Luna de papel
7.6
6,306
Comedia. Drama
Estados Unidos, años 30. Durante la época de la Gran Depresión y la Ley Seca, un estafador de poca monta que intenta vender biblias a las viudas, se hace cargo a regañadientes del cuidado de la hija de una antigua amante. La niña no sólo aprende rápidamente todos los trucos del oficio de su protector, sino que incluso le ayuda, en algunas ocasiones, a salir de apuros. Una comedia dramática con excelentes críticas, especialmente en Estados Unidos. (FILMAFFINITY) [+]
24 de junio de 2018
24 de junio de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película Bogdanovich cerró su trilogía de obras maestras -junto a “The last picture show” (1971) y “What’s Up Doc? (1972)- pero también su carrera como cineasta. Nunca volvería a ese nivel y toda su carrera posterior sería completamente irrelevante –con puntuales espejismos, como la desternillante comedia “Noises off!” (1992, Qué ruina de función)-.
La película se asienta en la evidente e indiscutible química de la pareja protagonista –soberbios Tatum y Ryan O’Neal- y nos ofrece un sensible y matizado retrato de los difíciles años 30 en EEUU, siguiendo las andanzas de este par de pícaros por las tierras del medio oeste americano.
Sin sentimentalismo, pero con una certera sensibilidad nada enfática, Bogdanovich planifica milimétricamente esta "road movie" desde un profundo conocimiento cinematográfico del cine clásico americano, al que homenajea durante todo el metraje, trufándolo de citas que van desde las comedias de enredos y diálogos acelerados, con esas escenas de pasillos de hoteles, a las “screwball comedies” de los años 30, pasando por las persecuciones alocadas propias del cine mudo, elementos a los que añade una visión propia y personal, con un deslumbrante uso de los planos largos y de la profundidad de campo, gracias a la excepcional fotografía del gran Laszlo Kovacs, ofreciéndonos esta obra maestra y clásico inatacable del cine americano. Inolvidable.
La película se asienta en la evidente e indiscutible química de la pareja protagonista –soberbios Tatum y Ryan O’Neal- y nos ofrece un sensible y matizado retrato de los difíciles años 30 en EEUU, siguiendo las andanzas de este par de pícaros por las tierras del medio oeste americano.
Sin sentimentalismo, pero con una certera sensibilidad nada enfática, Bogdanovich planifica milimétricamente esta "road movie" desde un profundo conocimiento cinematográfico del cine clásico americano, al que homenajea durante todo el metraje, trufándolo de citas que van desde las comedias de enredos y diálogos acelerados, con esas escenas de pasillos de hoteles, a las “screwball comedies” de los años 30, pasando por las persecuciones alocadas propias del cine mudo, elementos a los que añade una visión propia y personal, con un deslumbrante uso de los planos largos y de la profundidad de campo, gracias a la excepcional fotografía del gran Laszlo Kovacs, ofreciéndonos esta obra maestra y clásico inatacable del cine americano. Inolvidable.
11 de septiembre de 2014
11 de septiembre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su magnífico libro, "Las Etapas Críticas de la Vida", el psicólogo alemán Rüdiger Dahlke, escribe: “Solo quien es retado se desarrolla, pues, quien no aprenda a soportar y superar frustraciones, correrá el riesgo de empezar a huir de las dificultades… y esto, fácilmente puede llevarlo a asumir una conducta adictiva”.
Cuando Addie Loggins, la niña de 9 años pierde a su madre, es entregada a Moze Pray para que la lleve donde una tía, única pariente con la que todavía puede contar la pequeña. Para Addie, esto no es un drama y asume lo que se aviene en la vida con una resiliencia ejemplar y dispuesta a aprender de Moze cualquier cosa que en el camino pueda enseñarle... y lo que éste le enseña -sin proponérselo-, es cómo vender biblias valiéndose de los obituarios que aparecen en los periódicos, pues, el hombre, es una suerte de truhán que comete pecados veniales en razón de poder sobrevivir en una nación que, en los años 1930, está conociendo aquella crisis monumental que todos recuerdan como La Gran Depresión.
Cuando ve que la pequeña ha captado el cuento y lo maneja además con una gran astucia, Moze acabará convirtiéndola en cómplice de sus fechorías y la niña terminará demostrando una vez más que, el alumno bien que puede superar al maestro… y hasta puede llegar a enseñarle la suerte de cosas que, el maestro, todavía no ha aprendido.
Sin hacerlo consciente, pero con un fuerte impulso interior, Addie parece estar buscando el equilibrio de la vida, y trae ya en su saber innato que las improcedencias y las astucias deben tener un límite para que el ser humano no se desborde hasta atraer la desgracia... pero no todo sale como uno quisiera, porque suceden a veces cosas con las que no es posible contar.
Tatum O´Neal, se pone muy en alto ante su padre Ryan O’Neal, pues, no solo tiene la suerte de asumir el personaje más fuerte y encantador de la película, sino que ella sabe dotarlo de un carácter y una propiedad que sorprenden y maravillan. De aplicada alumna, Addie da cuenta de un preclaro entendimiento del respeto que se debe al débil y al pobre, y en tal sentido aleccionará con sus actos humildes y precisos, no solo a su maestro sino a todo aquel que tenga el placer de presenciar su historia.
