El hombre sin brazos
7.7
3,322
Drama. Terror
Alonzo es una de las atracciones del circo gitano de Zanzi. Aunque es manco, arroja hábilmente con los pies cuchillos contra Nanon, la bella hija de Zanzi. A la joven no le gusta que los hombres la manoseen, en especial Malabar, el hombre forzudo. Por eso se siente muy a gusto con Alonzo, pero éste no es quien dice ser. (FILMAFFINITY)
16 de marzo de 2011
16 de marzo de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruda, directa, salvaje, enfermiza, maquiavélica, dolorosa visión del amor en todo su esplendor con su peor efecto secundario: los celos más absolutos y viles.
El protagonista masculino llena la pantalla a pesar de no tener brazos, eso es actuar y no lo de hoy en día. Los demás actores también se lucen. A destacar que las actuaciones no son forzadas, con gestos agresivos y engrandecidos como en otras películas de la época donde los actores eran actores de teatro donde los gestos y gesticulaciones han de ser muy evidentes.
Y siendo cine mudo la banda sonora desempeña un papel crucial y es, como la película, directa y sublime en cada nota de cada escena. Me gusta que la duración de la cinta no sea excesiva, va al grano, dura poco más de 45 minutos.
Las tres películas que he visto de Browning son magistrales, de academia de cine; ésta, Drácula y Freaks. Muy alto nivel el de este director.
Película muy recomendable para tod@s l@s que quieran saber lo que el amor en toda su crudeza.
Le doy un 9 ALTO.
El protagonista masculino llena la pantalla a pesar de no tener brazos, eso es actuar y no lo de hoy en día. Los demás actores también se lucen. A destacar que las actuaciones no son forzadas, con gestos agresivos y engrandecidos como en otras películas de la época donde los actores eran actores de teatro donde los gestos y gesticulaciones han de ser muy evidentes.
Y siendo cine mudo la banda sonora desempeña un papel crucial y es, como la película, directa y sublime en cada nota de cada escena. Me gusta que la duración de la cinta no sea excesiva, va al grano, dura poco más de 45 minutos.
Las tres películas que he visto de Browning son magistrales, de academia de cine; ésta, Drácula y Freaks. Muy alto nivel el de este director.
Película muy recomendable para tod@s l@s que quieran saber lo que el amor en toda su crudeza.
Le doy un 9 ALTO.
28 de enero de 2014
28 de enero de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre se agradecerá la presencia, en la historia del cine, de tipos insobornables como Tod Browning, verdadero campeón de la natación a contracorriente en una época en que ya el star system había dejado sentado lo que era glamouroso en una pantalla. A Browning el cine más convencional le daba igual (*) y ofrecía sus malsanas suciedades a un espectador que se tenía que volver retorcido si quería gustarlas, (y todo más o menos por la misma época en que otros cineastas en Hollywood, con menos aristas, infinitamente menos turbadores, como el ahora intocable Murnau, ofrecían sus simplistas moralinas, técnicamente mejor aderezadas, y se llevaban el gato al agua de la gloria postrera). Browning ha sido, desde este punto de vista, el “outsider”, perdedor él mismo como sus criaturas; aunque ignoro si tuvo éxito en su momento, hoy está prácticamente olvidado, (excepto “Freaks”). Admitir que, dentro de uno mismo, palpita algo de la bilis repulsiva que mueve a sus satanes sería, como mínimo, incómodo, y algo de eso hay cuando nos dejamos llevar por sus delirantes y morbosos paroxismos. Nos pone en contacto con nuestra propia mierda.
“Garras humanas” no es una excepción en ese universo carcomido, putrefacto aunque, en este caso, todo el foco de la infección proviene de un único punto, el inconmensurable Alonzo de Lon Chaney. (Lo de este actor, aun teniendo en cuenta los parámetros poco sutiles del cine mudo, es de verdadera antología). El resto del universo de Browning ha desaparecido, más o menos, en esta película, (salvo en los momentos de la clínica, con ese doctor inquietante), y rodea al enfermo una trama más convencional de melodrama. Cuando nos enfrentamos, al fin, al dilema de si esto es una ridiculez o una tragedia apabullante es fácil irnos por el primer camino, porque Chaney está solo por más que ponga toda la carne en el asador. Es posible que Browning también se quedara con ganas de más madera y, sólo un año después, ofreció “Los pantanos de Zanzíbar”, en la cual extendió una capa de putrefacción aún más corrosiva a todo lo que se movía por la pantalla, incluidas criaturas no humanas, y llevó la degradación de todos los elementos del film a límites tan inauditos y amorales que uno no recuerda nada parecido hasta, muchísimos años más tarde, “Apocalypse Now”.
