Luna de papel
7.6
6,306
Comedia. Drama
Estados Unidos, años 30. Durante la época de la Gran Depresión y la Ley Seca, un estafador de poca monta que intenta vender biblias a las viudas, se hace cargo a regañadientes del cuidado de la hija de una antigua amante. La niña no sólo aprende rápidamente todos los trucos del oficio de su protector, sino que incluso le ayuda, en algunas ocasiones, a salir de apuros. Una comedia dramática con excelentes críticas, especialmente en Estados Unidos. (FILMAFFINITY) [+]
13 de marzo de 2016
13 de marzo de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las pocas películas que he visto de Peter Bogdanovich me han fascinado, especialmente sus actores y su fotografía.
"Luna de papel" se inserta en esa serie de películas que explota la diferencia de edad y de caracteres para hacer un retrato psicológico de sus personajes y reflejar su evolución.
La relación paterno-filial y sus derivadas ha sido explotada en numerosas películas ("Alicia en las ciudades", "Million Dollar Baby"...) y lo es en esta de un modo excelente: poco a poco vemos como las dos personas encajan y forman equipo. La tensión y dureza externa de su relación se acompaña de modo cada vez más intenso por el afecto profundo que surge del viaje.
Maravilloso retrato (qué fotografía, excelentes primeros planos los de los rostros de los personajes, qué polvorientos esos caminos de la América profunda -Kansas, Oklahoma, Missouri...-en la época de la Gran Depresión.
La fotografía, excelentemente definida, brillante, recuerda a la de los fotografos y escritores norteamericanos que ilustraron aquella década ("Hablemos de hombres famosos").
Esta película es un excelente retrato picaresco de la América de los 30, como el tierno timador y protagonista, su hija (no sabemos si en todos los sentidos de la palabra, pero qué mas da), sus polis corruptos, sus busconas, su ley seca, sus familias rurales empobrecidas (esas que vemos en los márgenes de las carreteras...). Tierna y sensible, humorística y llena de esperanza en la preciosa cara de Tatum O'Neill, que abre y cierra la película: al principio pierde a la madre, al final ha ganado un padre.
"Luna de papel" se inserta en esa serie de películas que explota la diferencia de edad y de caracteres para hacer un retrato psicológico de sus personajes y reflejar su evolución.
La relación paterno-filial y sus derivadas ha sido explotada en numerosas películas ("Alicia en las ciudades", "Million Dollar Baby"...) y lo es en esta de un modo excelente: poco a poco vemos como las dos personas encajan y forman equipo. La tensión y dureza externa de su relación se acompaña de modo cada vez más intenso por el afecto profundo que surge del viaje.
Maravilloso retrato (qué fotografía, excelentes primeros planos los de los rostros de los personajes, qué polvorientos esos caminos de la América profunda -Kansas, Oklahoma, Missouri...-en la época de la Gran Depresión.
La fotografía, excelentemente definida, brillante, recuerda a la de los fotografos y escritores norteamericanos que ilustraron aquella década ("Hablemos de hombres famosos").
Esta película es un excelente retrato picaresco de la América de los 30, como el tierno timador y protagonista, su hija (no sabemos si en todos los sentidos de la palabra, pero qué mas da), sus polis corruptos, sus busconas, su ley seca, sus familias rurales empobrecidas (esas que vemos en los márgenes de las carreteras...). Tierna y sensible, humorística y llena de esperanza en la preciosa cara de Tatum O'Neill, que abre y cierra la película: al principio pierde a la madre, al final ha ganado un padre.
14 de agosto de 2020
14 de agosto de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paper Moon es una joya (más) en la filmografía de su director Peter Bogdanovich, que ya nos había brindado Targets (1968), The last Picture show (1971) y What’s up Doc (1972). Bogdanovich sigue la línea marcada por The Last picture Show (1971), utilizando el blanco y negro para impregnar de nostalgia y melancolía su retrato agridulce de la América profunda rural en la Gran Depresión.
El film adopta forma de Road Movie/Buddy Movie para narrar una historia de amistad imprevista ante la adversidad, entre un timador (Ryan O’Neal) y una niña (Tatum O’Neal) (en su debut en el cine, que le llevó a conseguir el Oscar a la intérprete más joven de la historia del cine con solo 10 años). La relación entre los dos protagonistas derrocha complicidad y química gracias a un guión brillante y unos diálogos verosímiles, consiguiendo esquivar el tono repelente o edulcorado que a menudo lastran los “films con niño”.
La puesta en escena muestra influencias de Chaplin, Ford, Hawks, propias de un director cinéfilo. En definitiva, una comedia entrañable, que pese a su aparente sencillez, implica grandes dosis de inteligencia y sabiduría por parte de su director para reivindicar una amoralidad políticamente incorrecta (la niña fumando con toda naturalidad por ejemplo) totalmente desacomplejada, que hacen del film una delicia.
