Frances Ha
6.9
12,238
Comedia. Drama
Frances (Greta Gerwig), una joven de 27 años, ha decidido, a pesar de su edad, intentar cumplir su sueño de ser bailarina en una compañía de danza de Nueva York. Vive con su mejor amiga Sophie, y disfruta de la vida con alegría y despreocupación, pese a que desea mucho más de lo que tiene y su espíritu inocente no es precisamente ideal para sobrevivir en la jungla neoyorquina... Una fábula moderna sobre la juventud, la amistad, la ... [+]
4 de abril de 2014
4 de abril de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez alcanzada aquella edad incierta que oscila entre los 25 y los 30 años, el pollito se queda sin excusas, y como en el fondo se muere de ganas, decide finalmente (que ya tocaba) abandonar el nido. En el fondo se siente paralizado por el miedo, pero como ya se ha dicho, acaba imponiéndose el espíritu aventurero; la necesidad de saber si todo lo aprendido hasta ese momento le habrá dotado (o no) de las armas suficientes como para desenvolverse en este mundo cruel. Así que empieza a aletear por su propia cuenta y riesgo... y se mete un soberano leñazo. Nada grave. Al fin y al cabo, ''Nos caemos para aprender a levantarnos'', dijo aquel sabio. Paciencia. Con esto y con un poco de perseverancia, seguro que todo se andará (o se conseguirá sobrevolar, da igual). Es cuestión de ponerle ganas y, sobre todo, de no perder la sonrisa. ''Al buen tiempo, buena cara'', dijo aquel otro sabio. Y así, hasta cuando se disuelvan las nubes.
Pero, ¿y si el cielo no se despeja? ¿Y si no hay manera de salir del blanco y negro? Con esas dudas más o menos existenciales rondándole por la cabeza, aparece Noah Baumbach, ese cineasta imperfecto que tanto juego es capaz de sacarle a la propia imperfección, y se asocia, delante y detrás de las cámaras, con la irresistiblemente encantadora Greta Gerwig, para firmar así la que seguramente sea la obra más imperfectamente redonda de su filmografía. La joven Frances vive (respira, come, duerme, habita...) en Nueva York e intenta, entre otras muchas cosas, que su paciencia no se agote a las primeras de cambio, en lo concerniente a perseguir lo que ella cree que es su sueño, esto es, convertirse en un miembro destacado de una de las compañías de danza más prestigiosas de la Gran Manzana. Aunque claro, es todo tan complicado... y la gente que la rodea parece tan empeñada en hacerlo todo tan desagradable...
Vuelve, como era de esperar, la eterna tragicomedia del Don Nadie, el mismo (o la misma) que en un momento dado de su vida toma la no excesivamente sólida determinación de escapar de la condición que tanto su entorno como el propio destino han querido colgarle. El intento suele terminar en una derrota igualmente insignificante, lo cual es (y ahí está el qué) un motivo tan bueno como cualquier otro para montar una celebración que podría ser, ésta sí, del todo memorable. La ''buena cara'' se convierte pues en algo más que una simple pose. Alcanza la categoría de filosofía vital, que al mismo tiempo se descubre como una solución ideal para que, tanto las lágrimas como las risas; tanto los tan odiosos conceptos de ''triunfo'' y sobre todo ''fracaso'' adquieran sabores que parecían olvidados; implicaciones insospechadas.
Con naturalidad e imprevisible sentido de la -mejor- espontaneidad, a 'Frances Ha' parece que en menos de hora y media de metraje le sobre tiempo para hablar de todo lo que realmente importa en esta vida. Así, es tremendamente fácil verse identificado con sus personajes. La gran (?) pantalla convertida en espejo, y la tan cacareada Nouvelle Vague en algo más que la mera pose a la que demasiado a menudo se ha visto reducida. Baumbach no acude a ella para buscar un -pedante- aval cinéfilo, sino que lo hace por pura extensión lógica en el planteamiento de su discurso. Se percibe casi siempre el aroma de aquel maravilloso cine francés... pero no por obra y gracia de la nostalgia de filmoteca, sino por la rotunda inteligencia de una manera moderna de entender este arte. Fruto de nuestros tiempos (por mucho que haya llegado a nuestras salas de cine con casi dos años de retraso), recién caído del árbol.