Para, <<LUNA DE PAPEL>>, Alvin Sargent ha escrito un magnífico guion basado en la novela “Addie Pray” (1971) cuyo autor fue el periodista estadounidense, Joe David Brown (1915-1976), y Peter Bogdanovich, ha sabido proyectarlo en un filme muy estimulador y especialmente entretenido. Una estupenda fotografía en blanco y negro que se conjuga como una remembranza de tiempos muy grises y en la que, László Kovács, se vale de una gran profundidad de campo para dejarnos ver la soledad y el esplendor de aquellas magníficas tierras, complementa un filme que ha hecho historia y que de nuevo demuestra lo comprometidos que pueden volverse... los adultos, cuando los pequeños los animan a demostrarlo.
Con sobrados méritos, Tatum O’Neal se alzaría con el premio Oscar. Su personaje, que vive una “luna de miel” aplicable a la metáfora de la foto sobre aquella luna de papel, es de una vitalidad inolvidable.
Cuando Addie Loggins, la niña de 9 años pierde a su madre, es entregada a Moze Pray para que la lleve donde una tía, única pariente con la que todavía puede contar la pequeña. Para Addie, esto no es un drama y asume lo que se aviene en la vida con una resiliencia ejemplar y dispuesta a aprender de Moze cualquier cosa que en el camino pueda enseñarle... y lo que éste le enseña -sin proponérselo-, es cómo vender biblias valiéndose de los obituarios que aparecen en los periódicos, pues, el hombre, es una suerte de truhán que comete pecados veniales en razón de poder sobrevivir en una nación que, en los años 1930, está conociendo aquella crisis monumental que todos recuerdan como La Gran Depresión.
Cuando ve que la pequeña ha captado el cuento y lo maneja además con una gran astucia, Moze acabará convirtiéndola en cómplice de sus fechorías y la niña terminará demostrando una vez más que, el alumno bien que puede superar al maestro… y hasta puede llegar a enseñarle la suerte de cosas que, el maestro, todavía no ha aprendido.
Sin hacerlo consciente, pero con un fuerte impulso interior, Addie parece estar buscando el equilibrio de la vida, y trae ya en su saber innato que las improcedencias y las astucias deben tener un límite para que el ser humano no se desborde hasta atraer la desgracia... pero no todo sale como uno quisiera, porque suceden a veces cosas con las que no es posible contar.
Tatum O´Neal, se pone muy en alto ante su padre Ryan O’Neal, pues, no solo tiene la suerte de asumir el personaje más fuerte y encantador de la película, sino que ella sabe dotarlo de un carácter y una propiedad que sorprenden y maravillan. De aplicada alumna, Addie da cuenta de un preclaro entendimiento del respeto que se debe al débil y al pobre, y en tal sentido aleccionará con sus actos humildes y precisos, no solo a su maestro sino a todo aquel que tenga el placer de presenciar su historia.
Para, <<LUNA DE PAPEL>>, Alvin Sargent ha escrito un magnífico guion basado en la novela “Addie Pray” (1971) cuyo autor fue el periodista estadounidense, Joe David Brown (1915-1976), y Peter Bogdanovich, ha sabido proyectarlo en un filme muy estimulador y especialmente entretenido. Una estupenda fotografía en blanco y negro que se conjuga como una remembranza de tiempos muy grises y en la que, László Kovács, se vale de una gran profundidad de campo para dejarnos ver la soledad y el esplendor de aquellas magníficas tierras, complementa un filme que ha hecho historia y que de nuevo demuestra lo comprometidos que pueden volverse... los adultos, cuando los pequeños los animan a demostrarlo.
Con sobrados méritos, Tatum O’Neal se alzaría con el premio Oscar. Su personaje, que vive una “luna de miel” aplicable a la metáfora de la foto sobre aquella luna de papel, es de una vitalidad inolvidable.
4 de septiembre de 2022
4 de septiembre de 2022
4 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
124/21(16/04/22) Excelente dramedia dirigida por Peter Bogdanovich cerrando su época de esplendor de principio de los 70, que inició con “La última película” (1971), siguió con “Que me pasa Doctor?” y acaba con esta, ya nunca volvió a tocar la cima como con este trio de films. Aquí el guión es de Alvin Sargent (“Julia” o “Que pasa con Bob”?), que adapta una novela de 1971 Addie Pray de Joe David Brown, versando en estilo road-movie sobre la relación entre los dos protagonistas, un timador de biblias y una niñita (nunc a se aclara de modo fehaciente si son padre e hija, pero la barbilla...) que debe llevar a su hijos, ello en plena Gran Depresión y Dust Bowl ambientada en Kansas y Missouri, generándose entre ambos un sinfín de conflictos que hacen evolucionar de modo gradual su entente, ello sin caer en la simplista sensiblería.
