Black Mirror: BandersnatchInteractivo
2018 

6.3
21,120
Thriller. Ciencia ficción. Drama
En 1984, un joven programador intenta adaptar una caótica novela de fantasía a un vídeojuego. Un desafío alucinante que le llevará a cuestionarse la realidad que le rodea. Película interactiva de "Black Mirror", dirigida por David Slade, en la que el espectador puede tomar decisiones que cambian el rumbo de la historia, con más de cinco finales posibles y 300 minutos filmados en total. También existe la opción de ver la película sin ... [+]
30 de diciembre de 2018
30 de diciembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si por algo será recordada esta "película", será por su innovador y diferente formato... ¿seguro?
Este formato ya lo hemos visto con mejores tramas y decisiones, en el mundo de los videojuegos, como entre otros en el fenomenal Life Is Strange. Y por favor, me quedo con estos últimos.
Ello te hace querer volver a "jugar" y querer ver diversos finales, con un trama que es lo suficientemente entretenida para seguir ahí y ver de lo que es capaz el protagonista, tal y como haríamos en un videojuego. Pero ahí se acaban sus llamativas bondades.
Si bien es una experencia refrescante, no se merece llevar el nombre de Black Mirror. Carece de toda la magia de la serie original, con una trama que en absoluto hace mella, en comparación con ciertos capítulos de la serie.
Como he mencionado antes, el gran acierto de esta obra es de sacar esta idea de los videojuegos y transportarla al mundo audiovisual, consumando por el camino la carencia de un argumento más rompedor y original (pareces que estás viendo Halt and Catch Fire desde los ojos de Cameron mezclado con 1984) y desintoxicarse de ese exceso sin gracia de la toma de decisiones, siendo muchas anodinas e inútiles para el desarrollo de la trama.
Esto en un videojuego es algo normal puesto que partes con la premisa de jugar, pero desde mi opinión no así en una película. Tal cantidad de opciones estúpidas resultan en que las decisiones importantes se pierden en un mar de ellas. En el día a día tomamos muchas opciones como las del largometraje, pero no nos paramos a pensar en ellas porque afectan muy poco en el transcurso de nuestra vida. La película trata de iguar dicha importancia, lo que ha hecho que me resulte mucho más cansina de lo que esperaba.
En resumen, una buena inspiración para las obras del futuro. Recomendada por lo innovador de su formato, no por nada más.
Este formato ya lo hemos visto con mejores tramas y decisiones, en el mundo de los videojuegos, como entre otros en el fenomenal Life Is Strange. Y por favor, me quedo con estos últimos.
Ello te hace querer volver a "jugar" y querer ver diversos finales, con un trama que es lo suficientemente entretenida para seguir ahí y ver de lo que es capaz el protagonista, tal y como haríamos en un videojuego. Pero ahí se acaban sus llamativas bondades.
Si bien es una experencia refrescante, no se merece llevar el nombre de Black Mirror. Carece de toda la magia de la serie original, con una trama que en absoluto hace mella, en comparación con ciertos capítulos de la serie.
Como he mencionado antes, el gran acierto de esta obra es de sacar esta idea de los videojuegos y transportarla al mundo audiovisual, consumando por el camino la carencia de un argumento más rompedor y original (pareces que estás viendo Halt and Catch Fire desde los ojos de Cameron mezclado con 1984) y desintoxicarse de ese exceso sin gracia de la toma de decisiones, siendo muchas anodinas e inútiles para el desarrollo de la trama.
Esto en un videojuego es algo normal puesto que partes con la premisa de jugar, pero desde mi opinión no así en una película. Tal cantidad de opciones estúpidas resultan en que las decisiones importantes se pierden en un mar de ellas. En el día a día tomamos muchas opciones como las del largometraje, pero no nos paramos a pensar en ellas porque afectan muy poco en el transcurso de nuestra vida. La película trata de iguar dicha importancia, lo que ha hecho que me resulte mucho más cansina de lo que esperaba.
En resumen, una buena inspiración para las obras del futuro. Recomendada por lo innovador de su formato, no por nada más.
31 de diciembre de 2018
31 de diciembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inquietante, y tremendamente ingeniosa, la interactividad hace que formemos parte activa de la trama hasta límites insospechados. Aunque a medio metraje, y una vez entendido el desarrollo y sospechado nuestro rol, deje de sorprender en la misma medida, no cabe duda de que el episodio marca un punto de inflexión en la narración interactiva, un recurso ya conocido en el mundo cinematográfico pero que aquí adquiere una nueva dimensión.
