Los destellos
2024 

6.5
4,411
Drama
La vida de Isabel da un inesperado giro el día en que su hija Madalen le pide que visite regularmente a Ramón, que se encuentra enfermo. Tras quince años alejada de su exmarido, un hombre al que ve como a un desconocido pese a que fueron familia durante años, en Isabel comienzan a reavivarse resentimientos que creía superados. Sin embargo, al acompañar a Ramón en su momento más vulnerable, Isabel conseguirá ver con otros ojos el fracaso ... [+]
22 de diciembre de 2024
22 de diciembre de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida se vuelve mucho más interesante en la presencia de la muerte. Los destellos de luz tienen un impacto mucho mayor cuando los vemos en la oscuridad. La protagonista del drama LOS DESTELLOS, sin desearlo, se encuentra más cerca de su exmarido de lo que le gustaría. Él está muriendo, y para su hija es importante que alguien esté cerca de su padre. Poco a poco, esta tarea se convierte para la protagonista en una oportunidad para cerrar puertas que habían quedado abiertas y seguir adelante con su vida.
En su tercera película, que muchos consideran la más adulta, Pilar Palomero deja de mirar al pasado y se enfoca en el presente, creando una protagonista de una edad cercana a la suya y, por primera vez, basándose en una obra literaria (el cuento ‘Un corazón demasiado grande’ de Eider Rodríguez).
Para una película tan tranquila y melancólica, contar con la actriz Patricia López Arnaiz en el papel principal ha sido un gran acierto. Sus ojos logran transmitir de manera sorprendente tanto la fuerza como la fragilidad de su personaje. A menudo parece al borde de las lágrimas, pero sabe que llorar no resolverá nada, así que sigue adelante, superándose a sí misma. Como cuando, lenta pero seguramente, el amanecer reemplaza a la noche y el sol ilumina todo con sus rayos, llenando el mundo gris con todos los colores que podamos imaginar.
Esta película es poética, sencilla y hermosa en su poesía minimalista. En el cine español contemporáneo, los temas de las relaciones personales y familiares son muy recurrentes. Pilar Palomero consigue hablar con una voz propia, añadiendo, tal vez no grandes, pero sí nuevos matices a la paleta, y con cada obra afianza más su lenguaje autoral. Es un placer observar estos destellos. Algún día, probablemente, formarán una imagen clara. Quizás cuando la propia Pilar descubra quién es realmente.
En su tercera película, que muchos consideran la más adulta, Pilar Palomero deja de mirar al pasado y se enfoca en el presente, creando una protagonista de una edad cercana a la suya y, por primera vez, basándose en una obra literaria (el cuento ‘Un corazón demasiado grande’ de Eider Rodríguez).
Para una película tan tranquila y melancólica, contar con la actriz Patricia López Arnaiz en el papel principal ha sido un gran acierto. Sus ojos logran transmitir de manera sorprendente tanto la fuerza como la fragilidad de su personaje. A menudo parece al borde de las lágrimas, pero sabe que llorar no resolverá nada, así que sigue adelante, superándose a sí misma. Como cuando, lenta pero seguramente, el amanecer reemplaza a la noche y el sol ilumina todo con sus rayos, llenando el mundo gris con todos los colores que podamos imaginar.
Esta película es poética, sencilla y hermosa en su poesía minimalista. En el cine español contemporáneo, los temas de las relaciones personales y familiares son muy recurrentes. Pilar Palomero consigue hablar con una voz propia, añadiendo, tal vez no grandes, pero sí nuevos matices a la paleta, y con cada obra afianza más su lenguaje autoral. Es un placer observar estos destellos. Algún día, probablemente, formarán una imagen clara. Quizás cuando la propia Pilar descubra quién es realmente.
8 de febrero de 2025
8 de febrero de 2025
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Los destellos" (2024). Otra joya para minorías de los Goya 2025. Natural, agradable, así es la actuación de Patricia López Arnaiz. Preciosa fotografía: esa casa para restaurar, atemporal, esos botijos, esos suelos, esas fachadas y paredes con la pintura desconchada.
El morirse, el muriéndose. "¿Cómo lo afrontas? ¿Te asusta?....— Es inevitable, pero no en términos de ay qué pena, sino que los de alrededor no sufran...".
Los cuidados, los que cuidan. "Mirarla de frente... yo me voy a morir; no lo hacemos nunca... y es interesante porque... la presencia de amor hace la vida mucho más interesante. Si la apartamos por completo de nuestro universo de conciencia... mal asunto. Tampoco es que haya uno que regodearse en la finitud pero... tener presente que nos puede pasar... a ti también... Prisa no tenemos ninguno... pero es importante, hay que saber que tenemos fecha de caducidad".
Recortar la distancia generada, acercarse otra vez. Pasear juntos, agarrados del brazo, respirando por el otro. Afecto. Destellos del amor, de luz. Detalles.
"Me voy ya, ¿vale? —Quédate, por favor". "Gracias, Isa". "De verdad, muchas gracias, mamá".