En Gorham-Kansas, durante la década de 1930 (pero antes de que acabara la llamada Ley Seca), el estafador ambulante Moses Pray (Ryan O’Neal) conoce a Addie Loggins (Tatum O’Neal), de nueve años, en el funeral de su madre, ello en una toma donde el viento azota (reminiscencias a la Dust Bowl), la toma general acentúa la soledad de la niña, con una gran profundidad de campo y su pequeña figura se hace más aislada. Los vecinos sospechan que Moses es el padre de Addie, él dice que solo conoció a la madre en bar (eufemismo de bar de alterne). Él lo niega, pero accede a llevar a la huérfana Addie a la casa de su tía en St. Joseph-Missouri. En un molino de granos local, Moses convence al hermano del hombre que mató accidentalmente a la madre de Addie para que le dé $ 200 por Addie, que acaba de quedar huérfana. Addie escucha esta conversación y, después de que Moses gasta casi la mitad del dinero arreglando su viejo coche convertible y comprándole un boleto de tren, ella exige el dinero como suyo por derecho, después de lo cual Moses acepta que Addie viaje con él hasta que haya recaudado el dinero completo de $ 200 para darle a ella. A partir de entonces, Moses visita a las mujeres que enviudaron recientemente, fingiendo haber vendido Biblias costosas y personalizadas a sus esposos fallecidos, y las viudas le pagan por las Biblias inscritas con sus nombres. Addie se une a la estafa, fingiendo ser su hija, y exhibe talento. Tendrá importancia en la historia Trixie Delight (Magna Madeline Kahn, demuestra su gran versatilidad, no solo para el humor, sino también en lo dramático con la charla que el da a Addie cuando está no quiere subir al auto; tan buena que fue nominada al Oscar que ganó Taum; a la que el director ya tuvo en su anterior film, la comedia “What's Up Doc?”), una ‘bailarina’ que viaja con su asistenta Imogene (espléndida PJ Johnson).
Todo esto atomizado por una esplendorosa y radiante química entre el dueto Ryan y Tatum O’Neal (que Bogdanovich con perspicacia pone a la misma altura al hacer que cuando filma a la niña la cámara enfoque a la altura de sus ojos y de ese modo sean de igual a igual), ni que decir tiene, son en realidad padre e hija, como los protagonistas Moze y Addie, desbordando complicidad, compenetración, saltando chispas de frescura que traspasan la pantalla, ayudados por un libreto cargado de frases ingeniosas, réplicas y contrarréplicas vigorosas, así como de situaciones atractivas, repito, rehuyendo lo almibarado. Una estructura episódica que sirve para un desarrollo ágil que nunca se detiene, con giros mordaces, con momentos de tensión, y con mucho humor, donde el mundillo de los timos sirve como dinamizador de la entrañable relación entre estos disfuncionales socios entre medio de los peligros de sus acciones por el medio oeste americano. Un duelo interpretativo fascinante, con escenas tan explosivas como la primera en que ella se enfrenta a él por sus 200 $, o sus miradas en medio de los timos ante las salidas de pata de banco de ella, formidable tour de forcé. Donde sus actos de estafas constantes no generan rechazo por el modo en que se producen. Son dos supervivientes intentando salir adelante en una época difícil. La actuación de la debutante Tatum O'Neal resulta un Icono del Séptimo Arte, con esa mirada límpida, de sus grandes ojazos, con esos toques de personalidad (que le guste fumar, que disfrute de la radio con discursos de FD Roosevelt, o como lleva la cuenta del dinero). Fue premiada con el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto (aunque tiene el mismo peso dramático que la de su padre), convirtiéndola en la ganadora más joven con 10 años en la historia de los Premios de la Academia, marca hasta 2021 nunca superada.
Film que se puede dividir en tres partes: La primera con la presentación de la pareja protagónica, como vemos que él es un estafador aprovechado hasta de la niña para sacar dinero por la muerte de la madre, pero ella demuestra su inteligencia escuchando y surtiéndose d ello su primer enfrentamiento, con lo que tenemos el primer choque en la cafetería, que conlleva su odisea por las carreteras uniéndose ella de rondón a los timos de él con las biblias, el trilerismo con el cambio de un billete, o el timo del billete firmado por la ‘abuelita’, ello hace que Addie tome cariño por Moses; La parte central se da con la entrada en escena de la ‘artista’ Trixie Delight, a la que Moses incrusta en su nuevo coche (con su asistenta, que tiene charlas jocosas con Addie, y unos comentarios delirantes sobre la ‘personalidad’ de su ‘jefa’ y de lo que será capaz de hacer por 30 $), él se ha enamorado de ella, y Addie se siente desplazada, y siente celos, además de que esta mujer haga que Moses sea demasiado alegre gastando dinero. Esto desembocará en un ‘maquiavélico’ plan para intentar deshacerse de ella apuntando a su debilidad, ello con la participación (involuntaria) de un recepcionista de hotel, acabando todo con una punzante nota de patetismo; La tercera y última sección tiene como epicentro una estafa con licor que Moses venderá a un contrabandista, que resultará ser el hermano del sheriff... (sigo en spoiler)
En Gorham-Kansas, durante la década de 1930 (pero antes de que acabara la llamada Ley Seca), el estafador ambulante Moses Pray (Ryan O’Neal) conoce a Addie Loggins (Tatum O’Neal), de nueve años, en el funeral de su madre, ello en una toma donde el viento azota (reminiscencias a la Dust Bowl), la toma general acentúa la soledad de la niña, con una gran profundidad de campo y su pequeña figura se hace más aislada. Los vecinos sospechan que Moses es el padre de Addie, él dice que solo conoció a la madre en bar (eufemismo de bar de alterne). Él lo niega, pero accede a llevar a la huérfana Addie a la casa de su tía en St. Joseph-Missouri. En un molino de granos local, Moses convence al hermano del hombre que mató accidentalmente a la madre de Addie para que le dé $ 200 por Addie, que acaba de quedar huérfana. Addie escucha esta conversación y, después de que Moses gasta casi la mitad del dinero arreglando su viejo coche convertible y comprándole un boleto de tren, ella exige el dinero como suyo por derecho, después de lo cual Moses acepta que Addie viaje con él hasta que haya recaudado el dinero completo de $ 200 para darle a ella. A partir de entonces, Moses visita a las mujeres que enviudaron recientemente, fingiendo haber vendido Biblias costosas y personalizadas a sus esposos fallecidos, y las viudas le pagan por las Biblias inscritas con sus nombres. Addie se une a la estafa, fingiendo ser su hija, y exhibe talento. Tendrá importancia en la historia Trixie Delight (Magna Madeline Kahn, demuestra su gran versatilidad, no solo para el humor, sino también en lo dramático con la charla que el da a Addie cuando está no quiere subir al auto; tan buena que fue nominada al Oscar que ganó Taum; a la que el director ya tuvo en su anterior film, la comedia “What's Up Doc?”), una ‘bailarina’ que viaja con su asistenta Imogene (espléndida PJ Johnson).