Cuando trata (de forma casi involuntaria pero igualmente contundente) sobre el amor, la amistad, las relaciones humanas en general, los sueños (así como sobre todo lo que les puede poner fin, reactivar o simplemente dejarlos en ''stand by'')... 'Frances Ha' jamás desaprovecha la ocasión para reivindicarse como lo que es: una película con vocación generacional. Desde la discretísima posición donde ha sido concebida y posteriormente lanzada, ahí está, esperando a ser descubierta por todos los polluelos que se vean incapaces (al menos de momento) de sumarse al vuelo de la bandada. Cuesta pensar, mucho más en esta época, en alguien que no se haya podido haber visto en esta situación. Casi siempre capaz de atacar la(s) materia(s) con una precisión y acierto tales que los autores parecen poseídos por la infalible suerte del principiante (la de aquel a quien las cosas le salen prácticamente perfectas, sin saber del todo bien cómo demonios lo ha logrado), el dúo Baumbach & Gerwig ofrece al espectador un nada pomposo y muy apetecible banquete que hace de lo agridulce algo exquisito; una excusa inmejorable para que la sonrisa no se borre jamás de nuestra cara.
Pero, ¿y si el cielo no se despeja? ¿Y si no hay manera de salir del blanco y negro? Con esas dudas más o menos existenciales rondándole por la cabeza, aparece Noah Baumbach, ese cineasta imperfecto que tanto juego es capaz de sacarle a la propia imperfección, y se asocia, delante y detrás de las cámaras, con la irresistiblemente encantadora Greta Gerwig, para firmar así la que seguramente sea la obra más imperfectamente redonda de su filmografía. La joven Frances vive (respira, come, duerme, habita...) en Nueva York e intenta, entre otras muchas cosas, que su paciencia no se agote a las primeras de cambio, en lo concerniente a perseguir lo que ella cree que es su sueño, esto es, convertirse en un miembro destacado de una de las compañías de danza más prestigiosas de la Gran Manzana. Aunque claro, es todo tan complicado... y la gente que la rodea parece tan empeñada en hacerlo todo tan desagradable...
Vuelve, como era de esperar, la eterna tragicomedia del Don Nadie, el mismo (o la misma) que en un momento dado de su vida toma la no excesivamente sólida determinación de escapar de la condición que tanto su entorno como el propio destino han querido colgarle. El intento suele terminar en una derrota igualmente insignificante, lo cual es (y ahí está el qué) un motivo tan bueno como cualquier otro para montar una celebración que podría ser, ésta sí, del todo memorable. La ''buena cara'' se convierte pues en algo más que una simple pose. Alcanza la categoría de filosofía vital, que al mismo tiempo se descubre como una solución ideal para que, tanto las lágrimas como las risas; tanto los tan odiosos conceptos de ''triunfo'' y sobre todo ''fracaso'' adquieran sabores que parecían olvidados; implicaciones insospechadas.
Con naturalidad e imprevisible sentido de la -mejor- espontaneidad, a 'Frances Ha' parece que en menos de hora y media de metraje le sobre tiempo para hablar de todo lo que realmente importa en esta vida. Así, es tremendamente fácil verse identificado con sus personajes. La gran (?) pantalla convertida en espejo, y la tan cacareada Nouvelle Vague en algo más que la mera pose a la que demasiado a menudo se ha visto reducida. Baumbach no acude a ella para buscar un -pedante- aval cinéfilo, sino que lo hace por pura extensión lógica en el planteamiento de su discurso. Se percibe casi siempre el aroma de aquel maravilloso cine francés... pero no por obra y gracia de la nostalgia de filmoteca, sino por la rotunda inteligencia de una manera moderna de entender este arte. Fruto de nuestros tiempos (por mucho que haya llegado a nuestras salas de cine con casi dos años de retraso), recién caído del árbol.
