El hombre atrapado
7.0
1,479
Thriller
Un cazador inglés que está de vacaciones en Baviera, se adentra en un bosque y desde lo alto de la colina descubre una residencia. Con la mira telescópica divisa casualmente al mismísimo Hitler en una terraza y simula darlo caza, desde ese momento será implacablemente perseguido por agentes de la Gestapo. (FILMAFFINITY)
23 de marzo de 2023
23 de marzo de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intriga política que sirvió como propaganda para denunciar el fanatismo de los nazis en época de la Segunda Guerra Mundial, mostrando también la antipatía hacia el pensamiento totalitario por parte del exiliado Fritz Lang, director de esta notable película con guión de Dudley Nichols basándose en una novela de Geoffrey Household.
Un excelente Walter Pidgeon protagoniza este film agraciado por una puesta en escena magnífica, con un talento admirable de Lang en la composición de planos con el fin de acentuar las emociones buscadas.
Destacan igualmente la utilización de enfáticas sombras y el uso preciso de la voz fuera de cuadro, así como las escenas de persecución en escenarios nebulosos, de encerronas en ambientes selváticos o de emboscadas subterráneas en el metro, todas ellas secuencias magistrales impregnadas de un logrado suspense.
Además el tono amenazador que destila la cinta está muy conseguido tanto por la absorbente narración del maestro Lang como por las imponentes presencias de George Sanders y John Carradine.
Aunque Joan Bennett está fantástica en su interpretación otorgando dimensión y calado a su personaje con algunos rasgos de comedia con choque de clases, su relación romántica con el protagonista quizá sea lo menos interesante de esta muy recomendable película.
Un excelente Walter Pidgeon protagoniza este film agraciado por una puesta en escena magnífica, con un talento admirable de Lang en la composición de planos con el fin de acentuar las emociones buscadas.
Destacan igualmente la utilización de enfáticas sombras y el uso preciso de la voz fuera de cuadro, así como las escenas de persecución en escenarios nebulosos, de encerronas en ambientes selváticos o de emboscadas subterráneas en el metro, todas ellas secuencias magistrales impregnadas de un logrado suspense.
Además el tono amenazador que destila la cinta está muy conseguido tanto por la absorbente narración del maestro Lang como por las imponentes presencias de George Sanders y John Carradine.
Aunque Joan Bennett está fantástica en su interpretación otorgando dimensión y calado a su personaje con algunos rasgos de comedia con choque de clases, su relación romántica con el protagonista quizá sea lo menos interesante de esta muy recomendable película.
21 de septiembre de 2014
21 de septiembre de 2014
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Man Hunt ( el Hombre Atrapado, 1941) la firma Fritz Lang, pero lo cierto es que es una película totalmente aborrecible. Quizá sólo podamos rescatar de ella alguna secuencia aislada, como el inicio del filme.
Algo sorprendente, más si tenemos en cuenta que Lang cuenta algo terriblemente cercano para él. El director alemán se vio obligado a exiliarse en los Estados Unidos por desavenencias con el régimen nazi, y precisamente la película trata de captar el represivo sistema alemán, con una trama que sin embargo se disuelve como un azucarillo.
La película nos presenta un personaje de origen británico, interpretado por Walter Pidgeon. Lo encontramos en la brillante secuencia inicial, en la que se acerca sigilosamente hacía una grieta. La cámara lo sigue y somos testigos de cómo carga un arma, mientras apunta ni más ni menos que al máximo dirigente de la Alemania nazi, Adolf Hitler. Sin embargo, no acaba por disparar porque es detenido por un soldado alemán que interviene en el momento preciso. Finalmente, nuestro protagonista es detenido por George Sanders, un jefe importante dentro de la cúpula nazi.
Aquí se produce la primera incongruencia. Es evidente que una de las máximas de la película es la desacreditación del régimen nazi. Más si tenemos en cuenta que la película proviene, como ya comentaba, de la mano de un disidente político. Sin embargo, el filme no lo hace con gran inteligencia (como si lo haría Lang en otros filmes como Hangmen also die) sino que recurre a tretas bastante burdas, máxime teniendo en cuenta la inteligencia del cineasta. Y es que según se defiende en la película, nuestro protagonista no deseaba asesinar a Hitler, sino que simplemente estaba jugando al acecho con él (cabe señalar que es un cazador bastante reconocido), eso sí, con el arma cargada. Es evidente que la justicia nazi actúa de manera inhumana, tratando de ajusticiar a nuestro protagonista sin apenas un juicio, pero la defensa que hace la película de un francotirador que pretendía asesinar a sangre fría, no tiene demasiado sentido.