El morirse, el muriéndose. "¿Cómo lo afrontas? ¿Te asusta?....— Es inevitable, pero no en términos de ay qué pena, sino que los de alrededor no sufran...".
Los cuidados, los que cuidan. "Mirarla de frente... yo me voy a morir; no lo hacemos nunca... y es interesante porque... la presencia de amor hace la vida mucho más interesante. Si la apartamos por completo de nuestro universo de conciencia... mal asunto. Tampoco es que haya uno que regodearse en la finitud pero... tener presente que nos puede pasar... a ti también... Prisa no tenemos ninguno... pero es importante, hay que saber que tenemos fecha de caducidad".
Recortar la distancia generada, acercarse otra vez. Pasear juntos, agarrados del brazo, respirando por el otro. Afecto. Destellos del amor, de luz. Detalles.
"Me voy ya, ¿vale? —Quédate, por favor". "Gracias, Isa". "De verdad, muchas gracias, mamá".
29 de septiembre de 2024
29 de septiembre de 2024
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un conmovedor drama familiar que explora los temas de la enfermedad, el rencor y el poder del perdón. La vida de Isabel toma un rumbo inesperado cuando su hija Madalen le pide que visite a su exmarido Ramón, quien se encuentra gravemente enfermo. Después de quince años de separación y distancia emocional, Isabel se enfrenta a un hombre que considera un extraño, lo que reaviva viejos resentimientos y heridas que creía haber dejado atrás.
La película ahonda en el proceso de Isabel de enfrentarse a su pasado, y lo hace de una manera honesta y delicada, mostrando cómo la enfermedad de Ramón se convierte en un catalizador para que Isabel redescubra aspectos de su vida que había enterrado. A medida que acompaña a su exmarido en su momento más vulnerable, se ve obligada a revisar las razones de su separación y a replantearse la importancia de dejar ir el pasado para poder sanar.
El trabajo de Patricia López Arnaiz como Isabel es el pilar emocional de la película. Su interpretación es sutil pero profundamente emotiva, capturando perfectamente la evolución interna de su personaje. Isabel comienza la película con una frialdad y resentimiento latentes, pero a lo largo de la trama, su rigidez emocional se va desmoronando, revelando una mujer capaz de empatizar y compadecerse, a pesar del dolor que lleva consigo.
Antonio de la Torre, por su parte, ofrece una actuación contenida pero poderosa como Ramón, un hombre que, ante la proximidad de la muerte, se muestra vulnerable y abierto a reconectar con las personas que alguna vez fueron importantes para él. La química entre ambos actores es palpable y añade capas de profundidad a su relación, que se siente real y compleja.
Pilar Palomero, conocida por su capacidad para capturar las sutilezas emocionales en la pantalla, dirige con una delicadeza que se refleja en cada toma. La forma en que aborda los temas de la película, el resentimiento, el perdón y el paso del tiempo, es sobria, sin caer en el sentimentalismo barato. En lugar de recurrir a grandes gestos melodramáticos, Palomero opta por una narrativa que permite a los personajes respirar y evolucionar de manera natural. El resultado es una película profundamente humana, donde las emociones se sienten reales y auténticas.
El guion está lleno de momentos íntimos y reflexivos, en los que los diálogos son tan importantes como lo que no se dice. Las conversaciones entre Isabel y Ramón, aunque inicialmente tensas, evolucionan de manera convincente hacia un entendimiento mutuo. A través de estas interacciones, la película nos invita a reflexionar sobre el peso del rencor y la posibilidad de redención, incluso cuando parece que todo está perdido.
La cinematografía es funcional, enfocada en los detalles y en la intimidad de los personajes. No busca deslumbrar con efectos visuales, sino que se centra en las emociones que transmiten los rostros y los gestos de los protagonistas. Los planos cerrados en los momentos más importantes ayudan a que el espectador se sumerja en las tensiones internas de los personajes. La banda sonora también juega un papel importante, acompañando las emociones de la trama sin ser invasiva.
Es una película que explora las complejidades de las relaciones humanas, especialmente aquellas marcadas por el paso del tiempo y los desacuerdos, además ofrece una experiencia emocionalmente rica y satisfactoria. Es una historia sobre cómo la enfermedad y la proximidad de la muerte pueden abrir la puerta al perdón y la reconciliación, no solo con los demás, sino también con uno mismo.
La película ahonda en el proceso de Isabel de enfrentarse a su pasado, y lo hace de una manera honesta y delicada, mostrando cómo la enfermedad de Ramón se convierte en un catalizador para que Isabel redescubra aspectos de su vida que había enterrado. A medida que acompaña a su exmarido en su momento más vulnerable, se ve obligada a revisar las razones de su separación y a replantearse la importancia de dejar ir el pasado para poder sanar.
El trabajo de Patricia López Arnaiz como Isabel es el pilar emocional de la película. Su interpretación es sutil pero profundamente emotiva, capturando perfectamente la evolución interna de su personaje. Isabel comienza la película con una frialdad y resentimiento latentes, pero a lo largo de la trama, su rigidez emocional se va desmoronando, revelando una mujer capaz de empatizar y compadecerse, a pesar del dolor que lleva consigo.