El film adopta forma de Road Movie/Buddy Movie para narrar una historia de amistad imprevista ante la adversidad, entre un timador (Ryan O’Neal) y una niña (Tatum O’Neal) (en su debut en el cine, que le llevó a conseguir el Oscar a la intérprete más joven de la historia del cine con solo 10 años). La relación entre los dos protagonistas derrocha complicidad y química gracias a un guión brillante y unos diálogos verosímiles, consiguiendo esquivar el tono repelente o edulcorado que a menudo lastran los “films con niño”.
La puesta en escena muestra influencias de Chaplin, Ford, Hawks, propias de un director cinéfilo. En definitiva, una comedia entrañable, que pese a su aparente sencillez, implica grandes dosis de inteligencia y sabiduría por parte de su director para reivindicar una amoralidad políticamente incorrecta (la niña fumando con toda naturalidad por ejemplo) totalmente desacomplejada, que hacen del film una delicia.
8 de diciembre de 2023
8 de diciembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el día del fallecimiento de Ryan O'Neal, es inevitable reflexionar sobre su legado en la pantalla, especialmente recordando su destacada actuación en la icónica película "Paper Moon". O'Neal, conocido por su elegancia en la comedia, dejó una marca indeleble en la industria cinematográfica, y esta obra maestra de 1973 es un testimonio perdurable de su talento.
La película, dirigida por Peter Bogdanovich, presenta a O'Neal en un papel inolvidable como Moses Pray, un estafador en la era de la Gran Depresión que se ve acompañado por su hija pequeña, Addie, interpretada magistralmente por Tatum O'Neal. La química entre padre e hija en la pantalla es palpable, y la actuación de Ryan O'Neal revela su habilidad para equilibrar la comedia con momentos de ternura y vulnerabilidad.
Sin embargo, mientras celebro la contribución de O'Neal al cine y su elegancia innegable en la comedia, no puedo ignorar la ironía de su interpretación en "Paper Moon" en el contexto de la realidad de su relación con su hija Tatum. A lo largo de los años, se ha señalado que la vida personal de O'Neal no siempre reflejaba el ideal de paternidad representado en la película. Las complejidades de su relación con Tatum, a veces turbias, tiñen la retrospectiva de su carrera con matices más oscuros.
A pesar de las imperfecciones de la vida real, "Paper Moon" sigue siendo una película espléndida y atemporal. La dirección hábil de Bogdanovich, el guion ingenioso de Alvin Sargent y la excepcional actuación de Tatum O'Neal, quien ganó un merecido Premio de la Academia, son elementos que trascienden las circunstancias personales de los actores.
En última instancia, "Paper Moon" es un testamento duradero al arte del cine y a la capacidad de los actores de transportarnos a mundos imaginarios. Aunque la realidad de la vida de Ryan O'Neal pueda haber sido menos que perfecta, su contribución al séptimo arte, especialmente a través de esta película, merece ser recordada y apreciada. Descanse en paz, Ryan O'Neal, dejando detrás de sí un legado cinematográfico que perdura a pesar de las complejidades de la vida real.
La película, dirigida por Peter Bogdanovich, presenta a O'Neal en un papel inolvidable como Moses Pray, un estafador en la era de la Gran Depresión que se ve acompañado por su hija pequeña, Addie, interpretada magistralmente por Tatum O'Neal. La química entre padre e hija en la pantalla es palpable, y la actuación de Ryan O'Neal revela su habilidad para equilibrar la comedia con momentos de ternura y vulnerabilidad.
Sin embargo, mientras celebro la contribución de O'Neal al cine y su elegancia innegable en la comedia, no puedo ignorar la ironía de su interpretación en "Paper Moon" en el contexto de la realidad de su relación con su hija Tatum. A lo largo de los años, se ha señalado que la vida personal de O'Neal no siempre reflejaba el ideal de paternidad representado en la película. Las complejidades de su relación con Tatum, a veces turbias, tiñen la retrospectiva de su carrera con matices más oscuros.
A pesar de las imperfecciones de la vida real, "Paper Moon" sigue siendo una película espléndida y atemporal. La dirección hábil de Bogdanovich, el guion ingenioso de Alvin Sargent y la excepcional actuación de Tatum O'Neal, quien ganó un merecido Premio de la Academia, son elementos que trascienden las circunstancias personales de los actores.
En última instancia, "Paper Moon" es un testamento duradero al arte del cine y a la capacidad de los actores de transportarnos a mundos imaginarios. Aunque la realidad de la vida de Ryan O'Neal pueda haber sido menos que perfecta, su contribución al séptimo arte, especialmente a través de esta película, merece ser recordada y apreciada. Descanse en paz, Ryan O'Neal, dejando detrás de sí un legado cinematográfico que perdura a pesar de las complejidades de la vida real.
29 de marzo de 2016
29 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la nueva hornada de directores que incluía a Scorsese, De Palma y Spielberg se encontraba Peter Bogdanovich, autor de esta maravillosa comedia ambientada en los años de la Gran Depresión en Estados Unidos y con dos protagonistas tan carismáticos como brillantes: los O’Neal, Ryan y Tatum, padre e hija tanto en la vida real como en el papel.