A partir de ahí la película deriva en un sinsentido continuo. Nuestro protagonista consigue escapar de las garras de los alemanes para llegar a Londres (nuestro filme no explica cómo consigue traspasar centenares de Kilómetros) y ahí el guión de Dudley Nichols (que adopta una obra de Geoffrey Household) aún bordea más el ridículo. Primero se nos presenta una historia de amor que resultaba totalmente innecesaria para el desarrollo del filme. Y es que en su huida desesperada, nuestro protagonista conoce a una joven mujer interpretada por Joan Benett. En apenas dos secuencias nuestro protagonista acaba perdidamente enamorada de ella, llegando incluso a invitarla a su casa en cuestión de segundos. Poco ayuda la inestabilidad de la muchacha, que rompe en lloros en más de una secuencia sin que sepamos muy bien si es por tristeza, por rabieta, o por simple locura.
Lang no se olvida de los Nazis, que siguen en persecución de nuestro personaje. El encargado nazi de quitarse de en medio a nuestro protagonista está interpretado por John Carradine. A pesar de la absurdez que supone ver a un lord inglés huir despavoridamente en su propio país ante un espía extranjero, sin duda es en estos momentos cuando encontramos lo más destacable de la película. Algo de tensión que Lang es capaz de introducir en la película, mediante algunas persecuciones que vuelven a aludir al código del cine negro que el director tan bien conoce. Buen ejemplo es la escena que tiene lugar en el metro, que a pesar de su absurdez argumental, consigue atraer al espectador.
Pero si hay algo sinceramente lamentable en El Hombre atrapado es su patético final. El personaje de Walter Pidgeon consigue escapar del personaje de George Sanders, pero acaba encerrándose en una cueva de la que no pueda salir. Lo más absurdo de todo, es que mientras George Sanders está lanzando su perorata política fuera de la cueva, a Pidgeon le da el tiempo necesario para hacerse con un arco casero con el que asesina a su rival, como si de un ciervo se tratara. Un final de serie B que no se lo merecía ninguna obra que proceda de Lang.
Lo más destacable de la película es sin duda la actitud de Lang. Y es que pocas películas en la cinematografía norteamericana del 1941 adoptaban un punto de vista tan claramente aliado (recordemos que gran parte del film transcurre en Inglaterra, uno de los aliados de los Usa en las dos guerras mundiales). Mientras la gran mayoría de directores optaban por una neutralidad bastante rancia (no hay que olvidar que muchos sectores apoyaban antes de la entrada en guerra al régimen nazi), Lang ya se estaba decantando de bando, y justo cuando aún la victoria parecía en manos de los Alemanes. Por lo demás, una obra maniquea y sin la genialidad del director germano.
http://neokunst.wordpress.com/2014/09/21/el-hombre-atrapado-1941/
Algo sorprendente, más si tenemos en cuenta que Lang cuenta algo terriblemente cercano para él. El director alemán se vio obligado a exiliarse en los Estados Unidos por desavenencias con el régimen nazi, y precisamente la película trata de captar el represivo sistema alemán, con una trama que sin embargo se disuelve como un azucarillo.
La película nos presenta un personaje de origen británico, interpretado por Walter Pidgeon. Lo encontramos en la brillante secuencia inicial, en la que se acerca sigilosamente hacía una grieta. La cámara lo sigue y somos testigos de cómo carga un arma, mientras apunta ni más ni menos que al máximo dirigente de la Alemania nazi, Adolf Hitler. Sin embargo, no acaba por disparar porque es detenido por un soldado alemán que interviene en el momento preciso. Finalmente, nuestro protagonista es detenido por George Sanders, un jefe importante dentro de la cúpula nazi.
