Cadena de favores
6.7
39,099
Drama
Un niño imagina un curioso sistema para mejorar el mundo; hacer favores desinteresadamente. Para sorpresa de todos, la generosa propuesta causa furor entre la gente. Entretenida comedia con toques dramáticos y un eficaz reparto. En la novela en la que se basa el film, el personaje interpretado por Spacey es de raza negra, lo que provocó cierta polémica en USA. (FILMAFFINITY)
20 de abril de 2012
20 de abril de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un profesor (Kevin Spacey), marcado física y emocionalmente por una oscura historia de su pasado, plantea año tras año un curioso proyecto a sus alumnos: que tengan una idea original con la que se pueda cambiar el mundo.
Uno de sus chicos que va a su clase le propone una idea original: cada individuo debe hacer un favor a tres personas diferentes, sin esperar que éstas se lo devuelvan; deben ser favores en asuntos importantes, que el beneficiario no pueda conseguir por sus propios medios... con lo que se genera una 'cadena de favores'.
El autor de la idea es un niño llamado Trevor McKinney (Haley Joel Osment), quien mantiene una realación tensa con su madre, Helen (Helen Hunt), una mujer con problemas con el alcohol que lleva un tipo de vida que disgusta a su hijo.
Uno de sus chicos que va a su clase le propone una idea original: cada individuo debe hacer un favor a tres personas diferentes, sin esperar que éstas se lo devuelvan; deben ser favores en asuntos importantes, que el beneficiario no pueda conseguir por sus propios medios... con lo que se genera una 'cadena de favores'.
El autor de la idea es un niño llamado Trevor McKinney (Haley Joel Osment), quien mantiene una realación tensa con su madre, Helen (Helen Hunt), una mujer con problemas con el alcohol que lleva un tipo de vida que disgusta a su hijo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esta película sólo puede definirse como una de las mayores decepciones cinematográficas de toda mi vida: nunca una idea tan original y prometedora había sido tan mal aprovechada en un film. Partiendo de una historia que promete, y contando con la presencia de varios actores de reconocida trayectoria, la película comienza a fallar cuando apenas se han narrado 10 minutos...
A partir de ese momento comienza a mutar la película, dejando el (supuesto) tema principal en un segundo plano, mientras el film se convirtierte en un refrito de temas que han aparecido en infinidad de películas de medio pelo (romance madre-profesor, problemas familiares con el trasfondo del maltrato, el drama diario de los 'sin techo', violencia escolar que acaba en la muerte de un niño, etc.).
Lo peor es que la pésima dirección acaba emponzoñando las dotes interpretativas de los actores, a los que se acaba forzando en exceso para obtener la lágrima facil del espectador. Tampoco podemos olvidar dos momentos especialmente lamentables del film: la intervención de Jim Caviezel, cuando intenta evitar el suicidio de una mujer... y la esperpéntica actuación, de principio a fin, de un Jon Bon Jovi que realmente debería dedicarse sólo a cantar.
A partir de ese momento comienza a mutar la película, dejando el (supuesto) tema principal en un segundo plano, mientras el film se convirtierte en un refrito de temas que han aparecido en infinidad de películas de medio pelo (romance madre-profesor, problemas familiares con el trasfondo del maltrato, el drama diario de los 'sin techo', violencia escolar que acaba en la muerte de un niño, etc.).
Lo peor es que la pésima dirección acaba emponzoñando las dotes interpretativas de los actores, a los que se acaba forzando en exceso para obtener la lágrima facil del espectador. Tampoco podemos olvidar dos momentos especialmente lamentables del film: la intervención de Jim Caviezel, cuando intenta evitar el suicidio de una mujer... y la esperpéntica actuación, de principio a fin, de un Jon Bon Jovi que realmente debería dedicarse sólo a cantar.
19 de febrero de 2011
19 de febrero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aleccionadora película que recomendaría a cualquiera. Un niño absolutamente fuera de lo común a quien importan mas los demas que el mismo. De ese tipo de personas que hacen tanta falta en las sociedades modernas atrapadas en el consumismo y el protagonismo. Con las estupendas actuaciones de Haley - Joel Osment y Helent Hunt nos recuerda que todos podemos hacer algo por alguien, y que la violencia o falta de atención solo pueden generar mas de lo mismo.
17 de enero de 2012
17 de enero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación a la gran pantalla de la novela de Catherine Ryan Hyde que plantea una de las ideas más simples y más hermosas que puede tener un ser humano: ayudar sin esperar nada a cambio.