(*) Aunque sus intereses no iban por ahí, de vez en cuando, como para afirmar "si no lo hago es porque no quiero", Browning nos obsequia con algún primer plano de la Crawford tan luminoso y enigmático que vale casi tanto como un melodrama romántico al uso.
“Garras humanas” no es una excepción en ese universo carcomido, putrefacto aunque, en este caso, todo el foco de la infección proviene de un único punto, el inconmensurable Alonzo de Lon Chaney. (Lo de este actor, aun teniendo en cuenta los parámetros poco sutiles del cine mudo, es de verdadera antología). El resto del universo de Browning ha desaparecido, más o menos, en esta película, (salvo en los momentos de la clínica, con ese doctor inquietante), y rodea al enfermo una trama más convencional de melodrama. Cuando nos enfrentamos, al fin, al dilema de si esto es una ridiculez o una tragedia apabullante es fácil irnos por el primer camino, porque Chaney está solo por más que ponga toda la carne en el asador. Es posible que Browning también se quedara con ganas de más madera y, sólo un año después, ofreció “Los pantanos de Zanzíbar”, en la cual extendió una capa de putrefacción aún más corrosiva a todo lo que se movía por la pantalla, incluidas criaturas no humanas, y llevó la degradación de todos los elementos del film a límites tan inauditos y amorales que uno no recuerda nada parecido hasta, muchísimos años más tarde, “Apocalypse Now”.
(*) Aunque sus intereses no iban por ahí, de vez en cuando, como para afirmar "si no lo hago es porque no quiero", Browning nos obsequia con algún primer plano de la Crawford tan luminoso y enigmático que vale casi tanto como un melodrama romántico al uso.
27 de abril de 2014
27 de abril de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fijación de un director por las historias y los personajes sórdidos es marca de casa de Tod Browning. Años antes de 'Freaks', en un circo de gitanos de Madrid, una historia de amor entre tres personajes es cuanto menos sórdida. Las apariencias engañan, la hora de largometraje nunca baja el listón y no hay un sólo minuto en que la actuación de los personajes no atraiga y conmueva.
Es genial y loca, pero demasiado oscura. Si bien es cierto que en general no me ha llegado a convencer demasiado la historia en tanto que creíble, el resultado final es más que bueno. No llega al nivel de 'Freaks', pero las comparaciones son odiosas y en muchos casos, absurdas.
Es genial y loca, pero demasiado oscura. Si bien es cierto que en general no me ha llegado a convencer demasiado la historia en tanto que creíble, el resultado final es más que bueno. No llega al nivel de 'Freaks', pero las comparaciones son odiosas y en muchos casos, absurdas.