Aquí se produce la primera incongruencia. Es evidente que una de las máximas de la película es la desacreditación del régimen nazi. Más si tenemos en cuenta que la película proviene, como ya comentaba, de la mano de un disidente político. Sin embargo, el filme no lo hace con gran inteligencia (como si lo haría Lang en otros filmes como Hangmen also die) sino que recurre a tretas bastante burdas, máxime teniendo en cuenta la inteligencia del cineasta. Y es que según se defiende en la película, nuestro protagonista no deseaba asesinar a Hitler, sino que simplemente estaba jugando al acecho con él (cabe señalar que es un cazador bastante reconocido), eso sí, con el arma cargada. Es evidente que la justicia nazi actúa de manera inhumana, tratando de ajusticiar a nuestro protagonista sin apenas un juicio, pero la defensa que hace la película de un francotirador que pretendía asesinar a sangre fría, no tiene demasiado sentido.
A partir de ahí la película deriva en un sinsentido continuo. Nuestro protagonista consigue escapar de las garras de los alemanes para llegar a Londres (nuestro filme no explica cómo consigue traspasar centenares de Kilómetros) y ahí el guión de Dudley Nichols (que adopta una obra de Geoffrey Household) aún bordea más el ridículo. Primero se nos presenta una historia de amor que resultaba totalmente innecesaria para el desarrollo del filme. Y es que en su huida desesperada, nuestro protagonista conoce a una joven mujer interpretada por Joan Benett. En apenas dos secuencias nuestro protagonista acaba perdidamente enamorada de ella, llegando incluso a invitarla a su casa en cuestión de segundos. Poco ayuda la inestabilidad de la muchacha, que rompe en lloros en más de una secuencia sin que sepamos muy bien si es por tristeza, por rabieta, o por simple locura.
Lang no se olvida de los Nazis, que siguen en persecución de nuestro personaje. El encargado nazi de quitarse de en medio a nuestro protagonista está interpretado por John Carradine. A pesar de la absurdez que supone ver a un lord inglés huir despavoridamente en su propio país ante un espía extranjero, sin duda es en estos momentos cuando encontramos lo más destacable de la película. Algo de tensión que Lang es capaz de introducir en la película, mediante algunas persecuciones que vuelven a aludir al código del cine negro que el director tan bien conoce. Buen ejemplo es la escena que tiene lugar en el metro, que a pesar de su absurdez argumental, consigue atraer al espectador.
Pero si hay algo sinceramente lamentable en El Hombre atrapado es su patético final. El personaje de Walter Pidgeon consigue escapar del personaje de George Sanders, pero acaba encerrándose en una cueva de la que no pueda salir. Lo más absurdo de todo, es que mientras George Sanders está lanzando su perorata política fuera de la cueva, a Pidgeon le da el tiempo necesario para hacerse con un arco casero con el que asesina a su rival, como si de un ciervo se tratara. Un final de serie B que no se lo merecía ninguna obra que proceda de Lang.
Lo más destacable de la película es sin duda la actitud de Lang. Y es que pocas películas en la cinematografía norteamericana del 1941 adoptaban un punto de vista tan claramente aliado (recordemos que gran parte del film transcurre en Inglaterra, uno de los aliados de los Usa en las dos guerras mundiales). Mientras la gran mayoría de directores optaban por una neutralidad bastante rancia (no hay que olvidar que muchos sectores apoyaban antes de la entrada en guerra al régimen nazi), Lang ya se estaba decantando de bando, y justo cuando aún la victoria parecía en manos de los Alemanes. Por lo demás, una obra maniquea y sin la genialidad del director germano.
http://neokunst.wordpress.com/2014/09/21/el-hombre-atrapado-1941/
20 de julio de 2007
20 de julio de 2007
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante trabajo de Lang a pesar de ser una película que ha pasado bastante inadvertida en el implacable transcurso de los años. La idea de la película es un poco fantasiosa pero entretiene mucho. Creérsela es difícil y por lo tanto meterse en ella también pero es bastante resultona.
Me gusta la actuación de Bennett pero no su papel. El papel que le dieron es para perder enteros y no lucirse. Pidgeon agradable y Sanders en su línea de "soy un caradura pero en elegancia no me gana nadie".
Como crítica sobre el nazismo lo prefiero en "Ser o no ser". No, no, que esa no es de Lang, quiero decir en "Los verdugos también mueren" Sí, eso quise decir.
Me gusta la actuación de Bennett pero no su papel. El papel que le dieron es para perder enteros y no lucirse. Pidgeon agradable y Sanders en su línea de "soy un caradura pero en elegancia no me gana nadie".
