretación de Peck, entrañable. La niña lo borda.
Es un acierto de película que además ataca los errores del sistema judicial americano pero que sobre todo muestra el tesón de un hombre que se empeña en hacer justicia porque en ella cree. Un ejemplo para todos los abogados descarriados. Peck dignifica la profesión.
3 de septiembre de 2015
3 de septiembre de 2015
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco más se puede decir que no se haya dicho ya de esta obra maestra. Película única e irrepetible, con un naturalismo próximo a El río de Renoir o a Louisiana Story de Flaherty, Robert Mulligan nos regaló una visión del viejo sur rural de los EEUU con discriminacion racial, de gente humilde blanca y negra, igual de pobre, con sus tabues, con gente justa y gente mezquina, con maldad y nobleza. Un Gregory Peck convincente, sabiendo que era el papel de su vida, unos niños magníficamente dirigidos (en esto Mulligan era sumamente habilidoso), un ritmo pausado, como es la vida, con sus silencios y miradas reveladoras, una discreta y envolvente BSO y un Robert Duvall inolvidable, con esa mirada ausente y consciente a la vez, personaje enigmático y tan importante en el desenlace del filme.
Revisarla de vez en cuando te devuelve la esperanza en el ser humano.
Revisarla de vez en cuando te devuelve la esperanza en el ser humano.
4 de abril de 2011
4 de abril de 2011
28 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que esperaba ver un auténtico peliculón, un gran clásico, emotivo al extremo. No quiero decir que la película no me gustase, pero me llevé una amplia desilusión. En mi opinión el hecho de que la historia esté reflejada desde el punto de vista de los niños le quita seriedad por lo que en ningún momento se presenta tan emocionante ni tan emotiva como se señala por estos lugares. Gregory Peck es un actor fantástico, uno de mis actores clásicos favoritos, pero francamente tiene interpretaciones magistrales mucho mejores que en esta película, la cual señalan como su mejor papel. Ni mucho menos. Ver "Recuerda", "La barrera invisible", "Duelo al sol", "El cabo del terror" y hasta "La profecía" para ver interpretaciones más sólidas y muy superiores que la de este Aticus, tan mitificado. Se dice que es un héroe, ¿héroe? no es más que un abogado de tantos otros que defiende una causa justa y ve con impotencia como ésta no se lleva a cabo. El film no presenta una escena especialmente emotiva como ya he dicho, lo único que me hizo derramar una lágrima es esa escena tan cruel como innecesaria en la que Peck mata a un perro simplemente para mostrar lo buen tirador que es su personaje. Para que luego le llamen héroe. Los niños sin duda me parecen el peor elemento de la película y la intriga del vecino psicótico que no resulta tal cosa al final, demostrándose un auténtico héroe está tan cogida por los pelos que no resulta interesante. Destaco la parte del juicio contra el hombre negro, que es lo que más me gustó y me interesó y la espectacular y preciosa banda sonora. Lo demás un film inmerecidamente llevado a lo más alto cinematográficamente hablando como muchos otros. Hay películas infinitamente mejores que no son tan mitificadas, pero eso queda a elección de cada uno...
14 de diciembre de 2006
14 de diciembre de 2006
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los aficionados al cine clásico sabemos de la gran fotografía, movimientos de cámara, montaje y planificación de esta película, que logran crear una atmósfera fascinante que en seguida nos atrapa y no nos deja después del "The End". Todos recordamos a la familia Finch como si hubiéramos formado parte de ella, y nos hemos emocionado con la expresión de un joven Robert Duvall escondido tras la puerta del dormitorio del hijo de Atticus en una de las escenas finales, o con el plano de Atticus saliendo cabizbajo de la sala del juzgado bajo una platea repleta de negros en pie y en respetuoso silencio.
Como la perfección no existe, no me convencen la imagen impoluta que la película refleja de las instituciones (abogado, juez y comisario son intachables) mientras que da la sensación de que sólo los campesinos eran racistas...
Como la perfección no existe, no me convencen la imagen impoluta que la película refleja de las instituciones (abogado, juez y comisario son intachables) mientras que da la sensación de que sólo los campesinos eran racistas...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...ni la ligereza con que los guionistas despachan la muerte del acusado, al que en realidad se le aplica impúnemente la ley de fugas.
Otra gran película del director de "Noche de gigantes" y "Verano del 42". Ahí es nada.
Otra gran película del director de "Noche de gigantes" y "Verano del 42". Ahí es nada.
24 de mayo de 2007
24 de mayo de 2007
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jamás mientras viva olvidaré la primera vez que vi esta joya del séptimo arte. Y es curioso porque recuerdo que era un niño bastante pequeño y fue mi madre en un intento por frenar mi hiperactividad infantil quien me convenció para sentarme en el sofá y verla tranquilamente. Ciertamente viví exactamente igual que los niños del relato todos aquellos momentos y leyendas urbanas que se contaban los unos a los otros con ese miedo a acercarse a la casa en la que supuestamente los Radley tenían a su hijo Boo escondido en el sótano como si de un monstruo se tratara, en conclusión como crío viví una experiencia inolvidable a través de los ojos de aquellos otros niños. Pero lo mejor de esta maravilla de película es que no se trata ni mucho menos de una película exclusiva para niños, con el tiempo cuando creces y te haces mayor te das cuenta de que el film de Mulligan es todavía mejor de lo que recordabas porque abres los ojos a una nueva película, humana, sincera, emotiva ubicada en tiempos difíciles en los que al igual que hoy (y siempre) hay personas mejores que otras. Un brillante alegato contra el racismo y el maltrato físico como jamás he visto, Gregory Peck no sólo interpreta sino que genera por sí mismo un personaje tan creíble que parece a todas luces real. Sin efectismos, sin rarezas argumentales, con un tratamiento de la historia ejemplar visto a través de los ojos inocentes de niños que hacen preguntas a los adultos que no tienen una contestación lógica o racional. Tres momentos los guardo como excepcionales, aquel en que los tres pequeños protagonistas se arman de valor para acercarse a la casa de los Radley y uno de ellos queda enganchado en el vallado, aquel en el que una plebe está apunto de linchar al desdichado acusado pasando por encima de Atticus y la pequeña Scout y Jem lo evitan haciéndoles sonrojar y avergonzándoles por su actitud y ese maravilloso final que no puedo desvelar para quien no la haya visto y en el que no puedo evitar que se me salten las lágrimas (aunque suene un tanto cursi) por su increíble ternura. Las cosas no son siempre lo que parece nos resume Robert Mulligan en esta obra maestra y Peck realiza el mejor papel de su vida. Mención muy especial para la magistral banda sonora de Elmer Bernstein sin cuyos acordes el drama no hubiera sido lo mismo. Una película de obligada visión para cualquier amante del cine y de las verdaderas emociones que dan sentido a nuestras vidas.
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