Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with criticobarcelona
Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
14 de marzo de 2025
176 de 219 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Jamie, de 13 años, lo acusan del asesinato de una niña. El chico niega su culpabilidad, a pesar de las pruebas evidentes en su contra.

La brillante miniserie Adolescencia (recién estrenada en Netflix), aunque emplea en su narrativa el clásico elemento del whodunnit británico, pone el foco en algo muy distinto y profundo. Y ese enfoque es lo que convierte a la serie en una obra única, que va mucho más allá de ser solo otra producción del género.

La serie consta de 4 episodios de una hora, cada uno rodado en un único plano secuencia. Esto le da a Adolescencia un atractivo especial desde el punto de vista técnico: cómo se filmó, cómo se mueve la cámara, cómo logran controlar la iluminación mientras cambian constantemente de localización, cuánto tiempo llevó ensayar todo para que las escenas salieran sin errores evidentes, y así sucesivamente.

Philip Barantini, director de la serie, demuestra aquí su gran dominio técnico. Hace algunos años ya llamó la atención con el drama culinario Hierve (Boiling Point, disponible en Filmin), donde empleó el mismo recurso.

El eje central de la serie gira en torno a la relación entre un padre y su hijo. El joven Owen Cooper, de 15 años y sin experiencia actoral previa, impresiona especialmente en el tercer episodio, donde la cámara se acerca tanto a su personaje que genera una incomodidad palpable. El padre está interpretado por Stephen Graham, quien además es coautor del guion.

Para muchos, especialmente para padres de adolescentes, esta serie puede resultar muy difícil e incluso dolorosa de ver: la verdad es amarga. Pero, precisamente por eso, es algo que no se puede dejar pasar.

¿Qué pasa por la mente de los adolescentes? ¿Qué lenguaje secreto emplean en sus conversaciones? ¿Por qué pueden llegar a ser tan crueles?

¿Qué pasa por la mente de los padres? ¿Por qué no intentan comprender ese lenguaje secreto de sus hijos? ¿Por qué pueden llegar a ser tan crueles?
7 de enero de 2025
28 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la mitología griega, Parténope era una de las tres sirenas que intentaron seducir a Ulises. Al fracasar, se arrojó al mar y murió. Su cuerpo fue arrastrado por las olas hasta las costas donde más tarde se fundaría Nápoles. En la tradición local, Parténope se convirtió en una figura simbólica que representa tanto la esencia de la ciudad como la belleza de su costa.

En su nueva película, Paolo Sorrentino crea una protagonista que encarna toda la tragedia y la belleza del mito antiguo. El director diviniza a su Parténope y la envía en un viaje durante el cual cada persona que la encuentra queda fascinada por su sola presencia. Es esa misma gran belleza que Sorrentino ya ha capturado antes en el cine, pero esta vez concentrada en un solo personaje. Una figura que detiene las miradas de todas las personas, mientras carga con todo el dolor de la humanidad.

Hermosa, tan hermosa que por momentos te deja sin aliento, esta es una película impregnada de melancolía y tristeza, similar a la que encontramos en los cuadros de los grandes maestros del Renacimiento. Aunque tiene momentos de humor mordaz, más a menudo despierta el deseo de romper en llanto. En una escena, un profesor sugiere a Parténope que haga su tesis sobre los límites culturales del milagro, y eso es exactamente lo que Sorrentino explora: cuadro por cuadro, captura en su película la belleza de su visión de la ciudad, su cultura y su historia natal.

La belleza puede ser un regalo y una maldición. No garantiza la felicidad y, a veces, aleja a quienes podrían ofrecer otros dones igualmente valiosos. Mira hacia ti mismo: nunca ha habido alguien más hermoso que tú en todo el mundo. Pero la belleza, como la guerra, abre las puertas… y cierra las ventanas.
24 de diciembre de 2024
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una idea bastante buena observar lo que sucede en un solo punto del mundo a lo largo del tiempo, algo que funciona muy bien en la novela gráfica de Richard McGuire. Pero al trasladar esta idea al cine, corre el riesgo de no funcionar, y eso es exactamente lo que ocurrió con la nueva película de Robert Zemeckis.

Parte de la culpa recae en un formato que, de entrada, no es compatible. Mirar un solo punto, siempre desde el mismo ángulo, durante casi dos horas resulta tan inusual como aburrido. Además, en la vida cotidiana ya estamos acostumbrados a ver la misma escena frente a nosotros, por lo que al menos en el cine buscamos que las imágenes cambien. La estructura de la trama y la historia tampoco ayudan. En esencia, aquí no pasa nada. O mejor dicho, se nos muestra la vida completa de una familia y episodios breves de otras familias que han vivido o vivirán en la misma casa. Pero esa “vida completa” no genera ninguna emoción.

Si lo pensamos bien, esta película más bien debería causar depresión, porque muestra la banalidad de nuestra existencia. Si no se reflexiona mucho, la experiencia es como mirar por la ventana durante un viaje. Si lo que vemos es siempre la misma imagen, nuestra mente, malacostumbrada a los videos de cinco segundos, simplemente entra en modo de espera y deja de reaccionar.