Cuando trata (de forma casi involuntaria pero igualmente contundente) sobre el amor, la amistad, las relaciones humanas en general, los sueños (así como sobre todo lo que les puede poner fin, reactivar o simplemente dejarlos en ''stand by'')... 'Frances Ha' jamás desaprovecha la ocasión para reivindicarse como lo que es: una película con vocación generacional. Desde la discretísima posición donde ha sido concebida y posteriormente lanzada, ahí está, esperando a ser descubierta por todos los polluelos que se vean incapaces (al menos de momento) de sumarse al vuelo de la bandada. Cuesta pensar, mucho más en esta época, en alguien que no se haya podido haber visto en esta situación. Casi siempre capaz de atacar la(s) materia(s) con una precisión y acierto tales que los autores parecen poseídos por la infalible suerte del principiante (la de aquel a quien las cosas le salen prácticamente perfectas, sin saber del todo bien cómo demonios lo ha logrado), el dúo Baumbach & Gerwig ofrece al espectador un nada pomposo y muy apetecible banquete que hace de lo agridulce algo exquisito; una excusa inmejorable para que la sonrisa no se borre jamás de nuestra cara.
21 de febrero de 2014
21 de febrero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mumblecore sería, grosso modo, al cine americano lo que el cine guerrilla es a España. Ninguna industria se salva de tener jóvenes creadores obstinados y talentosos que no reciben un duro en subvenciones, ayudas o apoyos a grandes escalas. Lejos de quedarse a esperar de brazos cruzados la llegada de un futuro utópico e incierto, en que existirá el reparto equitativo de bienes y todos cantaremos y danzaremos felices, los miembros de estas corrientes asumen el valor del presente y la capacidad de crear grandes obras sin estar mermados o condicionados por el grifo económico cerrado. Una crisis financiera no tiene que llevar necesariamente implícita una crisis creativa, y este movimiento pregona con dicha afirmación. Si bien podría decirse, de forma instantánea, que Frances Ha es una de las películas cumbre que mejor definen el espíritu de la susodicha categoría.
Precisamente, de cantar y danzar sabe mucho Greta Gerwig, que se ha coronado, o que han coronado, como la reina del mumblecore, la quintaesencia de un nuevo cine indie que cabalga entre lo filosófico, lo naturalista y lo hipster. Frances Ha es una extensión de la propia actriz, dotada de una frescura, espontaneidad y encanto que abraza el romanticismo. Un prodigio libérrimo de evidente paralelismo con personajes de ficción acaramelada como Amelie, que se mueven entre la travesura, la ternura y el optimismo por la vida. Es un cine cuyo motor y engranaje se fundamenta en la atracción carismática de sus protagonistas, pues el alma de estas películas reside en el relato multiforme y casi monopolístico de las andanzas y aventuras del carácter principal. En este caso, al alegre idealismo innato de Gerwig se une su relación con Noah Baumbach, no solo como actriz-director sino como pareja sentimental. Esta química extra incide positivamente en la agradable transgresión de la bohemia expuesta.
Mágica y risueña, la creación de Greta Gerwig es, a su vez, un paradigma muy de moda en el cine de autor de construcción de personajes y arquetipos, que a su vez se entronca en la obstinación de cierta tendencia a retratar el estilo de mujer de hoy en día, o que viene asomando durante los últimos años: llena de ingenio verbal y esperpéntica pero también preocupada y confusa, que esconde con optimismo su evidente contradicción para no dejar que le afecten las dudas y el anhelo. Un personaje muy de actualidad que, a veces, resulta gratificante por su ambición y, en otras, irritante por su estupidez. Pese a ello, la pareja de guionistas se anotan un tanto a su favor al ofrecer esta radiografía de la confusión sin una voluntad crítica explícita, sin emitir juicios de valor hacia el personaje. Transmiten la libertad de decisión al observador, implicado e identificado parcial o totalmente con la joven.
