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Suburbicon: Bienvenidos al paraíso

Thriller. Drama Verano de 1959. La familia Lodge se muda a Suburbicon, una comunidad residencial pacífica e idílica con viviendas asequibles y céspedes impecables... el lugar perfecto para criar una familia. Pero la aparente tranquilidad esconde una realidad perturbadora. El cabeza de familia de los Lodge, Gardner (Matt Damon) se sumergirá en el lado oscuro del pueblo, lleno de traición, engaños y violencia. Este es un cuento de gente imperfecta que toma muy malas decisiones. [+]
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Críticas ordenadas por utilidad
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6
31 de diciembre de 2017 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Suburbicón” no puede disimular su carácter de proyecto a cuatro manos (o a seis, o a ocho si queremos ponernos exactos). Tanto es así, que podríamos llegar incluso a hablar de dos películas integradas en una misma, cada una con el sello inconfundible de sus responsables. Tenemos la historia central, que funciona como un reloj, en la que los hermanos Coen nos sirven el plato de cine negro, con los ingredientes a los que nos tienen acostumbrados (esto es, perdedores, gansgters de poca monta, mujeres fatales, todo ello salpicado de violencia y su reconocible humor negro) y George Clooney le pone el marco, esos Estados Unidos de los cincuenta, aparentemente perfectos, idílicos, pero con una cara oculta que Clooney se encarga de iluminar, a la vez que aprovecha para trazar paralelismos entre aquella época y la que nos toca vivir.

Apoyada en un excelente grupo de actores, “Suburbicón” se mueve entre el thriller y la crítica social, entre la comedia y el drama, llegando a desconcertar por momentos, incomodando al espectador, que no sabe bien como encajar los golpes que le llegan desde la pantalla. Asistirá, pues, atónito, al desmoronamiento familiar, que no es otra cosa que el desmoronamiento de un estilo de vida, de una nación al fin y al cabo, que guarda en el trastero el cadáver de su propia moralidad.

Lo mejor: las dos visitas del personaje del sr. Cooper.

Lo peor: algún aspecto del guión, un poco pillado por los pelos.
7
13 de enero de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suburbicon

Me cuentan que los Coen, allá por los años 80, escribieron un guion de juventud que habían guardado y olvidado en algún cajón. Por circunstancias que desconocemos, George Clooney, amigo de los Coen y protagonista en alguna de sus producciones, dio con él, lo rescató del olvido y lo llevó al cine para filmar "Suburbicon", la película que ahora llega a nuestras pantallas.
Tampoco sabemos si los Coen han intervenido en el proyecto de Clooney y hasta qué punto pueden haberse involucrado en el alumbramiento de la criatura. Lo cierto es que en "Suburbicon" son muy reconocibles las huellas identitarias de este par de geniales cineastas que son los hermanos Coen. Y que duda cabe que buena parte de este mérito recae en el buen hacer de su inteligente y seductor director, que ha sabido plasmar su espíritu desvergonzado y transgresor.
Tal vez no sea ésta una película perfecta pero es una muy buena película. Te atrapa de inmediato y a medida que la historia se desarrolla va tomando vuelo y no te permite desentenderte ni por un instante de lo que ocurre en la pantalla. Clooney (o los Coen) disparan sin piedad contra todo lo que se mueve y no dejan títere con cabeza. Sobrevuela un humor tan negro y sombrío como la sociedad que retrata, sobrevenida, pareciera, de una fábrica o cadena de montaje clandestina de beligerantes primates racistas y fascistoides que habitan a mediados del siglo pasado, como paradigma del eterno sueño americano, una idílica población residencial situada en algún paraje de EE.UU. Tanto la fotografía como su composición cromática, los escenarios, la ambientación o el vestuario así como la excesiva caricaturización -totalmente intencionada- de sus personajes, nos retrotraen a las películas de dibujos animados o de superhérores, muy del gusto de algunos trabajos de los Coen y también, cómo no, de las últimas realizaciones de Woody Allen.
Matt Demon, Juliane Moor y el pequeño Noah Jupe -así como el resto de los actores-, están sencillamente soberbios en sus respectivos papeles y contribuyen con sobrado oficio a dar brillo a esta siniestra y estrambótica parodia que divierte y entretiene al tiempo que nos estremece, dejándonos el regusto amargo y la incomodidad de sabernos parte de una tribu capaz de protagonizar los más aberrantes y monstruosos acontecimientos.
Muy, pero que muy recomendable, mis queridos e improbables lectores. Si pueden y sus obligaciones lo permiten, no se la pierdan. Se van a divertir. O no. Palabra.

