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De dioses y hombres

Drama A finales del siglo pasado, en un monasterio situado en las montañas del Magreb, ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con sus hermanos musulmanes. Pero una ola de violencia y terror se apodera lentamente de la región. A pesar del creciente peligro que los rodea y de las amenazas de los terroristas, los monjes deciden quedarse y resistir. (FILMAFFINITY)
Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
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4
10 de julio de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia que narra es ya lo suficientmente interesante e importante, para que yo vea la película. El sentido de la existencia de esos monjes, el amor infinito al prójimo, etc... creo que es importante que aun alguien se ocupe de cosas así, aunque en el mundo que vivimos cada día suene más a gilipollez. El choque cultural-religioso, es un tema de una trascendencia y actualidad tal, que es agradable que alguien tenga el arrojo de presentarlo en la gran pantalla. Aunque todo hay que decirlo, en el afán de no quedar occidentalista, se pasa un poquito, tratando en algún momento de ser equidistante entre los pacíficos, y el terrorísmo. (Hay una disculpa de estos últimos, que suena a coña).
Y bueno, buenísimas intenciones que hay que apreciar, pero nada más. Narrativamente la película es mala. No porque sea lenta, que lo es, no porque sea aburrida, que también lo es. Es que la trama parece no avanzar, es que no se consigue mostrar gran cosa, es que salvo alguna contada excepción no consigue emocionar al espectador.
Cuando hablamos de compromiso, (autores u obras comprometidas), deberíamos referirnos a este tipo de temáticas. POr qué?, porque comprometen, porque te pueden complicar la vida, porque puedes incomodar a algún indeseable. Ahora es el momento de dejar clara la posición sobre temas de triste actualidad.
Ensañarnos con guerras pasadas, o tomar posiciones políticamente correctas que sólo persiguen los favores de los progres de turno, (ya sea en taquilla, o mediante subvención), es de cobardes, de hipócritas, y sobre todo no es comprometido.
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La excepción a la que me refería, (como momento emocionante) viene dada en una escena en la que los monjes escuchan "El lago de los cisnes" (bellísima música). Unos se miran a otros, y entienden que ya han decidido ofrecer sus vidas por lo que creen. Es lo mejor de la película, porqué?, porque la música lo arregla todo, y hace que surja un momento mágico donde quizás no lo había. Una música que naturalmente no cabría en la sociedad que proponen los que vendrán a matarlos. Afortunadamente yo estoy en este occidente que algunos critican, y estoy orgulloso de ello.
9
14 de septiembre de 2011 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no se veía una historia contada como cine, sin música, sin efectos especial, sólo con la fuerza del guión, de la historia y de una interpretación magnífica.
Me ha recordado lo mejor de ese gran director francés que fue Robert Bresson.
Y para los agnósticos que han escrito críticas hay que decir que, sin fáciles intentos catequizadores, esta es una película de fondo católico, simplemente porque son católicos, monjes, sus protagonistas. Y por eso las escenas de oración, y de trabajo corresponde al "ora et labora" de toda la vida (desde al menos el siglo V). Y las escenas litúrgicas son el alimento de esas almas que, con sus dudas y temores, se enfrentan al martirio.
Yo entiendo que en estos tiempos de imagen, apariiencia, body cult, gimnasios, cirugía estética, cocaína, ligoteos, forofismo futbolístico o político, la película les suene a algunos a chino. Pero es una muestra más de que el fondo de mucha gente se va pareciendo cada vez más a la superficie.
Todos los actores en el punto junto, pero al lado del protagonismo de Lambert Wilson me ha emocionado de forma difícil de explicar el vejete que interprete el veterano Jacques Herlin, el que escapa de la muerte escondiéndose debajo de la cama...
7
15 de noviembre de 2011 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las flores silvestres no cambian de lugar buscando los rayos del sol. Dios se encarga de fecundarlas allá donde se encuentren”.