Todo esto atomizado por una esplendorosa y radiante química entre el dueto Ryan y Tatum O’Neal (que Bogdanovich con perspicacia pone a la misma altura al hacer que cuando filma a la niña la cámara enfoque a la altura de sus ojos y de ese modo sean de igual a igual), ni que decir tiene, son en realidad padre e hija, como los protagonistas Moze y Addie, desbordando complicidad, compenetración, saltando chispas de frescura que traspasan la pantalla, ayudados por un libreto cargado de frases ingeniosas, réplicas y contrarréplicas vigorosas, así como de situaciones atractivas, repito, rehuyendo lo almibarado. Una estructura episódica que sirve para un desarrollo ágil que nunca se detiene, con giros mordaces, con momentos de tensión, y con mucho humor, donde el mundillo de los timos sirve como dinamizador de la entrañable relación entre estos disfuncionales socios entre medio de los peligros de sus acciones por el medio oeste americano. Un duelo interpretativo fascinante, con escenas tan explosivas como la primera en que ella se enfrenta a él por sus 200 $, o sus miradas en medio de los timos ante las salidas de pata de banco de ella, formidable tour de forcé. Donde sus actos de estafas constantes no generan rechazo por el modo en que se producen. Son dos supervivientes intentando salir adelante en una época difícil. La actuación de la debutante Tatum O'Neal resulta un Icono del Séptimo Arte, con esa mirada límpida, de sus grandes ojazos, con esos toques de personalidad (que le guste fumar, que disfrute de la radio con discursos de FD Roosevelt, o como lleva la cuenta del dinero). Fue premiada con el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto (aunque tiene el mismo peso dramático que la de su padre), convirtiéndola en la ganadora más joven con 10 años en la historia de los Premios de la Academia, marca hasta 2021 nunca superada.
Film que se puede dividir en tres partes: La primera con la presentación de la pareja protagónica, como vemos que él es un estafador aprovechado hasta de la niña para sacar dinero por la muerte de la madre, pero ella demuestra su inteligencia escuchando y surtiéndose d ello su primer enfrentamiento, con lo que tenemos el primer choque en la cafetería, que conlleva su odisea por las carreteras uniéndose ella de rondón a los timos de él con las biblias, el trilerismo con el cambio de un billete, o el timo del billete firmado por la ‘abuelita’, ello hace que Addie tome cariño por Moses; La parte central se da con la entrada en escena de la ‘artista’ Trixie Delight, a la que Moses incrusta en su nuevo coche (con su asistenta, que tiene charlas jocosas con Addie, y unos comentarios delirantes sobre la ‘personalidad’ de su ‘jefa’ y de lo que será capaz de hacer por 30 $), él se ha enamorado de ella, y Addie se siente desplazada, y siente celos, además de que esta mujer haga que Moses sea demasiado alegre gastando dinero. Esto desembocará en un ‘maquiavélico’ plan para intentar deshacerse de ella apuntando a su debilidad, ello con la participación (involuntaria) de un recepcionista de hotel, acabando todo con una punzante nota de patetismo; La tercera y última sección tiene como epicentro una estafa con licor que Moses venderá a un contrabandista, que resultará ser el hermano del sheriff... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… Aquí con persecuciones, palizas, tensión (ese sombrerito el juego que da y lo bien que lo maneja Addie). Hasta llegar a su rush final, brillante en el modo de producirse, sin azúcar pero entrañable.
Es de reseñar el modo sutil en que Bogdanovich exhibe la América profunda y su miseria proveniente del a Gran Depresión que se entrelazó a la Dust Bowl, poniendo en los márgenes notas referentes a esto, pero sin subrayados, ni regodeos en lo morboso de esta desgracia, ello mostrado de pasada con las visiones por las carreteras de autos y camionetas con familias que llevaban todo lo que tenían e iban en busca de fortuna (normalmente a California, como bien mostraban en “Las uvas de la ira”). Ello realzado por la cinematografía en glorioso b/n del magiar László Kovács (“Easy Rider” o “Encuentros en la tercera fase”), que para realzar las gamas de grises usó filtro rojo en la cámara siguiendo consejo de Orson Welles (El filtro rojo intenso, usado en fotografía con soporte de negativo en blanco y negro, produce un efecto de contraste extremo, realzando las altas luces y dando profundas sombras, con muchísimo detalle). Bogdanovich también utilizó cinematografía de enfoque profundo y tomas extendidas en la película, con mucho plano genera para exhibir la soledad de esta disfuncional pareja; de reseñar es el adorno de la música del tiempo, potenciando la inmersión en la época y tiempo, gracias a la selección de Rudi Fehr.