Mimi Leder venía de dirigir Deep Impact y El pacificador, con lo que se había ganado cierta fama en el cine de acción y, por decirlo de alguna forma, menos humano. Aquí, la directora nacida en Nueva York da un giro radical a lo que venía haciendo y se mete de lleno en una de las historias más bonitas que nos ha contado el cine en los últimos años. El mayor acierto de Leder es, sin duda, la estructura que monta para contar la película, gracias a la cual nos vamos enterando de la historia desde el principio hasta el final y también al revés, hasta que los dos puntos se encuentran poco antes del clímax. Leder se agarra a la parte sentimental que domina la historia, pero no por ello tira de lágrima fácil ni busca escenas penetrantes que salgan de la nada, sino que espera el momento oportuno para tocar la fibra del espectador y hacer que éste se enamore de ese niño que todos, en cierto modos, quisiéramos ser. Las subtramas, que ocupan apenas tres o cuatro escenas, están colocadas en el sitio ideal en el que parece que la cadena puede romperse y consiguen formar eslabones sólidos a base del buen corazón de las personas. Esto, que podría considerarse una locura, no dista tanto de la realidad, pues el mundo está lleno de gente buena, pero por desgracia es difícil que se reconozca la bondad.
Haley Joel Osment está soberbio. Su personaje es un chico complicado, con no muchos matices pero sí los suficientes como para concordar con una personalidad real y, el chaval, lo entiende y lo interpreta de maravilla. Kevin Spacey es una de mis debilidades por interpretaciones como la que nos regala en Cadena de favores. Su trabajo esconde tantísimos detalles casi imperceptibles, como los cambios que experimenta su expresión cuando está con los niños en el colegio y cuando, más tarde, se ve atrapado en un amor que rompe su estabilidad habitual. Este hombre es un actor eterno. Helen Hunt también está a un nivel superlativo, en un personaje marcado por su lucha interior en la que el corazón y los problemas superan en muchas ocasiones al sentido común. Jim Caviezel, dentro de su pequeño papel, se casca el tío una labor portentosa, en un personaje no demasiado complicado para un actor de su talla pero que sí requiere mucho compromiso para ser recreado. La testimonial aparición de Bon Jovi es también de agradecer, ya que con el reparto que tiene a su alrededor, no desentona.
Mimi Leder venía de dirigir Deep Impact y El pacificador, con lo que se había ganado cierta fama en el cine de acción y, por decirlo de alguna forma, menos humano. Aquí, la directora nacida en Nueva York da un giro radical a lo que venía haciendo y se mete de lleno en una de las historias más bonitas que nos ha contado el cine en los últimos años. El mayor acierto de Leder es, sin duda, la estructura que monta para contar la película, gracias a la cual nos vamos enterando de la historia desde el principio hasta el final y también al revés, hasta que los dos puntos se encuentran poco antes del clímax. Leder se agarra a la parte sentimental que domina la historia, pero no por ello tira de lágrima fácil ni busca escenas penetrantes que salgan de la nada, sino que espera el momento oportuno para tocar la fibra del espectador y hacer que éste se enamore de ese niño que todos, en cierto modos, quisiéramos ser. Las subtramas, que ocupan apenas tres o cuatro escenas, están colocadas en el sitio ideal en el que parece que la cadena puede romperse y consiguen formar eslabones sólidos a base del buen corazón de las personas. Esto, que podría considerarse una locura, no dista tanto de la realidad, pues el mundo está lleno de gente buena, pero por desgracia es difícil que se reconozca la bondad.
Haley Joel Osment está soberbio. Su personaje es un chico complicado, con no muchos matices pero sí los suficientes como para concordar con una personalidad real y, el chaval, lo entiende y lo interpreta de maravilla. Kevin Spacey es una de mis debilidades por interpretaciones como la que nos regala en Cadena de favores. Su trabajo esconde tantísimos detalles casi imperceptibles, como los cambios que experimenta su expresión cuando está con los niños en el colegio y cuando, más tarde, se ve atrapado en un amor que rompe su estabilidad habitual. Este hombre es un actor eterno. Helen Hunt también está a un nivel superlativo, en un personaje marcado por su lucha interior en la que el corazón y los problemas superan en muchas ocasiones al sentido común. Jim Caviezel, dentro de su pequeño papel, se casca el tío una labor portentosa, en un personaje no demasiado complicado para un actor de su talla pero que sí requiere mucho compromiso para ser recreado. La testimonial aparición de Bon Jovi es también de agradecer, ya que con el reparto que tiene a su alrededor, no desentona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Resumiendo, que es gerundio: Cadena de favores es una película difícil. Una de esas que te deja el cuerpo sumido en un mar de sensaciones contradictorias gracias a que está dirigida con mucha fe en la idea de la película, gracias a que está interpretada por gigantes del séptimo arte y gracias, sobretodo, a que consigue que creamos en lo imposible en un mundo de mierda que, en el fondo, no es tan malo, como demuestra la maravillosa escena final.
25 de diciembre de 2017
25 de diciembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Navidad es el momento propicio para disfrutar este tipo de historias, donde encontramos los buenos sentimientos que queremos compartir con nuestros seres cercanos. Se trata de una comedia sentimental altruista que se convierte poco a poco en un drama de sabor amargo. Una puesta al día de aquellas películas de Frank Capra como “Juan Nadie” y “Qué bello es vivir”, coqueteando con ese espíritu fabulador, donde unos personajes sencillos y nobles se entregaban a la causa de ayudar al prójimo, demostrando que toda persona es válida, y que lo importante no es el hombre sino la idea. Si en aquellos tiempos el final feliz estaba asegurado, en los inicios del siglo XXI la trama melodramática en su deriva, resultaría absurda dado los tiempos que corren. Aunque Mimi Leder está muy lejos de la maestría de Capra y de su puesta en escena, la cineasta forjada en las series televisivas y el cine comercial, sale airosa del proyecto.