Un bellísimo retrato de la condición humana, de la moral del hombre, de los miedos y las dudas que toda persona sufre a la hora de tomar una importante decisión. Pero a diferencia de Doce hombres sin piedad, aquí no deciden sobre la vida de otro. Aquí cada uno decide sobre su propia vida. Un difícil proceso muy bien llevado a imagen. Un proceso que requiere su meditación pero cuya decisión pide rapidez. Este contraste entre calma y tensión se transmite magistralmente por el uso de planos y escenas de velocidades muy distintas. La tranquilidad de la noche en el monasterio es de repente rota por la llegada de los extremistas, y los cantos y oraciones de los monjes se escuchan entremezclados con el sonido de un helicóptero. Sosiego y desasosiego. Y aunque existen ciertos momentos de gran tensión, el largometraje no se caracteriza por ésta precisamente. Su pausado movimiento y su poca economía de planos no lo hacen recomendable para un espectador muy comercial. Pero, ¿cómo, si no es así, debería mostrarse la vida en un monasterio?

Si en algo tiene que haber unanimidad en esta película, es en la grandiosidad de la escena de la “última cena”. Como en el cuadro de da Vinci, los nueve monjes están dispuestos alrededor de una mesa, con el pastor del rebaño en el centro. Primeros planos cautivadores de unos personajes cuyos rostros proyectan al mismo tiempo felicidad, tristeza, temor y una gran paz interior. Y si todas estas emociones se han logrado, es gracias a la magnífica interpretación de todo el reparto, que junto con la música de Tchaikovski de fondo, hacen de esta una escena eternamente memorable. Si bien la película podría haber terminado mostrando el monasterio vacío con la voz del personaje de Christian leyendo su despedida, la escena final, donde la niebla va ocultando poco a poco a los monjes, es otra forma, algo menos sutil pero también acertada, de hacernos ver que han acabado con sus vidas.

Estos monjes eran flores silvestres. Vivieron su libertad hasta las últimas consecuencias. Ese era su lugar, y no lo abandonaron. No se dejaron atemorizar, no renunciaron a su modelo de vida, no dejaron de lado sus convicciones por causa del miedo ni de las presiones externas. Les arrebataron sus vidas, pero nunca su paz ni su libertad. Personajes admirables en la película, reflejo de personas que tuvieron su lugar en la vida real.
9
17 de enero de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un nuevo camino se abre a los pies del cine actual. Los directores más modernos y vanguardistas comienzan a alejarse de la vida en la ciudad hacia terrenos inhóspitos, intransitados con anterioridad por la cinefilia, al menos en la vertiente que recibe el punto de mira de los críticos. El hombre de a pie comienza a perder interés a favor de un otro ajeno a la actualidad histórica, más centrado en la vida contemplativa. Esta espiritualidad se hizo especialmente palpable en el galardonado trabajo de Apichatpong Weerasethakul, Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas con el que compartió presencia en el pasado festival de Cannes el presente título, además de ser ambos acogidos con gran entusiasmo por la crítica especializada. En el caso de De dioses y hombres logró alzarse con el Gran Premio del Jurado.

El último largometraje de Xavier Beauvois es un drama histórico basado en los trágicos acontecimientos ocurridos en Argelia hacia mitad de los años noventa. En un monasterio situado en las montañas del Magreb, ocho monjes cistercienses habitan en paz y armonía en un entorno con el que a pesar de no compartir costumbres religiosas, el respeto hacia el prójimo se hace presente. Sus actividades más cotidianas (cultivar la tierra, hacer la comida, pasear las cabras...) conviven con las costumbres musulmanas de la zona donde se encuentran. Los habitantes de estas tierras encuentran en el monasterio un refugio social a donde acudir ante el desamparo que el gobierno realiza de su población más desfavorecida. Los recursos médicos se centralizan en la figura de Luc, carismático monje que ejerce funciones de médico para atender a todo aquel que lo necesite.

La primera parte de la película trata de describir el día a día en el monasterio y más allá de este. La cotidianidad de los sucesos refleja la tranquilidad en la que viven estos monjes. Establecen lazos culturales con sus vecinos, leen textos árabes y estudian el Corán, especialmente Christian, el que a pesar de la organización asamblearia establecida en el monasterio adquiere mayores dotes de liderazgo. Símbolo de ello la escena en la que éste guía a las cabras a través del monte. La personalidad de los diferentes monjes se va describiendo con gran profundidad a lo largo de estas primeras escenas. Cada uno de ellos desempeña un rol en esta sencilla pero perfecta organización.
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El relato se aleja de la primera persona. Narra desde cierta distancia una biografía colectiva carente de protagonismos, donde todos y cada uno de los monjes tienen su importancia en el devenir de los acontecimientos.