Antonio de la Torre, por su parte, ofrece una actuación contenida pero poderosa como Ramón, un hombre que, ante la proximidad de la muerte, se muestra vulnerable y abierto a reconectar con las personas que alguna vez fueron importantes para él. La química entre ambos actores es palpable y añade capas de profundidad a su relación, que se siente real y compleja.
Pilar Palomero, conocida por su capacidad para capturar las sutilezas emocionales en la pantalla, dirige con una delicadeza que se refleja en cada toma. La forma en que aborda los temas de la película, el resentimiento, el perdón y el paso del tiempo, es sobria, sin caer en el sentimentalismo barato. En lugar de recurrir a grandes gestos melodramáticos, Palomero opta por una narrativa que permite a los personajes respirar y evolucionar de manera natural. El resultado es una película profundamente humana, donde las emociones se sienten reales y auténticas.
El guion está lleno de momentos íntimos y reflexivos, en los que los diálogos son tan importantes como lo que no se dice. Las conversaciones entre Isabel y Ramón, aunque inicialmente tensas, evolucionan de manera convincente hacia un entendimiento mutuo. A través de estas interacciones, la película nos invita a reflexionar sobre el peso del rencor y la posibilidad de redención, incluso cuando parece que todo está perdido.
La cinematografía es funcional, enfocada en los detalles y en la intimidad de los personajes. No busca deslumbrar con efectos visuales, sino que se centra en las emociones que transmiten los rostros y los gestos de los protagonistas. Los planos cerrados en los momentos más importantes ayudan a que el espectador se sumerja en las tensiones internas de los personajes. La banda sonora también juega un papel importante, acompañando las emociones de la trama sin ser invasiva.
Es una película que explora las complejidades de las relaciones humanas, especialmente aquellas marcadas por el paso del tiempo y los desacuerdos, además ofrece una experiencia emocionalmente rica y satisfactoria. Es una historia sobre cómo la enfermedad y la proximidad de la muerte pueden abrir la puerta al perdón y la reconciliación, no solo con los demás, sino también con uno mismo.
7 de octubre de 2024
7 de octubre de 2024
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo en la película es pura verdad, la vida, sin artificios y está contado con una extrema sensibilidad. Te lleva a empatizar con los personajes, a verte en ellos como si estuvieras en esa situación y te tocara vivirla con tus seres queridos, te emociona, sales del cine de otra manera, con otra visión. Es una película que nos humaniza, que nos recuerda que no somos nada y que necesitamos de los demás, su cariño, su compañía y su ayuda, especialmente en los últimos momentos de la vida. Y qué decir de los actores y de lo que transmiten, especialmente Patricia López Arnaiz y Antonio de la Torre. Patricia siempre me ha parecido una actriz que transmite mucha verdad en los papeles que ha interpretado.
7 de octubre de 2024
7 de octubre de 2024
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El baile en esa escena es lo más gozoso y vital de la película y nos recuerda al de Antonutti tras la comunión de su hija en la mítica “El Sur” pero aquí se lo marcan Antonio de la Torre y Marina Guerola en un paso espléndido de a dos... Por lo demás, a mí el cine de Pilar Palomero me resulta un poco tedioso aunque me gustan sus encuadres y como coloca la cámara pero a veces se ralentizan tanto las secuencias que tienden a aburrir por más atenta que estés a la pantalla… Y esos pasillos o duermevelas en penumbra no ayudan precisamente a espabilar... Sensibilidad la tiene, por supuesto, y unas interpretaciones muy válidas especialmente la de la Torre para mi gusto que, con poco, hace mucho. Y esa incorporación de Julián López en un registro diferente como Nacho, muy acertada también (Marina hija, preciosa y Patricia ya va servida).
En resumen, acercarnos al tránsito de la vida y la muerte son lados de una moneda que manejamos todos los días y bien sea cara o cruz conviene utilizarla bien con todo el valor que supone y atentos a sus destellos… También me ha recordado un poco el espíritu del relato del que parte esta historia, a la premisa de “Angie” (muy lejana en el tiempo y con la piel de Geena Davis) pero más que nada en el sentido de que sean los más fuertes quienes ayuden a los débiles como un acto de amor que nos libera al mismo tiempo... Y eso es precisamente lo que le ocurre a Isabel, todo un antes y un después en el arte de cuidar.
En resumen, acercarnos al tránsito de la vida y la muerte son lados de una moneda que manejamos todos los días y bien sea cara o cruz conviene utilizarla bien con todo el valor que supone y atentos a sus destellos… También me ha recordado un poco el espíritu del relato del que parte esta historia, a la premisa de “Angie” (muy lejana en el tiempo y con la piel de Geena Davis) pero más que nada en el sentido de que sean los más fuertes quienes ayuden a los débiles como un acto de amor que nos libera al mismo tiempo... Y eso es precisamente lo que le ocurre a Isabel, todo un antes y un después en el arte de cuidar.
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