Destacado resulta, por extensión, lo que a su vez categoriza el movimiento en general: su evidente economicidad de medios y logística, con situaciones repetitivas en entornos interiores y pequeños que facilitan la dialéctica y el fluir de las situaciones, con diálogos cargados de ingenio y de reflexión a la hora de ser escritos con mucho mimo. Su exquisitez musical y su gusto por las materias artísticas como el baile actúan como el contrapunto armonioso a una cinta que, inevitablemente, deja poso en el espectador más nostálgico y soñador. Baumbach y Gerwig ya trabajan en su nueva creación, que seguramente irá encaminada por el mismo ejercicio de estilo, o similar al menos, que Frances Ha. Todo aquel o aquella que desconociera qué es eso que se conoce como mumblecore, es muy posible que, tras ver este título, tenga ganas de ver más. Mucho más.
Crítica para www.cinemaldito.com
@WeisGuerrero @CineMaldito
Precisamente, de cantar y danzar sabe mucho Greta Gerwig, que se ha coronado, o que han coronado, como la reina del mumblecore, la quintaesencia de un nuevo cine indie que cabalga entre lo filosófico, lo naturalista y lo hipster. Frances Ha es una extensión de la propia actriz, dotada de una frescura, espontaneidad y encanto que abraza el romanticismo. Un prodigio libérrimo de evidente paralelismo con personajes de ficción acaramelada como Amelie, que se mueven entre la travesura, la ternura y el optimismo por la vida. Es un cine cuyo motor y engranaje se fundamenta en la atracción carismática de sus protagonistas, pues el alma de estas películas reside en el relato multiforme y casi monopolístico de las andanzas y aventuras del carácter principal. En este caso, al alegre idealismo innato de Gerwig se une su relación con Noah Baumbach, no solo como actriz-director sino como pareja sentimental. Esta química extra incide positivamente en la agradable transgresión de la bohemia expuesta.
Mágica y risueña, la creación de Greta Gerwig es, a su vez, un paradigma muy de moda en el cine de autor de construcción de personajes y arquetipos, que a su vez se entronca en la obstinación de cierta tendencia a retratar el estilo de mujer de hoy en día, o que viene asomando durante los últimos años: llena de ingenio verbal y esperpéntica pero también preocupada y confusa, que esconde con optimismo su evidente contradicción para no dejar que le afecten las dudas y el anhelo. Un personaje muy de actualidad que, a veces, resulta gratificante por su ambición y, en otras, irritante por su estupidez. Pese a ello, la pareja de guionistas se anotan un tanto a su favor al ofrecer esta radiografía de la confusión sin una voluntad crítica explícita, sin emitir juicios de valor hacia el personaje. Transmiten la libertad de decisión al observador, implicado e identificado parcial o totalmente con la joven.
Destacado resulta, por extensión, lo que a su vez categoriza el movimiento en general: su evidente economicidad de medios y logística, con situaciones repetitivas en entornos interiores y pequeños que facilitan la dialéctica y el fluir de las situaciones, con diálogos cargados de ingenio y de reflexión a la hora de ser escritos con mucho mimo. Su exquisitez musical y su gusto por las materias artísticas como el baile actúan como el contrapunto armonioso a una cinta que, inevitablemente, deja poso en el espectador más nostálgico y soñador. Baumbach y Gerwig ya trabajan en su nueva creación, que seguramente irá encaminada por el mismo ejercicio de estilo, o similar al menos, que Frances Ha. Todo aquel o aquella que desconociera qué es eso que se conoce como mumblecore, es muy posible que, tras ver este título, tenga ganas de ver más. Mucho más.
Crítica para www.cinemaldito.com
@WeisGuerrero @CineMaldito
15 de enero de 2021
15 de enero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frances Ha (Noah Baumbach, 2012)
La importancia de la mujer en el arte es un campo de estudio que no voy a poner yo sobre la palestra. Los puntos de vista variados siempre son buenos, dan perspectiva y nos permiten ser empáticos al ojo ajeno. Vamos, lo que a fin de cuentas se llama madurar.
Y de madurar va esta película. Greta Gerwig y Noah Baumbach escriben una historia sobre recuerdos; retazos de un periodo concreto de una joven de 28 años. La fotografía en blanco y negro refuerza este concepto de rememorar tiempos ya pasados. Del montaje y el ritmo se extrae dinamismo. Esto también va acorde con el mensaje de la efervescencia de la juventud y con el objetivo de no sentar catedra. Habría sido muy fácil darle un ritmo comedido como en el resto de sus películas.
