Sexo, mentiras y video
1989 

6.7
29,778
Drama
John, un abogado sin escrúpulos, está casado con Ann, una mujer seria e introvertida. Ella, aunque muestra poco interés por el sexo, se siente segura de su matrimonio. John, en cambio, es un adicto al sexo y tiene una aventura con Cinthia, la extrovertida y desenfadada hermana de Ann. La llegada del enigmático Graham, un antiguo compañero de John en la universidad, alterará la vida de Ann. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2011
15 de enero de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de la ópera prima de Soderbergh y creo que por ello se encuentra una falta de ritmo alarmante y una inconsistencia en los diálogos y en los personajes indignos de un director veterano. La historia termina por no aportar gran cosa, quedándose a medias en casi todo y con una agria sensación de vació en tu interior. Si no la hubiese visto, mi corazón no se habría perdido gran cosa.
1 de julio de 2011
1 de julio de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ópera prima de Soderbergh, primera película de cine independiente americano que logró alcanzar éxito comercial, se estructura en base a la fórmula de a cuatro de la comedia de enredo barroca: dos parejas que intercambian sus miembros a lo largo de la película. Sin embargo, el tono se aleja diametralmente de ésta: es el de un paulatino acercamiento a la intimidad de los personajes, cuyo pasado y estructura mental se ofrecen velados. Se nos sitúa en un presente vano al que las circunstancias y acciones pasadas han conducido y en el que estas circunstancias implícitas ejercen un peso mayor que los deseos y objetivos actuales de los personajes.
Lo maravilloso de esta película es que cada personaje crece y adquiere una perspectiva distinta gracias a la influencia que logra otro de los personajes en su vida. Las relaciones que los vinculan se constituyen a partir de paralelismos: dos hermanas y dos viejos amigos cuyo posicionamiento ante el sexo es radicalmente distinto. Las hermanas y los dos amigos entre sí oscilan entre sentimientos de amor y odio, y los posicionamientos tan extremos a los que están ligados les conducen a la negación, la mentira o su propia destrucción.
Cada miembro de la pareja requiere del otro: gracias a su hermana, Ann conoce la verdad acerca de su marido y consigue liberarse de las ataduras que su propia intimidad le exige; y por superar la belleza y fama de su hermana, Cinthia iniciará un romance con el marido de ésta, casi pareciendo querer avisarla inconscientemente del carácter mentiroso de John.
¿Quién es más dueña de su propia intimidad: Ann, la hermana mayor, mujer introvertida y esclavizada por la medición de cada uno de sus movimientos, o Cinthia, que parece necesitar divulgar abiertamente su intimidad por superar a su hermana?
Y, ¿quién es el verdadero impotente: Graham, que atraviesa un proceso de cambio y no puede excitarse ante la visión directa de otras personas, o John, que siente la necesidad de acostarse con la hermana de Ann porque ésta ha intuido su distanciamiento y no le permite acercarse; es decir, porque quizá siente que se le ha negado su virilidad?
Lo maravilloso de esta película es que cada personaje crece y adquiere una perspectiva distinta gracias a la influencia que logra otro de los personajes en su vida. Las relaciones que los vinculan se constituyen a partir de paralelismos: dos hermanas y dos viejos amigos cuyo posicionamiento ante el sexo es radicalmente distinto. Las hermanas y los dos amigos entre sí oscilan entre sentimientos de amor y odio, y los posicionamientos tan extremos a los que están ligados les conducen a la negación, la mentira o su propia destrucción.
Cada miembro de la pareja requiere del otro: gracias a su hermana, Ann conoce la verdad acerca de su marido y consigue liberarse de las ataduras que su propia intimidad le exige; y por superar la belleza y fama de su hermana, Cinthia iniciará un romance con el marido de ésta, casi pareciendo querer avisarla inconscientemente del carácter mentiroso de John.
¿Quién es más dueña de su propia intimidad: Ann, la hermana mayor, mujer introvertida y esclavizada por la medición de cada uno de sus movimientos, o Cinthia, que parece necesitar divulgar abiertamente su intimidad por superar a su hermana?
Y, ¿quién es el verdadero impotente: Graham, que atraviesa un proceso de cambio y no puede excitarse ante la visión directa de otras personas, o John, que siente la necesidad de acostarse con la hermana de Ann porque ésta ha intuido su distanciamiento y no le permite acercarse; es decir, porque quizá siente que se le ha negado su virilidad?
5 de octubre de 2011
5 de octubre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho había oído y leído sobre Sexo, mentiras y cintas de video y esperaba de ella una película intensa, compleja y densa. Sin embargo, lo único destacable son unos personajes magníficos, ya que realmente el guion se mueve casi por inercia y tiene poco que contar.
La ópera prima de Steven Soderbergh sienta las bases sobre lo que sería su cine a partir del momento. Gracias a Dios (o a quien sea), muchas de sus obras a partir de la fecha han tenido más que contar que Sexo, mentiras y cintas de video. Sé que mi opinión crispará a quienes se las den de intelectuales poniendo por las nubes una película a la que solamente idolatran porque la marea crítica la ha puesto por las nubes convirtiéndola en obra de culto, al igual que soy consciente de que también mosqueará a quienes sí vean algo en ella que yo no veo. El problema está en que los del primer grupo siempre creen que están en el segundo. El guion de Soderbergh construye unos personajes soberbios, tremendamente distintos entre sí y con lazos comunes, que se muestran poco a poco tal como son. Los cuatro "protagonistas" van mostrándonos sus capas con esmero, con la habitual atención que pone Soderbergh en los diálogos, que constituyen aquí el mayor logro de la película, medidos y diciendo las palabras exactas sin tener que hablar demasiado. Además, la austera ambientación (fruto de un presupuesto escaso) contribuye a convertir la película en cercana, llegando a pensar que le puede estar pasando al vecino de arriba. Hasta ahí lo bueno. Después viene el desarrollo de la película, que se basa en repetir una y otra vez las mismas situaciones. Como ya he dicho, eso es un lujo para que los personajes se expandan, pero lastra de sobremanera el conjunto del metraje.