Emilio Castelló Barreneche
7
19 de enero de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos realizadores han tenido un estilo tan marcado que influenciará a tantos creadores y espectadores como los hermanos Coen. No sólo llevan más de dos décadas filmando películas, sino que, en su calidad de estupendos guionistas, han firmado libretos llevados a la gran pantalla por otros directores. Es el caso de la película que nos ocupa, basada en un guión que los hermanos escribieron en los ochenta: Suburbicon, reescrito por el actor y en esta ocasión también director George Clooney, en compañía de su eterno colaborador Grant Heslov. Ya son seis las películas realizados por Clooney, que ha mostrado réditos en esa faceta, sobre todo con Buenas noches y Buena suerte y con Los idus de Marzo, película excelente que considero una de las obras más infravaloradas del último lustro. Presentada en el último Festival de Venecia, esta película estaba evidentemente muy anticipada en esta plataforma. Y estas ganas se vieron mermadas pero no destruidas pese al tibio recibimiento crítico y la abarrotada fecha de estreno. La vorágine de películas y listados que me aquejo en enero y diciembre provocó que mi encuentro con el filme se demorará, pero finalmente tuvo lugar en los Cines Renoir, pues Deaplaneta no tuvo a bien ofrecerme pase. Y el regreso de Clooney detrás de las cámaras no me condujo al delirio pero sí superó levemente mis expectativas. Una película fuera de momento y de maneras muy vistas, ritmos desiguales y líneas narrativas mal casadas. Pero su tono, aunque atemperado, esta construido con afán, y su buen guión y humor la hacen un producto interesante y técnicamente muy bien resuelto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la América de los años 50, Suburbicón es un idílico barrio residencial en la que sus habitantes perfectos viven felices. Hasta que la instalación en la comunidad de una familia negra desatará el odio y la violencia. Mientras tanto, Nicky Lodge es testigo de la muerte de su madre Rose (una Julianne Moore menos acertada que de costumbre) tras el asalto de dos forajidos. Pero el extraño comportamiento de su padre Gardner (un Matt Damon rudo y seco) y su tía Margaret (también Julianne) dejará claro que allí hay gato encerrado. Una comedia negra caricaturesca de asesinatos y racismo. Uno de personajes absurdos, crítica a la vida residencial y sociedad americanas y lenguaje de los dibujos animados para enseñar patetoides personajes y situaciones que combinan la hipocresía burguesa con la ruindad y la guerra campal. Una película, dicho sea de antemano, con una estupenda recreación y dirección artística y una sabrosa fotografía. Y como ya ocurriera en la magistral True detective, pocas veces he visto en la gran pantalla personajes más escalofriantes que los encarnados por Glenn Feshler. La construcción del relato criminal y la construcción de la información está muy bien cuadrada, y a lo largo de la película encontramos muy buenas secuencias. Y el estilo Coeniano impregna una película que, aún sin ellos, se siente muy suya, en la que su humor se mantiene fresco y, lo más importante, diferente. Película refinada y clásica que, en su espíritu, respira provocación, aunque acomodada.

Ahí dónde la trama de los Lodge siempre inquieta, toda la línea narrativa de la comunidad contra la familia de color es un pegote mal integrado. Y aunque va mejorando progresivamente, la película aqueja falta de ritmo, de brío, de intensidad, humorística o dramática. La música de Desplat, si bien eleva algunas escenas, es demasiado literal a la hora de subrayar el carácter paródico del relato. Damon y Moore no convencen en el centro del relato, la diversión es moderada y, hasta la explosión final de violencia, se sigue con un poco de pereza. El subconsciente nos confirma que hemos visto buena película, pero durante el entusiasmo escasea el entusiasmo. En definitiva, un trabajo muy competente pero decepcionante considerando los elementos de partida, en el que el todo no es mejor que la suma de sus partes.