La escritura es el punto álgido de la película. Frances (Greta Gerwig) es la única protagonista, y a través de sus pasos vamos conociendo al resto de secundarios. Lo memorable esta en la descripción minuciosa de estos personajes con una naturalidad asombrosa. Además, es refrescante ver personajes de más de 25 y de menos de 40. Las historias de maduración suelen quedarse en la adolescencia o en las sucesión de crisis a partir de los cuarenta; pero nunca en esos frustrantes primeros momentos de independencia y emancipación familiar al mundo.
De este contexto tan concreto, salen multitud de temas y reflexiones que la película sabe manejar sin ponerlos en primera plana. Viejas y nuevas amistades, la muerte del idealismo (sea artístico, social o romántico), la perpetración al sistema laboral por supervivencia, etc.
Baumbach demuestra que sabe narrar con la composición en espacios cerrados encerrando o aislando personajes en los planos. En The Meyerowitz Stories (2017) o historia de un matrimonio (2019) juega en estos mismos términos, haciendo un poco lo mismo: un estudio de personajes elitistas de clase alta. En Frances Ha ocurre igual, ya que sus personajes tienen ese regusto intelectual de jóvenes ricos que viven en New York. Y puede que esto nos recuerde a alguien muy particular: Woody Allen. No es casualidad porque es la clara referencia a todos los niveles.
Personalmente, prefiero el enfoque de Baumbach, ya que Woody Allen tiene una única forma onanista de hacer películas. No es malo, al contrario, he aprendido a disfrutar de las películas de Woody Allen porque consigue transmitir una verdad metanarrativa como autor innegable. Pero Baumbach construye personajes desde cero, dándoles desarrollos emocionales y complejos diferentes.
Vamos que ambos creadores, Gerwig y Baumbach, tienen mucho talento. De Noah Baumbach no hace falta que diga nada más, pero Greta Gerwig saltará como directora años más tarde con resultados también magníficos. Lady bird (2017) volverá a dar un reflejo de maduración adolescente donde SU sensibilidad y detallismo volverán a ser una prioridad. Y mas tarde, en 2019, reinterpretará mujercitas que como mínimo es loable. Por eso vuelvo al inicio, necesitamos más puntos de vista en las historias, porque al final se filtra en el resultado final.
La importancia de la mujer en el arte es un campo de estudio que no voy a poner yo sobre la palestra. Los puntos de vista variados siempre son buenos, dan perspectiva y nos permiten ser empáticos al ojo ajeno. Vamos, lo que a fin de cuentas se llama madurar.
Y de madurar va esta película. Greta Gerwig y Noah Baumbach escriben una historia sobre recuerdos; retazos de un periodo concreto de una joven de 28 años. La fotografía en blanco y negro refuerza este concepto de rememorar tiempos ya pasados. Del montaje y el ritmo se extrae dinamismo. Esto también va acorde con el mensaje de la efervescencia de la juventud y con el objetivo de no sentar catedra. Habría sido muy fácil darle un ritmo comedido como en el resto de sus películas.
La escritura es el punto álgido de la película. Frances (Greta Gerwig) es la única protagonista, y a través de sus pasos vamos conociendo al resto de secundarios. Lo memorable esta en la descripción minuciosa de estos personajes con una naturalidad asombrosa. Además, es refrescante ver personajes de más de 25 y de menos de 40. Las historias de maduración suelen quedarse en la adolescencia o en las sucesión de crisis a partir de los cuarenta; pero nunca en esos frustrantes primeros momentos de independencia y emancipación familiar al mundo.
De este contexto tan concreto, salen multitud de temas y reflexiones que la película sabe manejar sin ponerlos en primera plana. Viejas y nuevas amistades, la muerte del idealismo (sea artístico, social o romántico), la perpetración al sistema laboral por supervivencia, etc.
Baumbach demuestra que sabe narrar con la composición en espacios cerrados encerrando o aislando personajes en los planos. En The Meyerowitz Stories (2017) o historia de un matrimonio (2019) juega en estos mismos términos, haciendo un poco lo mismo: un estudio de personajes elitistas de clase alta. En Frances Ha ocurre igual, ya que sus personajes tienen ese regusto intelectual de jóvenes ricos que viven en New York. Y puede que esto nos recuerde a alguien muy particular: Woody Allen. No es casualidad porque es la clara referencia a todos los niveles.