Las historias de carretera o “road movies” siempre me han gustado. El asfalto es una excelente vía de conexión de escenarios variados y experiencias para los viajeros, ya estén huyendo de la policía, desplazándose por motivos muy concretos o, simplemente, disfrutando de las vistas y del aire que te revuelve el pelo en el descapotable. El estafador de biblias y la niña a la que tiene que llevar con sus tíos, aparentemente fruto de una relación con una amante, es la excusa que Bogdanovich nos presenta para iniciar el viaje, mostrarnos su gusto por los espacios abiertos y desarrollar una relación que evoluciona desde el recelo hasta el afecto.
Tanto la niña como el padre son orgullosos y no ceden en sus terrenos. El hecho de que la niña ayude a su supuesto padre con su facilidad para la picardía es tan sólo un medio para conseguir un objetivo, y no por el mero hecho de ayudarle. Al mismo tiempo, el hombre aprovecha ese talento para estafar con mayor eficacia, aunque en realidad está deseando dejarla con sus tíos para seguir su camino en solitario como hasta ahora.
El duelo interpretativo de los O’Neal deja escenas memorables como las de la cafetería, las visitas a las casas de los clientes o las del hotel. Sus discusiones son deliciosamente divertidas, con diálogos que no necesitan las estridencias de otras películas de compañeros forzados como sucede en algunas “buddie movies”. Aquí, las diferencias de opiniones son tratadas con el aliciente de que las discusiones son entre un adulto y una niña, y en todas siempre es ella la que lleva las de ganar. Además, ese ceño fruncido, esa mirada seria, aumenta la comicidad de las discusiones con su supuesto padre.
Bogdanovich apuesta por el blanco y negro para destacar la ambientación de los años 30, con una fotografía muy viva y luminosa que se beneficia de los escenarios abiertos de las carreteras. El formato del filme, por tanto, tiene un encantador aire clásico que, junto con su desarrollo lineal, su ternura y su innegable capacidad de entretener, lo hacen totalmente recomendable.
Las historias de carretera o “road movies” siempre me han gustado. El asfalto es una excelente vía de conexión de escenarios variados y experiencias para los viajeros, ya estén huyendo de la policía, desplazándose por motivos muy concretos o, simplemente, disfrutando de las vistas y del aire que te revuelve el pelo en el descapotable. El estafador de biblias y la niña a la que tiene que llevar con sus tíos, aparentemente fruto de una relación con una amante, es la excusa que Bogdanovich nos presenta para iniciar el viaje, mostrarnos su gusto por los espacios abiertos y desarrollar una relación que evoluciona desde el recelo hasta el afecto.
Tanto la niña como el padre son orgullosos y no ceden en sus terrenos. El hecho de que la niña ayude a su supuesto padre con su facilidad para la picardía es tan sólo un medio para conseguir un objetivo, y no por el mero hecho de ayudarle. Al mismo tiempo, el hombre aprovecha ese talento para estafar con mayor eficacia, aunque en realidad está deseando dejarla con sus tíos para seguir su camino en solitario como hasta ahora.
El duelo interpretativo de los O’Neal deja escenas memorables como las de la cafetería, las visitas a las casas de los clientes o las del hotel. Sus discusiones son deliciosamente divertidas, con diálogos que no necesitan las estridencias de otras películas de compañeros forzados como sucede en algunas “buddie movies”. Aquí, las diferencias de opiniones son tratadas con el aliciente de que las discusiones son entre un adulto y una niña, y en todas siempre es ella la que lleva las de ganar. Además, ese ceño fruncido, esa mirada seria, aumenta la comicidad de las discusiones con su supuesto padre.
Bogdanovich apuesta por el blanco y negro para destacar la ambientación de los años 30, con una fotografía muy viva y luminosa que se beneficia de los escenarios abiertos de las carreteras. El formato del filme, por tanto, tiene un encantador aire clásico que, junto con su desarrollo lineal, su ternura y su innegable capacidad de entretener, lo hacen totalmente recomendable.
13 de enero de 2022
13 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película rueda bien y no solo porque es una road movie, sino porque el guión está escrito con inteligencia, sin exageraciones, a pesar de que la trama en sí no es gran cosa. Todo se basa en la relación entre Ryan y Tatum, padre e hija en la realidad y aquí construyendo esa relación.
El ambiente de América en la gran depresión está muy bien, con ese encanto que suelen tener las películas que se desarrollan en el Mid-West.
Es verdad que como la película tiene sus años queda un poco demasiado ingenua si se compara con todo lo que ha venido después, pero también en ese sentido tiene su gracia.
El ambiente de América en la gran depresión está muy bien, con ese encanto que suelen tener las películas que se desarrollan en el Mid-West.
Es verdad que como la película tiene sus años queda un poco demasiado ingenua si se compara con todo lo que ha venido después, pero también en ese sentido tiene su gracia.
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