14 de julio de 2017
14 de julio de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
147/12(13/07/17) Notable clásico del cine mudo esta realización del realizador Tod Browning, thriller que mezcla con sadismo el romanticismo con el terror, explorando en su reducido metraje los límites del deseo, la difusa línea entre los sacrificios por amor y la desbocada locura obsesiva. Siendo el gran pilar la colosal actuación del mítico Lon Chaney, en lo que fue su cuarta colaboración con el director de diez. Charles Albert a sus 16 años decidió dejar su hogar en Kentucky, y se cambió el nombre por Tod (tramposo) y viajó por el país enrolado en compañías circenses y de variedades, las experiencias vividas le sirvieron de cimientos para los argumentos que más tarde desarrollaría en cine, donde en sus inicios comenzó como ayudante del gran David W. Griffith. En sus películas mostraba los grandes sueños y las peores pesadillas del ser humano, sentimientos desgarradores, contradictorios, con narraciones en las que aunaba el terror con el romanticismo, el drama con el humor negro, la ternura con la violencia atávica, donde se explotaba lo mejor y lo peor de la Condición Humana, su egoísmo frente a su solidaridad, la camaradería frente a la traición, la envidia frente a la nobleza, el odio frente al amor, ello en un marco se explora el deseo y la obsesión, con personajes en constante búsqueda de ser queridos. Esta película se considera un claro antecedente de la icónica “Freaks (1932), por el escenario del circo, con físicos disfuncionales, como el núcleo central de la historia de amor fatal, en el que se toca el tema que la monstruosidad de las personas nunca es física, es de su corrompida mente. Este “Unkdown” es un relato sórdido, oscuro, tenebroso, enmarcando la historia en un clima pernicioso de violencia, celos y fobias. Para dar realismo a que los pies de Alonzo son multiusos, colabora en la película Paul Desmuke (A veces acreditado como Peter Dismuki), cuyas piernas y pies fueron utilizados para manipular objetos como cuchillos y cigarrillos con la parte superior del cuerpo y la cara de Chaney. Durante muchos años, la película se había perdido, hasta que una impresión de 35 mm se encontró en la Cinémathèque Française en 1968. En 1973, en una conferencia pronunciada en casa de George Eastman, director Cinémathèque Française Henri Langlois dijo que el retraso en la búsqueda de restos de “The unkdown” (título original que traducido es “El desconocido”) era porque tenían centenares de latas de película marcadas “inconnu” (en francés para "desconocido"), llevando a confusión. Todavía faltan algunas escenas tempranas, pero éstas no afectan seriamente la continuidad de la historia.
Alonzo “the Armless” (Lon Chaney) es un tipo sin brazos (¿?) que trabaja en un circo haciendo un espectáculo con sus pies, con los que lanza cuchillos y dispara con rifle a su compañera, Nanon (Joan Crawford). Alonzo está secretamente enamorado de Nanon. Malabar (Norman Kerry), el hombre fuerte del circo, también prendado por ella, pero ella tiene aversión a que la abracen. Tendrá importancia en el relato el mejor amigo de Alonzo, el enano Cojo (John George).
La cinta resulta un estudio de personalidad, en este caso de Alonzo, de su retorcida y malsana mente, todo llevado a los extremos máximos y más allá, rebasando las fronteras de la locura por amor, de las obsesiones que carcomen y no dan cabida a la razón, donde el amor (insano) se funde con el terror, de tan bien que se retrata al personaje, de lo bien que lo interpreta el actor hace que el espectador empatice con el padecimiento de Alonzo, con sus desvaríos, de cómo el peor de los monstruos puede tener su talón de Aquiles, en este caso la debilidad de Alonzo es Nanon. Lon Chaney lo encarna de modo arrollador, con un magnetismo y carisma avasallador, impregnando a su rol de una gama de emociones encontradas, entre la brutalidad y el patetismo, con una mirada y gestualidad apoteósica en su expresividad, con un histrionismo sublime adecuado al cine mudo, ejemplo de su poder de emocionar es la escena en que se da cuenta que ha perdido lo que más quiere, primero sus ojos lagrimean para derivar en su frustración en una siniestra sonrisa, que desborda odio latente turbador, Extraordinario.
Browning edifica un clima enrarecido y sombrío alrededor del relato, cerniéndolo de fatalismo, bañándola sutilmente en una miscelánea de violencia palpitante y sexualidad reprimida, sumiéndola por momentos en un nivel pesadillesco opresivo, sabiendo el realizador salpicar alegorías eróticas por su escaso minutaje, desde ese principio en que Alonzo “desnuda” a Nanon con sus cuchillos y disparos, metáforas quizás de una eyaculación, que son más apreciables si vemos de donde salen estos elementos, los pies surgen como de la entrepierna con lo que estas extremidades son una prolongación fálica; asimismo dota de un penetrante expresionismo gótico muchas de sus escenas, ejemplo cuando Alonzo va a visitar al cirujano para hacer el sacrificio al amor, primero por ese pasillo tenebroso, y luego la consulta del doctor es de unas paredes enormes, donde los juegos de luces y sombras recuerdan a los maestros Murnau o Lang.