Los cortes de edición, el encuadre de la imagen y los saltos temporales hacen que verla sea al menos más o menos tolerable. Pero no despiertan emociones. La trama es banal, y el uso de inteligencia artificial para rejuvenecer o envejecer a los actores resulta más desagradable que impresionante. Además, es difícil simpatizar con los personajes porque sus apariencias se sienten artificiales, procesadas por la tecnología moderna.

El experimento ha sido un fracaso. Aunque muchos de nosotros pasemos gran parte de nuestra vida en los mismos lugares —en la escuela o en la oficina (probablemente no por voluntad propia), o tumbados en el sofá de casa (probablemente con gran placer)—, en el cine nos gusta ver lo que sucede en otro lugar. Incluso si ese “otro lugar” resulta estar aquí mismo.
30 de diciembre de 2024
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se ofendan, pero, a juzgar por esta película, Robert Eggers es el verdadero Nosferatu. Él desangró por completo la leyenda de Drácula, le drenó la vida al invitar al espectador a un suntuoso mausoleo decorado, donde nadie descansa en paz.

Este filme se asemeja más a una versión sintética producida por Disney, aunque con un toque de encanto propio de un autor que desea rodar su película sobre un relato famoso. La tarea está cumplida: es una obra claramente autoral, con los elementos característicos de Eggers. Sin embargo, esto no es necesariamente una virtud. Más allá de su interés cinéfilo, la obsesión por reproducir fielmente la leyenda resulta en un cascarón vacío, visualmente hermoso pero carente de vida.

La campaña promocional hace un uso activo de referencias al icónico clásico del cine mudo. Además de su innovación técnica, la película de Murnau destacó por la figura de Nosferatu: un personaje extraño, de ojos fijos, algo ridículo pero profundamente inquietante, que se mostraba con detalle. En esta nueva versión, el mal permanece casi siempre oculto en la oscuridad, provocando más risas que miedo con su voz grave y forzada, como si hablara dentro de una olla.

Por otro lado, el filme recuerda inevitablemente al Drácula de Coppola, con el que pierde en todos los aspectos. Mientras lo veía, mi mente reemplazaba las imágenes por las de Gary Oldman con su aterradora peluca, lamiendo sangre; arrastrándose por las paredes del castillo; por el icónico vestido de novia de Sadie Frost; o por el personaje de Winona Ryder, atrapada entre la memoria de la sangre y una mirada de inocencia a través de los siglos.

El nuevo Nosferatu no asusta, no seduce, no sumerge al espectador en una pesadilla hipnótica, ni aporta nada radicalmente nuevo a la historia. Es una réplica hermosa, pero carente de inspiración, poblada de buenos actores, algunos de los cuales ni siquiera tienen algo significativo que interpretar. Al final, ser obsesionado por una idea desde la infancia no garantiza que puedas transformarla en una buena película.
14 de marzo de 2025
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por alguna razón, en ciertos países y en determinados momentos históricos, quienes ostentan el poder creen que las vidas de las personas les pertenecen. Pueden irrumpir en tu casa, llevarte, matarte... y ni siquiera entregar tu cuerpo a tu familia. Negarán cualquier responsabilidad sobre tu muerte, mientras que tus seres queridos vivirán con el tormento de no poder siquiera enterrarte.

Eso es lo que ocurrió con Rubens Paiva, ingeniero civil y político brasileño. Casi medio siglo después de su asesinato, verá la luz el libro Aún estoy aquí, escrito por su hijo Marcelo (además de él, Rubens tuvo cuatro hijas más). La adaptación cinematográfica de esta obra se ha convertido en un verdadero fenómeno y ya ha dejado su huella en la historia no solo del cine brasileño, sino también del cine mundial.

Walter Salles es un gran director. Tomó la historia profundamente personal de una familia que se convirtió en símbolo de la brutalidad del régimen en Brasil. El destino de Rubens, al igual que el de otras víctimas de la represión, y la lucha incansable de su esposa Eunice por la verdad, jugaron un papel clave en la formación de la opinión pública en contra de la dictadura militar.

En la película, Eunice está en el centro de la historia. La interpreta magistralmente Fernanda Torres (en las escenas finales, cuando Eunice es ya una mujer mayor, cede el testigo a su madre, Fernanda Montenegro). Un maravilloso elenco de jóvenes actores fue seleccionado para dar vida a los hijos de la familia Paiva. La música tiene un papel fundamental en la película: es otro de los narradores de la historia.

Es un filme necesario, imprescindible. Está magníficamente realizado y lleva consigo no solo lo personal del autor, de las memorias y del director, sino también el sentir de millones de brasileños. Y, por desgracia, es una historia que el mundo entero puede comprender.

Alguna vez, también vinieron de noche y se llevaron a mi bisabuelo. Mi bisabuela quedó sola, embarazada, con siete hijos. La notificación oficial de que lo habían fusilado llegó a su familia casi cuarenta años después. Pero él aún está aquí…
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para