Personalmente, prefiero el enfoque de Baumbach, ya que Woody Allen tiene una única forma onanista de hacer películas. No es malo, al contrario, he aprendido a disfrutar de las películas de Woody Allen porque consigue transmitir una verdad metanarrativa como autor innegable. Pero Baumbach construye personajes desde cero, dándoles desarrollos emocionales y complejos diferentes.
Vamos que ambos creadores, Gerwig y Baumbach, tienen mucho talento. De Noah Baumbach no hace falta que diga nada más, pero Greta Gerwig saltará como directora años más tarde con resultados también magníficos. Lady bird (2017) volverá a dar un reflejo de maduración adolescente donde SU sensibilidad y detallismo volverán a ser una prioridad. Y mas tarde, en 2019, reinterpretará mujercitas que como mínimo es loable. Por eso vuelvo al inicio, necesitamos más puntos de vista en las historias, porque al final se filtra en el resultado final.
17 de marzo de 2020
17 de marzo de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película sigue en tu cabeza después de los créditos finales es porque algo tiene.
Frances Ha, de Noah Baumbach es de esos films aparentemente simples pero increiblemente certeros en su intento de atravesarte emocionalmente. Una película que alcanza el punto más alto del cine Mumblecore, justo cuando empezaba a desaparecer, o al menos, a no contar con la fuerza que supo tener a principios del milenio.
Un retrato que angustia, divierte y emociona en partes iguales. Una Greta Gerwig impresionante que nos hipnotiza con su Frances Halladay: una joven de 27 años que busca su lugar en el mundo, al mismo tiempo que se aferra a una adolescencia tardía que la vida empuja por dejar atrás. Un film que aún poniendose plazos, no muestra solo como pasa el tiempo sino como se pasa la vida, casi sin darnos cuenta.
Y ahí, en ese vacío que se forma, parecen vivir los miedos a tomar decisiones, la negación a crecer, las responsabilidades, las inseguridades, la espontaneidad, el querer vivir el día a día pero al mismo tiempo tener a los proyectos, las responsabilidad y los sueños tocandote la puerta, para decirte que el ocio por el ocio está bueno de vez en cuando, pero que en algún momento uno tiene que tomar las riendas de lo que quiere hacer y lo que quiere ser.
Y ver a los demás, a veces compararse, a veces encariñarse, a veces enojarse. Porque pareciera que el resto avanza y consigue pareja, trabajo o casa, que viaja, que parece haber estabilizado su vida. Y sentir que uno va rebotando de un lado a otro sin saber bien por qué ni para qué.
Gran retrato de una etapa de la vida muy conflictuada, de búsqueda, de desencuentros. De vínculos que dejan huella. De esperar encontrar esa mirada al otro lado de una fiesta para poder darte cuenta que esa es tu persona en esta vida. Porque eso es lo que uno quiere en una relación o en la vida, supongo. Amor.
Por momentos, esta película me devolvió la mirada y me sentí un poco Frances, lo que hizo que siendo las 3am de la noche en que la vi, no pudiera hacer más que quedarme escuchando en loop "Modern Love" de David Bowie hasta que se apagaran, al menos por un rato, el sinfin de pensamientos que se me pasaron por la cabeza y así poder conciliar, de una buena vez, el sueño.
Disponible en tu Netflix más cercano.
Frances Ha, de Noah Baumbach es de esos films aparentemente simples pero increiblemente certeros en su intento de atravesarte emocionalmente. Una película que alcanza el punto más alto del cine Mumblecore, justo cuando empezaba a desaparecer, o al menos, a no contar con la fuerza que supo tener a principios del milenio.
Un retrato que angustia, divierte y emociona en partes iguales. Una Greta Gerwig impresionante que nos hipnotiza con su Frances Halladay: una joven de 27 años que busca su lugar en el mundo, al mismo tiempo que se aferra a una adolescencia tardía que la vida empuja por dejar atrás. Un film que aún poniendose plazos, no muestra solo como pasa el tiempo sino como se pasa la vida, casi sin darnos cuenta.