Satírica, desatada en su cierre y templada, Suburbicon ya ha sido hecha antes con más brillantez, pero nuestra abundancia, experiencia y cinismo no debe cegarnos ante el cine bien hecho.
6
29 de mayo de 2018 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
116/20(26/05/18) Irregular film noir dirigido por el polifacético George Clooney en su sexto largometraje, primero en el que aparece él, cinta que aúna thriller, comedia negra y crítica social en una mezcla fallidla en su tonalidad. Obra que tiene su origen en un guión no producido de los hermanos Coen que escribieron en 1986, tras su debut en con “Sangre fácil”, en 2005 se anunció que George Clooney iba a dirigir y protagonizar el guion de Suburbicon y que los Coen iban a producir el filme, supongo tuvo que ver mucho la amistad entre ellos, no en vano Clooney ha participado en cuatro films coenianos (“O, Brother!”, “Crueldad intolerable”, “Quemar después de leer” y “Ave, César!”). El guion original de los Coen, cuya escritura —según Clooney— contenía elementos slapstick y personajes similares a los de Fargo, fue modificado por Clooney y Grant Heslov (Buenas noches y buena suerte” o “Argo”), quienes mantuvieron la mayor parte de la historia escrita por los Coen y añadieron una trama centrada en conflictos raciales basados en hechos reales sucedidos en 1957 en Levittown (Pensilvania), en el que una familia afroamericana se mudó al vecindario anteriormente blanco, lo que generó hostigamiento y violencia racial contra la familia por los supremacistas blancos. En esta dualidad del guión donde la película cojea, y es que el desarrollo se convierte en dos sub-tramas mal cosidas, mal ensambladas, cogida por los pelos su unión, solo están los niños de ambas familias que juegan al beisbol. El film gana cuanto más Coen es (esto es muy notorio), cuanto más pesimista se pone, cuanto más misantropía despliega, y desbarra cuando nos meten con calzador el segmento de la segregación, incrustado cual pieza de puzle perteneciente a otro. Sube cuando se explora ese reverso del Sueño Americano, deconstruye con bisturí envenenado el “American way of life” surgido en la era de Eisenhower en la década de los 50, cuando se satiriza la supuesta idealización de la puritana clase media (burguesa), que empezaban a vivir en urbanizaciones suburbanas típicamente estadounidenses (creadas para gente que quería alejarse del mundanal ruido de las grandes urbes) que simbolizaban a la pujante clase media (blanca) americana, y que tras esta fachada se escondían secretos, hipocresía, traiciones, y mucha, pero mucha amoralidad, este relato de la supuesta familia idealizada debajo de la cual se esconden las miserias humanas, infidelidades, asesinatos, estafas, quedando claro que el espíritu Coen arrolla y lamina la subrayada crítica a la intransigencia racial.

El bloque que se lleva el grueso del metraje es el de una intriga familiar criminal con claras ínfulas a cine negro Coen, viéndose elementos de “Sangre fácil”, “Fargo”, “Un hombre serio”, o “Ladykillers” (remake de una maravillosa comedia británica dirigida por McKendrick) que a su vez toman recursos de buenos cinéfilos como por ejemplo de la wilderiana “Perdición” (la intriga criminal con agente de seguros de por medio), la hitchcockiana “Vértigo” (la mujer que se desdobla), la kubrickiana “El resplandor” (el tío del niño es similar al de Scatman Crothers), o la lynchiana “Terciopelo Azul” (por tratar el reverso oscuro de los residenciales suburbanos). Vemos cómo se juega con el azar, de cómo personas ordinarias en situaciones extremas (pasiones desatadas, codicia, envidias,…) cruzan líneas amorales sin retorno, donde salen a flote las miserias y bajezas humanas más viles, que cual iceberg son invisibles su volumen, pero está ahí, todo narrado en un vigoroso increscendo dramático por en este caso Clooney, en un incisivo efecto bola de nieve. En la sub-trama de la familia afroamericana queda un esbozo quizás trufado por la edición, donde todo queda en lo superficial, en lo esquemático, en el mero esbozo, meras viñetas insertadas en medio de lo que interesa, que funcionan (mal) para desviar la atención del jugo de la espiral criminal, y donde remanecen obviedades subrayadas, de cómo mientras la intolerancia a lo diferente se mantiene, la amoralidad campa a sus anchas entre los “guardianes” de las buenas (supremacistas) costumbres, en lo que se nota (demasiado) intenta ser un torpedo en la línea de flotación de la (tóxica) era Donald Trump, excesivo queda el paralelismo cuando ponen los blancos un muro alrededor de la familia de color para no ser contaminados, quien no vea en ello al famoso Muro de Trump es que es ciego. Las actuaciones resultan un punto a su favor, todos desde los protagonistas, los secundarios (sublime el aprovechamiento que hace Oscar Isaac de su escaso metraje) y hasta el niño (Noah Jupe) resultan excelentes.