Como defectos me queda primero que habría que haber dado una explicación a la animadversión Nanon a que la abracen los hombres, simplemente porque sí, el dar una motivación hubiera enriquecido el dramatismo y la reconversión de ella ante los brazos de Malavar; Me resulta muy exagerado, tanto que ni de locos lo de que por amor se corte los brazos Alonzo, solo lo paso si le doy la licencia de que es más una fábula que una historia con visos de realismos.
Alonzo “the Armless” (Lon Chaney) es un tipo sin brazos (¿?) que trabaja en un circo haciendo un espectáculo con sus pies, con los que lanza cuchillos y dispara con rifle a su compañera, Nanon (Joan Crawford). Alonzo está secretamente enamorado de Nanon. Malabar (Norman Kerry), el hombre fuerte del circo, también prendado por ella, pero ella tiene aversión a que la abracen. Tendrá importancia en el relato el mejor amigo de Alonzo, el enano Cojo (John George).
La cinta resulta un estudio de personalidad, en este caso de Alonzo, de su retorcida y malsana mente, todo llevado a los extremos máximos y más allá, rebasando las fronteras de la locura por amor, de las obsesiones que carcomen y no dan cabida a la razón, donde el amor (insano) se funde con el terror, de tan bien que se retrata al personaje, de lo bien que lo interpreta el actor hace que el espectador empatice con el padecimiento de Alonzo, con sus desvaríos, de cómo el peor de los monstruos puede tener su talón de Aquiles, en este caso la debilidad de Alonzo es Nanon. Lon Chaney lo encarna de modo arrollador, con un magnetismo y carisma avasallador, impregnando a su rol de una gama de emociones encontradas, entre la brutalidad y el patetismo, con una mirada y gestualidad apoteósica en su expresividad, con un histrionismo sublime adecuado al cine mudo, ejemplo de su poder de emocionar es la escena en que se da cuenta que ha perdido lo que más quiere, primero sus ojos lagrimean para derivar en su frustración en una siniestra sonrisa, que desborda odio latente turbador, Extraordinario.
Browning edifica un clima enrarecido y sombrío alrededor del relato, cerniéndolo de fatalismo, bañándola sutilmente en una miscelánea de violencia palpitante y sexualidad reprimida, sumiéndola por momentos en un nivel pesadillesco opresivo, sabiendo el realizador salpicar alegorías eróticas por su escaso minutaje, desde ese principio en que Alonzo “desnuda” a Nanon con sus cuchillos y disparos, metáforas quizás de una eyaculación, que son más apreciables si vemos de donde salen estos elementos, los pies surgen como de la entrepierna con lo que estas extremidades son una prolongación fálica; asimismo dota de un penetrante expresionismo gótico muchas de sus escenas, ejemplo cuando Alonzo va a visitar al cirujano para hacer el sacrificio al amor, primero por ese pasillo tenebroso, y luego la consulta del doctor es de unas paredes enormes, donde los juegos de luces y sombras recuerdan a los maestros Murnau o Lang.
Como defectos me queda primero que habría que haber dado una explicación a la animadversión Nanon a que la abracen los hombres, simplemente porque sí, el dar una motivación hubiera enriquecido el dramatismo y la reconversión de ella ante los brazos de Malavar; Me resulta muy exagerado, tanto que ni de locos lo de que por amor se corte los brazos Alonzo, solo lo paso si le doy la licencia de que es más una fábula que una historia con visos de realismos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Resulta curioso a la vez que bonito ver en una de sus primeras actuaciones a la diva del cine clásico Joan Crawford, con un rostro más suave y tan cuadrado, se dice que se quitó las muelas para dar esta imagen, dando un rendimiento apreciable, ella dijo que actuar junto a Lon Chaney había sido uno de los momentos clave de su carrera como actriz; Norman Kerry como el fortachón malabar da una estimable actuación como una especie de emulo de Douglas Fairbanks; John George como el enano Cojo mantiene una apreciable química con Lon Chaney.