La novela de Catherine Ryan Hyde que no conozco, sirve de base argumental en una época donde existen pocos motivos para el optimismo y la esperanza, dentro de este naufragio existencial donde habitamos. Lo mejor del film sin duda es el casting, adecuado a los actores que lo encarnan, además de recuperar para la pantalla a una anciana Angie Dickinson casi irreconocible. Se trata de un relato ameno por su trasfondo humanista, pero de dificil equilibrio entre el lirismo y la cursilería, ya que la línea que los separa es muy fina. Porque la idea de Trevor (Osment), un niño que sufre problemas familiares con madre alcohólica (Hunt), de crear una “Cadena de favores”, que haga del mundo un lugar mejor, inspirada en un trabajo escolar sugerido por su profesor de alma caótica y torturada (Spacey), probablemente, es una idea de concepto excelente. La cinta nos muestra distintos ejemplos, algunos patéticos, sórdidos, otros dramáticos, incluso hay momentos para la comedia y el humor absurdo.
“Cadena de favores” plantea el dilema de estar en este mundo, sufriéndolo sin hacer nada para mejorarlo, aunque sea de forma modesta o padecer la incomprensión de tus semejantes al luchar contra ello. Hilvanado por la investigación de un periodista intrigado en el origen de esa idea, al recibir un descomunal regalo inesperado y que pretende llegar a descubrir la verdad sobre ese fenómeno. Su trama narrativa es ágil y ligera para sus dos horas, pero a veces intenta descaradamente manipular los sentimientos de espectador intentando arrancar la lágrima fácil, cosa por otro lado innecesaria por el carácter de su argumento por la clara empatía con los protagonistas. Estamos ante otra actualizada fábula moral que nos propone reflexionar sobre el mundo en que vivimos, emparentándose con aquel pensamiento de Arthur Schopenhauer por el cual “querer es esencialmente sufrir, y como vivir es esencialmente querer, toda la vida es por definición dolor”, un lúcido pensamiento que deviene de esta realidad.
La novela de Catherine Ryan Hyde que no conozco, sirve de base argumental en una época donde existen pocos motivos para el optimismo y la esperanza, dentro de este naufragio existencial donde habitamos. Lo mejor del film sin duda es el casting, adecuado a los actores que lo encarnan, además de recuperar para la pantalla a una anciana Angie Dickinson casi irreconocible. Se trata de un relato ameno por su trasfondo humanista, pero de dificil equilibrio entre el lirismo y la cursilería, ya que la línea que los separa es muy fina. Porque la idea de Trevor (Osment), un niño que sufre problemas familiares con madre alcohólica (Hunt), de crear una “Cadena de favores”, que haga del mundo un lugar mejor, inspirada en un trabajo escolar sugerido por su profesor de alma caótica y torturada (Spacey), probablemente, es una idea de concepto excelente. La cinta nos muestra distintos ejemplos, algunos patéticos, sórdidos, otros dramáticos, incluso hay momentos para la comedia y el humor absurdo.
“Cadena de favores” plantea el dilema de estar en este mundo, sufriéndolo sin hacer nada para mejorarlo, aunque sea de forma modesta o padecer la incomprensión de tus semejantes al luchar contra ello. Hilvanado por la investigación de un periodista intrigado en el origen de esa idea, al recibir un descomunal regalo inesperado y que pretende llegar a descubrir la verdad sobre ese fenómeno. Su trama narrativa es ágil y ligera para sus dos horas, pero a veces intenta descaradamente manipular los sentimientos de espectador intentando arrancar la lágrima fácil, cosa por otro lado innecesaria por el carácter de su argumento por la clara empatía con los protagonistas. Estamos ante otra actualizada fábula moral que nos propone reflexionar sobre el mundo en que vivimos, emparentándose con aquel pensamiento de Arthur Schopenhauer por el cual “querer es esencialmente sufrir, y como vivir es esencialmente querer, toda la vida es por definición dolor”, un lúcido pensamiento que deviene de esta realidad.
29 de noviembre de 2005
29 de noviembre de 2005
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pelicula fiel a su naturaleza dramática de principio a fin. He aquí un drama que rasga la tragedia
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De lo más triste; emotiva al 100%. Una historia llena de desdicha, con momentos en los que parece alcanzarse algo de felicidad pero que al final se pierden por algún tipo de desgracia. Menuda tragedia.
Lo mejor, el final; y si no notaste escapar alguna lágrima por la mejilla , seguro que tienes un problema emocional.
Lo mejor, el final; y si no notaste escapar alguna lágrima por la mejilla , seguro que tienes un problema emocional.
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