4 de enero de 2019
4 de enero de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Netflix busca dar un paso adelante en el entretenimiento casero y posicionarse por encima de sus competidores y estrena un episodio especial de la famosa serie creada por Charlie Brooker ‘Black Mirror’ con la particularidad de ser una película interactiva, es decir, el espectador juega un rol participativo al elegir, entre dos opciones, que es lo que debe hacer el personaje principal.
Si bien el formato no es del todo original, pues en años anteriores Netflix ya lo había implementado en títulos como ‘El gato con botas’, ‘Stretch Armstrong’, ‘Buddy Thunderstruck’ y ‘Minecraft: Story Mode’, todo contenido dirigido al público infantil, ahora se embarca en una apuesta mucho más que va mucho más allá y dirigida a un público mayor.
Escrita por Brooker, la historia que plantea sucede en el año 1984, por lo que se percibe esa nota de nostalgia tan de moda en algunos de los productos más exitosos de los años recientes, además de ser un año clave para situar la historia pues es la época en que empezó a florecer la industria del videojuego, además de la obvia referencia a la obra de George Orwell, el protagonista es Stefan (Fionn Whitehead) un joven que está desarrollando un videojuego partiendo de una novela compleja, lo que lo lleva a vivir un proceso que se complica cada vez más hasta ponerlo a cuestionar la realidad.
La dirección ha recaído en David Slade, quien ya había realizado el interesante episodio de la temporada 4 ‘Metal Head’, y el planteamiento es similar al de los episodios que conforman la serie, con la salvedad que rápidamente se pone en práctica la interactividad del espectador, que de inicio deberá tomar decisiones un tanto banales respecto al desayuno o música que deberá escuchar Stefan, pero que irán definiendo el devenir de la historia.
Para ello Slade filmó más de 5 horas de material para cada una de las posibles elecciones que haga el espectador, que conforme se avanza se van tornando de alguna manera un tanto más profundas, pero cada tanto el relato termina yéndose por un camino mucho menos arriesgado e interesante, para llegar a ser apenas una experiencia más cercana a un videojuego que a un producto audiovisual cinematográfico o bien televisivo.
En términos generales, la historia es poco sustanciosa y poco compleja, lo que la vuelve atractiva es la posibilidad de incidir en ella, lo que por momento llega a ser fascinante y hasta adictivo, así, ‘Bandersnatch’ no propone nada nuevo ni original, mucho menos revolucionario, ni establece el futuro inmediato de las producciones audiovisuales, pero si que significa un importante punto de partida para explorar las nuevas posibilidades que el entretenimiento digital puede llegar a ofrecer al espectador.
https://tantocine.com/black-mirror-bandersnatch-de-david-slade/
Si bien el formato no es del todo original, pues en años anteriores Netflix ya lo había implementado en títulos como ‘El gato con botas’, ‘Stretch Armstrong’, ‘Buddy Thunderstruck’ y ‘Minecraft: Story Mode’, todo contenido dirigido al público infantil, ahora se embarca en una apuesta mucho más que va mucho más allá y dirigida a un público mayor.
Escrita por Brooker, la historia que plantea sucede en el año 1984, por lo que se percibe esa nota de nostalgia tan de moda en algunos de los productos más exitosos de los años recientes, además de ser un año clave para situar la historia pues es la época en que empezó a florecer la industria del videojuego, además de la obvia referencia a la obra de George Orwell, el protagonista es Stefan (Fionn Whitehead) un joven que está desarrollando un videojuego partiendo de una novela compleja, lo que lo lleva a vivir un proceso que se complica cada vez más hasta ponerlo a cuestionar la realidad.
La dirección ha recaído en David Slade, quien ya había realizado el interesante episodio de la temporada 4 ‘Metal Head’, y el planteamiento es similar al de los episodios que conforman la serie, con la salvedad que rápidamente se pone en práctica la interactividad del espectador, que de inicio deberá tomar decisiones un tanto banales respecto al desayuno o música que deberá escuchar Stefan, pero que irán definiendo el devenir de la historia.
Para ello Slade filmó más de 5 horas de material para cada una de las posibles elecciones que haga el espectador, que conforme se avanza se van tornando de alguna manera un tanto más profundas, pero cada tanto el relato termina yéndose por un camino mucho menos arriesgado e interesante, para llegar a ser apenas una experiencia más cercana a un videojuego que a un producto audiovisual cinematográfico o bien televisivo.