La agitación social adquiere acto de presencia en la segunda parte del largometraje. El fanatismo religioso logra alterar la tranquilidad de los monjes. Frente a este estallido surge el gobierno argelino a través de la figura armada del ejercito, y entre medias de todo este conflicto, los monjes franceses y los habitantes desprotegidos de estas tierras. Éstos encuentran en los monjes los ideales con los que simpatizar. A pesar de la cercanía en creencias religiosas con el grupo terrorista, los vecinos del pueblo teme a éste. Más aún al corrupto ejercito que domina la zona. En un polo opuesto de la moral cristiana basada en el amor y respeto al resto de humanos que representa el grupo de monjes, los terroristas y el ejercito trata de imponer su orden a través del odio más deshumanizado y deplorable.

El desenlace se hace más certero con forme avanzan los sucesos. Cada uno de los monjes va aceptando con envidiable fortaleza cuál es su destino. A pesar de lo trágico de éste, todos tratan de huir del martirio. Con firmeza defienden sus ideales. No son héroes, pero su humildad y coraje logran impresionar. La escena cumbre de la película se alcanza en la última cena, de especial paralelismo con la bíblica última cena de Jesús y sus apóstoles. Luc, el médico, antes de comenzar la cena, enciende un viejo equipo de música. El lago de los cisnes de Tchaikovsky inunda cada una de las esquinas de la habitación donde cenan. La cámara va retratando los rostros temerosos, emocionados, que se resisten a abandonar el mundo sin una sonrisa, acercando a su mirada el enfoque del objetivo. La aceptación de un final ya determinado encuentra en estos segundos el esplendor de un clímax precioso y emocionante.

Uno de los grandes logros de esta cinta reside en las virtuosas interpretaciones, plasmadas con notable humildad. Los rostros cansados de estos monjes logran desarrollar una gran profundidad psicológica que atrae al espectador.

Los cantos litúrgicos que llevan a cabo los monjes es sucesivas ocasiones, enlazando y cohesionando las escenas entre sí, ponen sonoridad con asombrosa sobriedad al devenir de los acontecimientos.

El director francés no se posiciona desde una doctrina religiosa ni tampoco trata de defender el ateísmo. Sucumbe a la vida contemplativa, espiritual, alejada de la gran urbe. La utopía de vivir en consonancia con la naturaleza se hace real. En lugar de formalizar una tesis, De dioses y hombres es un acercamiento a estas convicciones ideológicas a través del relato de los ocho monjes.

A pesar de la mirada escéptica del espectador, el amor que proyectan los ocho monjes en su fé ilumina la creencia en una utopía, enternece la sensibilidad sin necesidad de recursos fáciles logrando conmover con cada uno de sus planos.
10
2 de junio de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar me gustaría dejar claro que cada persona es libre en ser creyente o no y en creer en lo que le apetezca… He visto entre los comentarios sobre esta película bastantes críticas de personas a las que claramente les molesta cualquier cosa relacionada con la religión y con la creencia en Dios… Vuelvo a repetir que esto es una elección libre para cada persona individual… y esto hay que respetarlo… ¿O acaso solo hay que defender la libertad de expresión de algunos si y de otros no? ¿No es un derecho para todo el mundo por igual? La película por si es en mi opinión una maravillosa historia sobre amor, sacrificio y humanismo… y sobre lo difícil que puede ser la valentía y lo fácil la cobardía… Aquí cristianos y musulmanes no discuten sobre quienes tienen la verdad auténtica, ya que todos son seres humanos, con sus creencias, sus defectos y sus virtudes… Al final lo que vale es el amor al prójimo, la ayuda al pobre y al indefenso y sobre todo el saber sacrificarse cuando es necesario, sin miedo a perder, sin miedo a morir… En definitiva, ser un hombre libre… Cosa hartamente difícil de encontrar en nuestros días…
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