La puesta en escena resulta notable, con un diseño de decorados de dos de los grandes del séptimo Arte, Richard Day (“Las uvas de la ira” o “La ley del silencio”), y Cedric Gibbons (“El Mago de Oz” o “Cantando bajo la lluvia”), filmando en interiores de los Metro-Goldwyn-Mayer Studios (Culver City- California, USA), creando escenarios diáfanos y con claros tintes expresionistas, esto enaltecido por la fotografía de Merritt Gestard (“Una noche en la ópera” o “El gran Ziegfeld”), dotando de personalidad a los escenarios, y extrayendo lo mejor de Lon Chaney.
Momento recordable (aparte de los mencionados) el clímax final, todo un alarde de montaje vibrante en conjugación con la cámara y la música.
En conjunto una imprescindible película para todo cinéfilo que se precie de serlo. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena resulta notable, con un diseño de decorados de dos de los grandes del séptimo Arte, Richard Day (“Las uvas de la ira” o “La ley del silencio”), y Cedric Gibbons (“El Mago de Oz” o “Cantando bajo la lluvia”), filmando en interiores de los Metro-Goldwyn-Mayer Studios (Culver City- California, USA), creando escenarios diáfanos y con claros tintes expresionistas, esto enaltecido por la fotografía de Merritt Gestard (“Una noche en la ópera” o “El gran Ziegfeld”), dotando de personalidad a los escenarios, y extrayendo lo mejor de Lon Chaney.
Momento recordable (aparte de los mencionados) el clímax final, todo un alarde de montaje vibrante en conjugación con la cámara y la música.
En conjunto una imprescindible película para todo cinéfilo que se precie de serlo. Fuerza y honor!!!
6 de julio de 2013
6 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alonzo (Lon Chaney) es un manco que trabaja en un circo arrojándole cuchillos con los pies a Nanon (Joan Crawford), de la cual está enamorado en secreto, ella por su belleza siempre ha sido muy acosada por los hombres, por lo que les guarda cierta distancia.
Por otro lado está Malabar (Norman Kerry), el cual es el fortachón del circo y que también está detrás del amor de Nanon, aunque es incesantemente rechazado por ella y su aversión a ser “manoseada”.
De esta forma se desarrolla el film, en la búsqueda de ambos por intentar conquistar a la chica, eso sí sin verse como enemigos, así vamos viendo algunos detalles sorpresivos entorno a
Alonzo, del cual se llega a tener en varios momentos piedad por su situación.
The Unknown es una película narrada de forma ágil, con excelentes interpretaciones del trío protagonista, una historia que nos inquieta por momentos, que se vuelve muy emocional en ocasiones y que resulta ser triste.
Que cuenta las cosas de forma cruda y agresiva, donde la desesperanza del amor trastorna al borde de la locura, donde la inquietud y la negación transforman a un personaje convirtiéndolo en alguien sin pudor, llegando a extremos vengativos sin sentido.
He tenido la oportunidad de observar el film con la música orquestada en 1997, la cual no sé si es la única copia que existe, pero resaltó esto porque me pareció muy apropiada y en realidad sumamente agradable.
Por otro lado está Malabar (Norman Kerry), el cual es el fortachón del circo y que también está detrás del amor de Nanon, aunque es incesantemente rechazado por ella y su aversión a ser “manoseada”.
De esta forma se desarrolla el film, en la búsqueda de ambos por intentar conquistar a la chica, eso sí sin verse como enemigos, así vamos viendo algunos detalles sorpresivos entorno a
Alonzo, del cual se llega a tener en varios momentos piedad por su situación.
The Unknown es una película narrada de forma ágil, con excelentes interpretaciones del trío protagonista, una historia que nos inquieta por momentos, que se vuelve muy emocional en ocasiones y que resulta ser triste.
Que cuenta las cosas de forma cruda y agresiva, donde la desesperanza del amor trastorna al borde de la locura, donde la inquietud y la negación transforman a un personaje convirtiéndolo en alguien sin pudor, llegando a extremos vengativos sin sentido.
He tenido la oportunidad de observar el film con la música orquestada en 1997, la cual no sé si es la única copia que existe, pero resaltó esto porque me pareció muy apropiada y en realidad sumamente agradable.
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