En términos generales, la historia es poco sustanciosa y poco compleja, lo que la vuelve atractiva es la posibilidad de incidir en ella, lo que por momento llega a ser fascinante y hasta adictivo, así, ‘Bandersnatch’ no propone nada nuevo ni original, mucho menos revolucionario, ni establece el futuro inmediato de las producciones audiovisuales, pero si que significa un importante punto de partida para explorar las nuevas posibilidades que el entretenimiento digital puede llegar a ofrecer al espectador.
https://tantocine.com/black-mirror-bandersnatch-de-david-slade/
28 de diciembre de 2018
28 de diciembre de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno nunca imaginó sentarse a escribir una reseña tan compleja, tan imposible. Quién no sabe ya, un día después de su lanzamiento, que el primer largometraje de Black Mirror no es sino una multiplicidad de estos, una amplia variedad de versiones y variaciones que dependen de las decisiones que uno –el espectador- toma durante el transcurso de la obra. Un acontecimiento audiovisual que solo podía estar reservado para la serie que mejor sabe tratar la distopía de la sociedad occidental, esa idea del futuro ni tan remota ni tan improbable.
Anunciada tan solo el día antes de ser accesible en Netflix, una plataforma tan revolucionaria para lo audiovisual y tan discutida para los que sienten –o sentimos- el cine de una forma distinta a la que nos plantean. Y a la vez una increíble vuelta de tuerca –una más- al concepto que tenemos del cine, al papel del espectador y a la relación de este con el contenido.
Con Bandersnatch, el cine, o mejor dicho, los autores, pierden su cátedra en favor de la democratización de la trama, aunque no podemos afirmar que estamos delante de una democracia real, sino que igual que en los videojuegos, todos los escenarios ya han estado planteados en el proceso de creación. El largometraje, pero, ha dejado de ser un camino recto y cerrado para pasar a ser un pasillo con puertas, todas ellas contempladas, pero no necesariamente conectas. Una historia sujeta a diferentes combinaciones y dispuesta a provocar distintas sensaciones y reacciones a todo aquél que se adentra en ella.
Es, de momento, lo más cercano que ha estado el cine de la condición de videojuego. Y viniendo de una producción de Black Mirror, el sentido puede interpretarse de forma múltiple, pero la idea de no ser uno mismo quien toma sus propias decisiones no parece reconfortar. Preguntarse cuál es la posición de los autores de esta obra, y de la obra en sí, puede ser un ejercicio más que necesario para su interpretación.
A la vez, este largometraje de hora y media es la absoluta justificación del cine como producto de consumo individual, en pantalla pequeña y a través de un ordenador personal. Es imposible de entender –y de materializar- la proyección de Bandersnatch en una sala de cine convencional. Una de las discusiones cinéfilas de este 2018 ha sido el encaje de obras cinematográficas estrenadas directamente en VOD, y la indignación por no poderlas ver en salas. Con el estreno de esta obra, el debate es tan inexistente como inútil.
Black Mirror, esta vez en forma de película, vuelve para continuar exprimiendo los sesos a sus seguidores, y a seguir reflejando a través de situaciones extremas los hábitos de la sociedad de hoy. Esta vez, sin dejar atrás sus formas, también revoluciona el concepto de obra cinematográfica en sí, ya sea para cuestionarla o para plantear nuevos caminos a recorrer. Sin duda, otra genialidad de una serie que tenía a sus seguidores mosqueados tras su floja cuarta temporada.
Por Ferran Calvet (Criticum.net)
Anunciada tan solo el día antes de ser accesible en Netflix, una plataforma tan revolucionaria para lo audiovisual y tan discutida para los que sienten –o sentimos- el cine de una forma distinta a la que nos plantean. Y a la vez una increíble vuelta de tuerca –una más- al concepto que tenemos del cine, al papel del espectador y a la relación de este con el contenido.
Con Bandersnatch, el cine, o mejor dicho, los autores, pierden su cátedra en favor de la democratización de la trama, aunque no podemos afirmar que estamos delante de una democracia real, sino que igual que en los videojuegos, todos los escenarios ya han estado planteados en el proceso de creación. El largometraje, pero, ha dejado de ser un camino recto y cerrado para pasar a ser un pasillo con puertas, todas ellas contempladas, pero no necesariamente conectas. Una historia sujeta a diferentes combinaciones y dispuesta a provocar distintas sensaciones y reacciones a todo aquél que se adentra en ella.
Es, de momento, lo más cercano que ha estado el cine de la condición de videojuego. Y viniendo de una producción de Black Mirror, el sentido puede interpretarse de forma múltiple, pero la idea de no ser uno mismo quien toma sus propias decisiones no parece reconfortar. Preguntarse cuál es la posición de los autores de esta obra, y de la obra en sí, puede ser un ejercicio más que necesario para su interpretación.