La película engancha desde su inicio, con un spot en el que se hace una loa publicitaria de la urbanización llamada Suburbicon, un Edén en la tierra de las oportunidades, para a continuación pasearnos con el cartero y la bucólica localidad (de todos blancos), con sus verdes jardines, sus niños jugueteando, sus autos nuevos, con saludos amigables, y de pronto el cartero va a entregar una carta a una casa, en la puerta hay una mujer de color, y el tipo pregunta por la Sra. De la casa, la mujer responde que es ella, la cara del cartero torna en sorpresa y temor, este comienza a propagar la noticia de la “familia intrusa”, el vecindario queda perplejo observando a la mujer, y nos damos cuenta que este supuesto Paraíso es algo impostado y artificioso, donde lo único radiante es su racismo.

Clooney desarrolla su historia con buen sentido del ritmo (solo roto por la inclusión chirriante de la subtrama muy mencionada para mal del racismo), con sentido del humor caustico, con una sugerente lista de personajes con carácter y personalidad marcada (un remedo del encarnado por William H. Macy en “Fargo”; una singular femme fatale con sonrisa de vecinita agradable; un detective de seguros corrupto; y en medio un niño desorientado y sin referentes) dos rudos criminales que en sus ratos libres son conductores de bus),... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… ello en un rush final que recuerda a “Ladykillers”, el clímax en una noche de fuego y furia, donde la locura, la codicia, la hipocresía, cual big bang explotan, pudiéndose ver en esto la vena anti-Trump del director. Una taque desequilibrado a la clase burguesa USA, a su doble moral, a su falsa sonrisa, a los que juzgan por el color de piel (el racismo), o la religión (el policía “pellizcando” a Garner por su apellido de fonética judía).

Como bien he leído, se puede ver como un retrato entre positivo y negativo, una dualidad binaria expresada en la película: Los Mayers (negros) desean integrarse en Suburbicon, mientras los Lodge (blancos) desean salir de allí (a Aruba, protectorado de Holanda); En la noche sucede todo el caos criminal, se desatan los peores instintos salvajes atávicos, por el día llega la calma y la paz; Está la perfidia de los adultos frente a la inocencia pura del niño; está la comedia negra en el hogar Lodge, frente al drama realista de los Mayers.

El elenco actoral es uno de sus buenos pilares: Matt Damon da bien con el rol de tipo ordinario metido en una espiral que se ha descontrolado; Julianne Moore en su doble papel de hermanas (rubia y morena) da un buen rendimiento, sobre en el de la cuñada de Gradner, inquietante su desenvoltura pastelosa, recordándoseme a su personaje de villana en “Kingsman II”; Oscar Isaac en un escaso rol de dos apariciones está tremendo en su carácter y frescura; Otro buenísimo es Glenn Fleshler como el rudo criminal Sloan, en su sibilino comportamiento, otorgándole personalidad propia en su modo de hablar; Noah Jupe como Nicky, el hijo de Gardner, cumple exhibiendo ternura, temor, frustración, buena labor.


Además de los defectos ya mencionados, mencionar su final-epílogo, bastante desinflado, te deja frío, desprovisto de de reflexión, dejando todo en lo obvio.

La puesta en escena está muy bien, con un destacable diseño de producción de James D. Bissell (“E.T.” o “300”), recreando está “bucólica” Suburbicon en California (En exteriores de Fullerton; Carson; Burbank; Encino; Van Nuys; Santa Clarita; Canyon Country; San Fernando; y en interiores de los Warner Brothers Burbank Studios); Esto en miscelánea con la excelente cinematografía de Robert Elswit (“Magnolia” o “Buenas noches, y buena suerte”), impregnando de tonalidades arenosas-pastel que nos retrotraen de modo visual con sus contrastes a esta época, sabiendo captar el detalle (el pañuelo de cloroformo, la raqueta de ping pong, el vaso de leche,…); La música es obra del maestro galo Alexandre Desplat (“El árbol de la vida” o “El Gran Hotel Budapest”) , dando un aire jazzístico al relato.