Spoiler.
Rush final: Moses es atrapado en uno de sus timos, cuando roba whisky a un traficante local para vendérselo a este mismo, pero el traficante de alcohol está asociado a su hermano sheriff, y tras conseguir escapar en primera instancia (en un ágil y divertido tramo), atrapan a Moses y le dan una paliza, quitándole todo el dinero. Tras ello Moses lleva a Addie a la granja de su tía en St. Joseph en medio de la nada. Moses se marcha de allí en su camioneta. Mientras vemos triste a Addie en la casa. Moses para y se fuma un cigarro, coge la foto de Afddie montada en la Luna de Papel y la mira con nostalgia, y entonces ve por el espejo retrovisor Moses que a lo lejos viene corriendo por el camino Addie con su maleta, él le dice que se marche, y ella entonces le espeta que todavía le debe $ 200, el se enfada y lanza su sombrero al suelo, cuando la camioneta por inercia se desliza pendiente a bajo, Moses coge la maleta de Addie y corren a coger en marcha el auto, desapareciendo por el camino ambos hacia nuevas aventuras.
Se hicieron varios cambios en la adaptación del libro al cine. La edad de Addie se redujo de doce a nueve para acomodar al joven Tatum, varios eventos del libro se combinaron para temas de ritmo, y el último tercio de la novela, cuando Moses y Addie se gradúan en las grandes ligas como estafadores después de asociarse con un falso millonario, fue descartado. La ubicación también se cambió del sur rural de la novela, principalmente Alabama, al medio oeste de Kansas y Missouri.
Peter Bogdanovich también decidió cambiar el nombre de la película de Addie Pray. Mientras seleccionaba la música para la película, escuchó la canción "It's Only a Paper Moon" de Billy Rose, Yip Harburg y Harold Arlen. Buscando el consejo de su amigo cercano y mentor Orson Welles, Bogdanovich mencionó a “Paper Moon” como una posible alternativa. Welles respondió: "Ese título es tan bueno que ni siquiera deberías hacer la película, solo deberías lanzar el título!". Bogdanovich agregó la escena en la que Addie se toma una foto en una luna de papel únicamente para que el estudio le permitiera usar el título.
Maravillosa dramedia, de las que cala en la química de sus protagonistas y en su atractiva historia desarrollada con gran ritmo y mucho humor. Gloria Ucrania!!!
Es de reseñar el modo sutil en que Bogdanovich exhibe la América profunda y su miseria proveniente del a Gran Depresión que se entrelazó a la Dust Bowl, poniendo en los márgenes notas referentes a esto, pero sin subrayados, ni regodeos en lo morboso de esta desgracia, ello mostrado de pasada con las visiones por las carreteras de autos y camionetas con familias que llevaban todo lo que tenían e iban en busca de fortuna (normalmente a California, como bien mostraban en “Las uvas de la ira”). Ello realzado por la cinematografía en glorioso b/n del magiar László Kovács (“Easy Rider” o “Encuentros en la tercera fase”), que para realzar las gamas de grises usó filtro rojo en la cámara siguiendo consejo de Orson Welles (El filtro rojo intenso, usado en fotografía con soporte de negativo en blanco y negro, produce un efecto de contraste extremo, realzando las altas luces y dando profundas sombras, con muchísimo detalle). Bogdanovich también utilizó cinematografía de enfoque profundo y tomas extendidas en la película, con mucho plano genera para exhibir la soledad de esta disfuncional pareja; de reseñar es el adorno de la música del tiempo, potenciando la inmersión en la época y tiempo, gracias a la selección de Rudi Fehr.
Spoiler.
Rush final: Moses es atrapado en uno de sus timos, cuando roba whisky a un traficante local para vendérselo a este mismo, pero el traficante de alcohol está asociado a su hermano sheriff, y tras conseguir escapar en primera instancia (en un ágil y divertido tramo), atrapan a Moses y le dan una paliza, quitándole todo el dinero. Tras ello Moses lleva a Addie a la granja de su tía en St. Joseph en medio de la nada. Moses se marcha de allí en su camioneta. Mientras vemos triste a Addie en la casa. Moses para y se fuma un cigarro, coge la foto de Afddie montada en la Luna de Papel y la mira con nostalgia, y entonces ve por el espejo retrovisor Moses que a lo lejos viene corriendo por el camino Addie con su maleta, él le dice que se marche, y ella entonces le espeta que todavía le debe $ 200, el se enfada y lanza su sombrero al suelo, cuando la camioneta por inercia se desliza pendiente a bajo, Moses coge la maleta de Addie y corren a coger en marcha el auto, desapareciendo por el camino ambos hacia nuevas aventuras.
Se hicieron varios cambios en la adaptación del libro al cine. La edad de Addie se redujo de doce a nueve para acomodar al joven Tatum, varios eventos del libro se combinaron para temas de ritmo, y el último tercio de la novela, cuando Moses y Addie se gradúan en las grandes ligas como estafadores después de asociarse con un falso millonario, fue descartado. La ubicación también se cambió del sur rural de la novela, principalmente Alabama, al medio oeste de Kansas y Missouri.