Y ahí, en ese vacío que se forma, parecen vivir los miedos a tomar decisiones, la negación a crecer, las responsabilidades, las inseguridades, la espontaneidad, el querer vivir el día a día pero al mismo tiempo tener a los proyectos, las responsabilidad y los sueños tocandote la puerta, para decirte que el ocio por el ocio está bueno de vez en cuando, pero que en algún momento uno tiene que tomar las riendas de lo que quiere hacer y lo que quiere ser.
Y ver a los demás, a veces compararse, a veces encariñarse, a veces enojarse. Porque pareciera que el resto avanza y consigue pareja, trabajo o casa, que viaja, que parece haber estabilizado su vida. Y sentir que uno va rebotando de un lado a otro sin saber bien por qué ni para qué.
Gran retrato de una etapa de la vida muy conflictuada, de búsqueda, de desencuentros. De vínculos que dejan huella. De esperar encontrar esa mirada al otro lado de una fiesta para poder darte cuenta que esa es tu persona en esta vida. Porque eso es lo que uno quiere en una relación o en la vida, supongo. Amor.
Por momentos, esta película me devolvió la mirada y me sentí un poco Frances, lo que hizo que siendo las 3am de la noche en que la vi, no pudiera hacer más que quedarme escuchando en loop "Modern Love" de David Bowie hasta que se apagaran, al menos por un rato, el sinfin de pensamientos que se me pasaron por la cabeza y así poder conciliar, de una buena vez, el sueño.
Disponible en tu Netflix más cercano.
7 de abril de 2014
7 de abril de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de agradable visionado, provoca numerosas sonrisas y alguna que otra carcajada.
Gira en torno a las dificultades de una desastrosa veinteañera aspirante a bailarina para sobrevivir en la gran manzana, pagar el alquiler, y mantener su círculo de amistades en armonía mientras cada cual intenta posicionarse en el mundo de los adultos.
Habla de amistad, de sexo, de amor, de soledad, de los recuerdos de la infancia.
Interesante sin duda, aunque hay algunos minutos un tanto repetitivos.
Gira en torno a las dificultades de una desastrosa veinteañera aspirante a bailarina para sobrevivir en la gran manzana, pagar el alquiler, y mantener su círculo de amistades en armonía mientras cada cual intenta posicionarse en el mundo de los adultos.
Habla de amistad, de sexo, de amor, de soledad, de los recuerdos de la infancia.
Interesante sin duda, aunque hay algunos minutos un tanto repetitivos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No coincido con la opinión de que es difícil no enamorarse de Frances. Yo desde luego no me enamoraría. En mi tierra a esta mujer se le llama una petarda. Lo cual no es impedimento para sentir empatía ante sus tribulaciones emotivas.
La amistad absorbente, casi enfermiza que mantiene con Sophie es más propia de quinceañeras que de una mujer de 27 años, por lo que es difícil identificarse ahí. Y qué decir de su torpeza social, y vital. En ese sentido sí que podríamos estar ante una versión femenina de Woody Allen, pero la película no es comparable en mensajes, ni en la profundidad de la disección de las relaciones que hace el maestro.
En cuanto al final, se resuelve de una forma un tanto naif, al estilo americano de todos felices. El detalle de la mirada que conecta con su alma gemela es sutil, pero no termina de cerrar los temas satisfactoriamente.
La amistad absorbente, casi enfermiza que mantiene con Sophie es más propia de quinceañeras que de una mujer de 27 años, por lo que es difícil identificarse ahí. Y qué decir de su torpeza social, y vital. En ese sentido sí que podríamos estar ante una versión femenina de Woody Allen, pero la película no es comparable en mensajes, ni en la profundidad de la disección de las relaciones que hace el maestro.
En cuanto al final, se resuelve de una forma un tanto naif, al estilo americano de todos felices. El detalle de la mirada que conecta con su alma gemela es sutil, pero no termina de cerrar los temas satisfactoriamente.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here