Spoiler:

Momentos recordables: La rueda de reconocimiento que se filma de modo singular para sorprender al espectador, que al final nos damos cuenta del gato encerrado que hay en la trama; El detective de seguros Bud Cooper en retortijones saliendo a la calle desierta en la noche envenenado y tras de él Gardner, y como este le desgarra la cabeza con un golpe de atizador de chimenea, este se le queda atascado en el cerebro; La siniestra aparición de Bud Cooper entrevistando con mucha manipulación a Margaret, avasalla Oscar Isaac en su poderío expresivo; La pelea entre el tio Mitch y Louis (el compañero de Sloan, encarnado por Alex Hassell), ello en fuera de plano, desde la visión de un aterrado Nicky que está bajo la cama; Gardner sentado a la mesa de la cocina contándole a su hijo los dos opciones que tiene su hijo, o decir la verdad o mentir (el padre le amenaza mortalmente para que haga lo segundo), pero en un guiño humorístico muy Coen, esto lo hace mientras como un sándwich y bebe un vaso de leche, ambos con veneno que Margaret ha puesto anteriormente, y sabemos cómo acabará todo.

En conjunto, una interesante propuesta, que queda la impresión que en manos de los Coen habría mejorado bastante, pues en las de Clooney patina en la subtrama lastrante racial. Fuerza y honor!!!
3
11 de diciembre de 2017
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Piérdansela. No se perderán nada.
Quizá sea una película que los yanquis puedan tragar, pero sería de desear que un tal Clooney se planteara su profesión también para otros públicos, como el que habita en el continente donde posee su castillo de Lugano. Quizá no los conoce ni le importan y solo sabe de ellos que cocinan con mucho ajo. Al margen de que Clooney no aspire más allá de su círculo umbilical, demuestra palmariamente con esta obra que es un director rematadamente malo. Comercial, flojo y hasta ridículo. Era esperable algo así de Cooney, pero no para tanto.
Y qué decir de los Coen, vuelven a dar la de arena y personalmente ya no espero mucho más de ellos. Cuando me digan, ah la última película de los Coen nada menos, pues como si oyera llover, a otra cosa. Cuentos retorcidos para disfrute también endogámico que ya ni sorprenden ni interesan al personal de fuste, a esos que no se ríen cuando a un secundario lo matan a puñaladas.
El ritmo de la película es pésimo y le perjudica mucho.
La música no pega ni con cola, a veces parece que va por otro lado. Hay momentos álgidos en los que da vergüenza ajena, no viene a ningún cuento.
No tienen sentido cantidad de cosas, ni el rollo racista, ni los judíos, ni los episcopalianos, ni etc, al menos para un europeo normal (sí, ya sé que cada vez hay menos).
¿Que la ambientación es buena? Pero es que hace tiempo que eso ya se da por descontado en cualquier película de medio pelo y lo gordo sería que no lo fuera, menos en pelis con este bolsillo.
Los actores están abandonados a su suerte. Lo de doblar a la Moore es otra solemne majadería, aunque para mi gusto es esta actriz la que destaca. El chaval es de lo mejor de la película y ese chaval y el de enfrente son una pareja de lo mejor. Matt Damon me resulta despreciable, no solo por su desastrosa interpretación sino por haber aceptado tal papel, por aceptar lo que le echen encima mientras se lo paguen bien. Hay que tener un poco de por favor, que hay otros que sí lo tienen. Y muy profesionales y muy de película Coen la pareja malvada, en especial el gordo. Clooney pasa de todos ellos o lo parece, porque es así de malo.
Yo creo que Clooney, los Coen y la madre que los parió han querido hacer una película de época, con la música los tics y todos lo ingredientes sociales del momento más los tremebundos añadidos de los Coen, tipo 'El Caso'. Pues bien, lo único que han conseguido es pergeñar un gran bodrio.
Merced a la ambientación, a la época y a los judíos detrás, se espera desde el principio algo más de la película. Esta esperanza pervive cierto tiempo, se va atenuando y poco a poco hay que hacer frente al fiasco, para terminar de muy mal humor y salir del cine soltando juramentos.
Piérdansela. Me lo agradecerán sin saberlo.
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