Peter Bogdanovich también decidió cambiar el nombre de la película de Addie Pray. Mientras seleccionaba la música para la película, escuchó la canción "It's Only a Paper Moon" de Billy Rose, Yip Harburg y Harold Arlen. Buscando el consejo de su amigo cercano y mentor Orson Welles, Bogdanovich mencionó a “Paper Moon” como una posible alternativa. Welles respondió: "Ese título es tan bueno que ni siquiera deberías hacer la película, solo deberías lanzar el título!". Bogdanovich agregó la escena en la que Addie se toma una foto en una luna de papel únicamente para que el estudio le permitiera usar el título.
Maravillosa dramedia, de las que cala en la química de sus protagonistas y en su atractiva historia desarrollada con gran ritmo y mucho humor. Gloria Ucrania!!!
5 de septiembre de 2022
5 de septiembre de 2022
4 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La comedia Luna de papel (Peter Bogdanovich, 1973) es todo un clásico de las road movies americanas. Es una de esas películas que me llamó la atención por su póster y tenía ganas de ver. Estableció un récord aún no superado. Está protagonizada por dos actores, padre e hija, que repitieron -o no- ese rol en el film. Y está firmada por Peter Bogdanovich, gran director. Para situarnos en contexto, este último formó parte del Nuevo Hollywood, aquella generación de cineastas que revolucionaron la forma de hacer películas en los años 70, inspirados en gran parte por la sociedad francesa; primero por la Nouvelle Vague -nueva ola- y posteriormente por los movimientos revolucionarios de Mayo del 68, que se tradujeron en un desencanto general tras su fracaso aunque dejaron su impronta en toda una generación de artistas e intelectuales.
Bogdanovich, junto a otros directores tan ilustres como Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Martin Scorsese, George Lucas o Brian de Palma, pusieron patas arriba Hollywood cuando empezaron a realizar películas de una forma distinta a la habitual. A saber, en esta década de 1970 los realizadores, la gente que hacía las pelis, ganaron muchísimo peso en la industria en detrimento de los productores, la gente que ponía la pasta. Ya no importaba tanto que las películas fuesen éxitos rotundos de taquilla, sino que lo verdaderamente importante era el cine como arte: el séptimo arte. Por desgracia, en los años 80 esta tendencia se invirtió y la rentabilidad económica volvió a ser lo primordial. Aún así, durante este tiempo se realizaron algunas auténticas obras maestras, muchas de ellas entre las mejores de todos los tiempos, como El Padrino I y II, Alguien voló sobre el nido del cuco, La naranja mecánica, El cazador, Tarde de perros, El golpe o La guerra de las galaxias.
Luna de papel (íd., 1973) no está en esos altares, pero fue un film muy relevante en su día porque ayudó a renovar el género de las road movies, es decir, aquellas pelis cuya trama se desarrolla durante un viaje, generalmente en coche. Paper Moon, en su título original, es una comedia deliciosa, de esas que se ven con una sonrisa en la boca. Como dije al principio, está protagonizada por Ryan O'Neal y su hija, Tatum O'Neal, que forman una pareja magnífica en pantalla. Ellos dos son la película, aunque durante sus apariciones la voluptuosa Madeline Kahn roba la atención del espectador.
La pareja protagonista, Ryan y Tatum O'Neal hacen unas interpretaciones más que buenas. El primero, siempre criticado, está más que correcto en su papel. Pero en especial sobresale la niña, poseedora del récord aún no superado que he mencionado al comienzo de este post. Tatum O'Neal se convirtió con nueve años de edad en la persona más joven en ganar un Óscar, concretamente el de mejor actriz secundaria que levantaría gracias a esta película. Venció además a Linda Blair, nominada por su papel como la mítica niña de El Exorcista (William Friedkin, 1973). Aunque este triunfo sembró polémica en su día, en años posteriores más niños serían nominados y/o vencedores de este premio, como Anna Paquin, Jodie Foster o Haley Joel Osment -el niño de El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999)-.
El protagonista de esta película me ha recordado enormemente al de otro film similar que, aunque más moderno, había visto con anterioridad, se trata de Acordes y desacuerdos (Woody Allen, 1999). En este film Sean Penn hace de gañán que durante la Gran Depresión vive de aprovecharse de los demás, ¿les suena? Incluso físicamente se echan un aire ambos actores, Penn y O'Neal. Además, en las dos pelis aparece la luna de papel en la que se sientan sus protagonistas. Con tantas referencias, se puede asegurar que Allen ama el cine de Bogdanovich y, a su vez, Bogdanovich ama América.
Como he dicho, en Luna de papel el director neoyorquino Peter Bogdanovich demuestra todo su afecto por su país en forma de película que romantiza ese pasado. Todos los momentos dramáticos (los cuernos, la muerte, el abandono, etc.) quedan suavizados a los ojos del espectador para mostrar un panorama que idealiza aquellos años. Bogdanovich y su operador de cámara László Kovács utilizan una narrativa y unos encuadres que con pocos planos sirven para expresar las ideas en mente de cada personaje, especialmente de la niña. Por ejemplo, en la primera estafa que realizan juntos, un enfoque a la cara de la cría, a su padre y al maletero bastan para saber lo que va a suceder a continuación, sin necesidad de adquirir un tono discursivo.