A la vez, este largometraje de hora y media es la absoluta justificación del cine como producto de consumo individual, en pantalla pequeña y a través de un ordenador personal. Es imposible de entender –y de materializar- la proyección de Bandersnatch en una sala de cine convencional. Una de las discusiones cinéfilas de este 2018 ha sido el encaje de obras cinematográficas estrenadas directamente en VOD, y la indignación por no poderlas ver en salas. Con el estreno de esta obra, el debate es tan inexistente como inútil.
Black Mirror, esta vez en forma de película, vuelve para continuar exprimiendo los sesos a sus seguidores, y a seguir reflejando a través de situaciones extremas los hábitos de la sociedad de hoy. Esta vez, sin dejar atrás sus formas, también revoluciona el concepto de obra cinematográfica en sí, ya sea para cuestionarla o para plantear nuevos caminos a recorrer. Sin duda, otra genialidad de una serie que tenía a sus seguidores mosqueados tras su floja cuarta temporada.
Por Ferran Calvet (Criticum.net)
19 de enero de 2019
19 de enero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Argumento: un chaval con tratamiento debido a cierto trauma infantil decide transformar una novela en una videoaventura para Spectrum en los 80. Tanto la novela como el juego se apoyan en que el lector/jugador decida qué camino tomar cada cierto tiempo. Según sus decisiones, el desenlace acabará siendo uno u otro. Lo malo es que el programador empieza a sospechar que su vida y la mecánica del videojuego se están mezclando.
Puede que a los no aficionados a videojuegos esta película les parezca de lo más original, pero cualquiera que haya jugado a Heavy Rain, Beyond Two Souls o Detroit, Become Human se dará cuenta de inmediato de que es una copia muy pobre de la misma idea, sólo que reduciendo docenas de finales posibles a unos pocos. De hecho, se parece más a los juegos de Telltale Games, en el sentido de que las decisiones que tomas son mínimas y de bajísimo impacto, o a los de Dontnod, en que hagas lo que hagas al final llegas a un punto en que escoges entre dos o tres posibilidades y listo. Al menos los guiones de algunos de esos juegos son bastante más entretenidos y menos previsibles que los de Bandersnatch, que te dejan con la sensación de que has perdido una hora (o más) de tu tiempo. Toda la interactividad del episodio se convierte básicamente en escoger entre tres montajes de director. Al no tratarse de un videojuego, además, el nivel de implicación con la historia y los personajes es mínimo y, la verdad, te acaba importando poco o nada lo que pase con tal de que resuelvan de una vez. Ejemplos de decisiones (sin spoilers) que tomas en el episodio: qué música escucha el protagonista y qué cereales le apetecen. Hay algunas otras con más impacto, claro, pero en cuanto haces lo que no quiere el director, te corta las alas y te devuelve inmediatamente al punto de bifurcación. En mi opinión, una tontada comparado con lo que la industria del videojuego viene haciendo últimamente. Y, por cierto, tanto hincapié en relacionar unos episodios con otros empieza a ser cargante.
Puede que a los no aficionados a videojuegos esta película les parezca de lo más original, pero cualquiera que haya jugado a Heavy Rain, Beyond Two Souls o Detroit, Become Human se dará cuenta de inmediato de que es una copia muy pobre de la misma idea, sólo que reduciendo docenas de finales posibles a unos pocos. De hecho, se parece más a los juegos de Telltale Games, en el sentido de que las decisiones que tomas son mínimas y de bajísimo impacto, o a los de Dontnod, en que hagas lo que hagas al final llegas a un punto en que escoges entre dos o tres posibilidades y listo. Al menos los guiones de algunos de esos juegos son bastante más entretenidos y menos previsibles que los de Bandersnatch, que te dejan con la sensación de que has perdido una hora (o más) de tu tiempo. Toda la interactividad del episodio se convierte básicamente en escoger entre tres montajes de director. Al no tratarse de un videojuego, además, el nivel de implicación con la historia y los personajes es mínimo y, la verdad, te acaba importando poco o nada lo que pase con tal de que resuelvan de una vez. Ejemplos de decisiones (sin spoilers) que tomas en el episodio: qué música escucha el protagonista y qué cereales le apetecen. Hay algunas otras con más impacto, claro, pero en cuanto haces lo que no quiere el director, te corta las alas y te devuelve inmediatamente al punto de bifurcación. En mi opinión, una tontada comparado con lo que la industria del videojuego viene haciendo últimamente. Y, por cierto, tanto hincapié en relacionar unos episodios con otros empieza a ser cargante.
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