Andie MacDowell está realmente bien dando rienda suelta a su talento para convertirse en un persona más que en un personaje, algo difícil de ver en el cine. La naturalidad es la base sobre la que se cimienta su sólida interpretación. James Spader está soberbio, creando emociones con la mirada y con gestos que parecen no existir pero que calan dentro del espectador a modo de ninja para hacer de su personaje alguien enfermo pero a quien no podemos evitar sentir apego. Peter Gallagher es el más flojo del reparto. El problema de Gallagher ha sido siempre, a mi entender, que va de guapo por la vida y cree que no necesita nada más. Laura San Giacomo es la que tiene un papel más básico, anclado en sus deseos carnales y que sirve solo para engrasar la maquinaria de los otros tres y detonar la dinamita.
La ópera prima de Steven Soderbergh sienta las bases sobre lo que sería su cine a partir del momento. Gracias a Dios (o a quien sea), muchas de sus obras a partir de la fecha han tenido más que contar que Sexo, mentiras y cintas de video. Sé que mi opinión crispará a quienes se las den de intelectuales poniendo por las nubes una película a la que solamente idolatran porque la marea crítica la ha puesto por las nubes convirtiéndola en obra de culto, al igual que soy consciente de que también mosqueará a quienes sí vean algo en ella que yo no veo. El problema está en que los del primer grupo siempre creen que están en el segundo. El guion de Soderbergh construye unos personajes soberbios, tremendamente distintos entre sí y con lazos comunes, que se muestran poco a poco tal como son. Los cuatro "protagonistas" van mostrándonos sus capas con esmero, con la habitual atención que pone Soderbergh en los diálogos, que constituyen aquí el mayor logro de la película, medidos y diciendo las palabras exactas sin tener que hablar demasiado. Además, la austera ambientación (fruto de un presupuesto escaso) contribuye a convertir la película en cercana, llegando a pensar que le puede estar pasando al vecino de arriba. Hasta ahí lo bueno. Después viene el desarrollo de la película, que se basa en repetir una y otra vez las mismas situaciones. Como ya he dicho, eso es un lujo para que los personajes se expandan, pero lastra de sobremanera el conjunto del metraje.
Andie MacDowell está realmente bien dando rienda suelta a su talento para convertirse en un persona más que en un personaje, algo difícil de ver en el cine. La naturalidad es la base sobre la que se cimienta su sólida interpretación. James Spader está soberbio, creando emociones con la mirada y con gestos que parecen no existir pero que calan dentro del espectador a modo de ninja para hacer de su personaje alguien enfermo pero a quien no podemos evitar sentir apego. Peter Gallagher es el más flojo del reparto. El problema de Gallagher ha sido siempre, a mi entender, que va de guapo por la vida y cree que no necesita nada más. Laura San Giacomo es la que tiene un papel más básico, anclado en sus deseos carnales y que sirve solo para engrasar la maquinaria de los otros tres y detonar la dinamita.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Reumiendo, que es gerundio: la película es un magnífico ejercicio de cómo hacer personajes completos, con varios pisos y capaces de sentir y actuar de manera lógica (dentro de la rocambolesa situación, claro). Más allá de eso, tiene poco que decir. No soy de los que necesita que una película sea comercial para entretenerme (ojo que digo entretenerme y no disfrutarla), pues gusto de ver pequeñas obras con detalles cuidados que me mantengan con la boca abierta sin rayos láser ni explosiones, pero Sexo, mentiras y cintas de video no me llena. Pero vamos, que es mi opinión, ya te digo...
10 de febrero de 2019
10 de febrero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será que a mi estas películas, de puesta en escena minimalista no me dicen nada. Incluso me ponen de los nervios. Los mismos escenarios, los mismos personajes, el mismo tema sobado hasta la saciedad, desmenuzado al límite. Al menos, a diferencia de la peli de Linklater, la cual encontré insufrible del todo, esta tiene un par de escenas salvables, que me han parecido curiosas, pero lo que es el grueso del filme, a pesar de que se ve sin dificultad, no me atrapa. Ni digamos ya hacer sentir un impulso de extraer interpretaciones simbólicas tan insólitas e interesantes como les ha suscitado [el visionado de esta peli] a otros usuarios.
24 de diciembre de 2015
24 de diciembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su día fue muy popular esta sobrevalorada opera prima de Steven Soderbergh paradigma del cine independiente que obtuvo excelentes críticas incluyendo una nominación para su autor como mejor guionista. Cierto que la película es original pero tampoco creo que sea para tanto. Creo que su éxito se debió en parte a que en los ochenta el cine comercial lo copaba todo y la audiencia más exigente agradeció el estreno de una película de temática más adulta. Soderbergh es un artista de talento pero tiene películas mejores, por ejemplo Traffic o la minusvalorada Un romance muy peligroso. En Sexo, mentiras y cintas de vídeo realiza un interesante y maduro estudio sobre las relaciones sexuales entre cuatro personajes. La película mantiene el tipo hasta el final que personalmente me decepciona. No acabo de entender por qué Spader graba esas cintas. No sé si lo hace para excitarse o para demostrar algo. Sea como sea se deja ver.
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