CONCLUSIÓN
La película Luna de papel me ha gustado y, sobre todo, me ha agradado bastante. Se ve con relativa facilidad ya que su argumento no se complica en exceso en ningún momento. Me da la sensación de que si se hiciese un remake moderno de esta triunfaría bastante. Aunque claro, ya no podríamos ver a una niña de nueve años fumando. Por lo demás, una dirección sobria y elegante y buenas actuaciones. De este mismo estilo de película recomiendo Malas tierras (Terrence Malick, 1973), que alcanza cotas cinematográficas más altas.
En su día la cinta de Bogdanovich recibió excelentes críticas y ganó varios premios, la mayoría para la joven Tatum O'Neal. Además de la estatuilla a mejor actriz secundaria, su compañera Madeline Kahn fue candidata en esa misma categoría y la película obtuvo sendas nominaciones a mejor guión y sonido. Aquí en España logró la Concha de Plata y el Premio del Jurado en el Festival de Cine de San Sebastián.
https://noesmasquecine.blogspot.com/2021/10/luna-de-papel-estafas-por-la-america.html
Bogdanovich, junto a otros directores tan ilustres como Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Martin Scorsese, George Lucas o Brian de Palma, pusieron patas arriba Hollywood cuando empezaron a realizar películas de una forma distinta a la habitual. A saber, en esta década de 1970 los realizadores, la gente que hacía las pelis, ganaron muchísimo peso en la industria en detrimento de los productores, la gente que ponía la pasta. Ya no importaba tanto que las películas fuesen éxitos rotundos de taquilla, sino que lo verdaderamente importante era el cine como arte: el séptimo arte. Por desgracia, en los años 80 esta tendencia se invirtió y la rentabilidad económica volvió a ser lo primordial. Aún así, durante este tiempo se realizaron algunas auténticas obras maestras, muchas de ellas entre las mejores de todos los tiempos, como El Padrino I y II, Alguien voló sobre el nido del cuco, La naranja mecánica, El cazador, Tarde de perros, El golpe o La guerra de las galaxias.
Luna de papel (íd., 1973) no está en esos altares, pero fue un film muy relevante en su día porque ayudó a renovar el género de las road movies, es decir, aquellas pelis cuya trama se desarrolla durante un viaje, generalmente en coche. Paper Moon, en su título original, es una comedia deliciosa, de esas que se ven con una sonrisa en la boca. Como dije al principio, está protagonizada por Ryan O'Neal y su hija, Tatum O'Neal, que forman una pareja magnífica en pantalla. Ellos dos son la película, aunque durante sus apariciones la voluptuosa Madeline Kahn roba la atención del espectador.
La pareja protagonista, Ryan y Tatum O'Neal hacen unas interpretaciones más que buenas. El primero, siempre criticado, está más que correcto en su papel. Pero en especial sobresale la niña, poseedora del récord aún no superado que he mencionado al comienzo de este post. Tatum O'Neal se convirtió con nueve años de edad en la persona más joven en ganar un Óscar, concretamente el de mejor actriz secundaria que levantaría gracias a esta película. Venció además a Linda Blair, nominada por su papel como la mítica niña de El Exorcista (William Friedkin, 1973). Aunque este triunfo sembró polémica en su día, en años posteriores más niños serían nominados y/o vencedores de este premio, como Anna Paquin, Jodie Foster o Haley Joel Osment -el niño de El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999)-.
El protagonista de esta película me ha recordado enormemente al de otro film similar que, aunque más moderno, había visto con anterioridad, se trata de Acordes y desacuerdos (Woody Allen, 1999). En este film Sean Penn hace de gañán que durante la Gran Depresión vive de aprovecharse de los demás, ¿les suena? Incluso físicamente se echan un aire ambos actores, Penn y O'Neal. Además, en las dos pelis aparece la luna de papel en la que se sientan sus protagonistas. Con tantas referencias, se puede asegurar que Allen ama el cine de Bogdanovich y, a su vez, Bogdanovich ama América.
Como he dicho, en Luna de papel el director neoyorquino Peter Bogdanovich demuestra todo su afecto por su país en forma de película que romantiza ese pasado. Todos los momentos dramáticos (los cuernos, la muerte, el abandono, etc.) quedan suavizados a los ojos del espectador para mostrar un panorama que idealiza aquellos años. Bogdanovich y su operador de cámara László Kovács utilizan una narrativa y unos encuadres que con pocos planos sirven para expresar las ideas en mente de cada personaje, especialmente de la niña. Por ejemplo, en la primera estafa que realizan juntos, un enfoque a la cara de la cría, a su padre y al maletero bastan para saber lo que va a suceder a continuación, sin necesidad de adquirir un tono discursivo.
CONCLUSIÓN
La película Luna de papel me ha gustado y, sobre todo, me ha agradado bastante. Se ve con relativa facilidad ya que su argumento no se complica en exceso en ningún momento. Me da la sensación de que si se hiciese un remake moderno de esta triunfaría bastante. Aunque claro, ya no podríamos ver a una niña de nueve años fumando. Por lo demás, una dirección sobria y elegante y buenas actuaciones. De este mismo estilo de película recomiendo Malas tierras (Terrence Malick, 1973), que alcanza cotas cinematográficas más altas.