Como crítica sobre el nazismo lo prefiero en "Ser o no ser". No, no, que esa no es de Lang, quiero decir en "Los verdugos también mueren" Sí, eso quise decir.
18 de junio de 2007
18 de junio de 2007
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá "El hombre atrapado" no sea uno de los films más conocidos del maestro Lang, pero al visionarlo uno se da cuenta de que está impregnado del talento del director.
Una historia ambigua, al más puro estilo Hitchcock, es el hilo conductor del film, en donde un hombre que tuvo en su mano el asesinato de Hitler, antes que de que tristemente se convirtiese en uno de los personajes históricos más odiados, es ahora perseguido sin cesar por ese frustrado acto.
Genial como siempre el aspecto ténico del film con un iluminación muy lograda y encuadres para el recuerdo.
Una historia ambigua, al más puro estilo Hitchcock, es el hilo conductor del film, en donde un hombre que tuvo en su mano el asesinato de Hitler, antes que de que tristemente se convirtiese en uno de los personajes históricos más odiados, es ahora perseguido sin cesar por ese frustrado acto.
Genial como siempre el aspecto ténico del film con un iluminación muy lograda y encuadres para el recuerdo.
20 de enero de 2024
20 de enero de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un imbécil -no se le puede llamar de otra forma- decide practicar el "acecho deportivo" pero no sobre caza mayor sino sobre Adolf Hitler en su "Nido de las Aguilas". Y no hay confusión posible, ya que cuando va por el bosque para acechar al dictador, se cruza con un soldado de las SS. Obviamente será atrapado y le sorprenderá que no le crean que realmente no lo quería matar ¿Pero quién se lo creería si además llegó a cargar el rifle? Es como si hubiese pillado a Lee Harvey Oswald antes de dispar a Kennedy y hubiese dicho lo mismo ...
A partir de ahí, veremos las vicisitudes y desventuras del osado inglés huyendo de Alemania y siendo también acechado en Gran Bretaña, aprovechando una gran red de quintacolumnistas. Veremos como los malvados nazis, torturan y asesinan de manera educada. De hecho, su némesis, George Sanders, es un despreciable pero refinado alemán que recuerda al Hans Landa de Tarantino. Tendremos una sobrevenida historia de amor y también un drama, porque el filme es de 1941 y estaban en plena Guerra Mundial.
Fritz Lang denota maestría en la dirección y encuadres, desde un bello arranque en los bosques de Baviera, a toda la persecución por esos bosques, por los puertos de noche, por esas calles portuarias de los barrios bajos y cuyo acecho al protagonista por parte de delincuentes y espías recuerda al filme "M, el vampiro de Dusseldorf".
Y en todo un filme flota un aroma Hitchcockiano, cuyo referente máximo sería "39 escalones".
Buen reparto, con un Pidgeon haciendo de inglés perdonavidas -así le irá- un Sanders maquiavélico , una Bennett maravillosa en su ingenuidad y un Carradine que borda el papel de asesino de Reich. Y de regalo, un Roddy McDowall infante excepcional.
A partir de ahí, veremos las vicisitudes y desventuras del osado inglés huyendo de Alemania y siendo también acechado en Gran Bretaña, aprovechando una gran red de quintacolumnistas. Veremos como los malvados nazis, torturan y asesinan de manera educada. De hecho, su némesis, George Sanders, es un despreciable pero refinado alemán que recuerda al Hans Landa de Tarantino. Tendremos una sobrevenida historia de amor y también un drama, porque el filme es de 1941 y estaban en plena Guerra Mundial.
Fritz Lang denota maestría en la dirección y encuadres, desde un bello arranque en los bosques de Baviera, a toda la persecución por esos bosques, por los puertos de noche, por esas calles portuarias de los barrios bajos y cuyo acecho al protagonista por parte de delincuentes y espías recuerda al filme "M, el vampiro de Dusseldorf".
Y en todo un filme flota un aroma Hitchcockiano, cuyo referente máximo sería "39 escalones".
Buen reparto, con un Pidgeon haciendo de inglés perdonavidas -así le irá- un Sanders maquiavélico , una Bennett maravillosa en su ingenuidad y un Carradine que borda el papel de asesino de Reich. Y de regalo, un Roddy McDowall infante excepcional.
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