En su día la cinta de Bogdanovich recibió excelentes críticas y ganó varios premios, la mayoría para la joven Tatum O'Neal. Además de la estatuilla a mejor actriz secundaria, su compañera Madeline Kahn fue candidata en esa misma categoría y la película obtuvo sendas nominaciones a mejor guión y sonido. Aquí en España logró la Concha de Plata y el Premio del Jurado en el Festival de Cine de San Sebastián.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La trama es simple, O'Neal interpreta a Moses Pray, un estafador de poca monta que vende biblias a mujeres enviudadas recientemente, a las que localiza en el periódico, con el pretexto de que sus maridos se las habían encargado antes de morir, las biblias en sí llevan el nombre grabado de la viuda, por lo que Pray -curioso apellido- las vende carísimas excusándose en que son «ediciones de lujo».
Un día, Pray acude al entierro de una antigua amante, donde descubre que ella tenía una hija que ha quedado huérfana. Aunque en todo momento lo niegue, esa niña, llamada Addie Loggins, es con toda seguridad también hija suya. A regañadientes, se ofrece a llevarla hasta casa de su tía. Pero cuando descubre que la niña tiene un don natural para estafar, la hace su compinche. Esto es solo el comienzo, a partir de ese momento, ambos vivirán una serie de aventuras mientras recorren la América profunda de timo en timo.
Un día, Pray acude al entierro de una antigua amante, donde descubre que ella tenía una hija que ha quedado huérfana. Aunque en todo momento lo niegue, esa niña, llamada Addie Loggins, es con toda seguridad también hija suya. A regañadientes, se ofrece a llevarla hasta casa de su tía. Pero cuando descubre que la niña tiene un don natural para estafar, la hace su compinche. Esto es solo el comienzo, a partir de ese momento, ambos vivirán una serie de aventuras mientras recorren la América profunda de timo en timo.
7 de julio de 2011
7 de julio de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peter Bogdanovich en su mejor época sabía lo que se hacía. Y con 'Luna de papel' logró lo muchas veces pretendido pero pocas conseguido: Una historia sencilla pero con encanto.
La película no tiene más historia que la de Addie, una niña de 9 años muy avispada (Tatum O'Neal) que en el entierro de su madre conoce a Moses (Ryan O'Neal), un timador de medio pelo que se ve obligado a llevarla a casa de su tía, la única familia de la niña.
Así arranca esta road movie con "extraña pareja" protagonista, en este caso niña-adulto, de contenido y visionado ligero gracias a un buen guión, un excelente tratamiento de la imagen tanto en la fotografía en blanco y negro como en la elección de planos, y una narración que no inventa nada pero sí consigue coger lo mejor del sub-género con comedia ligera por encima y sutil sátira por abajo, sin dejar pasar solapadamente la crítica y la mala situación del momento en que transcurre la historia (años 30, gran depresión americana).
Todo elementos sencillos tan perfectamente llevados a cabo que uniendo unos y otros, sin parecer gran cosa, dan en su conjunto una estupenda película, muy entretenida y disfrutable que además se evita los excesos en los que suelen caer este tipo de producciones: La niña no es repelente y el resultado no es edulcorado, otorgándole fuerza al mensaje.
Es interesante ver cómo a esta película se le ha "homenajeado" (o copiado) mil veces incluso a día de hoy.
* LO MEJOR: La ambientación, los planos abiertos de las carreteras perdidas de EE.UU. con interminables horizontes en blanco y negro.
* LO PEOR: No sé hasta qué punto merecía un Oscar la interpretación de Tatum O'Neal. Lo hace muy bien, pero al fin y al cabo es una niña pequeña.
* LA CURIOSIDAD: La niña de 9 años fumando con total naturalidad.
La película no tiene más historia que la de Addie, una niña de 9 años muy avispada (Tatum O'Neal) que en el entierro de su madre conoce a Moses (Ryan O'Neal), un timador de medio pelo que se ve obligado a llevarla a casa de su tía, la única familia de la niña.
Así arranca esta road movie con "extraña pareja" protagonista, en este caso niña-adulto, de contenido y visionado ligero gracias a un buen guión, un excelente tratamiento de la imagen tanto en la fotografía en blanco y negro como en la elección de planos, y una narración que no inventa nada pero sí consigue coger lo mejor del sub-género con comedia ligera por encima y sutil sátira por abajo, sin dejar pasar solapadamente la crítica y la mala situación del momento en que transcurre la historia (años 30, gran depresión americana).
Todo elementos sencillos tan perfectamente llevados a cabo que uniendo unos y otros, sin parecer gran cosa, dan en su conjunto una estupenda película, muy entretenida y disfrutable que además se evita los excesos en los que suelen caer este tipo de producciones: La niña no es repelente y el resultado no es edulcorado, otorgándole fuerza al mensaje.
Es interesante ver cómo a esta película se le ha "homenajeado" (o copiado) mil veces incluso a día de hoy.
* LO MEJOR: La ambientación, los planos abiertos de las carreteras perdidas de EE.UU. con interminables horizontes en blanco y negro.
* LO PEOR: No sé hasta qué punto merecía un Oscar la interpretación de Tatum O'Neal. Lo hace muy bien, pero al fin y al cabo es una niña pequeña.
* LA CURIOSIDAD: La niña de 9 años fumando con total naturalidad.
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